23 febrero 1981

Caos en los medios de comunicación al informar el tema: el diario EL PAÍS, el primero en condenar el golpe

23-F: Intento de Golpe de de Estado: Tejero tomó el Congreso, mientras Milans declaraba el Estado de emergencia en Valencia

Hechos

Entre la tarde del 23.2.1981 y la mañana del 24.2.1981 se produjo un intento de Golpe de Estado, al tomar un grupo de Guardias Civiles el Congreso de los Diputados y declararse el Estado de Excepción en la III Región Militar durante unas horas.

Lecturas

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La tarde del 23 de febrero de 1981 cuando en el Congreso de los diputados se celebraba la votación para investir al candidato de UCD, D. Lepoldo Calvo-Sotelo Bustelo como nuevo presidente del Gobierno, un grupo de guardias civiles armados encabezados por el teniente coronel D. Antonio Tejero Molina tomaron el Congreso de los diputados secuestrando a todos sus diputados.

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Ese mismo 23 de febrero de 1981 el teniente general D. Jaime Milans del Bosch Ussía, capitán general de la III Región Militar, decretó el estado de excepción y sacó en señal de fuerza los tanques a la calle, prohibiendo la actividad de los partidos políticos.

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En la División Acorazada de Brunete un grupo de militares encabezados por el general D. Luis Torres Rojas,  trata de movilizar a la DAC en apoyo al golpe, pero el general D. Guillermo Quintana Lacaci dio la contraorden de acuerdo con el Rey Juan Carlos I.

Entre la noche del día 23 y la mañana del día 24 de febrero de 1981 se produjo una negociación en la puerta del Congreso en la que el general D. Alfonso Armada Comyn negoció con D. Antonio Tejero Molina que liberara a los diputados secuestrados, negociación en la que propuso a sí mismo como presidente del Gobierno y solicitó poder acceder al hemiciclo para plantear esa fórmula a los diputados, algo que el Sr. Tejero Molina no le permitió.

Al medio día los diputados fueron liberados de la puerta del Congreso de los Diputados y D. Antonio Tejero Molina fue arrestado.

El 24 de febrero de 1981 el consejo de ministros, aún presidido por D. Adolfo Suárez González como ‘presidente en funciones’, destituyó a D. Jaime Milans del Bosch Ussía como capitán general de la III Región Militar (fue reemplazado por el general D. Antonio Pascual Galmes).

El mismo día 24 el general D. Alfonso Armada Comyn era destituido como Segundo Jefe del Estado Mayor y dos días después, el día 26, era también arrestado junto al general Torres Rojas y los otros implicados en el 23-F.

tejero_camilo_menendez En la imagen se vea a Tejero  con el capitán de Navio, Camilo Menéndez, que se sumó a título personal al Sr. Tejero por solidaridad al intento de golpe cuando este ya tenía todo los guisos de fracasar.

LA RESISTENCIA DEL VICEPRESIDENTE MELLADO CONTRA TEJERO: «¡SE SIENTEN, COÑO!»

Mellado_tejgutierrez_mellado El Vicepresidente del Gobierno, General Gutiérrez Mellado, fue el que más trato de ofrecer resistencia a los golpistas y el propio coronel Tejero trató de derribarle. Al final tuvo que intervenir el Sr. Suárez para convencerle de que se sentara y evitar que pudieran agredirle más. El Sr. Suárez trató de hacer valer su autoridad por ser presidente del Gobierno en funciones, pero el coronel Tejero le mandó callar con su célebre: «¡Se sienten, coño!».

Tanto D. Adolfo Suárez, como el General Gutiérrez Mellado, como los líderes del PSOE, D. Felipe González y D. Alfonso Guerra, como el líder del PCE, D. Santiago Carrillo, así como el presidente de la UCD, D. Agustín Rodríguez Sahagún, fueron sacados del hemiciclo y situados en una sala aparte del resto.

