17 enero 2005

El periodista Javier Ruiz, fue el que hizo público que la CNMV estaba estudiando esas posibles irregularidades

Cañonazo de la Cadena SER contra Francisco González (BBVA) por irregularidades en la venta de FG a Merril Lynch

Hechos

El 18.01.2005 la Cadena SER informó de posibles irregularidades de D. Francisco González en la venta de su sociedad FG Inversores al banco de Estados Unidos, Merril Lynch. El Sr. González era, en ese momento, presidente del banco BBVA.

Lecturas

MOMENTO OPORTUNO

Los ataques contra D. Francisco González se producen en un momento en que la compañía Sacyr de D. Luis del Rivero había emprendido una maniobra para intentar hacerse con un porcentaje accionarial del Banco BBVA que le pudiera dar el control de la gestión del banco desbancando al Sr. González.

EL CAÑONAZO DE JAVIER RUIZ (CADENA SER)

En 1996 D. Francisco González había venido su sociedad FG Inversores al banco norteamericano Merril Lynch, la Cadena SER informó el 18 de enero de 2005 de irregularidades contables en aquella venta. «Permitió ocultar un descubierto contable de al menos 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros, en la actualidad)» y se aseguraba que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que presidía D. Manuel Conthe había abierto una investigación al respecto.

EN PORTADA EN LA WEB DE LA SER

La web de la Cadena SER mantuvo durante varios días las informaciones de la CNMV contra D. Francisco González, el presidente del BBV.

CINCO DÍAS AIREÓ EL CASO

MERRY5Dias

El periódico económico CINCO DÍAS dirigido por D. Javier Moreno y propiedad también del Grupo PRISA como la Cadena SER, aireó como ningún otro periódico aquel caso, que al final terminó con un archivo.

 

28 Enero 2005

A la caza de FG

Antonio Jiménez

Leer

Los sastres que desde la Moncloa y Ferraz han diseñado y fabricado, a medida, el llamado caso FG con el apoyo imprescindible de su artillería mediática, se están caracterizando por una contumacia rayana en la desvergüenza. En vista de que la pieza sigue más viva que nunca tras los primeros y erráticos disparos efectuados desde la CNMV, han decidido trasladar las baterías a la Fiscalía Anticorrupción con la consigna de que siga el fuego graneado contra el presidente del BBVA. Poco importa que el órgano regulador del mercado, tras un inspirado y feliz arrebato de cordura y buen tino, diera carpetazo al asunto y su máximo rector, Manuel Conthe, pusiera en evidencia por escrito, las manipulaciones e invenciones de los que participan en la interesada montería. Como tampoco les ha desanimado el hecho de que Francisco González presentara los mejores resultados de la entidad en toda su historia, con un beneficio récord de 2.802 millones de euros en 2004 o que la próxima Junta de Accionistas vaya a ratificarle en el cargo otros cincos años más. El objetivo, mientras que de munición, seguir disparando hilvanes al traje del descrédito que se han empeñado en hacerle FG, por más inútil y caro que resulte el esfuerzo. Anticorrupción, al fin y los asalta-bancos, además de contumaces, no parece que se impacienten.

Antonio Jiménez

24 Enero 2005

Conthe yerra en el caso ‘FG Valores’

CINCO DÍAS (Director: Javier Moreno)

Leer

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) emitió, a las 2.30 de la madrugada del sábado, horas después de que este periódico cerrase su edición de fin de semana, un comunicado que sin duda alguna se puede clasificar entre los más sorprendentes producidos por un regulador independiente en un país con mercados financieros avanzados y un Estado de derecho asentado. En dos folios y medio, el organismo hace recuento de las decisiones que ha tomado a la vista del caso FG Valores – las presuntas irregularidades denunciadas en 1996 por Merrill Lynch tras adquirir esa sociedad, fundada y dirigida por el actual presidente del BBVA, Francisco González – y expone a continuación sus conclusiones, antes de archivar “sin más trámite” todo lo actuado.

