31 octubre 1981

Los partidos de derecha prestaron sus votos al Gobierno, mientras que la izquierda votó en bloque en contra. No hubo ninguna abstención

El Gobierno Calvo Sotelo logra que el Congreso de los Diputados apoye el ingreso de España en la OTAN con la oposición del PSOE

Hechos

El 29.10.1981 el Congreso de los Diputados aprobó la entrada de España en la OTAN.

Lecturas

El 29 de octubre de 1981 el Congreso de los Diputados aprobó la autorización de permitirle al Gobierno de D. Leopoldo Calvo-Sotelo Bustelo la solicitud de ingreso de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza de ayuda militar liderada por Estados Unidos de América.

  • A favor – 186 votos (UCD, Alianza Popular-Coalición Democrática, PNV, CiU y UPN).
  • En contra – 146 votos (PSOE, PCE, PSA, PAR, ERC y ex UCD Sr. Clavero Arévalo).

Con esto España inicia oficialmente su ingreso en la Alianza Atlántica con la oposición de la izquierda.

LOS ARTÍFICES DE LA ENTRADA DE ESPAÑA EN LA OTAN

Oliart_CalvoSotelo El presidente del Gobierno D. Leopoldo Calvo-Sotelo y su ministro de Defensa D. Alberto Oliart, fueron los instigadores de la aprobación por parte del parlamento de la entrada de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar liderada por los Estados Unidos contra el comunismo del bloque del Este.

EL PSOE: «OTAN, DE ENTRADA NO»

otan_nofelipe_OTANno Durante los años 1981 y 1982 en que se gestionó la entrada de España en la OTAN por parte del Gobierno Calvo Sotelo, el principal partido de la oposición, el PSOE, liderado por D. Felipe González y D. Alfonso Guerra hizo una amplia campaña en contra del no a la OTAN con el slogan ‘OTAN, de entrada No’. «No queremos el ingreso de España, ni por razones de fondo, ni por razones de oportunidad. No conviene a España entrar en la alianza. El PSOE ni en el presente, ni en el futuro se responsabiliza de esta decisión». D. Felipe González prometió que si ganaba las elecciones convocaría un referendum para sacar a España de la OTAN.

solana_congreso El diputado del PSOE, D. Javier Solana, fue uno de los 146 diputados del congreso que votó en contra del ingreso de España en la OTAN argumentando que formar parte de la alianza atlántica favorecería una atmósfera de Guerra. El voto del Sr. Solana sería algo muy comentado años después cuando su posición en ese aspecto modificara radicalmente.

ALIANZA POPULAR Y NACIONALISTAS DE DERECHA A FAVOR

Fraga_congreso El Gobierno Calvo Sotelo ganó la votación sobre la OTAN por contar con el apoyo de los diputados de l grupo parlamentario ‘Coalición Democrática’ encabezados por la Alianza Popular de D. Manuel Fraga Iribarne, así como los del Convergencia i Unió, Partido Nacionalista Vasco y el único diputado de Unión del Pueblo Navarro. En el caso del Sr. Fraga su apoyo al ‘Sí a la OTAN’ en 1981 también sería comentado años después, cuando modificaría su posición al respecto.

CLAVERO ARÉVALO, EX MINISTRO DE UCD Y DIPUTADO TRÁNSFUGA VOTÓ CON LA IZQUIERDA

clavero D. Manuel Clavero Arévalo, ex ministro del Gobierno Suárez que dimitiera en 1980 y rompiera con UCD por su discrepancia con el modelo autonómico, desde su escaño en el Grupo Mixto votó ‘NO’ a la entrada de España en la OTAN, coincidiendo así con el criterio de la izquierda.

