19 enero 1999

Por primera vez habrá una mujer en el Senado reemplazando a Ignacio Barrero, que volverá a ser candidato del PP a presidir Extremadura

Aznar saca de su Gobierno a Javier Arenas Bocanegra y Esperanza Aguirre para colocarles al frente del PP y del Senado, respectivamente

Hechos

En enero de 1999 D. José María Aznar realizó su primer cambio de Gobierno desde que era Presidente.

Lecturas

El 18 de enero de 1999 D. José María Aznar López hizo un mínimo cambio de Gobierno, muy inferior al que otros esperaban con respecto al Gobierno formado en mayo de 1996. D. Javier Arenas Bocanegra deja el ministerio de Trabajo para asumir el mando del Partido Popular y Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma deja el ministerio de Cultura a D. Mariano Rajoy para pasar a presidir el Senado, cargo en el que sustituye a D. Juan Ignacio Barrero Valverde, que abandona el puesto para poder ser candidato del PP a la presidencia de Extremadura en las elecciones de 1999.

Pimentel D. Manuel Pimentel reemplazará a D. Javier Arenas como ministro de Trabajo

 

2º GOBIERNO AZNAR (Enero 1999)

  • Presidente- D. José María Aznar
  • Vicepresidente 1º- D. Francisco Álvarez Cascos
  • Vicepresidente 2º Economía- D. Rodrigo Rato
  • Exteriores- D. Abel Matutes
  • Interior- D. Jaime Mayor Oreja
  • Justicia- Dña. Margarita Mariscal de Gante
  • Fomento- D. Rafael Arias Salgado
  • Agricultura- Dña. Loyola de Palacio del Valle Lersundi
  • Medio Ambiente- Dña. Isabel Tocino
  • Educación Cultura- D, Mariano Rajoy
  • Defensa- D. Eduardo Serra
  • Trabajo- D. Manuel Pimentel
  • Sanidad- D. Juan Manuel Romay
  • Industria y Portavoz – D. Josep Piqué
  • Administraciones Públicas- D.  Ángel Acebes

Uno de los grandes objetivos del Gobierno, aguantar una legislatura completa sin la dimisión de ningún ministro, se verá truncado cuando, poco antes de las elecciones generales del año 2000, dimitirá D. Manuel Pimentel como ministro de Trabajo, alegando el escándalo de un trabajador, aunque se considere este cese fruto de las malas relaciones del citado ministro con el presidente Sr. Aznar.

Al margen de ese cambio, el siguiente consejo de ministros se formará después de las elecciones.

19 Noviembre 2015

Todo va bien en España

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Aznar ha decidido ser fiel a sí mismo por encima de todo. Dijo que agotaría la legislatura sin cambiar a sus ministros, y eso es lo que rubricó ayer. No hay ministros quemados ni perfiles incompatibles con el tan publicitado viaje al centro. Sólo mínimos reajustes -dos caras nuevas y un cambio de cartera- debido a decisiones que afectan al partido. La designación de Javier Arenas como nuevo secretario general del PP le obliga a abandonar la cartera de Trabajo por imposición estatutaria y la designación de Barrero como candidato a la Junta de Extremadura deja vacante la presidencia del Senado. Nadie duda de que el congreso del PP ratificará a la búlgara la propuesta de Aznar, pero en una vuelta de tuerca el presidente anticipa un reajuste provocado por una decisión que se tomará formalmente dentro de dos semanas. Y quien la hace pública es un portavoz que la semana pasada reconocía que aún no está afiliado al PP. Más que al centro parece un viaje al caudillismo.El único cambio que realmente se formalizó en la jornada de ayer fue el relevo de Francisco Álvarez Cascos al frente de la secretaría general del partido. Pero eso ya lo habían anticipado antes del verano Aznar y el propio afectado. ¿Dónde reside la gran sorpresa que el presidente del Gobierno se ha encargado de pregonar durante estos meses y de cultivar personalmente la pasada semana? En su breve comunicación de ayer a la dirección política del partido insistió en que ya tenía tomada la decisión hace tiempo. No parece que fuera muy difícil, dado el nivel de debate interno existente en el seno partido.

Aznar se declaró ajeno a las especulaciones de estos días. Pero no es casual que la mayoría de su Gabinete interpretara en clave de reajuste ministerial su intervención del pasado jueves ante la convención del PP de Cataluña. Incluidos quienes no querían creer que los cambios podían ser antes del congreso, aunque sólo fuera por cuestión de formas. Una vez lanzado el mensaje tenía que elegir entre mantener la incertidumbre dos semanas, lo que habría provocado infartos, o erigirse en congreso del PP y designar, al estilo de Fraga, al nuevo secretario general. Ha elegido lo segundo, limitándose a rellenar su hueco y el de Esperanza Aguirre, promovida a la presidencia del Senado tras una gestión ministerial que si se ha caracterizado por algo ha sido por su incapacidad para consensuar con la oposición e incluso con los aliados nacionalistas en cuestiones educativas que exigen amplios acuerdos. Hasta el punto de que CiU, primer aliado del Gobierno, se congratuló ayer de que Aguirre dejara ese departamento.

La continuidad de los ministros más quemados o incompetentes acota hasta la inanidad el nuevo centrismo pregonado por Aznar. De hecho, lo que hizo ayer fue ratificar a algunos de los más sólidos puntales de la derecha de este país. Claro que si el presidente trata de reafirmar su posición centrista personal por referencia a sus ministros, la continuidad de Álvarez Cascos o Mariscal de Gante es una garantía.

