4 abril 2017

Ciudadanos anunció su apoyo a una moción de censura del PSOE y Podemos si el político 'popular' no aceptaba renunciar a aquel cargo

Dimite Pedro Antonio Sánchez (PP) como presidente de Murcia tras ser investigado por corrupción en el ‘caso Auditorio’ (Púnica)

Hechos

El 4.04.2017 dimitió el presidente del Gobierno de la Comunidad de Murcia, D. Pedro Antonio Sánchez, del Partido Popular, proponiendo a D. Fernando López Miras como sucesor.

Lecturas

D. Pedro Antonio Sánchez López “PAS”, presidente de la Comunidad de Murcia desde 2015 por el Partido Popular es forzado a dimitir tras conocerse que estaba siendo investigado judicialmente por tres posibles casos de corrupción, el caso Auditorio (una adjudicación a dedo por la construcción de un teatro cuando era alcalde de Puerto Lumbreras), el caso Pasarelas (presunta contratación irregular en su etapa de alcalde) y el caso Púnica (sobre si pudo tener relación con empresarios de esta trama para mejorar su imagen en Internet).

D. Pedro Antonio Sánchez López “PAS” ganó las pasadas elecciones autonómicas en Murcia como candidato del PP, pero al no lograr la mayoría absoluta dependendía estaba supeditado a Ciudadanos que, anunció que si el presidente no dimitía estaban dispuestos a respaldar una moción de censura de la oposición.

El nuevo presidente de Murcia será D. Fernando López Miras, también del Partido Popular que sí ha logrado el apoyo de Ciudadanos.

El Sr. Pedro Antonio Sánchez López será absuelto del caso Pasarelas y exonerado del caso Púnica, pero, en cambio, sí será condenado por el caso Auditoria a 3 años de cárcel en sentencia echa pública el 6 de marzo de 2023.

LA PRENSA MURCIANA CREE QUE SÁNCHEZ SEGUIRÁ MANDANDO

 Dado que D. Pedro Antonio Sánchez dimite como Presidente de Murcia, pero se mantiene como diputado en el parlamento murciano y como presidente del PP murciano los dos principales periódicos de la comunidad: LA VERDAD de Murcia (del Grupo Vocento) y LA OPINIÓN DE MURCIA (del grupo Prensa Ibérica) publicaron en sus titulares que el Sr. Sánchez dimitía pero «seguiría al frente» o «en la sombra», es decir, en el poder.

03 Abril 2017

Más presión en Murcia

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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La situación del presidente de Murcia Pedro Antonio Sánchez, del PP, se hizo ayer todavía más complicada al conocerse que el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, que investiga la trama Púnica, envió al Tribunal Superior de Murcia un escrito el que que pide la imputación del presidente por los delitos de fraude, cohecho y revelación de información reservada.

La petición se basa en el proyecto de contratación de servicios privados, por valor de 32.200 euros —aunque la concesión no llegó a materializarse, como reconoce el propio juez Velasco, al irrumpir el caso Púnica— para mejorar la imagen de Sánchez y reforzar así sus opciones a la presidencia de Murcia, a cambio de una futura concesión del Gobierno para trabajos de formación.

Esta petición de imputación añade acusaciones que se suman a las que ya afronta Sánchez por el caso Auditorio —prevaricación, malversación, fraude y falsedad documental—, que ha motivado una moción de censura presentada por el PSOE. El PP no debería seguir sosteniendo a un presidente con esta agenda judicial. Ya fue grave que lo mantuviera en el cargo incumpliendo el pacto con Ciudadanos, cuyo primer punto establecía que dimitirían los cargos que resultaran imputados por corrupción.

Esta nueva petición de imputación del juez Velasco complica la posición de Ciudadanos, que se resiste a apoyar un Gobierno alternativo presidido por el socialista Rafael González Tovar con el apoyo de Podemos y que condiciona su respaldo a la moción de censura a que se convoquen elecciones. El partido de Albert Rivera, que mantiene su exigencia de dimisión de Pedro Antonio Sánchez y que califica de “insostenible” la situación, quiere —a cambio de respaldar la moción de censura del PSOE que se debate miércoles y jueves— un Gobierno técnico en el que no esté Podemos, y pide además una convocatoria de elecciones en el plazo máximo de seis meses.