SANTIAGO CARRILLO, ÚNICO DIPUTADO QUE NO SE TIRÓ AL SUELO

carrillo_nosetiro A pesar de que la orden fue muy clara por parte del golpista Tejero «¡Al suelo todo el mundo!», orden que siguieron la práctica totalidad de los 350 diputados, incluidos el candidato a presidente D. Leopoldo Calvo Sotelo y los líderes de la oposición Sres. Felipe González y D. Alfonso Guerra, no fue seguida en cambio por tres miembros del hemiciclo: D. Adolfo Suárez (presidente en funciones), General Manuel Gutiérrez Mellado, Vicepresidente en funciones y, desde su escaño, D. Santiago Carrillo, que permaneció en su asiento.

EL REY JUAN CARLOS CONDENA LA ACTITUD DE LOS GOLPISTAS CUANDO ESTOS ESPERAN SU APOYO

rey_para_golpe Después de haberse comunicado con las distintas capitanías generales, para cerciorarse de que sólo Valencia estaba implicado en la trama, el Rey intervino por televisión en la madrugada para condenar el Golpe y defender el sistema constitucional vigente. Su intervención desmoralizó a los militares golpistas, convencidos de que el Jefe del Estado les apoyaría.

GOBIERNO DE SUBSECRETARIOS

francisco_laina El Subsecretario D. Francisco Laina, con el visto bueno del Rey, asumió las funciones del Gobierno durante las horas que duró el Golpe de Estado para que no hubiera un vacío de poder.

LOS DIPUTADOS FRAGA (AP) Y SATRÚSTEGUI (UCD) SE ENFRENTARON A LOS GOLPISTAS EN LAS ÚLTIMAS HORAS DE SECUESTRO

fraga_82_86_89 En las horas finales de la ocupación D. Manuel Fraga se levantó de su escaño y exigió la inmediata liberación a los golpistas, en un audio que captó la cadena SER. «¡Son una panda de forajidos! ¡Disparen contra mí o dejen irme! ¡Quiero salir de aquí, que salgamos todos!»

 Satrustegui Por su parte, el diputado de la UCD, D. Joaquín Satrústegui, también se enfrentó al coronel Tejero asegurándole que él «era amigo del General Milans del Bosch y que no se creía que fuera verdad lo que decía Tejero de que ese militar estuviera al frente del golpe, porque es ‘incapaz de sublevarse contra el Rey. «¡Aquí se nos está mintiendo!». El coronel Tejero mandó callar a ambos.

¿LA ENVENENADA MEDIACIÓN DEL GENERAL ARMADA?

armada_aramburu El General Alfonso Armada, segundo jefe del Estado Mayor y ex secretario de la Casa del Rey actuó como mediador ante el golpista Tejero en la puerta del Congreso. Teóricamente con la misión de convencer al coronel Tejero de que se rindiera y dejara salir a los diputados. Durante ese proceso de mediación se propuso para la presidencia de un Gobierno de concentración. A condición de que Tejero se rindiera. Posteriormente Tejero y Milans del Bosch relatarían que actuaron en connivencia con Armada para planear el intento de golpe. Más tarde Tejero y Milans aseguraron que habían pactado el golpe con el general Armada. Y, en el caso de Tejero aseguraría que el general Armada quiso, en el momento del golpe, reunirse con los diputados para convencerles de que se formara un gobierno presidido por él, pero que Tejero se negó a permitirle. 

«Gobierno Armada»

Una funcionaria aseguró haber tomado nota del Gobierno que el general Armada quería proponer al Congreso pero que impidió el Coronel Tejero al echarle del lugar.