La designación de Javier Arenas como nuevo secretario general es el único gesto -además de lo que pueda tener de promoción personal el pase de Mariano Rajoy a Educación- que se alinea en la trayectoria centrista. Parece indiscutible que un hombre como Arenas, procedente de la UCD y que ha ejercitado su capacidad de negociación y pacto con los sindicatos al frente de Trabajo, puede levantar con mayor credibilidad la bandera del centro político que alguien como Álvarez Cascos, que desde la primera hora de la transición política -1976- no tuvo ninguna duda de que su sitio natural era aquella AP que encabezaban los siete magníficos, otros tantos ex ministros de Franco acaudillados por Fraga.

Por mucho que el papel de Cascos como vicepresidente y coordinador político del Gobierno esté hoy en decadencia, convertido en una suerte de responsable de misiones especiales del presidente, no le va a resultar fácil a su sucesor en la secretaría general contrarrestar su imagen de político más habituado a embestir que a dialogar y, sobre todo, a ceder. Por trayectoria política y por su acción de gobierno es probable que el hombre mejor equipado para intentarlo sea Arenas, que en el anterior congreso salió perdedor en algún pulso con Cascos. Dando por supuesto que el criterio es en todo caso electoral, su entronización como secretario general puede tener también una dimensión territorial: de reforzamiento de las opciones del PP en Andalucía, donde los expertos creen que se juega la mayoría absoluta.

Los demás retoques son simple anécdota. A Acebes se le pagan los servicios prestados como coordinador del partido y en el Ministerio de Trabajo asciende un hombre que ha dado pruebas de eficacia y capacidad negociadora como segundo de Arenas. Pero, más allá de las personas, la decisión de mantener a todo su Gobierno no es sino la expresión máxima de la autocomplacencia. No hay problemas pendientes en la justicia, la gestión medioambiental es modélica y el caos tantas veces repetido en Barajas es sólo un mal sueño. A juicio de Aznar, definitivamente todo va bien en España.

19 Enero 1999

¿Crisis, qué crisis?

LA RAZÓN (Director: Joaquín Vila)

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Hay que elogiar de José María Aznar la rapidez y discreción con la que ha gestionado su primera crisis como presidente del Gobierno. Claro que, teniendo en cuenta la escasa movilidad que ha planteado a sus peones, la remodelación puede considerarse relativamente fácil, especialmente si recordamos los ejercicios de funambulismo a los que se vio sometido González en aquellas larguísimas crisis que nos deparó. Otra cosa hubiera sido que Aznar sustituyera a sus vicepresidentes político o económico, o la dirección de la política interior, la de defensa o la exterior. Nada de eso ha sido modificado, por lo que el resultado del parto gubernamental no pasará a la historia, salvo para los afectados.

Lo que quería Aznar era, sobre todo, resolver el puesto de secretario general del partido, ya que Álzarez-Cascos se había descartado. La incógnita de su sustituto se resolvió ayer, en beneficio de Javier Arenas, el popular y populista ministro de Trabajo, que salda su paso con el Gobierno con buena nota, especialmente por su capacidad negociadora. Arenas no tenía, por otro lado, ilusión alguna en sentarse como candidato en el potro de torturas de las autonómicas andaluzas, y en ese puesto será cubierto por la campechana Amalia Gómez. El secretario de Estado de Empleo, Manuel Pimentel, relevará a Arenas, con lo que se garantiza un continuismo ostensible, con otra estrella emergente entre la joven cantera popular.

La única sorpresa de la mini remodelación ministerial es el cambio de departamento de Mariano Rajoy, en lo que se puede interpretar como un paso atrás de este excelente político. Las razones se encuentran, según las últimas informaciones, en su negativa a ocupar la secretaría general del PP, renuncia que no habría agradado a Aznar. Rajoy ha sido utilizado, por tanto, para ocupar el escaque que deja libre Esperanza Aguirre en Educación, quien, a su vez, ocupará la plaza de Barrero en el Senado para que éste pueda presentarse en Extremadura. Esperanza Aguirre se despide tras una gestión voluntariosa pero criticada, aunque no más que otras compañeras de Gabinete que permanecen. Se debe considerar muy digno su nuevo destino político, pues es la primera mujer que ocupará la presidencia de una de las instituciones fundamentales de España.

Para sustituir a Rajoy en administraciones Públicas, Aznar ha puesto a otro de sus peones con mayor proyección: Ángel Acebes, cuyo perfil orienta hacia el tipo de colaboradores que busca el presidente del Gobierno. Juventud, ideología centrista sin arista excesivamente marcada , fiel a la estructura y hombre de equipo.

La noticia está, sobre todo, en que el resto permanece igual, por lo que Aznar se da por aprobado a sí mismo. Aunque se dice que de cada nombramiento sale un ingrato y cien descontentos, en esta remodelación Aznar ha salvado los muebles de los remodelados, y, sobre todo, ha perdonado la vida política a algún remodelable por lo que puede haber cosechado más de un agradecimiento y una mayor cohesión, si cabe, en su equipo, cuyo jefe de filas es tan elogiado que corre peligro de caer en culto a la personalidad. Se puede decir, por tanto, que la crisis ha sido un reajuste preelectoral para fortalecer la estructura política del partido en el Gobierno, siempre en peligro de perder su identidad al tener sus pesos pesados en el Ejecutivo. Con Arenas habrá más proyección y quién sabe si un principio de delfinazgo. Pero eso no sucederá pronto a tener de la fortaleza que ahora desprende Aznar, y que ha demostrado en esta crisis light donde, fiel a su estilo, ha evitado la tentación del maximalismo.