9 mayo 1973

El serial como artículo logró evitar la destrucción de la zona

Campaña del diario valenciano LAS PROVINCIAS de María Consuelo Reyna para salvar la playa del Saler y la Dehesa

Hechos

En mayo de 1973 el diario LAS PROVINCIAS inició un serial de artículos sobre la repoblación forestal del Saler y

Lecturas

En 1973 Dña. María Consuelo Reyna Domenech es nombrada Subdirectora y columnista diaria del periódico valenciano Las Provincias bajo la supervisión del director D. José Ombuena Antiñolo, desde donde lanzará su campaña en defensa de La Dehesa en El Saler. Dña. María Consuelo Reyna Domenech es hija de Dña. Purificación Domenech Burriel y nieta, por tanto, del fundador del periódico D. Federico Domenech Muñoz.

09 Mayo 1973

La repoblación forestal del Saler

María Consuelo Reyna

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Desde hace unas cuantas semanas, desde que empezó el buen tiempo, son muchos los valencianos que habrán ido a tomar el sol y a bañarse en las playas del Saler. Supongo que todos ellos se habrán dado cuenta de la brutal transformación que ha sufrido la Dehesa. Es angustioso contemplar hacia dónde se dirige la que en tiempos fuera el bosque natural más importante del Mediterráneo: pinos cortados, pinos muertos, edificios de muchas plantas – de demasiadas plantas- que se alzan desafiando y destrozando el paisaje, amplias carreteras cuya utilidad no acabamos de comprender…

Aunque la cita sea un tanto pintoresca, al ver todo aquello pensaba en el último Asterix “La residencia de los dioses”, César para ver si así consigue dominar a la rebelde aldea gala donde viven Asterix y Obelix, decide construir una grandiosa urbanización en las cercanías. ‘Talaremos el bosque – dice el arquitecto encargado de la obra – y lo convertiremos en un parque natural’. Eso es lo que se está haciendo en la Dehesa.

Vamos a analizar punto por punto lo que se ha hecho y lo que se va hacer en la Dehesa para ver lo que hay de magnífico y si todas las palabras tranquilizadoras que se están pronunciando a diestro y siniestro son realmente tranquilizadoras o simplemente palabras.

Los  Pinos

En el mes de febrero exactamente el día 25 LAS PROVINCIAS publicó un magnífico informe de F: P. Puche osbre laso bras que se estaban llevando a cabo en la Dehesa. Fue la primera voz de alarma, un toque de atención a los valencianos para que supieran en lo que de verdad, iba a convertirme la Dehesa. EN el informe se inlcuía una entrevista, algunas de cuyas respuestas queremos analizar a fondo.

Se han cortado – se decía – unos doscientos árboles aproximadamente. Lo hacemos cuando no hay más remedio. Pero el Ayuntamiento plantará ciento noventa mil pinos nuevos en la primera fase con un presupuesto de noventa millones para repoblación y jardinería. Aparte los que están obligados a plantar los que se queden con parcelas.

Conforme con qué y emplearemos las mismas palabras, en primera fase se han cortado doscientos pinos, pero ¿Cuántos más habrá que talar porque están muertos y bien muertos? Los que bordean las carreteras, los que hay alrededor de las calvas que se han hecho y se harán, para construir hoteles, bloques de apartamentos, chalets, centros comerciales… No creo equivocarme al decir – todo sería cuestión de preguntar a un experto en la materia – que cuando a un pino se le toca una raíz, tarda más o menos en morir pero, al final, muere.

Los pinos de la Dehesa son centenarios; los que se plantarán serán, por supuesto, jóvenes que prenderán o no prenderá, pero que indudablemente, hasta dentro de cien o ciento cincuenta años no alcanzarán el tamaño de los que había. Y quien no me crea que se fije en aquellos lugares donde el Estado está llevando a cabo repoblación forestal. Lo que no creo que se haga es trasplantar pinos de edad similar a los que hay – mejor dicho, había – en la Dehesa. De sobra saben los responsables que un pino no se pueden trasplantar y que aún en el caso –casi milagroso – de que esto se lograra, con noventa millones no habría ni para empezar.

La tan comentada repoblación de la Dehesa es una de las cosas más dolorosamente cómicas que he oído en los últimos tiempos. Es algo así como si alguien dijese: Vamos a derribar la catedral de Burgos ye n su lugar haremos una iglesia más de acuerdo con la directrices del Concilio Vaticano II’. Esto, a cualquiera le parecería una solemne barbaridad. Pues bien, que piensen que la Dehesa también es una obra de arte de la naturaleza.