Un breve resumen constaría de los siguientes elementos:

  • El regulador cree ‘prima facie’, según escribe, que de haber delitos o infracciones, seguramente han prescrito. Prima facie es expresión latina que significa “a primera vista”, según el diccionario de Manuel Seco, y describe muy bien el carácter de todo el texto, elaborado después de tres días de una investigación que inicialmente se había fijado un plazo de un mes.
  • Como ha pasado mucho tiempo y los principales actores no recuerdan los hechos, o sólo lo hacen de forma ‘fragmentada e imprecisa’, resulta imposible reconstruir lo sucedido.
  • EL regulador tampoco sabe si en su día tuvo conocimiento o no de los hechos denunciados, ni de qué sucedió con los documentos relativos al caso, de cuya entrega a la propia CNMV existen fuertes indicios.
  • El organismo se declara impotente para aventurar si alguno de sus funcionarios de entonces, sólo o en conspiración, maniobró para ocultar los documentos comprometedores.

De tener capacidad de sentar  jurisprudencia, como algunas sentencias, el comunicado elaborado por el actual equipo de la CNMV, con su presidente Manuel Conthe a la cabeza, no podría más que producir preocupación en los ciudadanos y alarma entre los inversores. Entre la ciudadanía en general, por la renuncia expresa que en el texto se hace a establecer con precisión lo sucedido, por enrevesado que fuese y por tiempo que haya transcurrido. Ésa es precisamente la tarea que asume cualquier comisión de investigación, al margen de las responsabilidades judiciales que se puedan derivar de los hechos investigados.

Pero es a los inversores a quienes se les deben más explicaciones. La CNMV, al reconocer su impotencia para esclarecer lo sucedido y por qué ocurrió, hace dejación de otra responsabilidad fundamental: asegurarse de que no pueda volver a suceder. Porque no hay que olvidar que, según la denuncia original de Merrill Lynch, FG Valores ocultó durante dos años un desfase patrimonial de ‘al menos 800 millones’ a la CNMV y por tanto a los inversores y al mercado. Ése es el punto clave que Conthe, con su apresuramiento por cerrar la investigación, parece haber olvidado.

23 Enero 2005

Una investigación que empezó en farsa y acabó como esperpento

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

Leer

El final de la investigación abierta por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a raíz de los documentos aportados por la cadena Ser sobre la venta a Merril Lynch de FG Valores ha sido digno de un esperpento igual que su comienzo fue propio de una farsa. El presidente del órgano regulador convocó el viernes una sesión nocturna de la Ejecutiva, la cual, pasadas las dos y media de la mañana, hizo público un comunicado en el que anunciaba el archivo de un caso que nunca fue tal.

La CNMV argumenta que «aún suponiendo ciertos los «hechos denunciados» -«irregularidades en la compraventa»-, el supuesto delito «de falsedad en documento mercantil» al que pudieran haber dado lugar prescribió a los cinco años. Cabe preguntar a los responsables del regulador si no sabían que estaba prescrito el supuesto delito cuando abrieron la investigación hace cuatro días. En cuanto a la presunta «desaparición» de algunos documentos relativos al asunto, la CNMV -en una explicación ciertamente farragosa- niega que hayan figurado nunca en el registro de entrada y, como mucho, admite que pudieran entregarse a la comisión de forma extraoficial. Por tanto, el comunicado asegura que ningún funcionario ni directivo actuó «de forma maliciosa».

En realidad, el archivo de esta investigación era lo único sensato que podía hacer la CNMV para no perseverar en el ridículo ni ser por más tiempo el instrumento de acoso y derribo para desplazar a Francisco González del BBVA. El final de este episodio ha sido seguramente fruto de la victoria de las tesis del vicepresidente Solbes y de su hombre de confianza Manuel Conthe, frente a la alocada batalla emprendida por el asesor monclovita Miguel Sebastián con el respaldo de su amigo, el vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas. No hay caso y nunca lo hubo porque Merrill Lynch llegó a un acuerdo con FG Valores y ambas partes quedaron conformes con las cifras del contrato de compraventa. Lo único que se ha pretendido es extender una sombra de sospecha sobre el comportamiento del presidente del segundo banco del país con el fin de lograr que torciera el brazo para culminar el asalto a la entidad.