24 Noviembre 1981

El papel creciente de la OTAN para la paz

Manuel Fraga

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Es indudable que la OTAN ha desempeñado un papel decisivo en el mantenimiento de la paz mundial en los últimos treinta años. Tampoco es dudoso que desde 1949 han ocurrido muchas cosas en Europa y en el mundo, y que de vez en vez los europeos se preguntan si Estados Unidos tiene la voluntad, y los medios eficaces, para defender a Europa frente a un ataque soviético; a su vez, en Washington se preguntan si los europeos tienen la voluntad, y los medios, para asumir la parte inevitable que les corresponde en su propia defensa; de uno u otro lado existen dudas de si la Alianza Atlántica resuelve o complica los intereses respectivos en otras partes del mundo. Recientemente han existido posiciones contradictorias entre los diez de la Comunidad y los quincede la Alianza en temas como el Próximo Oriente y sus problemas, o mejor, sus petróleos.Algunos han deducido de esta situación una tendencia a la crisis de la OTAN, coincidente con un resurgimiento de brotes de pacifismo en algunos sectores europeos, que siempre coinciden con momentos en los que Moscú intenta presionar a los Gobiernos europeos sobre temas de defensa, como ahora ocurre con los cohetes de alcance intermedio, de los que la URSS ya dispone en Europa, pero que quiere prohibir a sus adversarios en la OTAN.

Mi opinión es la contraria: la actual crisis mundial va a ampliar el actual papel de la Alianza Atlántica, como única organización defensiva importante que subsiste hoy en el mundo no sometido a la influencia soviética. No se trata de que hoy mismo se vaya a plantear una extensión de los límites señalados por el Tratado de Washington para la mutua defensa, lo que, hoy por hoy, probablemente plantearía problemas muy difíciles. De lo que se trata es de que los conflictos que hoy se presentan en áreas muy diferentes del mundo van a obligar a más amplias y frecuentes consultas entre los países miembros de la OTAN.

Dos puntos importantes

Hay que recordar, a este respecto, dos puntos importantes. El primero es que la OTAN fue concebida como una pieza dentro de un conjunto de alianzas para contener a la URSS dentro de la esfera de influencia que se le había asignado en Yalta y Postdam. Es lo cierto que sólo la OTAN ha logrado sus objetivos, y que, sucesivamente, el pacto de Bagdad, la SEATO y otros pactos y organizaciones han ido desapareciendo, mientras que la influencia soviética avanzaba dramáticamente (en Vietnam o en Afganistán) en los respectivos escenarios.

La segunda cuestión es que la OTAN es una organización que no tiene carácter supranacional (como las Comunidades Europeas), sino que, siendo una alianza clásica, que mantiene íntegros los derechos soberanos de los Estados miembros, su modo de funcionar es a través de un sistema puramente de consultas, en los tres sentidos de información, consulta previamente dicha y coordinación. Los miembros deben informar al Consejo Atlántico de cuanto pueda afectar de modo serio a la Alianza; los Gobiernos no deben actuar en cuestiones que afecten de modo grave a la Alianza o a sus miembros sin previa consulta, y, logrado un consenso general, todos deben tenerlo en cuenta.

Pues bien: es cada vez menos probable que estos principios no propendan a ser aplicados, cada vez más, en otros conflictos a escala mundial, ya que justamente sólo la OTAN ha sobrevivido a la crisis de otras alianzas. Es decir, que Estados Unidos deberá consultar su política en Centroamérica si no quiere encontrarse con que Francia, miembro de la Alianza Atlántica, salga a su vez con declaraciones contradictorias en El Salvador. Ello va a aumentar y potenciar la importancia de encontrarse dentro, y no fuera, de ese foro clave de consulta y coordinación.

En una palabra: es mucho más probable y mucho más conveniente que, en las actuales circunstancias del mundo (y sobre todo después del manifiesto fracaso en. Madrid del espíritu de Helsinki), se vuelva a la situación de los años cincuenta, cuando la guerra de Corea demostró las ventajas de una cooperación global entre los aliados que lo ocurrido en momentos ulteriores, en que unas veces los unos, y otras los demás, jugaron a desentenderse de una realidad inexorable, a saber: un ataque global contra los intereses de-todos. Los valores espirituales y los intereses comunes que se quiso salvaguardar en 1949 siguen en pie, y aún es tiempo de defenderlos conjuntamente.