En estos momentos, gracias al concurso sobre ‘El viejo cuace del Turia’, seh a puesto de manifiesto que la Valencia popular, no la Valencia oficial exige que el viejo cuace sea destinado a jardines, a los jardines que Valencia necesita, a esas zonas verdes que tanía falta nos están haciendo. Y, ¿ha pensado alguien que Valencia tenía en la Dehesa una de las mejores zonas verdes de España y va a dejar de tenerla?

Otra de las respuestas dadas a F. P. Puche era la siguiente:

–          ‘El Saler, estamos convencidos hubiera desaparecido en cincuenta años’.

Y así con la urbanización, desaparecerá en cinco. Ya se sabe que los malso tragos es mejor pasarlos lo más rápido posible.

Y una última consideración sobre los pinos. No sé si yo seré muy negada para esto de calcular espacios, pero a mí no me salen bien las cuentas y no me hago a la idea de que en primera fase quepan ciento noventa mil pinos, donde habían doscientos. Claro que, a lo mejor, la Dehesa era un puro calvero y nadie nos habíamos dado cuenta.

Olvidaba decir que en ‘la residencia de los galos’ al final ganan Obelix, Asterix y sus amigos yse quedan con el bosque.

María Consuelo Reyna

11 Mayo 1973

Un paisaje destrozado

María Consuelo Reyna

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Antes de empezar a escribir este comentario, he vuelto a la Dehesa. La he recorrido palmo a palmo, más a fondo que nunca y no sólo me afirmo en lo dicho anteriormente, sino que creo haberme quedado corta: han destrozado el paisaje. La Dehesa, a no ser que se detuviesen radicalmente las obras ya no tiene solución.

Al principio hablé un poco tímidamente de los pinos que habían cortado – doscientos dicen – de los que iban a morir, pero hoy que he paseado por la Dehesa con un vehículo todo terreno, casi me atrevería a afirmar que allí, con el tiempo y el cemento, no va a quedar un pino sano. La inmensa mayoría, una infinidad de ellos están tocados y, antes o después, morirán. Es absolutamente desolador contemplar lo que en tiempos fuera uno de los más deliciosos parajes de la costa del Mediterráneo.

Este próximo domingo sería interesante que todos aquellos que estén preocupados por el tema, se den una amplia vuelta por toda la zona, sin dejar un solo rincón por visitar. Desgraciadamente comprobarán que no estamos exagerando, ni echando por los suelos por el simple gusto de hacerlo, la labor del Ayuntamiento. Pensamos que nuestra misión informativa es precisamente esa: informar sin miedos, ni trabas de ninguna especie. Y lo vamos a hacer llegando hasta el final.

Las obras propiamente dichas no han hecho más que comenzar y aun quedan, si no estamos mal informados, parcelas por subastar. En resumen, lo que piensa hacer allí es lo que ya decía F P Puche en su informe ‘La Dehesa, al día’.

Zona popular: Utilización máxima, cien mil personas, aparcamiento para cuatro mil vehículos. Unas cuatro mil ochocientas cabinas de baño.

Hoteles: Veinticuatro de tres, cuatro y cinco estrellas. Capacidad. Unas nueve mil

¿Quién ha pensado en la defensa del paisaje? No deja de ser irónico que algunas empresas que se han quedado con parcelas para construir torres de apartamentos hayan decidido reducir dos o tres alturas porque las que el Ayuntamiento les permitían eran – eso hasta un niño se da cuenta – una solemne barbaridad. Y, al fin y al cabo, es lógico que estas empresas constructoras traten de hacer el mejor negocio posible y sin  embargo, algunas de ellas no han querido aprovechar al máximo las posibilidades que se le ofrecían.

¿No hubiera sido mucho más normal que el Ayuntamiento hubiese sido quien defendiese a ultranza el paisaje? Lo que llevaba, y lleva entre manos, es algo que pertenece a toda Valencia y cualquier decisión que he tome debe hacerse pensando antes que nada en el beneficio que puede reportar a la comunidad. Esa debe ser idea fija.

Sigamos con las preguntas que deseo, de verdad, tengan respuesta. ¿Qué normas se han impuesto para que las construcciones que allí se realicen armonicen con el paisaje o con lo que queda de él? Por lo que he podido ver, las torres que por allí se están construyendo son de calidad, no son feas, pero exactamente igual podrían estar en la calle Colon o en la Alameda. Pertenecen a la ciudad no a la Dehesa. Resulta muy difícil de creer que un bloque de apartamentos o un hotel de diez plantas sea lo que mejor encaje con el paisaje típicamente mediterráneo.

AL decir todo esto pienso en Marbella y Torremolinos, en el enorme contraste existente entre ambos. Torremolinos es una colmena, la negación de la belleza; Marbella es un lugar delicioso en el que se ha sabido gastar el dinero y, lo que es mucho más importante, han sabido crear un paisaje. Nosotros teníamos el paisaje y los hemos hecho añicos.

María Consuelo Reyna