  • – Presidente: General Alfonso Armada.
  • – Vicepresidente para Asuntos Políticos: D. Felipe González (PSOE).
  • – Vicepresidente para Asuntos Económicos: D. José María López de Letona (ex presidente Banco de España).
  • – Ministro de Asuntos Exteriores: D. José María de Areilza (Coalición Democrática).
  • – Ministro de Defensa: D. Manuel Fraga (AP).
  • – Ministro de Justicia: D. Gregorio Peces Barba (PSOE).
  • – Ministro de Hacienda: D. Pío Cabanillas (UCD).
  • – Ministro de Interior: general D. Manuel Saavedra Palmeiro.
  • – Ministro de Obras Públicas: D. José Luis Álvarez (UCD).
  • – Ministro de Educación: D. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD).
  • – Ministro de Trabajo: D. Jordi Solé Tura (PCE).
  • – Ministro de Industria: D. Agustín Rodríguez Sahagún (UCD).
  • – Ministro de Comercio: D. Carlos Ferrer Salat (CEOE).
  • – Ministro de Cultura: D. Antonio Garrigues Walker (abogado lobbista).
  • – Ministro de Economía: D. Ramón Tamames (PCE).
  • – Ministro de Transportes. D. Javier Solana (PSOE).
  • – Ministro de Autonomías: general D. José Antonio Sáenz de Santamaría.
  • – Ministro de Sanidad: D. Enrique Múgica (PSOE).
  • – Ministro de Información: D. Luis María Anson (director de la agencia EFE).

Miembros de La Hemeroteca del Buitre hablaron con tres de los miembros de ese supuesto ‘Gobierno Armada’, D. Luis María Anson, D. Ramón Tamames y D. Enrique Múgica. Los tres negaron conocer por qué fueron incluidos en tal Gobierno. En el caso del Sr. Múgica puso en cuestión incluso que el General Armada hubiera propuesto ese Gobierno.

23 Febrero 1981

¡VIVA LA CONSTITUCIÓN!

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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En la hora de un atentado alevoso contra el pueblo español a manos de unos hombres armados que pretenden por la fuerza sustituir la soberanía de los ciudadanos, EL PAÍS sale a la calle en defensa de la ley y la Constitución

En la hora de un atentado alevoso contra el pueblo español a manos de unos hombres armados que pretenden por la fuerza sustituir la soberanía de los ciudadanos, EL PAÍS sale  a la calle en defensa de la ley y del a Constitución. La rebelión debe ser abortada: Sus culpables detenidos, juzgados severamente y condenados para ejemplar escarmiento de la Historia. Los españoles deben sumarse a la gran protesta nacional e internacional y movilizar por todos los medios a su alcance la voluntad popular en defensa de la legalidad.

El golpe de Estado llevado a cabo por destacamentos de la Guardia Civil, precedente a la declaración de Milans, es un atentado contra la Constitución, aprobada en referéndum por el pueblo español en diciembre de 1978 y una humillación para la dignididad y la madurez de una de las más antiguas naciones del mundo occidenta. El golpe de Estado ilumina, por lo demás, buena parte de los acontecimientos de la etapa de la transición y los sitúa en su adecuada perspectiva. La Operación Galaxia no fue una charla de café, sino uno de los hilos de la madeja conspirativa que quedó al descubierto.

El golpe de Estado llevado a cabo por destacamentos de la Guardia Civil en la tarde de ayer, al tomar por asalto el palacio del Congreso y secuestrar a los representantes de la soberanía popular y al Gobierno del Estado, ha sido un alevoso atentado contra el pueblo español, una humillación para la dignidad y madurez de una de las más antiguas naciones del mundo occidental y una criminal violación de la Constitución, aprobada en referéndum popular en diciembre de 1978.La defensa de la Constitución y de la legalidad vigente ha tenido en el Rey su más resuelto y admirable combatiente. Este país nunca podrá olvidar que, después de que el general Milans del Bosch decretara el estado de excepción en la Región Militar de Valencia por su cuenta y riesgo, sin respetar los mandatos constitucionales ni consultar al Rey, a quien corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas, don Juan Carlos asumió la responsabilidad de la situación y encomendó a los secretarios y subsecretarios no aprehendidos por los secuestradores el ejercicio del poder civil. La actitud del Jefe del Estado en las tensas horas de ayer es símbolo de la legitimidad constitucional y democrática.

