23 marzo 2017

El criminal atropelló a decenas de peatones por el puente de Westminter hasta el Parlamento donde acuchilló a un policía

Atentado terrorista islámico con atropello en el puente de Westminster, en Londres, cerca del Parlamento Británico

Hechos

  • El 22 de marzo de 2017 se produjo un atentado en el puente de Westminster, en la plaza del Parlamento y en la zona del palacio de Westminster en Londres (Reino Unido).

Lecturas

Un atacante condujo un vehículo por la acera sur del puente de Westminster, atropellando a decenas de personas, causando caos y que finalizó con el atacante muerto por disparos de la policía tras apuñalar mortalmente a otro policía. ​

EL ASESINO:

 El atacante fue identificado como Khalid Masood, un hombre de 52 años, nacido en Kent y residente en Birmingham.

 

23 Marzo 2017

El terror golpea de nuevo Londres

ABC (Director: Bieito Rubdo)

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El atentado que sufrió ayer Londres vuelve a poner de manifiesto que tanto Europa, como Occidente en su conjunto, están inmersos en un estado de guerra permanente contra los radicales y fanáticos que pretenden acabar con el marco de derechos y libertades fundamentales que impera en el mundo civilizado. El problema es que en esta ocasión el enemigo es mucho más difícil y complejo de combatir debido a su invisibilidad y a que ya está instalado dentro de nuestras fronteras. Según las primeras investigaciones, todo apunta a que el Parlamento británico habría sido objeto de un atentado islamista, después de que un hombre de mediana edad apuñalara a uno de los policías que vigilaba el recinto, no sin antes arrollar con un todoterreno a varios ciclistas y viandantes que paseaban por las inmediaciones, dejando a su paso muertos y heridos de diversa gravedad.

La brutalidad de estos miserables actos y el hecho de que pretendieran atentar contra la institución que representa la voluntad del pueblo británico evidencian que no se trata de un ataque aislado, sino que responde al calculado plan global que han preconcebido los yihadistas para intentar sembrar el terror entre la población y tratar de minar los pilares sobre los que se asienta la civilización occidental. Reino Unido, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Bélgica o Dinamarca son tan solo algunos de los países que conforman la larga lista de objetivos golpeados por el radicalismo islamista. Y lejos de remitir, el número y la crueldad de los atentados se han intensificado, gracias al aliento que ha insuflado al yihadismo internacional la guerra abierta que mantiene Daesh en Oriente Próximo. Prueba de ello es el abultado reguero de víctimas que se han cobrado los extremistas en los últimos ataques perpetrados en París, Bruselas, Niza, Berlín y ahora también Londres. Nadie es ajeno a esta amenaza, tampoco España, que, hasta el momento, ha logrado eludir esta reciente y atroz ronda de atentados gracias a la efectividad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tras desactivar decenas de células terroristas y potenciales combatientes de Daesh.

Por eso, con independencia de dónde se produzca el golpe, el ataque es contra todos. Las víctimas de Londres son las de Europa: el objetivo a batir de los radicales es la democracia representativa y el sólido abanico de principios sobre los que se asienta la sociedad occidental. Dada la dificultad de esta lucha, protagonizada por lobos solitarios a nivel interno y complejas organizaciones que actúan desde el exterior, es fundamental que todos los partidos, estados miembros, instituciones comunitarias y países aliados actúen de forma coordinada y unida contra esta lacra, especialmente a nivel militar y de seguridad. La amenaza yihadista compete a todos.

24 Marzo 2017

El velo mediático

Federico Jiménez Losantos

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EL ATENTADO islamista de anteayer empezó siendo en TVE sólo «un incidente». En LA SEXTA, la niña del ojo izquierdo de Soraya, era obra de «un coche que presuntamente había atropellado a varias personas», porque hay que respetar la presunción de inocencia de los vehículos que atropellan solos. John Carlin, (el prisaico jefe de Prensa del acuerdo Santochenko-Timochenko que montó la campaña contra el madridista James por no respaldar, como más de media Colombia, la rendición al narcomunismo de las FARC) avisó en EL PAÍS, la niña del ojo derecho de Soraya, que «las autoridades británicas, e incluso Trump podrían aprovechar los sucesos de Londres para imponer más restricciones migratorias». Qué gentuza, en vez de abrir los brazos a todos los que quieren enriquecer con la religión de la paz y el amor la grisalla de la sociedad occidental, mayormente británica.

Y son incontables los medios que durante más de un día, cuando ya se contaban muertos y heridos, repetían lo del «presunto terrorista con rasgos asiáticos», fórmula que la sharia mediática impuesta en el Reino Unido ha encontrado para no decir «musulmán» junto a «atentado», porque no se puede criminalizar a toda una comunidad, ejemplarmente pacífica. Los hindúes y los sijs están en desacuerdo con eso de los «rasgos asiáticos», porque dicen que ellos son asiáticos y no matan a nadie. Fea manera de señalar a sus íntimos enemigos paquistaníes, que, como en Cataluña, constituyen el núcleo duro del islamismo radical británico.

La sharia de lo políticamente correcto es más severa en los países con más diversidad racial, cultural y religiosa, tan enriquecedora como poco conflictiva. En España, los medios sólo llevan hiyab, pero vamos camino del burka. El diario de Cebrián, anfitrión en la conyugal Fundación Atman de Tarik Ramadán, que algunos países impiden entrar por ideólogo del terrorismo, confesaba: «La prioridad inmediata (del Gobierno May) es descartar que el ataque formara parte de una trama más amplia». En Birmingham, bastión del islamismo radical, o sea, terrorista, han detenido a varios, pero no es, no puede ser esa «trama que es prioritario descartar». Y ojito: si a algún periodista se le ocurre decir la palabra «Islam», será fulminantemente despedido. Forma parte de esa trama más amplia incapaz de comulgar con ruedas de molino.