Se trata de una operación puesta en marcha por Luis del Rivero, presidente de Sacyr, con la ayuda de La Moncloa y la colaboración del abogado que es, a la vez, consejero de la constructora y del grupo Prisa. La fugaz investigación de la CNMV comenzó cuando un redactor de la cadena Ser, propiedad de Prisa, se presentó en la sede del regulador con unos documentos irrelevantes, y consiguió que se abriera una investigación que ha finalizado de forma tan patética como la pataleta final del citado grupo de comunicación, que ha arremetido con dureza contra la CNMV cuando ésta no se ha plegado a sus designios.

No es que el órgano regulador de los mercados financieros sea un ejemplo de transparencia y de eficaz lucha contra los comportamientos irregulares. Ahora y siempre, la CNMV ha estado en entredicho y ahí están casos muy recientes. Pero los que ahora ponen el grito en el cielo sin pruebas que tengan la menor consistencia son los mismos que hace bien poco miraron para otro lado cuando se supo, según denunció Blas Calzada, último presidente de la CNMV, que «un delincuente» robó de la sede del organismo regulador el documento del resumen final de la inspección que se abrió y se archivó sobre la compra de acciones de Tabacalera por parte de un sobrino de César Alierta, presidente de Telefónica. Sólo desde el cinismo que supedita la verdad al negocio se puede tener un doble rasero tan descarado.

24 Enero 2005

Cita con el destino

Casimiro García-Abadillo

Leer

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha dado durante la semana pasada una prueba más de su falta de rigor y de, hasta qué punto, su gestión está al albur de las presiones políticas. Los inversores y ahorradores deberían tomar nota sobre la incapacidad del regulador que tiene como teórica misión nada más y nada menos que garantizar la transparencia del mercado.

La breve historia de la CNMV está llena de episodios vergonzantes (Ibercorp, caso Villalonga, Gescartera,caso Alierta, etc.). Pero, en fin, vamos a centrarnos en su último y lamentable capítulo.

Los hechos. El 17 de febrero, el redactor jefe de la Cadena SER, Javier Ruiz, entregó al presidente de la institución, Manuel Conthe, en su despacho, tres cartas escritas en 1996 por el entonces responsable del banco norteamericano Merrill Lynch en España, Claudio Aguirre. La emisora de radio no dio la noticia hasta última hora del día siguiente, pero no informando de las posibles irregularidades que ponían de manifiesto tales cartas, sino de la investigación abierta por la CNMV a instancias suyas.

El día 19, la CNMV se despachó con una nota en la que informaba de la convocatoria por parte de Conthe «con carácter extraordinario» de su Comité Ejetutivo, así como de su decisión de informar al Consejo sobre el contenido de dichas cartas: «La CNMV sigue investigando sobre los hechos denunciados, por si existiera algún indicio de posibles infracciones penales no prescritas».

Ese toque a rebato se producía a cuenta de un desfase contable de 800 millones de pesetas en la operación de venta de las sociedades de bolsa de Francisco González (FG) al citado banco norteamericano en 1996, cuando éste ya había sido nombrado presidente de Argentaria.

En roman paladino, el comprador detectó que las cuentas de las sociedades se habían inflado artificialmente para disimular pérdidas registradas en operaciones con bonos. El reconocimiento por parte de FG de la operativa llevó a cambiar la modalidad de la adquisición (se compraron los activos y no las sociedades), aunque el precio final fue igual al pactado al comienzo de la negociación: 3.710 millones de pesetas.

La investigación abierta por la CNMV no sólo tenía como fin establecer las hipotéticas responsabilidades del presidente del BBVA, sino los posibles delitos de funcionarios de la propia Comisión por la desaparición de documentos (por ejemplo, las cartas de Aguirre) de sus archivos.

Esa primera nota de la CNMV ya en sí misma es un despropósito.En primer lugar, porque informa al público del inicio de una investigación en fase de información, lo cual es contrario a la norma y al modus operandi de la CNMV. Pero, además, en ella la Comisión asume un papel propio de la Fiscalía, al interesarse por «posibles infracciones penales no prescritas».

De haber seguido adelante con ese procedimiento, FG e incluso el BBVA, directamente perjudicado por esa forma de proceder, podrían haber actuado contra la CNMV por vulnerar su deber de secreto y, lo que es más grave, por un posible delito de prevaricación.

