25 marzo 1975

El responsable del crimen es declarado 'loco' y decapitado públicamente

Asesinado el Rey de Arabia Saudí, Faisal bin Abdelaziz , por su sobrino Faisal bin Musa’id, le reemplaza su hermano Jalid

Hechos

El 26.03.1975 se conoció la noticia del asesinato del Rey Faisal de Arabia Saudí.

Lecturas

Tras varias tentativas de derrocamiento promovidas por otros estados árabes, Faisal perdió la vida en un atentado perpetrado contra él en 1975 por un pariente suyo. Su hermanastro Jalid Ibn Adb Al Aziz se hizo cargo de los asuntos de Estado. Sin embargo el nuevo rey no realizó ningún cambio sustancial en la política saudí; las buenas relaciones con Occidente siguieron siendo absolutamente prioritarias.

El rey Faysal, de Arabia Saudí, ha sido asesinado este 25 de marzo de 1975 mientras rezaba sus plegarias.

El asesino, que ha sido detenido, es el sobrino del monarca, el emir Faysal ben Musaed ben aziz.

El príncipe Jaled ben Abdel Aziz, hermano del soberano, fue proclamado rey del país árabe.

Faysal, que había accedido al trono wahabita en 1962, gobernaba el país con plenos poderes. Arabia Saudí es el tercer país productor de petróleo del mundo y ocupa el primer lugar entre los exportadores.

De ahí que Faysal desempeñaba un papel importante en el complejo mundo árabe; sus posiciones en materia de política internacional eran a menudo paradójicas: fiel aliado de Estados Unidos, desde la OPEP se enfrentó con los países industriales.

Aunque era partidario de la modernización de su país, se aferró a la ‘inmutable filosofía fijada por el Coran’.

26 Marzo 1975

Tras el asesinato de Faisal

ABC (Director: José Luis Cebrián Boné)

Leer

La brutal desaparición del Rey Faisal abre una dramática interrogante sobre una de las zonas más conflictivas del planeta y con mayor influencia en el destino económico y político de Occidente.

Musulmán sincero, antisionista y anticomunista convencido, proamericano también, el Rey Faisal constituía, tanto en lo financiero como en lo religioso, una pieza clave para el logro de un entendimiento, tanto entre los países del Oriente Próximo como entre los de la Organización de Productores de Petróleo. Arbitro indiscutible, en virtud de su jefatura moral sobre el mundo musulmán, las enormes riquezas petrolíferas que controlaba le convirtieron también en primer protagonista de la ofensiva controlada de las naciones árabes en busca de su independencia y de la crisis energética subsiguiente.

Su muerte puede venir a trastocar el precario equilibrio conseguido en la situación del Oriente Cercano y a que se radicalicen las posturas, últimamente impregnadas de una cierta flexibilidad, de los países árabes productores de crudos.

Faisal, en posesión de una autoridad absoluta, había apoyado en su país en los últimos años una serie de medidas sociales, y en el exterior, una política de mediación activa que alcanzaba desde el logro de un acercamiento entre el Hussein y el Frente para la Liberación de Palestina hasta la financiación de un Estado palestino autónomo, pasando por la utilización del crudo saudí para anudar lazos de paz en la zona, impidiendo, a cualquier precio, la temida irrupción soviética.

No queremos imaginar que algo más que la simple ambición de un familiar que la pretendida locura del comunicado oficial, haya intervenido en la comisión del magnicidio. Washington ha reaccionado con la lógica preocupación de la posible pérdida de su influencia.

El fracaso reciente de Kissinger se ha unido a esta circunstancia imprevista que condicione, de manera trágica, el devenir de las relaciones, no sólo de Norteamerica, sino de Occidente todo. Si Faisal, con su oposición firme a la penetración comunista y a la existencia del Estado de Israel, significaba un bastión para el mundo occidental, su sucesor, Jaled, es una auténtica incógnita. Poco se sabe del hasta ayer príncipe heredero, fuera de su país durante años. La moderación de Faisal y de su política puede verse amenazada.

Arabia Saudí, tercer productor mundial de crudos, después de Norteamérica y de la Unión Soviética, seguirá ejerciendo sin Faisal, un papel decisivo en la continuación de la crisis energética, en la radicalización de la postura árabe contra Israel. Una variación de su postura, atendiendo posibles soluciones por vías consideradas acaso más rápidas para asegurar el control de una parte de la economía mundial y una utopía hegemónica árabe sobre los territorios hoy judíos acarrearía, sin duda, un desequilibrio de alcance posiblemente universal.

Con Faisal no sólo desaparece uno de los Monarcas árabes de mayor personalidad y con una trayectoria más vigorosa en el afán de modernización de un mundo anclado durante siglos en el fanatismo y en unas estructuras feudales, sino en uno de los estadistas de mayor talla de esta segunda mitad del siglo XX, además de un amigo de España.