El riesgo que se corre es el de volver a llamar a los ciudadanos a las urnas, con el desgaste que ello conlleva, para un mandato corto, hasta las autonómicas de 2019. Lo urgente es, en todo caso, que se desbloquee la situación en Murcia y que la comunidad salga cuanto antes de la parálisis política que sufre.

04 Abril 2017

Génova siempre gana

Lucía Méndez

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El flamante nuevo coordinador del PP, Fernando Martínez-Maíllo, en funciones de número dos del partido, resume estos días el resultado de los congresos regionales con un titular: «Génova siempre gana». Los candidatos de Génova se han impuesto en todas las elecciones primarias a doble vuelta en todas las comunidades. Génova ha vuelto a ganar en Murcia provocando la dimisión de Pedro Antonio Sánchez. No sin antes rodar otra superproducción política marca de la casa con final agónico en el último suspiro, maniobras de despiste, personaje acosado al borde del precipicio, resoluciones judiciales, grabaciones de corrupción y tramas diversas. Hemos visto tantas veces esta película que el final ya no sorprende a nadie. Si acaso, lo que sorprende es que insistan en rodar una y otra vez el mismo guión. Mariano Rajoy ha visto los toros desde la barrera limitándose a dar instrucciones a su peón principal, que ahora es Martínez-Maíllo, y con decisiones que no son propias del sentido común del que presume el presidente del Gobierno y del PP. ¿Qué sentido común tiene mantener a un gobernante autonómico acosado por dos sumarios de corrupción y abandonado por Ciudadanos, partido de cuyos cuatro diputados depende para gobernar la región de Murcia?Aún en la tarde-noche del lunes, cuando ya sabían que a Pedro Antonio Sánchez le quedaban horas, los portavoces populares seguían diciendo que apoyarían al presidente de Murcia hasta la muerte y más allá. No sabemos si querían engañar a los medios de comunicación, engañarse a sí mismos, o si, como dice Pablo Iglesias, se la suda todo. Tampoco sabemos si la tesis de que Ciudadanos se iba a acoquinar e iba de farol pidiendo la dimisión de Sánchez era una forma de dar una patada al balón hacia delante o un cálculo averiado de las convicciones y firmeza de Albert Rivera, su socio de investidura y de Presupuestos.La dirección del PP explica el rodaje de esta última superproducción política con Murcia como escenario recordando a la malograda Rita Barberá. La mala conciencia del PP con la alcaldesa fallecida -a la que hizo dimitir también in extremis para no empañar la investidura de Rajoy- llevó a sostener a Pedro Antonio Sánchez más allá de cualquier asomo de racionalidad política. Rajoy y los dirigentes del PP tomaron buena nota de las prolongadas ovaciones que cosechó en ausencia la ex alcaldesa de Valencia en el último Congreso Nacional del partido. Siempre atento al rugir de la militancia, Rajoy permitió que Sánchez fuera reelegido presidente del PP murciano llevando encima la espada de Damocles de varios sumarios y varios jueces persiguiéndole. Tal y como ha comprobado el PP una y otra vez, los sumarios por corrupción no se evaporan porque Rajoy sea un político capaz de resistir casi todo y los jueces trabajan todos los días en la instrucción de los casos y acaban emitiendo resoluciones motivadas de imputación que sitúan a los políticos ante sus responsabilidades. El PP ha puesto sus propias responsabilidades políticas en manos de los jueces y los jueces responden al reto una y otra vez.

04 Abril 2017

Se va, pero no se va

Joaquín García Cruz

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Se acabó. El acoso judicial y político al que se ve sometido desde hace casi dos meses ha podido más que PAS. El presidente de la Comunidad Autónoma, el mejor CEO que ha pasado por San Esteban, el político más ambicioso, dimite porque la sombra de siete presuntos delitos que pesa sobre él (cuatro por el ‘caso Auditorio’ y tres por la ‘Púnica’) era ya insoportable. Pesaba más que su reconocida capacidad personal de resistencia, más que el apoyo de su partido, que ha recibido sin fisura alguna hasta el último minuto, hasta que el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco envió ayer al TSJ de Murcia una exposición razonada con 44 indicios delictivos en un asunto, la trama para lavar con dinero público la imagen reputacional de políticos en horas bajas, del que no cabe zafarse con la apelación a «errores administrativos», como en el ‘caso Auditorio’. La ‘Púnica’ es, con independencia de qué suerte merezca al final en el terreno penal, socialmente más reprochable, algo más feo de lo que resultan las irregularidades en la adjudicación de un auditorio en Puerto Lumbreras.

