8 marzo 2016

Heredero de Puigdemunt, nunca contó con el respaldo de ERC, será reemplazado por Marta Madrenas (también de Convergencia)

Dimite el alcalde de Girona, Albert Ballesta (Convergencia) tras haber permanecido menos de un mes en el cargo, le sucede Marta Madrenas

Hechos

El 8.03.2016 D. Albert Ballesta anunció su dimisión como alcalde de Gerona/Girona

Lecturas

D. Albert Ballesta sucedió en la alcaldía de Girona a D. Carles Puigdemont cuando esté dejó el cargo para ser presidente de la Generalitat. 

Las siguientes elecciones en Girona serán en 2019. 

D. Albert Ballesta Tura (CDC), que hace apenas 46 días asumió el cargo de alcalde de Girona en sustitución de D. Carlos Puigdemont Casamajo, que ascendió a presidente de la Generalitat, presenta su dimisión el 8 de marzo de 2016 tras una cadena de enfrentamientos con ERC. En su dimisión reprocha a sus ‘socios de Gobierno’ de populistas y demagogos. La nueva alcaldesa de Girona será la siguiente de la lista, Dña. Marta Madrenas, que tendrá que mantener una relación cordial con ERC si quiere culminar la legislatura.

01 Febrero 2016

El alcalde que asaltó el Palacio de Invierno

Valentí Puig

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Como ha demostrado con sus primeras medidas el flamante corregidor de Girona, desconocer la naturaleza de una monarquía parlamentaria no es un rasgo menor de la actual emergencia política de Cataluña

En sus primeros pasos, el nuevo alcalde de Girona, sustituto del actual presidente de la Generalitat en virtud de una tramitación política que constará en la historia del dominó de casino republicano-federal, contribuyó a exigir que la Fundación Princesa de Girona cambie de nombre. La iniciativa tenía dos perfiles igualmente hostiles: de una parte, pretendía enmendar los propósitos de la sociedad civil de Girona que había creado la fundación y por otra ningunear a la institución monárquica. Tal vez fuera una columna de humo para esconder las grotescas anomalías de su llegada a la alcaldía, una suerte de fraude, al menos en términos de ética pública y representatividad institucional. Más allá de eso, implica un deterioro de la formalidad imprescindible para que el sistema democrático se sostenga. Eso rige con la misma ejemplaridad en monarquías europeas como Gran Bretaña, Holanda, Noruega, Bélgica, Suecia o Dinamarca, por ejemplo. Y por eso los Urdangarín están en el banquillo.

El convergente Albert Ballesta toma la vara de alcalde de Girona sin haber sido concejal en ejercicio. En la lista de CiU iba en decimonoveno lugar. La candidatura logró diez concejales con lo que, antes de que Ballesta pudiera ser concejal y alcalde, ocho candidatos que le precedían en la lista han tenido que renunciar. Puede decirse que es un alcalde cuya representatividad tiene unos fundamentos precarios, y eso le supondría obligado a superar estas limitaciones y hablar en nombre de toda la ciudad o al menos intentarlo. Ha sido la primera huella táctica del nuevo presidente de la Generalitat, sin duda conocedor de las virtudes políticas insospechadas de su favorito. Ballesta se ha estrenado con un asalto irrisorio al Palacio de Invierno. Después de olvidarse de jurar o prometer su cargo, Albert Ballesta, alertado por los servicios jurídicos municipales, tuvo que corregirse y luego, obviamente partidario de la República catalana independiente, se estrenó dando pie a una moción que instaba a cambiar el nombre de la Fundación Princesa de Girona y a la vez retirarle a Felipe VI la medalla y el bastón de la ciudad. Al poco, ha dicho que sí y que no. Si inicialmente no sabía de los esfuerzos de la fundación en la promoción de jóvenes talentos, esa es otra característica de la partida de dominó.

Desconocer la naturaleza de una monarquía parlamentaria no es un rasgo menor de la actual emergencia política de Cataluña. Felipe VI, siendo Príncipe de Asturias, siempre mantuvo la constancia de su condición simultánea de Príncipe de Girona. Por una iniciativa privada admirable fue constituida la Fundación Príncipe de Girona, hoy Princesa de Girona. Desde sus orígenes, fue una fundación desde la que el actual Monarca profundizó en su conocimiento de Cataluña, proyectando internacionalmente la imagen de Girona al estimular la capacidad emprendedora de sus jóvenes.

En los últimos tiempos hay casi que disculparse por la antipatía de citar los resultados tanto del  como de la participación en Cataluña al votarse la ley para la Reforma Política y la subsiguiente consulta sobre lo que sería la Constitución de 1978, de vigencia plena y garante de las libertades de la ciudadanía de toda España y por tanto de Cataluña, a no ser que se produzca una secesión. En ambos recuentos se ratificó el valor de la reinstauración monárquica. Después,la abstención ha ido a más. Respecto al estatuto votado en 1979, concretamente en Girona, la abstención fue del 36,4 por ciento. Hace unos años, para el estatuto autonómico de 2006, la abstención fue de un 48,5 por ciento. Ochenta años antes, en el conjunto de Cataluña el estatuto de 1932 había sido refrendado por menos de la mitad del censo. Todos estos datos tal vez no demuestren nada, pero algo significan.