Por otra parte, se han introducido factores concretos nuevos que interesa tener muy en cuenta y analizar a fondo. Uno es, sin duda, la crisis de la energía, que ha hecho buscar a los países europeos (y a Japón) soluciones de emergencia bilaterales, que en su conjunto han aumentado la capacidad de negociación de la OPEP.

Apretar el gatillo

En segundo lugar, el desarrollo de las armas nucleares y sus medios de disparo han cambiado (sobre todo, en las de alcance medio y táctico), a la vez que los dispositivos psicológicos se han visto seriamente afectados por planteamientos nuevos, como el de la bomba de neutrones, creando la sensación (a mi juicio, injustificada) de una eventual guerra nuclear reducida solamente al teatro europeo. Los prohombres de esta teoría olvidan que son los americanos y los rusos precisamente los que ya están acostumbrados a vivir con proyectiles nucleares que les apuntan, respectivamente, hace años, y precisamente por ello los más cuidadosos en no bromear con quien aprieta los gatillos. En fin, aunque Estados Unidos sigue siendo el poder decisivo en la Alianza, Europa ha mejorado relativamente su posición (sobre todo la económica). Es indudable que Estados Unidos nada tendría que objetar a que esta realidad sea reconocida en términos de mayor participación conjunta europea; lo que no puede aceptar es que se plantee por caminos paralelos o contradictorios, como a veces intentaba Giscard.

Ello obliga a replantear una política y una estrategia conjuntas, si se quiere evitar que continúe el deterioro de la situación general y .el número de problemas crecientes sin control.

Uno de los teatros en los que hay que definirse es en el de Oriente Medio. Un embargo del petróleo sería posible (como ocurrió con Holanda) contra uno o dos países aislados; no sería posible contra todos. Esta es una verdad irrefutable, aunque a veces las verdades evidentes sean necesariamente las más reconocidas. Después de Afganistán no puede haber duda alguna de que la otra parte está dispuesta a utilizar la fuerza e la región. Por su parte, Estados Unidos ha demostrado ya, primero en Camp David y ahora con la venta de los AWACS, que está dispuesto a jugar fuerte para conseguir una paz que estabilice la misma región. A eso hay que jugar, y sería suicida querer dividir la cuestión principal por intereses económicos parciales. Sólo una paz que dé lo suyo a los países árabes y a Israel una garantía de subsistencia puede levantar la pesada hipoteca de un complejo en el que juegan la presión soviética, los movimientos integristas del Islam y otros procesos de la más extrema peligrosidad.

En cuanto al Tercer Mundo, los problemas son de una extrema variedad, y como tales deben ser examinados. Pero hay un elemento unificador: en Vietnam o en Angola, en Cuba o en Etiopía, en Nicaragua como en el norte de Namibia, la presión se produce siempre del mismo lado y en beneficio de los intereses estratégicos de la URSS. Siempre defenderá, como el que más, las reformas que conduzcan a una mayor justicia social, pero ha de ser dentro de un contexto de estabilidad, a escala mundial, y de que las reformas sean efectivas, no para crear nuevas Cubas o nuevos Mozambiques.

Asia nos pilla más lejos, en el Extremo Oriente y en el sureste asiático, pero todos dependemos del océano Pacífico, y en particular del Indico, para que un mundo de prosperidad siga funcionando. Y en Africa parece probable que Francia no siga jugando el papel de gendarme ante las emergencias. Todo ello exige también nuevas fórmulas de concertación y consulta. Y lo mismo cabe decir ante cuestiones tan capitales como el nuevo Derecho del Mar y tantos otros elementos de un nuevo orden mundial, que se está construyendo a retazos y sin una visión de conjunto.

Preveamos, pues, una ampliación del sistema de consultas y felicitémonos de llegar, por fin, a un lugar en el que, a lo menos, podamos participar en las mismas.

