7 noviembre 2001

Un ciudadano anónimo se jugó la vida siguiendo el coche del comando y alertando a la policía

Cae el comando de ETA en Madrid tras fracasar en su intento de asesinar a Juan Junquera con la ayuda de un ‘héroe anónimo’

Hechos

El 6.11.2001 fueron detenidos los miembros de ETA Ana Belén Egües y Aitor García.

Lecturas

LOS ASESINOS DETENIDOS

AitorGarcia_AnaBelenEgues Ana Belén Egües y Aitor García, responsables de los últimos asesinatos cometidos en Madrid.

SALVARON LA VIDA

El periodista D. Germán Yanke y el juez D. Clemente Auger estaban entre las personas a las que la cúpula de ETA había ordenado al ‘Comando Madrid’ asesinar.

07 Noviembre 2001

Golpe al 'comando Madrid'

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ETA fracasó ayer por partida doble: no logró su propósito de asesinar en Madrid con un coche bomba a un alto funcionario de la Administración, y los dos presuntos autores del atentado fueron detenidos minutos después gracias a la activa colaboración de un ciudadano heroico que los siguió en su coche. Estas dos excelentes noticias se vieron empañadas, en todo caso, por el elevado número de heridos, seis de ellos de gravedad, que provocó la explosión de los 25 kilos de dinamita que los etarras habían colocado en el coche.

Después de constatar la ausencia de víctimas mortales, es de justicia destacar en primer lugar la actuación ejemplar de ese ciudadano anónimo que persiguió el coche de los terroristas mientras informaba de su itinerario a la policía a través de un teléfono móvil. La colaboración ciudadana es una pieza imprescindible para combatir el terrorismo, y ha habido sobradas muestras de ello, pero tal vez el de ayer es un caso sin precedentes de responsabilidad cívica y eficacia policial.

Precisamente porque es bastante inusual la detención en caliente de dos terroristas, este automovilista anónimo merece un reconocimiento social. Su sangre fría y su decisión han permitido dar un duro golpe a la estructura criminal de ETA con la detención de dos supuestos integrantes del comando Madrid, el de más amplio historial delictivo y el que había conseguido eludir hasta ahora la persecución policial. La localización de tres pisos francos en Madrid y otro en Salamanca, con abundante arsenal de armas y explosivos, supone un duro revés para la organización terrorista, que siempre ha buscado con sus atentados en Madrid un efecto multiplicador en los medios.

De los dos etarras detenidos, Ana Belén Egüés fue concejal de HB en el Ayuntamiento guipuzcoano de Elduayen. Es un dato que viene a reforzar la hipótesis del juez Garzón de que ETA no es sólo su aparato militar, sino un entramado que engloba a diversas organizaciones sociales que durante años formaban parte de KAS y que se han reproducido bajo otras siglas. No es la primera vez que se acredita policialmente la conexión entre la banda terrorista y personas de la constelación de grupos de carácter legal o alegal que se mueven a su alrededor. Es un hecho constatado que jóvenes formados en la kale borroka constituyen la cantera de ETA y que la debilidad de la banda propicia la creciente implicación de cargos electos de Batasuna (antes EH y HB) en sus comandos, como el concejal de Azkoitia detenido hace quince días.

Algunos siguen cuestionado -principalmente los que vinculan la violencia de ETA a un ‘conflicto político’ subyacente en el País Vasco- que la vía policial baste para acabar con la banda terrorista. Haría falta también una estrategia común de las fuerzas democráticas en el logro de ese objetivo, y que ninguna de ellas insistiera en alimentar las fantasías de los pistoleros con propuestas rupturistas de la legalidad. Pero no hay actuación política más eficaz que la detención casi inmediata de los dos terroristas que ayer estuvieron a punto de causar una nueva matanza en Madrid y la cadena de sucesivos golpes policiales propinados durante este año en España y Francia, que han llevado a prisión a casi un centenar de presuntos etarras. Es el método más eficaz para acabar con el mito de su imbatibilidad cuidadosamente fomentado por los terroristas.

