27 noviembre 2008

El socialista José Blanco reprocha a la política madrileña que, durante el tiroteo, abandonara el lugar en vez de quedarse con el resto de españoles

Ataque terrorista en Bombay (la India) en un hotel en el que estaban Esperanza Aguirre Gil de Biedma y un grupo de empresarios españoles

Hechos

El 27.11.2008 se produjo un asalto en varios hoteles en Bombay (La India), en uno de los cuales estaba la presidente de la Comunidad de Madrid (España), Dña. Esperanza Aguirre, que logró huir en avión de vuelta a Madrid.

Lecturas

Entre los empresarios españoles que estaban en la India en el momento del ataque también se encontraban D. Arturo Fernández y D. Salvador Santos Campano.

ATAQUES A LA HUÍDA DE ESPERANZA AGUIRRE EN ANTENA 3

Junto al PSOE, varios comentaristas mediáticos criticaron a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dña. Esperanza Aguirre, que huyera del lugar del atentado y se preocupara del resto de la población española que estaba ahí. Uno de los más duros fue el tertuliano de ANTENA 3 y LA RAZÓN, el socialista D. Toni Bolaño, desde el programa ‘Espejo Público’.

28 Noviembre 2008

Bombay, de nuevo

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El terror masivo (más de 100 muertos y de 300 heridos) ha llegado de nuevo a Bombay, la capital económica de India, después de golpear en los últimos meses otras ciudades del país, ante la incapacidad del Gobierno de Delhi para prevenir los atentados o descifrar su origen. Una espesa niebla oculta el fenómeno, pese a ser India, donde han perecido más de 500 personas en los dos últimos años, una clara víctima del azote terrorista. Rutinariamente, como ayer hizo el acosado primer ministro Manmohan Singh, el Gobierno atribuye las sucesivas matanzas a fanáticos islamistas organizados en países vecinos, en referencia a Pakistán, el enemigo histórico. En muy escasas ocasiones, si alguna, se consigue probar algo concluyente, en parte por incompetencia policial, en parte por una inextricable jungla legal.

Todo sugiere, sin embargo, que India, acostumbrada a combatir separatismos y guerrillas locales, afronta su propio terrorismo islamista, cuando no otro incipiente inspirado por el fanatismo hindú. Las bombas de septiembre en Delhi, con decenas de muertos, anunciadas previamente, fueron reivindicadas por unos desconocidos Muyaidines Indios, de los que no había noticia hace un año, que se atribuyeron también las matanzas de Jaipur, en mayo, 63 víctimas, y de Ahmadabad, en julio. Algunos de los arrestados tras este último rosario de ataques confesó haber recibido entrenamiento en campos indios, en Kerala y Madhya Pradesh.

Los sangrientos asaltos de Bombay (donde en 2006 murieron 180 personas por bombas en los ferrocarriles), dirigidos contra occidentales y ejecutados con una disciplina y sincronía propias de una organización elaborada, han sido reclamados por otro grupo muyaidin semidesconocido, que ya en septiembre avisó de que vengaría los excesos policiales contra los musulmanes en la megalópolis.

No es difícil reclutar fanáticos en un país con más de 130 millones de musulmanes, postergados en casi todo y que se sienten amenazados por otra creciente violencia extremista, de signo hindú, la que implícitamente alienta el Bharatiya Janata (BJ), el gran partido rival del gobernante del Congreso. El BJ predica una India hindú (el 80% tiene ese credo) y se desliza hacia un fundamentalismo de imprecisas fronteras con la violencia.

La idea de que musulmanes indios, siguiendo pautas de Irak o Afganistán, abracen el terrorismo es la peor de las pesadillas para un Gobierno ineficaz y en declive, que afronta unas elecciones generales y que a estas alturas carece de un organismo federal que coordine la lucha en ese terreno. Pero los islamistas que han descoyuntado Pakistán pueden acabar llevando el caos a un país como India, emergente potencia planetaria y nuclear, con crecientes lazos con EE UU y una formidable minoría musulmana. La considerada mayor democracia del mundo debe poner en juego muchos más medios y voluntad política para hacer de la lucha antiterrorista una de sus prioridades absolutas.

28 Noviembre 2008

Bajo el fuego

José Antonio Vera

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Uno de los atrapados bajo el fuego del once – ese indio se lamentaba de que nadie les ayudara, de que les hubieran dejado solos bajo un infierno de bombas y balas, con un hotel en llamas y el suelo ensangrentado y sembrado de cristales, con caras de pánico y cuerpos de terror. Es difícil hacerse una idea de lo que han vivido nuestros compatriotas durante esa noche larga y fría, sin batería en el móvil  sin dormir. Tenían algunos la sensación de que se habían olvidado de ellos. ‘¿Dónde están nuestras autoridades?’ se preguntaban al comentar que si hubieran seguido los consejos del ministerio, ‘ahora estaríamos muestro’.

Es verdad que en situaciones extremas no es fácil canalizar la información ni organizar el caos. Entiendo que desde la Administración se actuó como se pudo, y que si no todo el mundo pudo volver es porque fue imposible. Por eso me pareció ejemplar el comportamiento de empresarios como Arturo Fernández y Santos Campano, y el de la periodista Isabel Gallego, atendiendo a la Prensa en medio del horror.

En situaciones límite se ve el temple de las personas grandes. Lo demostró Suarez tras el 23-F, Aznar después de su atentado y Esperanza Aguirre en su comparecencia de ayer en Madrid.

