6 junio 1983

La familia Prado Colón de Carvajal pagó hasta 180 millones de pesetas a la organización mafiosa separatista vasca

El ‘comando de Madrid’ de ETA secuestra a Diego Prado y Colón de Carvajal y lo libera tras cobrar un rescate

Hechos

 El 25 de Marzo de 1983 era secuestrado el empresario Diego Prado y Colón de Carvajal. El 6 de Junio de 1983  el empresario fue liberado.

Lecturas

Hechos: El 25 de Marzo de 1983 era secuestrado el empresario Diego Prado y Colón de Carvajal, hermano de Manuel Prado (amigo personal del rey) y pariente de los descendientes de Cristóbal Colón. Los terroristas amenazaron con matarle si no se les pagaba un rescate. El 6 de Junio de 1983  el empresario fue liberado, en precarias situaciones físicas y psíquicas después de que su familia pagara 600 millones de pesetas por su libertad.

LOS SECUESTRADORES:

txiquierdi Juan Lasa Michelena ‘Txikierdi’ fue el miembro del Comité Ejecutivo de ETA que ordenó el secuestro, por el que sería condenado a 25 años de prisión.

macario_7 Ignacio Aracama ‘Macario’ lideraba el comado Madrid en aquel momento, comando que secuestró al Sr. Prado y Colón de Carvajal. Fue condenado en 2002 a 12 años de cárcel por aquel secuestro.

urrusolo_sistiaga José Luis Urrusolo Sistiaga colaboró con Macario en la captura y custodia del Sr. Prado y Colón de Carvajal. Su juicio por el secuestro se celebró en 2003 y fue igualmente condenado a 12 años de prisión.

belen_gonzalez_penalva Belén González Peñalva fue la tercera integrante del comando secuestrador y la última en ser juzgada por aquel delito.

06 Junio 1983

Diego de Prado

Emilio García Meras

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  • – Érase el día 29 del pasado mes de marzo. Don Felipe González aguardaba en un hotel de Fez la llamada del rey Hassan II que se haría espera una hora y cuarto. Como el presidente se aburría en la altura de sus habitaciones, campechando a fin de cuentas, bajó hasta la terraza donde los periodistas tomábamos el sol. Se formó de inmediato un pequeño corro. Hacía apenas cuatro días que don Diego de Prado había sido secuestrado. Un compañero preguntó al presidente sobre los posibles móviles del suceso. Don Felipe se encogió de hombros mientras fruncía los labios de una manera harto incógnita. “¿Es posible que lo hayan confundido con su hermano Manuel?”, insistió el informador. Y fue entonces cuando González hizo esta declaración: “He estado pensando mucho sobre eso y, no, no, estoy seguro de que han ido directamente a por él, no le han confundido con su hermano”.
  • – Entiendo, quiere usted decir que para el presidente del Gobierno, el secuestro de don Diego de Prado resultaba también absolutamente ‘razonable’ desde el punto de vista político terrorista, ¿verdad?
  • — Desde ese mismo día dejó de interesarme el precio en pesetas del rescate.

13 Junio 1983

Síndrome de secuestrado

Julián Lago

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Ya está en casa. Al fin, el empresario Diego Prado y Colón de Carvajal se encuentra entre los suyos. Su familia ha vivido el drama de los setenta y tres días de cautiverio en la más absoluta soledad. Esta es la hora, en muchos casos cínica de los parabienes y felicitaciones por el feliz desenlace.

Sin embargo, no hace mucho, pocas fechas atrás, todo lo que había en torno a los Prado y Colón de Carvajal era la insolidaridad. Gobierno, partidos de derecha e izquierda, centrales sindicales y la propia patronal no han sido generosos en la condena pública de ese secuestro. EN lo más profundo de las nobles conciencias produce un íntimo repudio el silencio cuasi institucional de una sociedad que ha asistido más impasible que otra cosa a la tragedia de este hombre. Cualesquiera que sean las fobias y los recelos que pueda despertar Diego Prado, la silente reacción que ha motivado este suceso es un síntoma claro de la degradación moral de una sociedad. Las reservas personales o empresariales en torno al señor Prado y Colón de Carvajal no es más que la timorata evidentemente, las sociedades no pueden abordar con decisión fenómenos tan complejos como el terrorismo.

Fenómenos que, incluso han sido explicados por la moderna psiquiatría y que se escapan del puro análisis político. Es preciso profundizar en la reacción de la sociedad ante los secuestros y la inmunología que produce su práctica habitual. Hay, en tales ocmportamientos, razones científicas cuyo conocimiento ayudaría a buscar vías para acometer con seriedad soluciones frente a los hechos terroristas.

No es una casualidad que los secuestrados sean presa del llamado “síndrome de Estocolmo”, intercedencia que se crea entre éstos y los secuestradores estudiada, por primera vez, hace años, por una comisión de expertos suecos. Diego Prado ha llegado a su casa psicológicamente destrozado y humanamente abatido. Probablemente el suyo sea un caso más a añadir a la lista de los Oriol, Patty Hearst, Rupérez o el doctor Iglesias. El ‘síndrome de Estocolmo’ es como un fantasma permanente que, tras la liberación, preside las actitudes de quienes han convivido horas y horas durante un cautiverio, unos como víctima y otros como ejecutora.

Patty Hearst pasó de ser una niña de papá, heredera de un imperio periodístico, a una guerrillera del Ejército Simbiótico de Liberación. Después, la familia buscó cientos de explicaciones para justificar la militancia terrorista de la chica. A Antonio María de Oriol le ocurrió algo parecido. Dedicado al final de su secuestro a cambiar los pañales de la hija de la activista del GRAPO que le vigilaba, se preocupó, al gozar de la libertad, de que aquellos terroristas pudieran tener ‘un porvenir’. Llegó, incluso, a ofrecerse para costear los estudios de la pequeña e inocente ‘grapita’. El final de aquella historia probablemente nunca se sabrá. Javier Rupérez, por otra parte se negó a reconocer a sus secuestradores. El doctor Iglesias Puga no se presta ahora a declarar en el juicio que se sigue contra los etarras que le detuvieron. Se portaron con él muy bien, argumenta el padre del cantante. También Diego Prado ha manifestado que sus secuestradores han recibido un trato correcto durante los setenta y tres días sufridos. Reducir tales manifestaciones a un puro mecanismo de autodefensa, basado en el miedo, sería demasiado frívolo. ¿Por qué hay semejantes reacciones? ¿Por qué una sociedad acaba acostumbrándose a atentados contra la libertad como es un secuestro? ¿Qué extraña relación se origina entre rehén y secuestradores? Ninguna respuesta científica podrá, en modo alguno, justificar los efectos psicológicos o psiquiátricos de la fenomenología terrorista. Ninguna. Pero también es cierto que en todo ello hay algo poco explicable desde las razones políticas o desde la responsabilidad de los hombres de Estado.

Atentamente

Julián Lago