Lo más censurable de esa conducta es, sin embargo, que, con ella, la CNMV, es decir, el organismo regulador del mercado, se ponía del lado de uno de los contendientes en la lucha por el control del BBVA.

Como reconocen en privado algunos miembros del Gobierno, Miguel Sebastián «apoya abiertamente la operación que tiene como fin la destitución de FG al frente del BBVA». Como es sabido, el vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas es hombre de la confianza de Sebastián y, de hecho, formaba parte del tiket propuesto por el asesor económico del presidente para ocupar los cargos claves del organismo, en el que José Pérez figuraba como su firme candidato a la Presidencia. Ese fue el primer pulso serio entre Sebastián y Solbes, que, al final, impuso como presidente de la Comisión a Conthe, aunque tuvo que aceptar que Arenillas fuera su segundo.

¿Quién, además de Sebastián y su terminal en la CNMV, Arenillas, está dando respaldo político al asalto de Sacyr al BBVA? Un grupo muy bien situado de ex empleados de Intermoney, entre los que también se encuentra el secretario de Estado de Economía, David Vegara, y cuyo padre intelectual es Luis Angel Rojo, ex gobernador del Banco de España y hombre que avaló el laudo de Mariano Rubio que llevó a Emilio Ybarra a la Presidencia del BBV poniendo fin a la guerra fraticida entre las huestes del difunto Pedro Toledo (BV) y su oponente José Angel Sánchez Asiain (BB).

Si Luis Angel Rojo no le perdonó a FG su forma de actuar en el affaire de las cuentas secretas, que ha sentado en el banquillo a Ybarra, Sebastián tampoco le ha perdonado su destitución como jefe del Servicio de Estudios del BBVA, tras haber aparecido como inspirador del programa económico del PSOE.

En ese caldo de cultivo de la venganza ha crecido la hierba de la ambición, de la que Luis del Rivero y Juan Abelló son su manifestación más nítida.

El asalto al BBVA tiene una cita muy importante el próximo 26 de febrero, fecha en la que la entidad celebrará su junta de accionistas. La artillería pesada de los asaltantes se concentra en ese acto porque González tiene que renovar su cargo como consejero, condición sine qua non para seguir siendo presidente.

Los estatutos del BBVA establecen la renovación cada cinco años de los puestos en el consejo, que se hace en tandas de tres.Este año, uno de los que van en el paquete de renovables es precisamente FG. Y por ello, la ofensiva de Sacyr consiste en llegar a la junta con el presidente del banco debilitado y con el respaldo suficiente como para que no logre el apoyo necesario para seguir siendo consejero.

En la recolección de fuerzas, Abelló ha asumido el papel de agente comercial para tratar de convencer a sus amigos ricos de que FG está prácticamente muerto y de que en la pelea, quien se coloque del lado del vencedor, puede ganar muchísimo dinero.

Por lo que sabemos, el ex socio de Mario Conde no recibirá el premio al vendedor del mes. Hasta ahora, le han dado calabazas personajes tan relevantes como Alicia Koplowitz, Isidoro Alvarez (El Corte Inglés), José Manuel Entrecanales, los hermanos Serratosa y Amancio Ortega (Zara).

Tampoco las gestiones para lograr la financiación con la que incrementar su actual 3,6% del capital del banco, han llegado a buen puerto. Tanto La Caixa como Caja de Madrid han declinado la petición para participar como avalistas de la operación de toma de control del banco, lo que tampoco hubiera sido bien visto por el Banco de España.

Sin embargo, no se descarta que, de aquí al día 26 de febrero, algún rico hombre hispano decida alistarse en el bando agresor.

El reto de FG consiste en alcanzar el respaldo de, al menos, el 51% de las acciones del banco. En los últimos años ese porcentaje de apoyo al consejo viene siendo el habitual. Mas o menos, un 30% de las delegaciones se consiguen entre pequeños accionistas; un 10% procede de inversores institucionales extranjeros y otro 10% de grandes inversores nacionales.