El golpe de Estado ilumina, por lo demás, buena parte de los acontecimientos de la etapa de transición y los sitúa en su adecuada perspectiva. La operación Galaxia no fue una charla de café, sino uno de los hilos de la madeja conspirativa que quedó al descubierto. La circunstancia de que el teniente coronel Tejero, principal responsable de aquel compló en toda regla, resultara condenado con una pena leve y fuera reincorporado después al servicio activo ha permitido a este soldado desleal y sedicioso participar destacadamente en esta segunda intentona golpista. Así, las debilidades, complicidades y cobardías que impidieron en su día castigar a los culpables de la operación Galaxia con las penas congruentes y realizar a su debido tiempo los relevos imprescindibles en los cargos de las Fuerzas Armadas y en las fuerzas de seguridad, a fin de sustituir a los conspiradores y golpistas por militares y policías respetuosos de la Constitución, son factores tan responsables como los propios asaltantes del Congreso de la inaudita y esperpéntica estampa escenificada ayer en el palacio de la carrera de San Jerónimo, más propia de una república bananera o de un pronunciamiento decimonónico que de una nación europea a finales del siglo XX.

Hasta la dimisión de Adolfo Suárez adquiere, a esta luz, un nuevo significado, lo mismo que la irresponsabilidad de numerosos miembros de su partido. Todos aquellos que han jugado a aprendices de brujos conjurando a fuerzas y presiones extraparlamentarias para promover sus intereses podrán comprender ahora lo fácil que es provocar tormentas enormemente más graves y peligrosas que las que deseaban poner al servicio de sus objetivos.

Los ideólogos de las bandas armadas y los terroristas que asesinan, extorsionan y secuestran encuadrados en las diferentes ramas de ETA también habrán tenido ocasión de comprobar cómo un golpe de Estado, que convertiría al País Vasco y al resto de España en un gigantesco campo de concentración o de exterminio, es la única consecuencia política a la que llevan sus acciones criminales. Porque en la tarde, de ayer, el secuestro del Congreso de los Diputados y del Gobierno tuvo otros cómplices, además de los que vivaqueaban en los alrededores del hotel Palace o en oscuros despachos oficiales. Y entre esos cómplices están todos los que usan de la violencia y apelan a ella en el marco de un Estado democrático soberana y libremente constituido.

Ocurra lo que ocurra en las próximas horas o en los próximos días, suceda lo que suceda a quienes nos mantenemos fieles a la Constitución y a la legalidad vigente, nacidas ambas de elecciones libres y de la voluntad del pueblo español, los golpistas están condenados por la Historia, por la ética y por los juramentos de honor que tanto prodigan y tan poco cumplen. Ojalá este acto de barbarie sea sólo un bochornoso incidente y sirva, al menos, para que el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo de esta vieja nación sepan sacar las adecuadas consecuencias: que una democracia no puede ser defendida por quienes no creen ni en sus valores ni en sus principios y por quienes están dispuestos a matar y extorsionar en contra de la libertad.

En cualquier caso, este acto sedicioso, si tiene el final feliz que todos deseamos, no puede ser despachado bajo la teoría del «grupo salvaje», del pelotón de guardias civiles bastante descontrolados y enloquecidos. La investigación judicial sobre el asalto con toma de rehenes al Congreso de los Diputados tiene que alcanzar el fondo de todas las tramas -incluso si están insertas en las instituciones- que vienen conspirando contra la democracia desde el mismo momento de la reforma política. Los locos -máxime si circulan armados- son recluidos en las casas de orates y no se les entrega el mando de la tropa.

