1 enero 1990

Campanadas 1989-1990: Marisa Naranjo protagoniza una pifia histórica al confundir los cuartos con las campanadas en TVE

Hechos

El 31 de diciembre de 1990 se emitieron las campanadas del cambio de año desde TVE.

Lecturas

LAS DISCULPAS DE MARISA NARANJO: «TUVE UNA SENSACIÓN DE DESAMPARO DURANTE LA EMISIÓN»

La presentadora de TVE, Dña. Marisa Naranjo, tuvo que pedir disculpas tras conseguir que todos los españoles que siguiera las campanadas por televisión en directo no pudieran tomar las uvas al compás de las campanadas. El Sr. Naranjo entró en el programa ‘A Mi Manera’ de D. Jesús Hermida del 2 de enero de 1990 de TVE y también en el programa de radio ‘Protagonistas’ de D. Luis del Olmo de Onda Rambla (que se emite por todas las emisoras de la COPE) para dar explicaciones ese mismo día. En este último programa protestó porque durante la emisión había tenido «una sensación de desamparo».

En TV3 se produjo el mismo error que en TVE. D. Jordi Novelles, el locutor de continuidad que retransmitía las campanadas desde la plaza barcelonesa de Rius i Taulet, advirtió a los telespectadores que las campanadas que oían eran las que indicaban los cuartos y que, por tanto, no debía iniciarse todavía el rito de las uvas.

Dña. Mayra Gómez Kemp hizo una emisión de las campanadas de prueba para ANTENA 3 TV, cadena que aún no ha comenzado sus emisiones regulares.

02 Enero 1990

De cómo Televisión Española consiguió atragantar las uvas a buena parte de los españoles

F. Javier Santero

Leer

Sería de desear, por la buena salud física y mental de los españoles, que la transmisión de las campanadas de fin de año perteneciera al último programa de 1989, y no que fuera la pauta de lo que va a ser/va a seguir siendo, la televisión estatal en 1990. Sería deseable que TVE, antes de dar otra oportunidad a Marisa Naranjo o a quien sea, calibrara las posibilidades de éxito/fracaso del trabajo que va a encomendar. Es aconsejable que gobierne la televisión pública quien sea capaz de asegurar que una transmisión tan sencilla como la que se realiza desde la puerta del Sol de Madrid, sea una espectáculo digno y no un elemento más de cabreo para el sufrido telespectador que ni siquiera pudo cumplir con el trámite de comer doce uvas al son de las campanadas. Y pretendían que los canarios comieran veinticuatro. La señorita que nos colocaron batió bastantes marcas televisivas, y ninguna de ellas para recibir premio. Marisa Naranjo, quien, al parecer, no llevaba cascos para seguir su transmisión, demostró, eso sí, una gran educación que se tradujo en un amplio capítulo de agradecimientos: a la empresa que permitió a TVE colocar las cámaras; al señor que cuida y hasta mima el reloj y, por supuesto, a la propia Televisión Española. El agradecimiento a la casa madre se tradujo en un pequeño y servil discurso en el que manifestaba haber conocido los entresijos de toda la parafernalia del relojito «gracias a Televisión Española, que me ha encomendado este trabajo, cosa que yo agradezco». Pues qué bien. Lo más increíble, su relato de las campanadas. Mientras sonaba la sexta, ella seguía anunciando los cuartos. Y eso que dijo que iba a contar lo que iba a suceder, «para que no se atraganten y no se equivoquen». La narración empezaba con el supuesto aviso previo de que la bola estaba bajando «con este repiqueteo. Siete segundos después comenzarán los cuatro cuartos de los dos campanarios laterales». Pero ya había perdido la cuenta. «Estos son los cuatro cuartos», afirmaba la ilusa en el momento en el que las doce habían empezado a caer. Y el personal, con las uvas en el plato y sin atreverse a echar mano. «Notarán ustedes que el sonido es totalmente diferente en los cuartos que en las campanadas». Cuándo éstas llegaron a su fin y, quien más quien menos, se había desengañado y engullía con furia los pequeños frutos, la profesional invisible -en el más amplio sentido de la expresión- remataba su faena con: «Aquí comienzan las doce campanadas. Han terminado 1989». Perspicaz moza, debió de advertir su pequeño fallo y pretendió arreglarlo con una frase que no hizo sino terminar de encender los ánimos, otrora pacíficos, navideños y familiares: «Espero y deseo que ustedes hayan tomado las doce uvas sin precipitación, de acuerdo a como hayan sonado». Un mal día. Luego, seguimos oyendo topicazos y dábamos gracias por que la joven no trabaje en Japón: Allí suenan cien campanadas.