11 Junio 1982

Las contradicciones del día del ingreso

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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Con un discurso mesurado y nada enfático, el presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo Sotelo, definió ayer la entrada oficial de nuestro país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No es cuestión de insistir ahora respecto a la singularidad de este acto que marca el final de una larga historia de neutralismo español -no siempre fruto del aislamiento internacional- e incluye a nuestro país en la dialéctica de la política de bloques. No es tampoco ésta la ocasión de recordar la inusitada rapidez y el escaso apoyo de la opinión pública que han subrayado esta decisión del Gobierno. España es ya miembro de pleno derecho de la Alianza y la política exterior española, indefectiblemente, ha de conjugarse con esta condición. El presidente del Gobierno suscribió también ayer en Bonn, con la reserva de que nuestra modalidad de participación militar aún no está fijada, el documento -no firmado por Francia ni por Islandia, que no pertenecen a la estructura militar de la OTAN- que establece los objetivos de defensa integrada de los aliados atlánticos.Sorprende por lo mismo la cantidad de contradicciones que algún hado maligno ha querido se conciten en torno a la fecha del 10 de junio de 1982 y esta decisión histórica del Gobierno de Madrid. El mismo día que España entraba en la OTAN dos guerras de resonancia internacional asolaban el mundo. Una en las Malvinas, otra en el Cercano Oriente. En ambos conflictos la posición española difiere o debe diferir más que notablemente de la de sus nuevos aliados.

En el caso de las Malvinas las relaciones especiales con Latinoamérica de nuestro país, y sus recientes intentos de servir dé puente a Europa con el Tercer Mundo y los no alineados, se ven ensombrecidos por la realidad: gran parte de la flota británica que trata de recuperar las Malvinas partió de otro enclave colonial inglés, esta vez en suelo español: Gibraltar. El presidente del Gobierno pidió ayer a los, jefes de Estado y de los ejecutivos de los países aliados colaboración en el caso de la Roca. En tanto ésta no se produzca la verdad es que el Peñón es una base británica, operativa para la OTAN y no sometida al empeño de desnuclearización del Gobierno de Madrid.

En el caso del enfrentamiento entre Israel y Líbano, España resulta ser el único país de la OTAN que no mantiene relaciones diplomáticas con el régimen israelí, lo que la coloca ya en una situación atípica, toda vez que éste recibe apoyo y amparo internacional de Estados Unidos, que acaban de vetar en el Consejo de Seguridad una propuesta española de alto el fuego en la zona. Para mayor confusión varios barcos norteamericanos zarparon de la base española de Rota -de utilización conjunta- con destino al lugar del conflicto. El acuerdo entre España y Estados Unidos ha finiquitado no obstante, y pese a las reiteradas promesas del ministro de Asuntos Exteriores de una próxima firma, ésta no acaba de producirse. De hecho ha comenzado a correr el plazo de un año para el desmantelamiento por parte americana de sus facilidades operativas en las bases. Aunque durante este año el acuerdo siga en vigor parece por lo menos irregular que Rota pueda ser utilizada por el Gobierno de Estados Unidos cara a un conflicto como el de Líbano, siendo como es una base española. Desconocemos por lo demás si, en aplicación de los propios acuerdos ya expirados aunque transitoriamente vigentes, el Gobierno español ha dado permiso al de los Estados Unidos para utilizar las facilidades navales de Rota cara al Oriente Cercano. Si es así, una explicación mayor está siendo necesaria. Gibraltar y Rota, en la punta sur de la península, se han visto envueltas en conflagraciones bélicas que escapan al entendimiento y a la política global del propio Gobierno español, que ayer recibía la bienvenida en Bonn por parte de los aliados. Si para algunos resulta dudoso que la firma de un pacto militar sea el mejor sistema de garantizar la condición europea de nuestro país, creemos que es definitivamente desconcertante que no exista una mayor claridad y una toma de posición más decidida por el palacio de Santa Cruz en las cuestiones apuntadas.

30 Octubre 1981

OTAN acto segundo: El aviso

Ricardo de la Cierva

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La sesión del debate atlántico expresó, con altura y profundidad, la categoría la entraña. La anécdota pululaba por los pasillos, donde los disidentes socialdemócratas de UCD, como almas en pena, arrastraban sus pequeños problemas personales tras su descomunal metedura de pata en la prensa, de la que se acusaba unos a otros; ya no les queda más que el suicidio como posibilidad.