La Constitución española, para bien de todos y para honra de nuestra sociedad, ha abolido la pena de muerte, al igual que las torturas y los tratos inhumanos. En estas horas difíciles, nos ratificamos en la defensa que hicimos y que seguiremos haciendo, desde las páginas de este periódico, de la abolición de la pena capital, que garantiza la vida a los organizadores del asalto al Congreso. Sin embargo, la Constitución debe ser aplicada en todos sus mandatos. La rebelión debe ser abortada; sus cómplices y encubridores, desenmascarados y puestos a buen recaudo; y sus autores, detenidos, juzgados por tribunales que aseguren un juicio a la vez imparcial y conforme a derecho y castigados para ejemplar escarmiento. Los ciudadanos españoles deben sumarse a la gran protesta nacional e internacional y movilizar por todos los medios a su alcance la voluntad popular en defensa de la legalidad. Pero es precisamente necesario demostrarlo con su decisión de convivencia, con sus ganas de libertad y de alegría, sin apelaciones en este momento a huelgas generales o actos multitudinarios que ahonden en la desestabilización, máxime cuando la vida de los líderes políticos de este país pende aún de la voluntad de unos fanáticos. A la hora de cerrar esta edición, la situación parece controlada por el Rey y las fuerzas y los poderes legales. El comportamiento de los altos mandos de nuestras Fuerzas Armadas y de la Junta de Jefes del Alto Estado Mayor ha estado a la altura de la serena conducta de su mando supremo. Las horas y los días venideros determinarán el futuro en libertad de España.

24 Febrero 2014

RESPETO A LA CONSTITUCIÓN Y CALMA NACIONAL

ABC (Editorialista: Martín Descalzo)

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El grupo de personas que ayer asaltaron el Parlamento ha empezado por manchar gravísimamente su uniforme: ha violado la más elemental función de la milicia, que tiene como tarea primera defender y tutelar la Constitución

A la hora en que se escribe este editorial España entera lleva seis horas viviendo en la angustia. Los viejos fantasmas, que parecían alejados definitivamente de nuestro horizonte nacional, han vuelto a visitarnos. Y, aun cuando en estos momentos el gravísimo suceso parece localizado y reducido a un grupo de desequilibrados, sigue el país entero colgado de sus radios y televisiones para conocer el desenlace de algo que aún podría concluir en un drama espantoso.

A estas horas nuestra palabra primera tiene que ser la de la más rotunda condena de lo ocurrido. Nadie ignora que la gobernación del Estado pasa horas incuestionablemente difíciles y que el país necesita un golpe de timón serio en su modo de ser gobernado para que España pueda recuperar el orden y la paz que necesita. Pero es evidente que la locura protagonizada ayer por un grupo de oficiales de la Guardia Civil – y, según parece, respaldada por algún alto mando del Ejército – no sólo no vendría a resolver nada, sino que ha puesto en el más grave riesgo todo cuanto en cinco años de esfuerzo, y sacrificio de todos y muy en especial de ñas Fuerzas de Seguridad del Estado, ha logrado España bajo la sabia y pacífica dirección del Rey.

El grupo de personas que ayer asaltaron el Parlamento ha empezado por manchar gravísimamente su uniforme: ha violado la más elemental función de la milicia, que tiene como tarea primera defender y tutelar la Constitución; ha faltado a lo más elemental de su disciplina militar; ha atentado contra la más alta representación del pueblo español. Tal número de dislates, que solo puede calificarse como abierta locura.

(…)

Repitámoslo: por el camino de la Constitución todo es posible. Nada se logrará por el de la violencia. No se sirve a España violando la voluntad libremente expresada por los españoles. No se ayuda al país sumiéndolo en la angustia y sacudiéndolo con la más grave, la más triste de las convulsiones.

Afortunadamente, no le ha faltado a España – una vez más – ni la serenidad del Rey, ni el respeto a la Constitución de la práctica totalidad del Ejército, ni la misma tranquilidad y confiada expectación de la comunidad nacional.

Esta es la hora de que todos los españoles reafirmen su fe en los caminos legales para salir de los problemas que el país vive. Es la hora de seguir creyendo en la libertad que la Constitución garantiza. Es hora de que todos – militares, parlamentarios, ciudadanos – revisen su personal responsabilidad en el servicio al país por encima de las ideas personales y los propios intereses. Hora de que los grupos políticos acerquen sus posturas y aúnen sus esfuerzos en salvar una serie de valores sin los cuales siempre estaremos expuestos a la invasión de los violentos de uno u otro género. Hora de que la comunidad se mantenga en calma.

