3 febrero 2003

Accidente espacial: Estalla el Columbia cuando volvió al planeta Tierra matando a toda su tripulación

Hechos

El 3.02.2003 la prensa española dio cuenta del accidente que provocó la destrucción del cohete espacial Columbia que explosionó con toda su tripulación dentro cuanto retornaba al planeta.

03 Febrero 2003

Después de la tragedia

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El presidente Bush se ha comprometido a mantener el programa espacial norteamericano, pero de momento los técnicos han decidido suspender todas las misiones previstas hasta averiguar las causas que motivaron la desintegración de la nave Columbia al regresar a la atmósfera tras 16 días en el espacio exterior. Ello afectará inevitablemente a todos los programas, y muy particularmente a los que tienen su centro en la Estación Espacial Internacional.

La moratoria que siguió al estallido del Challenger, en 1986, en el que también perecieron siete astronautas, fue de 32 meses. Pero en aquella ocasión la investigación reveló que detrás de los fallos técnicos había serios problemas de gestión que habían afectado a la seguridad. La doble investigación ahora anunciada, la interna de la NASA y otra a cargo de una comisión independiente, tendrá que responder no sólo a la causa inmediata del desastre, sino por qué no se detectó.

En marzo pasado, un informe del Consejo para la Seguridad Aeroespacial, formado por técnicos independientes, advirtió del envejecimiento del Columbia, y denunció en particular los aplazamientos de programas previstos de «mantenimiento y mejora de las estructuras». «Mi instinto me dice que el actual enfoque [de la política espacial] siembra las semillas de un peligro futuro», aseguró, un mes más tarde, el presidente de ese consejo, Richard Blomberg, al presentar su dimisión. El nudo de intereses públicos y privados en torno a los programas espaciales ha impedido a veces separar el grano de la paja respecto a los riesgos reales. Algunos sectores sostenían que se estaba exagerando a fin de forzar incrementos presupuestarios. Ahora se verá si esa suspicacia tenía fundamento.

La moratoria afectará al proyecto de la Estación Espacial Internacional (EEI), en la que hay actualmente dos astronautas estadounidenses y un ruso. Su avituallamiento tendrá que correr a cargo de las naves rusas en exclusiva, lo que cambiará las prioridades. Es más que probable que se anulen viajes no esenciales, como el previsto para abril y en el que iba a participar el español Pedro Duque. La estación internacional es un proyecto ideado por la Administración de Clinton para mantener controlados y en activo a los científicos ex soviéticos, que, sin ese proyecto, habrían quedado cesantes y eventualmente a disposición de Estados poco de fiar. Ahora serán esos científicos los que aseguren la continuidad del proyecto.

02 Febrero 2003

Otro revés para la NASA, otra tragedia para Estados Unidos

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La NASA sabía que ésta era su semana trágica. El 27 de enero del 67 murieron tres astronautas en el Apolo I. El 28 de enero del 86 explotó, poco después de despegar, el Challenger, con siete astronautas a bordo. Ahora, un 1 de febrero de 2003 el drama se repite. En esta ocasión -¿un suceso simbólico? ¿un aviso de lo más alto?- en la misma vertical de Dallas. Los restos de la lanzadera Columbia se esparcieron por Texas, la tierra natal de Bush, absorto en Camp David con los preparativos de la guerra contra Irak.

En los primeros minutos después de conocerse el accidente, Estados Unidos contuvo la respiración ante la posibilidad de que pudiera tratarse de un atentado. La presencia en la nave del primer astronauta israelí, un héroe de la fuerza aérea hijo de una superviviente del Holocausto, hizo pensar en que podía tratarse de algo provocado.La enorme distancia a la que se encontraba la Columbia -se desintegró a 60 kilómetros de la superficie terrestre cuando volaba a más de 20.000 kilómetros por hora- hizo descartar a los expertos esa posibilidad.

Sólo quedaba en el aire, entre otras incógnitas, la coincidencia de que el suceso hubiera ocurrido a una hora tan concreta como las 14,00 GMT.

La realidad es que -a expensas de la exhaustiva y difícil investigación que se llevará ahora a cabo- hay que señalar que la nave Columbia era la más veterana de las lanzaderas con las que ha operado la NASA. Estaba en servicio desde el año 1981 y con éste eran ya 28 los viajes que había realizado al espacio. Es evidente que en todos estos años los materiales de la propia nave habían sido cambiados y mejorados muchas veces. Pero también es una realidad -denunciada con tesón por los técnicos de la NASA en múltiples ocasiones- que el programa espacial es el patito feo de la Administración al que no se le dedica el dinero suficiente.

La obsesión del Gobierno de Bush en la carrera de armamentos y la potenciación de todo lo que significa investigación con fines militares ha dejado a un lado la carrera del espacio, a la que tanto rédito sacaron en los años 60 y 70 presidentes como Kennedy, Johnson o Nixon dispuestos a demostrar ante el mundo su supremacía frente al competidor ruso.

Un presidente compungido hizo ayer una declaración pública para dar el pésame a los familiares de los siete astronautas muertos y para demostrar su determinación de que lo sucedido no supondría un parón en el programa espacial. Retórica para ocultar los informes que denunciaban grietas en la estructura de este tipo de naves y para minimizar el hecho de que la Columbia perdió durante el despegue una de las piezas de protección aislante de su motor exterior.

Lo sucedido ayer impone una nueva cura de humildad a una nación que no ha despertado del todo del mazazo que supusieron los atentados del 11-S. Muchos se preguntarán ahora si hacer cabalgar por el espacio a la vieja, romántica y amortizada lanzadera Columbia no suponía un riesgo evitable e innecesario.