Viendo lo que ha ocurrido en los últimos días (movilización de pequeños accionistas, respaldo de los sindicatos y escándalo en la opinión pública) es muy probable que González logre con facilidad superar ese 51% que le permitiría seguir ocupando la Presidencia del segundo banco español.

Ahora bien, sus enemigos no van a cejar en el intento. El plan de asalto tiene varias fases (la de desacreditación personal no ha hecho más que comenzar) y en él participa no sólo un importante sector del Gobierno, sino, ya sin tapujos, el primer grupo mediático de España, PRISA. Juan Luis Cebrián ha comenzado a tocar el tambor y sus tropas ya están desfilando disciplinadamente.

22 Enero 2005

La CNMV y el caso FG

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

La Bolsa española mueve anualmente casi 637.000 millones de euros y resuelve más de 13 millones y medio de operaciones. Es un mercado complejo, fuente de rentas para millones de familias e inversores. Este sofisticado tráfico de dinero descansa casi única y exclusivamente sobre la confianza de los inversores, en su seguridad de que las compras y las ventas respetan la legalidad y todos cuentan con oportunidades iguales de información. La confianza de los inversores está íntimamente relacionada con el respeto que sea capaz de transmitirles el órgano regulador del mercado, que en el caso de España es la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Este prestigio no va incluido gratuitamente con la existencia de la institución. Por el contrario, sus responsables deben ganarlo día a día impidiendo las operaciones fraudulentas, la información privilegiada o las operaciones insolventes. No está de más señalar que en sus 15 años de existencia, la CNMV intercala actuaciones correctas con otras no sólo muy discutibles, sino absolutamente lamentables, que implican, incluso, posibles responsabilidades penales. Baste recordar su actuación en el caso Gescartera, el escándalo de la evaporación de 15.000 millones de pesetas que afectó a más de un millar de accionistas en 2001.

Pues bien, la CNMV se enfrenta ahora a un caso que medirá de forma inapelable su capacidad para estar a la altura del rigor, veracidad y transparencia que se le requieren desde el mercado. En 1996, con motivo de la operación de venta de la sociedad de Bolsa FG -dirigida entonces por el hoy presidente del BBVA, Francisco González-, el comprador, el grupo Merrill Lynch, dirigió a la CNMV un documento en el que informaba de un desfase contable de al menos 800 millones de pesetas en la sociedad comprada. Esta comunicación, de capital importancia para determinar si la operación se realizó en condiciones de transparencia de mercado y justiprecio contable y, sobre todo, si el mercado y la CNMV habían recibido la información adecuada sobre la marcha de la sociedad, habría desaparecido de los archivos de la Comisión. Lo que en un país del Tercer Mundo resultaría un chascarrillo de mal gusto, en el caso de España constituye un hecho gravísimo que no puede quedar impune.

Sea cual sea el motivo de la desaparición -desde la negligencia de un funcionario hasta un intento de borrar el rastro de una operación eventualmente contaminada-, que un expediente sobre un hecho relevante como la venta de FG Inversiones se esfume de los archivos del regulador no estimula precisamente a confiar en la autoridad moral de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Se da la circunstancia de que la desaparición implica a todos los presidentes que ha tenido la Comisión: Luis Carlos Croissier, Juan Fernández Armesto, Pilar Valiente, Blas Calzada y el actual, Manuel Conthe. Hay que decir que las primeras actuaciones de éste suscitan no pocas dudas respecto a su competencia para el cargo.

La primera nota pública de la CNMV sobre el caso contenía una falacia calumniosa respecto al comportamiento del medio periodístico que lo desveló. Acusar a un redactor -del que se facilitaban nombre y apellidos- que quiso cotejar su información con la CNMV de ser el denunciante de los hechos ante la misma es un comportamiento que desdice de la credibilidad y la transparencia a la que está obligado este organismo. Manuel Conthe ya dejó tras de sí un rastro de considerable controversia como alto ejecutivo del Banco Mundial entre 1999 y 2001. Esta manera de pretender quitarse de encima el caso FG -no sabemos si por presiones o temores políticos-, echando la culpa a otros, no habla en favor de su manera de proceder al frente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. De modo que el caso FG amenaza con convertirse, además, en el caso CNMV y en el caso Conthe.

