Casimiro García-Abadillo abandona el diario EL MUNDO al que había pertenecido desde su fundación para crear su propio digital

Hoy concluye una etapa de mi vida. Han sido 27 años apasionantes desde quePedro J. Ramírez nos convocó a un grupo de periodistas de Diario 16 para iniciar una nueva aventura, cuya guía fundamental ha sido contar la verdad sin doblegarnos ante nadie. Muchos pensaron que aquélla era sólo una iniciativa romántica condenada al fracaso.

Pero resultó que no, que los ciudadanos estaban esperando un medio que se atreviera a mirar de frente al poder. Y ésa fue la clave para despegar: éramos reconocibles y valientes.

En este cuarto de siglo largo hemos hecho un gran periódico. EL MUNDO ha marcado la agenda política de España durante mucho tiempo. Ha sido el diario de referencia y de obligada lectura para los ciudadanos más exigentes con la democracia. La historia reciente de este país no se entiende sin la existencia de EL MUNDO. Son tantas las grandes exclusivas que hicieron temblar a los poderosos que necesitaría demasiado espacio para recordarlas.

He pasado por distintos puestos de responsabilidad hasta alcanzar la dirección del periódico en febrero de 2014. He escrito más de 2.000 artículos entre informaciones, análisis, entrevistas, etcétera. He dado lo mejor de mí a este proyecto y no sólo no me arrepiento, sino que me siento muy contento de haber contribuido a crearlo y consolidarlo. No entiendo el compromiso a medias y ése ha sido el denominador común de todos mis compañeros en esta casa: darlo todo por el periodismo.

Sin duda, como recordaba Pedro G. Cuartango en su columna de la semana pasada tras ser nombrado director en funciones (te deseo lo mejor, querido Pedro), nosotros entendemos esta profesión no como una forma de ganarnos el sustento, sino como una manera de vivir. Estemos donde estemos, moriremos con las botas puestas.

La discusión sobre el futuro de esta profesión sigue abierta. Papel, digital… Creo que estamos ante un debate formal. Las nuevas tecnologías no son un obstáculo para el ejercicio del buen periodismo. Todo lo contrario, nos dan más herramientas para llegar a un número cada vez mayor de lectores. Lo que ocurre es que, como en toda transformación, como diría Stefan Zweig, como en todo momento estelar de la Historia, las estructuras siempre tardan un tiempo en amoldarse a los nuevos tiempos, a las nuevas necesidades.

No sólo estoy seguro de que el periodismo pervivirá a esta crisis de modelo, sino que tengo claro que la nuestra es una de las profesiones con más proyección: ¿qué significa la globalización sino un mundo conectado por la información?

Este periódico tiene una gran historia detrás y, sobre todo, la materia prima fundamental para salir adelante: un magnífico equipo profesional. Y, por ello, ahora, en este momento profundamente triste, os quiero decir que, para mí, ha sido un placer y un honor trabajar hombro con hombro con vosotros.

Cierro la etapa más feliz de mi vida y abro otra llena de esperanza. A los lectores y a vosotros, queridos compañeros, os digo: ¡Hasta siempre!

Casimiro García-Abadillo