Calma. Queremos repetir esta palabra porque es la que más necesita España hoy. Nada podrá ser hoy más dañino que el que grupos de cualquier ideología intentasen tomar la calle por la fuerza, con lo que terminarían haciendo el juego a los revoltosos. Cualquier paso que no pase hoy por el orden y la serenidad, nos acerca a una guerra. Sólo la fe en la autoridad y en la Constitución puede sacarnos sin demasiado dolor de este drama.

24 Febrero 1983

EL MANIFIESTO DE TEJERO DESDE EL CONGRESO

Antonio Tejero Molina

(Difundido a las 4.45 de la madrugada)

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Españoles: Las unidades del Ejército y de la Guardia Civil que desde ayer están ocupando el Congreso de los Diputados a las órdenes del general Milans del Bosch, capitán general de Valencia, no tienen otro deseo que el bien de España y de su pueblo. No admiten más que un Gobierno que instaure una verdadera democracia. No admiten las autonomías separatistas y quieren una España descentralizada, pero no rota. No admiten la impunidad de los asesinos terroristas, contra los que es preciso aplicar todo el rigor de la ley. No pueden aceptar una situación en la que el prestigio de España disminuye día a día. No admiten la inseguridad ciudadana que os impide vivir en paz. Aceptan y respetan al Rey, al que quieren ver al frente de los destinos de la Patria, respaldado por sus Fuerzas Armadas. En suma, quieren la unidad de España, la paz orden, seguridad. ¡Viva España!

25 Febrero 1981

Su majestad España

Federico Jiménez Losantos

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En otra encrucijada de la vida española en la que había que actuar normalmente, es decir haciendo cosas que crearán norma y dieran sensación de esencial continuidad, precisamente al iniciarse el curso 1931-32, primero de la Segunda República, tuvo Unamuno que inaugurarlo y, lo que es más importante, dar con el espíritu normativo que la nación, que toda nación, precisa. Y quiso hacerlo mediante una fórmula o juramento que advirtiese al nuevo régimen contra todo espíritu de facción, faccioso, excluyente y, en defintiiva, antinacional. Quiso buscar el agua clara de la legitimidad popular en el odre de su historia, de la historia de us mayoría, que eso significa majestad; mayoría y autoridad o autoridad acordada por la mayoría, y quiso inaugurar esa nueva normalidad en nombre de lo más sagrado: «En nombre – dijo – Su Majestad España, una soberana y universal’.

Creo que esa misma fórmula ha usado Don Juan Carlos de Borbón para asegurar la normalidad nueva y tierna de nuestra democracia epsañola, porque la democracia parlamentaria de nuestra Monarquía, hoy más que nunca nacional no corresponde, como suele decirse, a una república coronada, sino más bien a una democracia con cabeza. POr eso, racionalmente y con toda razón hemos de agradecer al Jefe del Estado español, que es más que Rey, que no haya hablado en nombre de sí mismo o de SU Majestad propiamente otorgada, sino implícita y explícitamente en nombre de Su Majestad España. POrque lo malo sería que huérfanos de mesías, cayeramos en buscarlo en el Rey y no en las leyes. Porque, insisto, la lección de Su Majestad es y ha sido la de hablar y actuar continuamente en nombre de la majestad o mayoría de España.

Pero hay algo sustancial que me parece tan claro como el triunfo de la garantía democrática de la Monarquía, y es el desgaste, la impopularidad y los errores de nuestra clase política, que aunque penitencia duramente, n oo sé si se dará cuenta de hasta que punto cinco años de desorganización del Estado, de desgobierno autonómico y de frivolidad partidista han minado profundamente la confianza del pueblo en la democracia y en la clase de Estado que debe alebrgarla. Digo confianza, noo esperanza, porque la esperanza es lo último que se pierde, pero urge ya gobernar el Estado de forma que la nación que le da vida pueda de nuevo recobrar el pulso de su historia, de su majestad histórica, no empequeñecida ni provincianizada por gabelas mezquinas o taifas reticentes.

Atentado contra la patria.

