12 octubre 1976

Los sindicatos controlados por el PCE convocan una huelga general para el 12 de noviembre

Coordinación Democrática, ‘La Platajunta’, convoca una ‘Jornada de Lucha’ para presionar al Gobierno Suárez

Hechos

  • El 1.10.1976 Coordinación Democrática convocó una ‘Jornada de Lucha’.
  • El 12.11.1976 Coordinadora de Organizaciones Sindicales convocó una Huelga General.

Lecturas

EL GOBERNADOR CIVIL  FRANQUISTA DE MADRID, JUAN JOSÉ ROSÓN ADVIRTIÓ A COORDINACIÓN DEMOCRÁTICA QUE NO ADMITIRÍA VIOLENCIA 

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«Ha muerto un ciudadano; no importa su ideología. En las calles de Madrid ha muerto Carlos González, a los 21 años. Su muerte no tenía, no debía haberse producido. Esta era su ciudad, estas sus calles: suyas eran las gentes entre las que se encontraba. Pero Carlos González ha muerto en su ciudad, en su patria. ¿Por qué?Al dolor de sus familiares, al de todos los madrileños, al de todos los españoles se une el mío acrecentado por la responsabilidad del cargo que ocupo.

El deber del gobernador civil es velar por la seguridad de. los ciudadanos. Sólo buscando el bien y el deseo de la mayoría, tienen sentido las múltiples decisiones cotidianas a que obliga un Gobierno Civil. Estamos estrenando derechos ciudadanos. El proceso irreversible en el que el país está sumido tiene su meta en una normalización democrática que responda a los deseos auténticos de los españoles.

En la presente situación existen grandes problemas que el Gobierno trata de solventar. Como delegado suyo en esta provincia trato, con las limitaciones y errores de mi condición humana, de responder con justicia y equilibrio a cuantas decisiones llegan cada día a mi mesa y mi cabeza; no hay ocultas intenciones ni resortes que el pueblo no pueda saber.

Una misión se destaca entre todas las que he asumido y, en cierta forma, resume las funciones de un gobernador civil: que la inmensa mayoría de habitantes -la mayoría silenciosa- de esta provincia no estén en permanente riesgo por la violencia. Este es el deseo de los españoles y el deseo de los madrileños. Que no haya sangre en las calles. Que haya paz. Que por los cauces que ya rigen, la crítica y la protesta la exprese quien quiera. Pero la violencia y el desorden nunca pueden tener cauce legal. Ni aquí ni en sitio alguno, por dos razones: porque el pueblo no la acepta y porque sin orden se altera la marcha, lenta pero constante, necesaria para que la vida ciudadana mantenga su existencia como tal.Centenares de agentes en servicio arriesgaron su propia seguridad en virtud de unas instrucciones dadas que se adecuaban a las solicitudes de amplios sectores del país. De nada sirvió. El fuego y la sangre llegaron de unos ímpetus dirigidos en un sentido que no puede tener un final lógico. Ni aceptable.

Desde este Gobierno Civil se ha informado puntualmente de las continuas gestiones que, con el celo que las caracteriza, las fuerzas de orden públíco están, realizando para el esclarecimiento absoluto de los sucesos del pasado día 27, para poner a los culpables en mano de la justicia.

De nada sirve el trabajo del gobernador civil si no va secundado por el pueblo de la provincial Sólo cabe esperar. que, así corno, en mis decisiones sólo está presente, el bien y el deseo de los madrileños, vosotros respondáis con entendimiento a los esfuerzos, que, el Gobierno Civil, hace cada día. De nada valdrá todo si no es así.

Con serenidad y firmeza este Gobierno Civil hará cuanto esté a su alcance para que el ciudadano viva en paz y el desorden no amenace como la tarde del 27, a todos los madrileños.»

Juan José Rosón

02 Octubre 1976

SE IMPONE UNA EXPLICACIÓN

José María Ruiz Gallardón

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Enhorabuena a los que no quisieron entrar en Coordinación (Álvarez de Miranda, Gil-Robles, Camuñas, etc). Si los métodos del PSOE y del PSP son éstos, que nos lo digan (los del PCE, evidentemente, lo son)

Sí. Se impone una explicación. Es necesario que los líderes de Coordinación Democrática nos digan a todos los ciudadanos si los métodos con los que piensan gobernar, si es que llegan al Poder, son los utilizados en las calles de Madrid el viernes último.

Inmediatamente de terminadas las algaradas, las roturas de cristales, la invasión de la calzada, el levantamiento de automóviles, el intento de colocación de barricadas; inmediatamente después de que grupos de manifestantes imputaran a pleno pulmón la más grave de las injurias a la más alta Institución del Estado, que por respeto a los lectores me resisto a transmitir; inmediatamente después de todo ello, Coordinación Democrática declaraba a la Prensa que la jornada de lucha había constituido un éxito’.

