21 julio 2001

Su hermana era presidenta-florero de una agencia de valores acusada de robar dinero a sus clientes

Dimite Enrique Giménez-Reyna para que el ‘caso Gescartera’ que afecta a su hermana Pilar no perjudique al Gobierno, le reemplaza Estanislao Rodríguez Ponga

Hechos

El 21.07.2001 D. Enrique Giménez-Reyna, anunció su dimisión como Secretario de Estado de Hacienda.

Lecturas

El 16 de julio de 2001 es encarcelado el accionista mayoritario de la agencia de valores Gescartera, D. Antonio Rafael Camacho por orden de la Audiencia Nacional una vez que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), órgano supervisor presidido por Dña. Pilar Valiente, detectó un agujero de 13.000 millones de pesetas, también es procesado el accionista D. José María Ruiz de la Serna.

La CNMV es sometida a severas críticas por haber tardado tanto en detectar el desfalco de Gescartera a sus clientes. La sociedad Gescartera está presidida por Dña. Pilar Giménez-Reyna, hermana del secretario de Estado de Hacienda del PP, D. Enrique Giménez-Reyna, aunque esta asegura que su presidencia era no-ejecutiva y que Gescartera estaba dirigida por los Sres. Antonio Camacho y Ruiz de la Serna.

El 20 de julio de 2001 D. Enrique Giménez-Reyna dimite como Secretario de Estado.

El 19 de septiembre de 2001 Dña. Pilar Giménez-Reyna es encarcelada y ese mismo día Dña. Pilar Valiente dimite como presidenta de la CNMV.

D. Estanislao Rodríguez Ponga será el nuevo Secretario de Estado de Hacienda.

21 Julio 2001

Con la miel en los labios

EL MUNDO

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La casualidad ha querido que Enrique Giménez-Reyna vaya a dejar Hacienda en una semana crucial para alguien que ha dedicado toda su vida profesional a estudiar la financiación autonómica y local.

No en vano, Giménez-Reyna pasa por ser uno de los mayores expertos en la materia, a lo que sin duda han ayudado los dos socios con los que compartía despacho profesional -los hermanos Zurdo Ruiz-Ayucar- hasta 1996, cuando tuvo que dejar el negocio privado para convertirse en el primer director general de Haciendas Territoriales del Partido Popular.

Giménez-Reyna (Málaga 1949) lleva casi la mitad de su vida profesional en los vericuetos de la Hacienda pública. Ya fue entre 1981 y 1986 subdirector general de Tributos Locales, gobernando entonces el PSOE.

Y es que al ahora dimitido se le podrá acusar de todo, menos de sectario. Giménez-Reyna mantuvo en la dirección general de Tributos a altos cargos que simpatizaban verdaderamente muy poco con el PP, e incluso hay quien dice que la propuesta de financiación autonómica que está en estos momentos sobre la mesa tiene detrás un valedor muy solvente: José Víctor Sevilla, hermano del portavoz del PSOE en asuntos económicos, Jordi Sevilla.

El propio José Víctor tuvo también que abandonar de forma precipitada la secretaría de Estado de Hacienda, en 1984, al oponerse a la legalización del dinero negro que propició por entonces Miguel Boyer.

Y es que desde la reforma fiscal de 1977 la poderosa secretaría de Estado de Hacienda ha sido siempre un volcán que ha acabado por quemar a la mayoría de sus titulares.

Giménez-Reyna es, ante todo, un experto en haciendas territoriales, lo que le convertía en estos momentos en una pieza clave dentro del Ministerio de Cristóbal Montoro.

Hacienda, de hecho, tiene por delante además de la renovación del actual modelo de financiación autonómica la firma de un nuevo Pacto Local con los ayuntamientos. Por si esto fuera poco, tiene ante sí la reforma del Impuesto de Actividades Económicas (IAE).

Giménez-Reyna es abogado y estuvo antes en los fogones de la inspección de Hacienda. Ha ejercido como inspector en Barcelona y Madrid, pero en la actualidad es abogado no ejerciente del Colegio de Madrid.