Han pasado tres siglos desde 1714 y, en plena iniciativa independentista, ha parecido oportuno negar que desde la Transición la Corona está más atenta que nunca a la personalidad histórica y cultural de Cataluña. Es una constante desde la proclamación de Juan Carlos I, reafirmada por Felipe VI. De ahí el valor simbólico que tiene que el actual Monarca, siendo Príncipe de Asturias, subrayase a la vez su condición de príncipe de Girona. ¿Es eso un arcaísmo o una prueba de que la Monarquía parlamentaria tiene utilidad y sentido especialmente en momentos centrífugos y discordantes? El alcalde Ballesta tiene la respuesta.

12 Marzo 2016

46 días de sofoco en la alcaldía de Girona

Milagros Pérez Oliva

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Tras un breve y convulso mandato, el alcalde elegido por Pugidemont se retira y propicia un pacto con el PSC

No se puede forzar tanto la máquina, porque acaba rompiéndose. 46 días ha durado en el cargo el nuevo alcalde de Girona, Albert Ballesta, en un mandato lleno de virajes y tan breve como convulso. Todo empezó cuando Artur Mas decidió, en el último minuto, dar un “paso al lado” para evitar nuevas elecciones en Cataluña y aupó al alcalde de Girona, Carles Puigdemont, a la presidencia de la Generalitat. Eso obligó a cubrir la alcaldía vacante en un proceso rápido que quiso controlar personalmente el nuevo presidente. Para sorpresa de todos, el dedo de Puigdemont no se detuvo en quien por prelación en la lista debía ocupar el cargo, la convergente Marta Madrenas, ni en ninguno de los diez ediles en ejercicio, sino en el número 19 de la candidatura, que ni siquiera había obtenido el acta de concejal. Puigdemont buscaba sin duda una persona de su entera confianza, pero sorprendió que no la encontrara hasta los últimos puestos de una candidatura que él mismo, como cabeza de lista, había pergeñado.

A partir de ahí todo fueron despropósitos. Para que Ballesta pudiera ser alcalde, tuvieron que renunciar al acta de concejal, uno por uno, los ocho candidatos que se encontraban por encima de él en la lista. Luego tomó posesión con una fórmula independentista, pero hizo mal el juramento y tuvo que repetirlo para poder acceder al cargo. Y a continuación, chocó con ERC, su socio de Junts pel Sí, a la hora de negociar el cartapacio, los asesores y las nuevas retribuciones. Lo peor que puede hacer un cargo electo es decir que está en política para forrarse. Ballesta, por supuesto, no lo dijo, pero tampoco estuvo acertado cuando, ante la polémica creada por su decisión de aumentarse el sueldo, replicó que aún salía perdiendo, pues como funcionario ganaba más. Discutir de dinero, y más en Girona, es algo que causa incomodidad. El dinero se tiene, pero no se ostenta ni se reivindica.

Con ERC enrocada, a Ballesta no se le ocurrió otra cosa que pactar el cartapacio y las retribuciones con el “enemigo” del soberanismo, es decir, Ciudadanos y el PP. El anuncio causó una gran convulsión en Girona, aunque al final también ellos le dejaron en la estacada. Llegados a este punto, solo le quedaba dar también “un paso al lado”, y lo hizo, pero murió matando, pues todavía estaba ERC sentada esperando en la mesa de negociaciones cuando se enteró de que el alcalde se iba, pero Convergència había hecho un pacto de gobierno con los socialistas.

La nueva alcaldesa será finalmente Marta Madrenas, pero el beneficiario último de la crisis será el PSC. Después de haber gobernado la ciudad durante 30 años quedó relegado a cuarta fuerza política. Ahora vuelve al gobierno municipal gracias a los fracasos de un alcalde errático. Los resultados electorales obligan a pactos múltiples, pero una cosa es demostrar cintura y capacidad de pactar a uno y otro lado, y otra dar bandazos. El episodio, que en muchos titulares ha sido calificado de vergonzoso, ha supuesto un duro golpe para Girona, de la que podría decirse, como poco, que es la ciudad con más autoestima del mundo, si es que las ciudades tienen autoestima.

El Análisis

BALLESTA EL BREVE

JF Lamata

Gobernar no es sólo tener buenas ideas o buenas intenciones, por desgracia la política implica mover fichas y trazar alianzas. En el caso del Sr. Ballesta, por el contexto político la alianza era con ERC, pero o no dio a ERC lo que quería o ERC tenía reivindicaciones que para él eran inasumibles y pese haber negado que fuera a dimitir, lo acabó haciendo. Al final, sabiendo que a CiU y al PSC les esperaban muchas broncas a nivel nacional por la deriva secesionista, en lo referido a Girona estarían condenados a entenderse.

J. F. Lamata.