6 agosto 1972

El congreso, apadrinado por el dictadur Nicolae Ceaucescu, supone un claro desafío a la Unión Soviética

El 8º Congreso del PCE, celebrado en Rumanía, consolida el liderazgo de Carrillo y la expulsión de Enrique Líster, fiel a Moscú

Hechos

En agosto de 1972 D. Santiago Carrillo fue reelegido Secretario General del PCE en el VIII Congreso, frente al criterio de la URSS y el PCUS, que apoyaban al sector del ya expulsado D. Enrique Líster.

Lecturas

En agosto de 1972 D. Santiago Carrillo fue reelegido Secretario General del PCE en el VIII Congreso, frente al criterio de la URSS y el PCUS, que apoyaban al sector del ya expulsado D. Enrique Líster.

Desde que el Sr. Carrillo asumió el mando del PCE en 1960, el Sr. Carrillo no ha dudado en expulsar a aquellos que se enfrentaban a su dirección, ya fueran del sector renovador como D. Jorge Semprún y D. Fernando Claudín o del sector más prosoviético como D. Eduardo García o ahora el general D. Enrique Líster.

Este será el último congreso del PCE en el exilio al ser legalizado el sábado santo rojo de 1977 y celebrar su primer congreso en la legalidad en 1978.

Memorias

Santiago Carrillo

Leer

Enrique Líster adquirió el compromiso con los dirigentes del PCUS de pasar a la lucha abierta contra la dirección del partido. En una reunión del Comité Central intentó montar una acusación contra mí, no sobre bases políticas, sino tratando de presentarme como un ‘agente del enemigo’ en la más pura tradición estaliniana. Se quedó sólo, en compañía de un par de camaradas que vivían en Moscú desde el fin de nuestra guerra, y que respondían a los mismos compromisos que él. Los tres fueron expulsados y terminaron creando un pequeño grupúsculo que se llamó PCOE. Líster escribió las más inauditas calumnias contra mí y Pasionaria. Cuando yo fui expulsado del PCE Gerardo Iglesias recuperó a Líster y hasta lo cooptó al Comité Central.

Líster había demostrado entre el 36 y el 39 poseer buenas dotes de jefe militar; adquirió una merecida fama. Ella le valió su promoción a la dirección del partido. Terminada la guerra fue siempre un problema para el partido; su vanidad sólo era comparable a su incompetencia política. Tenía unos celos enfermizos del general Modesto, que en contraste con él, siempre fue un ejemplo de sencillez y modestia, valga la redundancia.