20 septiembre 2014

En Twitter Hermann Tertsch si citó por su nombre a Prada para descalificarle

Guerra entre los columnistas de ABC Hermann Tertsch y Juan Manuel de Prada (pro-Rusia) por discrepar en política internacional

Hechos

En el artículo de D. Juan Manuel de Prada del 6.09.2014 en el diario ABC se citaban varios fragmentos de artículos de D. Hermann Tertsch también en el diario ABC.

Lecturas

CRONOLOGÍA DEL ENFRENTAMIENTO ENTRE TERTSCH Y DE PRADA:

– El 26.07.2014 D. Juan Manuel de Prada publica el artículo en el ABC – ‘Caiga su sangre sobre nosotros’ – en el que el Sr. De Prada responsabilizaba a Israel y a todo occidente de las muertes de los cristianos en el mundo árabe por parte de yihadistas por haber fomentado el derrocamiento de dictadores que toleraban a los cristianos como Gadafi, Mubarak o Sadam Hussein.

– El día 27.07.2014 D. Hemann Tertsch  publicaba el siguiente tuit:

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– Ese mismo día 27.07.2014 en la revista XL SEMANAL, vinculada también al diario ABC, se publicaba otro artículo del Sr. Juan Manuel de Prada «Formas de Vida» en el que atacaba al capitalismo por, entre otras cosas, «haber vaciado las Iglesias para llenar los centros comerciales». De ese artículo también habló el Sr. Tertsch en su twitter.

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Antes de eso D. Juan Manuel de Prada había escrito artículos en ABC (21.04.2014) defendiendo la postura del Gobierno de Rusia, de Vladimir Putin, contra los rebeldes yihadistas. Y criticó apoyos occidentales a la revuelta en Ucrania. El Sr. Hermann Tertsch replicó a esos argumentos con otro artículo en ABC, abajo reproducido en el que incluía adjetivos. Cuatro días después era D. Juan Manuel de Prada el que contestaba en otro artículo en el ABC en el que no citaba al Sr. Tertsch por su nombre, pero entrecomillaba diversos artículos del Sr. Tertsch.

 

02 Septiembre 2014

Gauck y Churchil en Polonia

Hermann Tertsch

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Tiene partidarios Putin entre los muchos enemigos que Occidente tiene en Occidente. Desde rasputines y meapilas derechistas que se creen la conversión ortodoxa de Putin y su «cruzada contra la degeneración liberal
EN su gran obra sobre la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill narra su desesperanza y abatimiento en el año 1938 durante lo que llama «la Tragedia de Munich». Aislado y tachado de catastrofista y belicista, nadie le escuchaba. La inmensa mayoría de los británicos recibía entusiasmada las noticias de acuerdos de paz con Hitler a cambio de entregarle tierras remotas. No habría guerra ni sanciones que perjudicaran a la economía ni gastos adicionales de armamento. Bastaba con aceptar que ciertas tierras centroeuropeas pasaban a dominio alemán. ¿A quién podía molestar? Pero las cosas cambiaron con rapidez, recuerda Churchill. En el verano de 1939 muchos vieron ya cuán vanas eran las esperanzas de poder saciar el apetito de Hitler. Cuenta cómo surgen voces que lo reclaman a él. Y en ese melancólico capítulo, Churchill habla de las muchas ocasiones que habían tenido Francia y el Reino Unido de parar los pies a Hitler en los primeros seis años del nazismo. Pero ninguna utilizada. Porque los sacrificios de hacerlo se antojaban excesivos. Los 40 millones de muertos en Europa convierten en un obsceno horror el mero recuerdo de aquellos cálculos pecuniarios.
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Ayer se conmemoró el 75 aniversario del asalto alemán a la parte occidental de Polonia, que precedió en quince días al asalto ruso sobre la parte oriental. Ambos actuaban en cumplimiento del acuerdo secreto entre Hitler y Stalin firmado una semana antes en Moscú. Ayer en la Westerplatte, la península junto a Gdansk atacada por el acorazado Schleswig Holstein aquel 1 de septiembre, habló el presidente alemán Joachim Gauck. De la mano del presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski. Y con Churchill muy presente. Ambos hablaron muy claro. Para todos los europeos que creen aún, como entonces los británicos, que no afecta a sus vidas que Rusia aplaste a un vecino. Para todos los que por evitar unas sanciones a Moscú que repercuten en su bolsillo, insisten en la normalidad de que Putin viole fronteras e invada y robe territorios. Gauck, como jefe de Estado de Alemania y en sitio y fecha tan inmensamente significados, hizo ayer una solemne advertencia: «está en peligro la paz en Europa». Y no en ciudades de nombres casi exóticos como Lugansk o Donetsk. Estamos ante un desafío al derecho internacional y un alarde de agresión que, de no tener respuesta contundente, se desbordará para desgracia de todo el continente. Si Putin puede tratar así a su vecino entre baladronadas como su frase directa por teléfono a Durao Barroso, «Si quiero yo tomo Kiev en dos semanas», nadie estará a salvo de las apetencias de quien solo reconoce el derecho de la fuerza. Y la agresión siguiente probaría la cohesión de la OTAN. Tiene partidarios Putin entre los muchos enemigos que Occidente tiene en Occidente. Desde rasputines y meapilas derechistas que se creen la conversión ortodoxa de Putin y su «cruzada contra la degeneración liberal» hasta esa izquierda que añora cualquier tiranía que acabe con su enemigo, la libertad. Pero quienes creen en la democracia y los derechos del individuo, quienes salieron triunfantes primero frente al nazismo y 40 años después frente al comunismo, tienen que estar a la altura de las trágicas circunstancias. Polonia, que luchó sola contra las dos tiranías hace 75 años y después lideró la revolución democrática contra la miseria comunista, es la mejor inspiración. Lo recordó un alemán, 75 años después de aquel otro asalto. Gauck dijo que ha sido Putin quien ha hecho añicos la convivencia. «Tenemos que adaptar política, economía y defensa a las nuevas circunstancias». Hagámosle caso. Si se permite a Putin que imponga las reglas y el orden en Europa, nuestra libertad estaría a su merced. Y la habríamos perdido.
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Hermann Tertsch