. . .

03 Enero 1990

Marisa Naranjo achaca a la improvisación su error en la retransmisión de las campanadas por TVE

Andrés Fernández Rubio

Leer

Marisa Naranjo, la locutora de Televisión Española que comentó la retransmisión de las campanadas de Fin de Año desde la Puerta del Sol de Madrid, declaró ayer que su error «fue producto de la improvisación con la que se planificó el espacio y de las deficiencias técnicas». Naranjo participó ayer en el programa de tarde A mi manera, que emite TVE, y anunció correctamente la llegada de 1990 en un simulacro. En la noche de fin de año había confundido el sonido de las campanadas con el de los cuartos previos a éstas, lo que llenó de confusión los hogares españoles.

«No hubo ensayo previo», dijo la locutora, que precisó que no trataba de justificarse sino de contar simplemente lo que pasó. Veterana profesional, Naranjo se encontraba ayer muy nerviosa, ya que buena parte de su jornada la pasó atendiendo llamadas de distintos medios de comunicación que le reclamaban explicaciones sobre un hecho que ella espera que se convierta pronto «en simple anécdota».Miguel Blasco, jefe de emisiones de TVE, calificó este asunto como «pequeño fallo irrelevante». «Es un error, motivado a lo mejor porque no son claras las campanadas o porque parece que los cuartos no suenan; a lo mejor hay que ir a preguntar al relojero, la verdad es que no creo que haya que buscar las cosquillas técnicas, ni otras, a esta pura anécdota».

La locutora participó ayer en un simulacro emitido en el programa A mi manera, en el que anunció correctamente la llegada del año 1990 y felicitó a los telespectadores por este hecho, lo que no pudo hacer el pasado lunes, y tampoco disculparse por su error, debido a que cuando iba a hacerlo «se fue el fluido eléctrico».

La locutora confundió las doce campanadas con los cuartos previos a las mismas, por lo que quienes siguieron sus indicaciones no pudieron comer las uvas al ritmo de los sonidos correctos. Naranjo dijo ayer sentirlo «tremendamente» por los espectadores.

Visión indirecta

La locutora contó que durante la retransmisión se encontraba en una habitación cerrada, lejos del balcón, y no oía las campanadas porque no tenía sonido de retorno, sino sólo el procedente del realizador, al que escuchaba dando órdenes. Me di cuenta de que me había equivocado porque tenía delante un monitor, vi caer el rótulo de 1990 y entonces se me vino el mundo encima y me quería meter debajo de la mesa».Marisa Naranjo cree que, pese a su accidentada entrada en el año desde el punto de vista profesional, si le tenía que pasar esto «era para saber cómo funciona Televisión Española a nivel de compañeros y de dirección, ya que todo el mundo ha estado preocupado no por lo que ocurrió sino por mi estado de ánimo».

En TV3 se produjo el mismo error que en TVE. Jordi Novelles, el locutor de continuidad que retransmitía las campanadas desde la plaza barcelonesa de Rius i Taulet, advirtió a los telespectadores que las campanadas que oían eran las que indicaban los cuartos y que, por tanto, no debía iniciarse todavía el rito de las uvas. Fuentes de TV3 manifestaron que el error se produjo porque Novelles fue informado erróneamente por el campanero sobre la mecánica del reloj. Ayer, un nuevo error afectó indirectamente al mismo Novelles al aparecer su nombre sobreimpresionado durante la emisión de la serie australiana Veïns. El departamento de continuidad de TV-3 desconocía ayer el origen de esta equivocación.