29 Noviembre 2008

Las críticas contra Aguirre están fuera de lugar

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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El eurodiputado de CiU Ignasi Guardans, que estaba también en Bombay durante el brutal ataque terrorista, criticó ayer a la presidenta de la Comunidad de Madrid por haber salido de India dejando allí a la delegación que la acompañaba: colaboradores y empresarios. Guardans alegó que el capitán tiene que ser el último en abandonar el barco. Es posible que muchos adversarios de Esperanza Aguirre puedan sentir la tentación de utilizar este episodio contra ella, pero un análisis pormenorizado de los hechos indica que la acusación de Guardans está fuera de lugar o, como dijo ayer el alcalde de Majadahonda, es «una mezquindad». Aguirre no podía quedarse la última en el barco por la sencilla razón de que no había barco. El peligro y el caos que siguieron a los disparos y a las bombas separó a la delegación de la Comunidad en dos grupos. El de Aguirre pudo salir del hotel por una puerta trasera -después de ser informada de que el hall estaba en llamas-, mientras que el segundo salió por la delantera hacia el malecón, a donde les condujo la policía. La presidenta se dirigió al aeropuerto porque no podía ir a ningún otro lugar en ese momento en una ciudad casi en estado de guerra, pero antes había sido informada de que el resto de la delegación se encontraba bien. Seguramente, si Guardans hubiera estado junto a Esperanza Aguirre en la recepción del hotel Oberoi -se hallaba en un restaurante- habría hecho lo mismo porque no había barco donde refugiarse con la tripulación.

01 Diciembre 2008

Ni roja ni muerta

Federico Jiménez Losantos

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Cuando el comunismo era el principal enemigo de las libertades occidentales, no porque fuera la única ideología o religión dispuesta a destruirlas sino porque era el único con capacidad militar y política para conseguirlo, las izquierdas europeas y la progresía norteamericana acuñaron una frase que retrata toda una época: «mejor rojos que muertos» (better reds than deads). Era la forma más eficaz, falsamente pacifista e indolente de desertar y de apuñalar por la espalda a los que defendían el modelo democrático, en sus vertientes conservadora, liberal o socialdemócrata, mientras los comunistas sometían por la fuerza a media Europa, conquistaban China y buena parte de Asia, extendían el modelo socialista por casi toda áfrica y, aparte de Cuba, en América trataron de imponer mediante el terrorismo urbano o rural dictaduras comunistas en Venezuela, Colombia, Argentina, Uruguay, Chile, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Perú… Casi todos. «Crear un dos tres, muchos Vietnam», dijo el Che, pero lo que consiguieron fue democracias arruinadas y muchas dictaduras militares.

Había entonces una izquierda socialdemócrata sinceramente occidental (Alemania e Inglaterra, sobre todo), pero en los medios profesorales, periodísticos, sindicales (con la excepción de Alemania, brazo financiero de la AFL-CIO, como puede acreditar el PSOE) y en las profesiones llamadas injustamente liberales lo que molaba y permitía prosperar era ser rojos. Los rojos, normalmente bien instalados, renunciaban a morir y ponían todo su empeño en que los anticomunistas murieran. En realidad mejor rojos que muertos era la versión para la retaguardia occidental del si no eres rojo te mato que con tanta eficacia defendía la vanguardia oriental. Después del 68, la izquierda occidental decidió matar sin esperar a los soviéticos y ahí nace el terrorismo contemporáneo, que desde la Tricontinental de La Habana a comienzos de los 60 agrupa el islamismo antijudío, con los palestinos como fuerza de choque, las guerrillas en las selvas de América, Asia o Africa, y el terrorismo urbano en Europa y la Iberoamérica más desarrollada.

Hoy, el terrorismo islamista ha tomado el relevo del terrorismo comunista, pero una izquierda más poderosa e inmoral que nunca sigue prefiriendo, porque el Muro lo llevan dentro, ser rojo o islamista antes que jugarse la vida por las libertades. Y como ayer, desea liquidar política e incluso físicamente a quienes combaten a los enemigos o les quitan poder, que para ellos es lo mismo. La campaña del PSOE y CiU contra Esperanza Aguirre por el delito de sobrevivir con suerte y dignidad al 11-S de Asia muestra a una izquierda que prefiere muertos a los que ni son rojos ni se rinden. Blanco, con Zapatero, respaldando silenciosamente esta abyecta campaña, repite el vil comportamiento de González con Aznar en el atentado etarra. Y el suyo y de los suyos en el 11-M, inmensa infamia que, aceptada por el PP, le instaló en el poder. Muchos odian el valor y hasta la suerte de los liberales. Si no rojos, muertos.

El Análisis

¿POLÍTICA O SÚPER HEROINA?

JF Lamata

Los reproches del Sr. Blanco a la Sra. Aguirre por huir de una zona que estaba siendo asaltada por grupos armados no pudo menos que inquietarme. No parece probable que el Sr. Blanco pretendiera que la Sra. Aguirre se hubiera hecho con una metralleta para combatir a los asaltantes. Así que supondré que lo que el Sr. Blanco demandaba es que la Sra. Aguirre debía quedarse mientras quedara en el lugar un sólo español en tierra india ¿para qué? ¿Físicamente que ayudaba la presencia de aquella mujer? Si acaso estorbaría a los diplomáticos. Ante un atentado, parece lógico que el presidente sea el primero en ser desalojado y puesto a salvo.

Otra cosa es si estos funcionarios de seguridad madrileña, tan preocupados en poder a salvo a la presidenta, dejaran olvidados al resto de españoles, y alguno de estos tuvieran que ponerse en contacto con el Sr. Blanco para que les pusiera a salvo ante la ‘desaparición’ de los efectivos madrileños. Quizá era eso lo que motivaba la inquina del Sr. Blanco. Pero aún con esas, usar como arma política la forma de actuar ante un asalto terrorista es un terreno pantanoso. No todo vale, o al menos así no debería ser.

J. F. Lamata