No veamos más al sñeor Arzallus hablar de las buenas relaciones futuras entre Alemania federal y Euskadi, ni al señor Pujol intentando orillar la lengua común de España. Los rebeldes han atentado contra la Cosntitución, pero tras el escarmiento, deben nuestros políticos aplicarse a reparar el descrédito que ciertas ambigüedades o ‘lecturas’ de nuestro texto esencial de convivencia han sembrado en un pueblo al que cada vez llegan menos y en un Ejército que nunca podrá obedecer a quien n ose atreve a mandarle.

Un destino común

Quiero, en fin recordar en homenaje a nuestro jefe del Estado democrático estas palabras de su antecesor inmediato en la búsqueda de llenar de contenido nacional la convivencia española: Don Manuel Azaña. Algunos habrán olvidado la visita que el Rey hizo a su viuda en México y lo que le dijo en aquel acto de auténtica refundación más que reconciliación nacional sobre su afición a las obras de Azaña. Sin duda, ha meditado más de una vez en este párrafo de su último discurso en territorio español, Barcelona.

Convenido que el Rey piensa, ahí queda para lo que piensen nuestros políticos y para que los ciudadanos no les dejemos frivolizar más en la dirección de nuestra Patria: ‘Ciertas verdades, que habían sido inundadas por el aluvión, volvieron a ponerse a flote y a entrar en nueva vigencia y por fortuna, hoy nadie las desconoce, por fortuna, porque no se puede infringir impunemente. Destaco entre ellas que todos los españoles tenemos el mismo destino, un destino común, en la próspera y en la adversa fortuna, cualesquiera que sean la profesión religiosa, el credo político, el trabajo y el acento, y que nadie puede echarse a un lado y retirar la puesta. No es que sea ilícito hacerlo: Es que, además no se puede».

No, no se puede hacer más política mezquina, no más mercaderías disimuladas, ni chapuzas a oscuras. Democracia y Constitución, democracia y libertad, en nombre de lo más íntimo, particular y universal que nos gobierna, en nombre de Su Majestad España. La del Rey y nuestra, la del cielo y la de los que miréndolo quedaron para siempre sobre su tierra.

Federico Jiménez Losantos

26 Febrero 1981

TEJERO

Ángel Palomino

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A gentes muy sencillas ideológicamente, quizá situadas en las antípodas del teniente coronel Tejero, les he oído comentar: es un valiente.

La conducta del teniente coronel Tejero ha estado a la vista de todos los españoles y será juzgada – probablemente con la máxima severidad – por un tribunal. No caeré en la tentación de utilizar el término ‘presunto’ para lo que es evidente. Tan evidente como que el teniente coronel Tejero es un hombre de honor, un caballero. La ilicitud, que no discuto, de su conducta, no disminuye, sino que acrecienta la enorme dignidad con que asumió su destino, la serena caballerosidad con que aceptó su responsabilidad y rechazó cualquier arreglo favorable a su persona.

Vi en Televisión como despedía a los hombres que estuvieron bajo su mando en la acción ilegal que ha conmovido a España. Uno por uno, fueron despedidos por él con un apretón de manos: estaba correctamente vestido, impecable como para un acto de servicio.

No es admisible la comparación con otras conductas, no hay paralelismo con otros actos de violencia: frente a la legalidad estaba un hombre de honor.

Su destino, su voluntad y las circunstancias históricas lo llevaron a romper la legalidad, pero ni por un instante cometió un exceso innecesario para su propósito: llevóo su desacato hasta el límite mismo que lo hace realizable y no abusó de la superioridad que las armas le daban sobre sus prisioneros ni un milímetro más de lo imprescindible.

Pudo salvarse y salvar a los demás ocmprometidos. Contaba con rehenes valiosísimos, por cuyas vidas la sociedad hubiese pagado ucalquier precio. No aceptó arreglos a su favor, sólo exigió una salida honrosa: entregarse a sus superiodies para ser juzgado. Y sabía lo que esto significaba.