03 Enero 1990

Las uvas de Solana

Jaime Campmany

Leer

Nos dio las uvas, Solana, a casi toda España, a parte de Europa y a un tercio de América. Se trataba de que el personal se zapara una uva por cada campanada de las doce de la noche de San Silvestre, que marcan la entrada del Año Nuevo, y este año además la entrada de década nueva aunque eso es discutible, porque el 90 cierra la década penúltima del siglo, y el 91 abre la última. El siglo XXI no empezará en el año 2000, sino en el 2001, pero ésta es una vieja discusión que siempre terminan por ganar los impacientes que se adelantan en las celebraciones.

El caso es que unos cuantos millones de españoles, algunos europeos y muchos americanos estaban pendientes de las campanadas del famoso reloj de la Puerta del Sol para tomar las uvas de la fortuna a golpe de sonajería. Bueno, pues el personal empezó a tragar uvas cuando ya acababan las campanadas. Doña Marisa Naranjo, locutora elegida para la solemnidad, confundió los cuartos con la hora, nos confundió a todos, y cuando se hizo el primer silencio de 1991, las uvas estaban todavía en el plato o en el racimo.

Todo era lógico y previsible. Don Luis Solana, que ya puso los teléfonos a hacer pedoretas y chirridos, en vez de dar la señal de marcar o la de llamada, quería poner a Naranjo a dar uvas, y organizó una ensalada frutal, algo así como una macedonia televisada en la que nadie entró a tiempo en el nuevo año. ¡Y para eso habían adelantado un segundo el reloj atómico, mucho más exacto que el horario solar! «¿Quién va dar las uvas, don Luis?» «¿Que las dé Marisa Naranjo», respondería don Luis, porque ya se sabe que en la lógica de don Luis Solana el naranjo da uvas y la vida naranja, con la misma naturalidad con que, de Solana, solnácea; o sea, que en solana, calabazas.

Había terminado el programa de Martes y Trece, Josema y Millán y parecía que allí se había agotado el ingenio y la gracia del año viejo y de la década vieja, y casi del siglo viejo. Allí comenzó una vendimia de chabacanería, de desgarbo, de vulgaridad, de garrulería y mal gusto, un campeonato sucesivo de estupideces sin sal ni sustancia. Casi echaba uno de menos aquel concierto de traques que organizó Javier Gurruchaga, en el que puso un modesto sólo de flauta con Antonio de Senillosa. Está claro que no hay programa televisivo que no sea manifiestamente empeorable.

En mi casa nos quedamos todos con el plató en la mano, lleno de uvas, cuando ya se había callado el reloj famoso. El único que se tomó las uvas a tiempo fue mi nieto, tres años, que empezó a comer uvas tan pronto como le pusieron el plato entre las manos y terminó la última uva al tiempo que caía la última campamanada. No es que yo sea supersticioso, pero como esto me traiga alguna ‘jettattura’ durante este año, don Luis Solana me oye. Y no es eso lo peor, sino que va a oír también a mi suegra, que también entró en el año descompasado, y que lo menos que dice es que estos chistes ni siquiera entienden el reloj, y que ellos si que dieron la campanada. O sea, que se tomó las uvas, no de San Silvestre, sino de la ira, y ahora veremos por dónde descarga la tormenta la buena señora.

Bueno, pues ya verán como don Luis Solana vuelve por uvas.

Jaime Campmany

El Análisis

TRISTE FIN PARA UN MONOPOLIO

JF Lamata

Las de ‘Feliz 1990’ eran las últimas en las que sólo había un operador, las últimas del monopolio de TVE, las siguientes dejaría de tener el 100% de audiencia por entrar en escena los operadores privados ANTENA 3 TV, TELECINCO y Sogecable (CANAL PLUS) en los que TVE tenía que poner toda la carne en el asador para convencer de que las retransmisiones de TVE eran las mejores para que el público fuera fiel a ella en las siguientes campanadas. Y ocurrió lo peor que le podía pasar a la pública y lo mejor que le podía pasar a las privadas: una auténtica campaña de promoción a su favor.

No obstante TVE siguió siendo líder de la emisión de la campanadas al año siguiente gracias a la inercia, por lo que la única perdedora real en el terreno profesional fue Dña. Marisa Naranjo cuyo nombre quedó asociado profesionalmente para siempre ha aquella triste emisión.

J. F. Lamata