22 Julio 2001

Dimisiones y responsabilidades

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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No es habitual en el Gobierno del PP que un alto cargo presente la dimisión por irregularidades económicas o legales derivadas de sus anteriores actividades privadas. El ministro de Exteriores, Josep Piqué, por citar un ejemplo próximo, mantiene su cargo con el apoyo del presidente del Gobierno a pesar de las sospechas que recaen sobre su etapa como directivo de Ercros y las dudas que existen sobre su conducta fiscal. De ahí que la dimisión del secretario de Estado de Hacienda, Enrique Giménez-Reyna, acuciado por el escándalo de la sociedad de valores Gescartera y su cargo de consejero en una agencia de valores sancionada en 1995 por la CNMV, provoque una inmediata reflexión sobre la diferencia de talante con que se afrontan las responsabilidades públicas y privadas en el Ejecutivo. La lectura más inmediata y favorable es que, con su dimisión, Giménez-Reyna ha dado una buena lección de cómo deben comportarse los cargos públicos en casos similares, ha ahorrado al Gobierno una presión innecesaria y él mismo se ha evitado el trance de resistir de forma numantina sin propósito político o personal alguno.

Pero que la decisión personal sea sensata no significa que en ella se agoten las responsabilidades. La participación de Giménez-Reyna en Sefisur y sus relaciones con Gescartera, la sociedad presidida por su hermana Pilar Giménez-Reyna, tienen que ser investigadas por el Ministerio de Hacienda y por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), y sus resultados deben ser conocidos con plena transparencia y objetividad. Los defensores del dimitido secretario de Estado alegan que nadie es responsable de lo que hagan sus parientes; pero en el ámbito de las responsabilidades públicas es prudente desconfiar de las coincidencias. Giménez-Reyna no sólo era hermano de la presidenta de la sociedad; también invirtió dinero en ella y, como se sabe ahora, había sido consejero de otra agencia sancionada. Sus relaciones con las sociedades de inversión eran notorias. Es de suponer que el Gobierno, y en particular quienes le nombraron, conocían tales circunstancias profesionales.

Y si no las conocían, también existe responsabilidad política, en este caso por omisión, al desatender la obligación de vigilancia. La CNMV expedientó a la sociedad financiera Bolsa Consulting, propiedad de Antonio Camacho, actualmente en prisión por la desaparición de 13.000 millones de pesetas en Gescartera, y luego la propia Comisión autorizó la creación de Gescartera, con el mismo propietario, en agosto del año pasado. De nuevo, los argumentos defensivos fundados exclusivamente en la legalidad muestran su gran debilidad en el contraste con los hechos. Seguro que la sociedad de Camacho cumplía los requisitos para convertirse en la agencia de valores Gescartera; pero si la ley no pone obstáculos a que una sociedad expedientada, que no paga la multa impuesta por la CNMV y gestiona activos por casi 100.000 millones de pesetas, a pesar de que cuenta con sólo 30 millones de capital, se convierta en una sociedad de cartera, es evidente que hay que cambiar la ley. O mejor, debía haberse cambiado ya. Como fue el Ministerio de Economía, autoridad competente en estos menesteres, el que aprobó definitivamente la operación, cabe exigirle ahora que explique las razones de su decisión.

Las autoridades económicas presumen de la sofisticación financiera que se ha conseguido en los mercados españoles. Pero la gestión política y administrativa no está a la altura de esa complejidad. Como en otras ocasiones y ámbitos, el Gobierno ha esperado a que estalle un escándalo para actuar precipitadamente. El viernes aprobó por decreto la creación de un Fondo de Garantía de Inversiones para compensar total o parcialmente el dinero de los damnificados en casos como el de Gescartera. Es una buena decisión, aunque tardía. Es de esperar que las investigaciones sobre Gescartera sean más diligentes y que la dimisión de Giménez-Reyna no sirva para tapar el caso y sepultarlas en el olvido.