Para que la institución mantenga la confianza de los inversores, sus responsables -presidente, vicepresidente y Consejo- están obligados a dar las explicaciones pertinentes sobre la pérdida del expediente comprometedor. Y debe hacerlo con la mayor rapidez posible para no mantener la incertidumbre sobre el segundo banco del país. En este caso, «dar explicaciones» tiene un contenido muy preciso: se debe llegar hasta las últimas consecuencias para aclarar quién recibió el expediente, quién lo extravió o destruyó y por qué razones. Si no se ofrecen estas aclaraciones, la Comisión se deslizará un paso más hacia el desprestigio. Una institución que reclama transparencia a los demás no puede comportarse de forma tan opaca.

23 Enero 2005

Fracaso de la CNMV

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

Leer

A la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) le han bastado apenas 72 horas para archivar «sin más trámites» las actuaciones iniciadas para esclarecer la desaparición de los documentos relativos a la venta, en 1996, de la sociedad de valores FG Inversiones, dirigida por el hoy presidente del BBVA, Francisco González, al banco de inversiones Merrill Lynch. Los documentos «inexistentes» informaban de irregularidades contables por un valor de 800 millones de pesetas detectadas a raíz de la venta de la sociedad. El consejo ejecutivo de la CNMV tomó esta decisión por unanimidad, en una sesión de urgencia que acabó a las dos de la madrugada del sábado; circunstancia totalmente inhabitual que parece sugerir una prisa desmedida por dar carpetazo al tema. Pero, para desprestigio de la Comisión y por lo que se desprende de sus propios argumentos, el caso se cierra escandalosamente en falso.

Arguye la CNMV, entre otras razones, la prescripción de los delitos o infracciones administrativas que pudieran haberse cometido en caso de ocultación o destrucción de documentos. Con este argumento se enreda en tareas que no le corresponden, porque anticipa hipotéticas irregularidades que posteriormente reconoce no estar en condiciones de probar o desmentir. Resulta del todo contradictorio que se diga incapaz de determinar si los documentos entraron oficialmente en la Comisión para afirmar, acto seguido, que los registros no han sido quebrantados y que no consta destrucción maliciosa de papeles. Esgrime por lo demás un pintoresco razonamiento para el regulador del mercado: la lejanía de los hechos investigados convierte en «fragmentarios e imprecisos» los recuerdos de los responsables requeridos para aclarar los acontecimientos de julio de 1996, fecha en la que se produjo la imputación del «desfase contable» por parte de Merrill Lynch. Como si funcionarios experimentados pudieran echar al olvido con facilidad una información tan relevante sobre una sociedad del volumen e importancia de FG Inversiones. La Comisión, según la nota, se ha limitado a «recabar opiniones» de los funcionarios de la época. No es eso -«opiniones»- lo que se le exige a una investigación, sino una explicación convincente de los hechos. Con esta actitud no es extraño que la CNMV concluya que «no se ha descubierto indicio racional alguno» de que técnicos, directivos o consejeros «actuaran de forma maliciosa y consciente encubriendo eventuales infracciones de la Ley del Mercado de Valores».

Los argumentos de la Comisión confunden el sentido último de lo que ciudadanos e inversores esperan de la institución. Cuando la opinión pública pide saber cómo desaparecieron los documentos esclarecedores -o por qué no se registraron- y quién perpetró la fechoría, el objetivo no es tanto determinar «ilícitos penales» cuanto aclarar, en beneficio de la credibilidad del regulador, el comportamiento de sus funcionarios. Se trata de transmitir a los mercados el mensaje de que la Comisión tiene capacidad, coraje y voluntad política para corregir sus errores. El cierre apresurado y con nocturnidad de la investigación arruina esta oportunidad irrepetible. No sólo difunde la idea de que cualquier hecho, por grave que sea, puede arrinconarse en el olvido si conviene o si no es fácilmente investigable. Una decisión tan torpe consigue, además, convertir el caso de las presuntas alteraciones contables de FG Inversiones en el fracaso de la Comisión y de su presidente, Manuel Conthe, en la tarea de reforzar el maltrecho prestigio del regulador bursátil.