La soledad de ETA como último residuo terrorista activo en Europa, su inclusión en la lista internacional de organizaciones terroristas confeccionada por EE UU y los avances hacia la creación de un espacio judicial europeo reducirán los espacios de tolerancia y de impunidad de los que han gozado en el pasado los llamados ‘independentistas vascos’. Es posible que entonces interioricen la imposibilidad absoluta de conseguir sus objetivos políticos mediante la fuerza. Mientras tanto, no hay método más eficaz de lucha que detener a los terroristas y entregarlos a la justicia.

07 Noviembre 2001

Cambia el mundo, ETA no cambia

Carlos Luis Álvarez

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El 11 de septiembre, que modificó al IRA, no ha modificado a ETA, cuya voluntad sin conocimiento la arrastró ayer a colocarse en la misma línea de percepción del terrorismo islámico, aceptando así el haber sido incluida, como un elemento más, en las redes del terrorismo global. Cualquier programa, aun el de los bribones, está sujeto a revisión cuando las circunstancias se hacen peligrosas, pero eso necesita reflexión, mientras que ETA no reflexiona, sólo reacciona. Toda su historia estriba en haber disfrazado de principios sus objetivos aplicándoles una lógica que al ser en sí misma falaz no corrige nunca los juicios de quienes la usan. La ocasión de separar el terrorismo del nacionalismo dándole al nacionalismo la baza de un discurso de paz naufragó ayer en el País Vasco por causa del atentado de Madrid. Imagino que Arzalluz e Ibarretxe estarán amedrentados ante esa actitud que, para la mirada del mundo, engloba los fines últimos de nacionalismo y terrorismo. La actitud de ETA es dogmática, absoluta e incondicional, y como sus fines últimos de soberanismo son no ya compatibles, sino intercambiables con los del nacionalismo democrático, y los medios que utiliza alcanzan prioridad de atención en el nuevo contexto mundial, el nacionalismo pasa a ser una simple excrecencia de un terrorismo hacia el cual ha vuelto la cabeza el mundo entero.

08 Noviembre 2011

Hablar más alto

Germán Yanke

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Albert Camus escribió que la larga lista de víctimas del nazismo exigía, al menos, dos cosas: conservarlas en la memoria y, si se las había hecho callar, hablar más alto.

Todos los asesinatos de ETA producen la desazón que conlleva la experiencia del totalitarismo pero algunos, por desgracia no todos aunque sea comprensible, hieren también en el alma. Me debía haber ocurrido a mí en todas y cada una de esas manifestaciones de barbarie y ahora me arrepiento de que el ruido de la vida me haya hecho olvidar en ocasiones, o en todo caso no reparar como debía, en el silencio horroroso de las víctimas.

No pasó esto, desde luego, tras el asesinato de José Luis López de Lacalle, mi compañero en estas páginas y mi amigo del alma dentro y fuera de ellas. En ese momento sí sentí, junto a la necesidad de llorar y la rabia, la de hablar más alto, la de afirmarme en el lugar que tenía junto a él y la de ocupar, sin duda con menos brillantez, el espacio que le habían arrebatado.

Se me ha llenado la memoria con las imágenes y las palabras de José Luis cuando me dicen que, entre los muchos objetivos de los etarras detenidos en Madrid, podría estar yo. Perseguido año tras año, atacado una y otra vez, jamás quiso convertirse en protagonista de nada, sino ejercer el periodismo con independencia, defender su libertad y la de sus conciudadanos y hablar o escribir tan alto como fuera preciso. No creo que haya otro camino y, desde luego, ninguno otro quiero que sea el mío en esta hora.