Su acción no fue contra las personas sino contra una estructura política que consideraba perniciosa para su patria. Ni siquiera se permitió la turbia satisfacción de inspirar más temor en unos que en otros maltratando o intimidando a personalidades que repetidamente  han mostrado animadversión a su Cuerpo, a sus actos de servicio y a su persona. Podrá haber quien diga que él o sus hombres les miraban de una manera especial; su conciencia o su inconsciente quedan al descubierto con tales suposiciones. El hecho es que exigió sometimiento en la medida que la acción lo precisaba: sólo eso. Y no desatendió ni un sólo requerimiento relacionado con estados que precisasen cuidados médicos.

Que ello fue duro y humillante para las altas personalidades atropelladas, es evidente. Que la seguridad de la acción, así lo exigía, nadie se lo puede negar.

Como nadie puede negar que el valor con que emprendió la acción fue superado por el que mostró al dar fin al episodio con dignididad y espíritu de sacrificio.

No ha de influir ello en la severidad de los jueces, pero sí ha calado en el sentir del pueblo español tan sensible a los gestos de arrojo: en la calle, hoy, se siente admiración por ese hombre. A gentes muy sencillas ideológicamente, quizá situadas en las antípodas del teniente coronel Tejero, les he oído comentar: es un valiente.

Yo no puedo contenerme con algo tan simplista. Voy a recordar mis tiempos lejanos tiempos de profesor de Historia Militar y traté de hacer un estudio de este dramático acontecimiento. El estudio técnico de un acto de fuerza es el que, pese a la abundancia de armas y al uso inicial de las mismas con Fuego real, no se derramó ni una gota de sangre.

Ángel Palomino

El Cuartelazo

PUNTO Y HORA (Director: Xabier Sánchez Erauskin)

24/02/1981

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Al gran capital, a las multinacionales les interesa más, como imagen y plataforma, el rostro marmóreo de Calvo Sotelo que los bigotes erizados y el rostro iluminado de Tejero.

Con la pipa en la mano, la mirada soñando azules amaneceres e impasibles el ademán, el teniente coronel Tejero erguido en el estado del Congreso del Parlamento logró helar el aliento a más de medio Estado español. El cuartelazo llegaba de la forma más espectacular e inesperada; con el secuestro del Gobierno y Parlamento en pleno palacio de las Cortes. Pero al parecer los cabos no estaban del todo atados. Los Milans del Bosch, Armada y demás generales del golpazo quedarían en orsay a las pocas de cambio. El Pinochetazo no se consumaría.

Y es que la derecha no necesita derechazos. Posiblemente porque el gran capital, a los Ferrer Salat, a las multinacionales les interesa más, como imagen y plataforma, el rostro marmóreo de Calvo Sotelo que los bigotes erizados y el rostro iluminado de Tejero.

Con ello no se trata de negar la posibilidad de haber caído bajo un golpe militar. Al fin y al cabo, también es una cuestión de tanques… pero en frío análisis político (que a veces, hay que reconocerlo, se ve sorprendido por lo inesperado) en esta Europa de hoy cada vez va siendo más difícil el golpe fascista. La derecha ya no necesita el fascismo. Su imagen siniestra y aterradora ya no sirve. La derecha necesita otra cosa: las democracias fuertes, la democracia de Calvo Sotelo.

En definitiva los verdaderos ganadores, los auténticos triunfadores de la cuartelada han sido los de las ‘democracia consolidada’. Y los perdedores, la izquierda: la domesticada, la que ahora sale a la calle del bracete de Alianza Popular para defender a la Constitución y las ‘libertades’ y la izquierda consecuente que va a recibir todos los palos del mundo con la bendición de Reagan, Schmitd, Giscard, la OTAN… y Mitterrand, Felipe, Carrillo y Marchais.

Nos esperan malos días

El pueblo de Euskadi, el pueblo que lucha por sus libertades profundas debe intentar analizar el cuartelazo del palacio de las Cortes con cierto distanciamiento. El fracaso de los ultras ante la derecha “civilizada” era casi inevitable y ahora la derecha ha salido reforzada. Y que nadie hable ahora de las libertades para llevarnos tras la pancarta de la “consolidación democrática” o del “frente por la paz”. ¡Que aquí nadie se chupa el dedo!