PAS no quería dimitir. Pero se ha quedado sin tiempo, apremiado por sus dos imputaciones y por la cuenta atrás inapelable de la moción de censura que el PSOE registró en la Asamblea Regional y que iba a debatirse mañana. La moción contaba con el apoyo de Ciudadanos e incluso el de Podemos, por extraño que resulte, según ha asegurado el presidente en su despedida: «Me voy porque me consta que el tripartito tenía ya cerrado un acuerdo para gobernar la Región, y eso tendría nefastas consecuencias para los murcianos».

Quedan muchas dudas por despejar. Quién le sustituirá al frente de la Comunidad Autónoma, la primera y principal. Y también saber si Ciudadanos le permitirá, contraviniendo su pacto de investidura con el PP, mantener su escaño de diputado regional, cuyo abandono le despojaría de su inmunidad y lo dejaría sin el privilegio del aforamiento y a merced de un juzgado de instrucción de Lorca y de un juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, resuelto a probar que Sánchez delinquió para mejorar su imagen, para avanzar hacia arriba en la cosa pública y para, en definitiva, robustecer su ambición política. Pero que nadie piense que PAS se va. Abandona hoy la presidencia, donde no era posible ya resistir el asedio, pero se queda al frente del PP regional, defendiendo el fuerte, y no se va de la política. No podría hacerlo. Solo una condena, que en todo caso quedaría muy lejos aún en el tiempo, sería capaz de sacar a PAS de la política. Una condena o un tsunami. Ninguna otra circunstancia podría facturarlo definitivamente a casa.

06 Abril 2017

Murcia, historia de un despropósito

ABC (Director: Bieito Rubido)

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Lo ocurrido en Murcia con la salida forzada de Pedro Antonio Sánchez de la presidencia de la región ha sido la historia de un absoluto despropósito. El PP ha perdido un pulso mal planteado con Ciudadanos, y el partido de Rivera ha actuado de modo irresponsable, poniendo en jaque la estabilidad en esa autonomía por puro tacticismo, a partir de un criterio pésimamente concebido de la lucha contra la corrupción.

Es cierto que Sánchez rubricó un acuerdo por escrito con Ciudadanos que condicionaba su dimisión a su imputación, y también lo es que después se desdijo.

Sin embargo, la amenaza de una moción de censura junto al PSOE y Podemos, empeñados en pescar en río revuelto, ha retratado a Ciudadanos como un partido que prefiere generar convulsión política a respetar la presunción de inocencia.

A día de hoy, Sánchez no está procesado ni en la fase previa al juicio oral, y su dimisión se ha precipitado de la manera más abrupta posible.

A partir de ahí, entre todos, empezando por el PP, han convertido el panorama político en un carnaval de egos con un serio perjuicio para los murcianos.

No habrá elecciones, y Rivera podrá presumir de haberse cobrado una pieza del PP, que se ha visto obligado a sacrificar a Sánchez para no perder el poder.

Pero la reflexión de fondo que conviene hacer alude a la merma de calidad democrática que se produce cuando los partidos firman sentencias condenatorias de modo preventivo. La presión sobre la Justicia y sobre la ciudadanía ha sido inadmisible, y la oposición al PP en bloque se apuntó a sacar tajada sin valorar la presunción de inocencia como un valor esencial de nuestro Estado de Derecho.

La regeneración que tanto invoca Ciudadanos queda abocada a un mero chantaje, en la medida en que mantiene una contradictoria doble vara de medir: exige al PP en Murcia lo que no ha exigido al PSOE en Andalucía.

Ello no afectará a la previsible aprobación de los Presupuestos del Estado, ni a la entente de Rajoy y Rivera a escala nacional. Pero mantener pulsos políticos obliga a que una de las dos partes pierda.

El PP ha sucumbido a la presión de Ciudadanos y del PSOE, y al peso de la persecución mediática contra Sánchez sin esperar siquiera a saber si habrá juicio o no contra él.

En cierto modo, el PP ha avalado un criterio más que discutible en nuestra democracia, que refuerza el hecho de que una mera imputación -y hay jueces de imputación fácil- acabe con la carrera de alguien que un mes después puede ser declarado inocente. Difícilmente habrá una vuelta atrás para Sánchez, y difícilmente Ciudadanos podrá sacar tajada de su intransigencia.