Lo que hay que hacer en este momento es dirigir la mirada hacia el cuerpo acribillado del juez y profesor José María Lidón, allí, en mi pueblo, y no olvidarlo, como no hay que olvidar a ninguna de las demás víctimas del horror terrorista de ETA. Lo que hay que hacer es estar con su familia y con tantas otras familias destrozadas. Las víctimas no tienen razón por ser víctimas pero saben una verdad indubitable, porque la verdad es algo más que esa caricatura de la que dicen que está repartida por todas partes. Jean Améry lo explica bien al relatar su experiencia de la tortura nazi y de los campos de concentración: «Estoy en posesión de la verdad moral de los golpes que aún hoy suenan en el cráneo y, por lo tanto, me siento más legitimado a juzgar, no sólo a los ejecutores, sino también a la sociedad que sólo piensa en su supervivencia». Lo que hay que hacer ahora es, en definitiva, seguir hablando y hacerlo más alto.

Los terroristas piensan, seguramente, que la experiencia o la cercanía de su violencia hace que la sociedad, o las personas individuales, cedan siempre algo, dejen a un lado los principios para lograr la supervivencia, miren para otro lado para no tener que actuar en consecuencia. Pues no se puede mirar hoy a otro lado que no sea aquel en el que está José María Lidón y su familia. ¿Supervivencia? Aborrezcamos de quienes se excusan con el «realismo» de la negociación y el pacto porque no hay con ETA pacto posible que no sea una rendición. ¿Miedo? Batallemos para que, aunque sea inevitable, no acabe con los principios. ¿Tregua? Volvamos a Camus: la que obtendremos al término de una resistencia sin tregua. Yo, desde luego, voy a seguir hablando, y escribiendo, y lo haré todo lo alto que pueda.

09 Noviembre 2001

Cuestión de Estado

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La protección y la seguridad del ciudadano que contribuyó a la desarticulación del comando Madrid de ETA constituye una cuestión de Estado. Sobre los poderes públicos recae la responsabilidad de garantizar que la vida de este ciudadano no corre riesgos y que queda eficazmente protegida en cualquier circunstancia, procesal o de otro tipo, que pueda sobrevenirle por causa de su comportamiento ejemplar.

Esta persona anónima ha prestado un servicio inestimable a la ciudad de Madrid y a la sociedad en su conjunto, y así ha sido percibido por los ciudadanos. Ni esa misma sociedad ni los poderes del Estado en su representación pueden corresponder dejándole desvalido y solo ante el peligro cierto de una represalia de ETA. La declaración de ayer, tras el Consejo de Ministros, del portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, parece despejar las dudas sobre la voluntad del Ejecutivo de asumir ese compromiso. El mayor riesgo que le acecha viene de su posible testimonio en el futuro juicio de los dos terroristas detenidos gracias a su colaboración. En ese supuesto, la Ley de Protección de Testigos y de peritos en causas criminales de 23 de diciembre de 1994 deberá impedir que su identidad sea desvelada y pueda ser conocida por ETA, bien a través de los acusados, bien a través de abogados defensores de los que existen fundadas sospechas de que en muchos casos trabajan para la banda terrorista. El derecho de defensa es básico en un proceso con garantías, pero no puede ser ejercido de forma que se ponga en riesgo el derecho a la vida del testigo. En caso de conflicto, ningún juez dudaría de que el derecho a la vida prima constitucionalmente sobre cualquier otro y que debe ser salvaguardado a toda costa. Si no fuera así, la condición legal de testigo protegido sería papel mojado.

Algunas opiniones solventes -el portavoz parlamentario del PSOE, las dos asociaciones de fiscales e incluso fuentes de la propia Audiencia- cuestionan la necesidad del testimonio de este ciudadano. Es algo que corresponde determinar a los jueces, aunque es razonable pensar que su presencia nada aportaría en el juicio a dos terroristas detenidos en flagrante, con las armas en la mano, y sobre los que la policía parece haber conseguido acumular abundantes pruebas sobre su actuación delictiva. Sea o no necesario su testimonio ante los jueces, la protección representa un reto para el Estado de derecho, cuya solvencia y credibilidad sufrirían un rudo golpe si no fuera capaz de garantizarla, por no hablar del retroceso que se produciría en el indispensable y fundamental compromiso ciudadano en la lucha contra ETA. Lo que está en juego no es poco; se trata de una cuestión de Estado.