 No lo fue y bien lo saben ellos. Pero no es ese punto lo que me importa. Lo que me parece alucinante es que los señores de Coordinación Democrática, los muy demócratas – y alguno, además, cristiano – líderes de esa organización, llaman éxito:

  • – A que no se respete la voluntad de la mayoría de los trabajadores que querían trabajar
  • – A que se les intimide y agreda con barras de hierro.
  • – A que vuelquen coches en la vía pública.
  • – A que se injurie y calumnie a la Monaraquía.
  • – A que se intente avasallar a las fuerzas del orden público sabeindo que tienen orden de no utilizar sino elementos defensivos antidisturbios.
  • – A que se abuchee a ministros de culto porque piden perdón para quienes – y no sabemos de que tinte son – asesinaron a un joven estudiante.
  • – A… ¿para qué seguir?

Si los métodos de los Demócratas independientes, del PSOE y del PSP son éstos, que nos lo digan (los del PCE, evidentemente, lo son).

Porque así no van a alcanzar sino el puñado mínimo de votos de los que anteayer quisieron y lograron con provocaciones, insultos y amenazas, recodar a todos cuál es y de que signo es su ‘democracia’.

Que se expliquen y pronto.

¡Ah! Y enhorabuena a los que no quisieron entrar en Coordinación. Vaya mi elogio a los Álvarez de Miranda, Gil-Robles, Camuñas, etc. A cada uno lo suyo.

José María Ruiz Gallardón

12 Noviembre 1976

La huelga

Francisco Umbral

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La huelga es la huelga, queramos o no, y hay que defender el derecho a la huelga, tan largamente abolida, porque ahora, con el fantasma de la devaluación, los catastrofismos milenaristas que anuncia López Rodó en sus conferencias y las declaraciones de algún ministro, parece que la salvación de la economía nacional estaría en recortar aún más la huelga. Y eso sí que no. El proletariado no tiene otra fuerza que su trabajo ni otra dialéctica que la huelga.Iba yo a comprar el pan y me encontre a José María Iñigo:

-¿Qué te ha parecido mi programa Fiesta?

-Querido José María, a pesar de tu Fiesta, macho, Madrid no era un fiesta.

El show no estaba ese día en Florida Park, sino en las Cortes.

Venía yo de comprar el pan y me encontré a Paco García Salve:

-Que esta tarde me caso y estás invitado.

Francisco García Salve, cura jesuita, economista y obrero, pueblo, hoy, entre el pueblo, ha puesto su gran corazón a cuadros (siempre lleva camisa de cuadros) en la causa del pueblo. El pueblo tiene derecho a la huelga, pero se habla ya de recortarla, de discutirla, de condicionarla. Lo único que se les ocurre, cuando las cosas van mal, es quitar el artículo 35 o reconsiderar la huelga. Pero la huelga es lo más democrático, lo más pacífico y lo más racional que se ha inventado para que el proletariado hable su lenguaje de silencio frente a la elocuencia del dinero.

Me llama Raúl Morodo:

-Que os vengáis a casa a cenar con el profe.

Tengo que preguntarle a Tierno cuál es su teoría de la huelga. En un año de posfranquismo, que se cumple ahora, mientras los políticos hablan, fraguan alianzas de hotel, conspiraciones de restaurante y siglas de boda, sólo el proletariado ha conquistado un derecho real, efectivo e histórico: la huelga.

Me dice María Cuadra que la quema de la librería Rafael Alberti ha tenido repercusión internacional. Quemando librerías y quitándole al obrero los pocos derechos que ha conquistado, no vamos a ninguna parte,

-¿Está usted por la huelga general?- me dice el parado:

Yo no estoy por nada. Pero hay maniobras, insinuaciones, cosas. Nos hablan un día y otro de los miles de horas de trabajo que se pierden con las huelgas. También se han perdido millones de horas de trabajo desde que los obreros hacen la jornada laboral de ocho horas. Volvamos, entonces, a las doce o catorce horas diarias de los tiempos felices de Manchester -y de Asturias-, para recuperar horas de trabajo.

La huelga, en fin, es un mal necesario en la que levanta el pueblo frente a la fachada adusta y rococó del poder o el dinero. La huelga es un cielo laborá, maralzulmahón, como diría Blas de Otero, un cielo que los proletarios construyen con cohesión y silencio aquí en la tierra, frente al cielo rosadillo de unos o el cielo consúmista y televisivo de otros. La huelga tiene la grandeza callada del bosque de Macbeth avanzando hacia los usurpadores de la Historia, una cosa shakesperiana y artesanal que hay que respetar.

La huelga, en fin, es un mal necesario en la dialéctica de la plusvalía, un recurso, no un ideal ni una utopía, pero que, como todos los grandes recursos límite, se convierte en la expresión patética, unánime y casi breclitiana del destino, que planea hegelianamente sobre el tiempo, aun cuando los señoritos del tiro de pichón le metan plomo en el ala de vez en cuando.

-Eso le ha. quedado a usted muy bien- dice el parado.

Es lo malo de los grandes temas profundamente sentidos: que cristalizan en retórica. Pero esto no quiere ser un poema, sino un aviso: hay que defender el derecho a la huelga. Aquí y ahora.