06 Septiembre 2014

Recuerdos

Juan Manuel de Prada

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Recuerdo que este periodismo ha estado llamando «insurgentes» a los perros yihadistas que secuestraban periodistas
ACONGOJA el alma el degüello de esos reporteros por los perros yihadistas. Pero no debemos olvidar que esos reporteros fueron capturados en Siria, donde informaban sobre la guerra que esos mismos perros yihadistas libraban (y libran) contra Al Assad, uno de los pocos gobernantes de Oriente Próximo que protege a los cristianos. Por escribir que quienes combatían a Al Assad eran, en realidad, perros yihadistas que anhelaban la restauración de la «umma», o por celebrar la venturosa intervención de Rusia que impidió que Estados Unidos y su séquito de lacayos intervinieran sin careta en el conflicto, he sido machaconamente insultado durante los últimos años por cierto periodismo chulángano y bocón, de forma velada o elusiva desde sus tribunas de papel, y de forma desaforada o salvaje desde su cochiquera de Twitter, donde cada insulto era además celebrado, amplificado y extendido a mis allegados por su legión de jenízaros.
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No corresponderé a este vómito de insultos velados o salvajes, que he olvidado; pues, como buen meapilas, procuro obedecer el mandato evangélico del amor al enemigo. Recuerdo, en cambio, que este periodismo ha estado llamando hasta ayer mismo «rebeldes» e «insurgentes» a los perros yihadistas que secuestraban periodistas para luego poderlos degollar. También recuerdo que este mismo periodismo, allá por la primavera de 2011, mientras celebraba orgiásticamente que Gadafi estuviese perdiendo el control de Libia, se pronunciaba con ardor a favor de los «rebeldes» que combatían en Siria, diciendo: «Muchos en Occidente tienen dudas sobre los rebeldes en estos levantamientos. Yo creo que, en una guerra así, debería estar claro con quién estar». Este periodismo, desde luego, lo ha tenido clarísimo: recuerdo que en el verano de 2012, celebraba, como enardecido por una lujuria belicista, que frente a la «estrategia del horror» de Al Assad estuviesen allí los «insurgentes» dispuestos a hacerla fracasar «con la sangre de los soldados del régimen». Y en el verano de 2013, cuando ya estos «insurgentes» tan heroicos divulgaban vídeos en los que se comían el corazón de sus enemigos, recuerdo que todavía este periodismo lamentaba que hubiese gente (influida, desde luego, por meapilas) que creyese que «los enemigos de Al Assad son peores que el régimen» y que «la insurrección está controlada por Al Qaeda u otros yihadistas».
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También recuerdo que, en septiembre de 2013, después de la intervención venturosa de Rusia, este periodismo tildaba a Obama de «pésimo defensor de una causa justa» y exhortaba: «Se trata de atacar a Al Assad para dejar constancia de que quien viola las reglas lo paga. (……) Lamentable es la falta de músculo político y moral en Occidente para defender lo obvio». Todo, en efecto, muy obvio y musculoso, según la consigna jaque de este tipo de periodismo que, todavía en junio de 2014, ante el espectáculo de los yihadistas martirizando cristianos, recuerdo que tenía el cuajo de escribir que tal horror no se habría desatado si Occidente hubiese apoyado a las «fuerzas complicadas y heterogéneas» (nótese la sustitución de «rebeldes» o «insurgentes» por este divertido circunloquio) que guerreaban contra Al Assad. Y remataba la faena pintorescamente: «Ahora Siria anuncia su venganza y nos visita y amenaza».
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¿De qué Siria está hablando este periodismo, santo cielo? No es Siria, Estado que protege a las minorías cristianas, quien nos amenaza, sino los perros yihadistas a quienes este periodismo tan guay y molón ha estado apoyando en su lucha contra Siria, a la vez que insultaba chulescamente a quienes osaban llevarle la contraria. Menos mal que algunos meapilas tenemos algo de memoria.
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Juan Manuel de Prada