La posición del Gobierno. Que por lo visto no le interesa al Gobierno: sólo cinco ministros acompañaban al presidente cuando iniciaba, a la once y veintidós minutos de la mañana, su espléndido planteamiento a favor de la España atlátnica. Ni al Gobierno ni al partido del Gobierno, con un tercio escaso de sus escaños ocupados. Calvo Sotelo fue la razón pura; Pérez Llorca la razón práctica. El presidente situó el problema ante todo, en un plano elevado, histórico: el ingreso en la Alianza es la confirmación de nuestro destino, único a Occidente. Y planteó nuestra posición en el mundo real frente al reto soviético permanente contra la democracia. ‘Mientras haya un muro en Berlín el Gobierno sabe de qué lado está’. Queda pues descartada la neutralidad, como ya intuyeron Manuel Azaña e Indalecio Prieto. En vista de que no hay comunidad de defensa europea se nos plantean dos opciones: o dependencia satelitaria – disfrazado de acuerdo bilateral – o alianza atlántica global, infinitamente más digna y eficaz. Para Calvo-Sotelo la izquierda coincide objetivamente con Franco al tratar de mantenernos en la dependencia bilateral; la izquierda, acorralada, respondió a la evidente razón con su habitual y torpe pateo, el lenguaje de la impotencia política. Demostró luego el presidente que la OTAN no supone para España ni mayor riesgo ni costo insufrible. Destruyó las objeciones sobre Ceuta y Melilla – que ahora estarán mejor defendida – y sobre Gibraltar, la ciudad raptada a la que ahora pondremos ‘el último cerco’. Calvo-Sotelo venció y convenció. Es un témpano y habrá que estudiar cómo conseguir la comunicación popular de sus mensajes. Pero en su misma frialdad de acero hay posiblemente un camino nuevo de comunicación, diferente del torpón halago con que le exaltan, como tapadera de su miedo, algunos de sus nuevos órganos. Mientras otros, pagados por su partido, sólo destacan de sus intervención el pateo.

Pérez Llorca, que concedió desmesurada importancia a las distorsiones de Rojas Marcos, centró magistralmente la historia de la OTAN y su esencia: no fue una creación de la derecha sino de la democracia, con fuerte participación socialista; y no es un apéndice imperialista sino una reacción defensiva contra el totalitarismo del bloque soviético. En las respuestas puntuales alcanzó menos fortuna: en el duelo con Carrillo supo alterar contundencia con la dignidad.

Las intervenciones de los nacionalistas vascos y catalanes – señores Monforte y Roca – revelaron admirablemente, su dimensión profunda de nacionalistas españoles. En un alegato de perfecta construcción el portavoz del PNV analizó a fondo el peligro soviético contra el mundo libre y justificó la consulta institucional al estamento militar español . Miguel Roca apeló al veredicto de los quince parlamentos libres de Europa como garantía de la seguridad común; y reconoció las posibilidades lubrificadoras de la OTAN a favor de la plena inserción de las Fuerzas Armadas de España en el contexto democrático europeo y a fortiori español. ¡Que contribución tan esencial la de los nacionalistas periféricos cuando se elevan hasta el horizonte común! Y tras los escarceos del grupo mixto donde Ramón Tamames practica más de la cuenta la frivolidad y Manuel Clavero se siente cada vez más en corral ajeno, Santiago Carrillo lanzó el aviso.

En la fila seis, medio vacía, lo sentimos como una sacudida eléctrica. Con todos sus registros histriónicos a punto, con el sarcasmo chulesco desbordándose sobre las disensiones de los demás (cuando, como le dijo genialmente Pérez Llorca, tendrá que disolver al partido comunista para conservar su puesto de secretario general), Carrillo cantó a Europa. ¡Qué diferencia con la nobilísima evocación europea de Areilza, en posición de estadista, en contra de los miedos morbosos, a favor de la vida! Carrillo fue el portavoz del miedo; y con la máscara eurocomunista bien enfundada, transmitió – por eso hablé de parejas – el claro mensaje de Breznev a las Cortes de España. La entrada en la OTAN, dijo, sería un nuevo tratado de Utrech. Tras el dislate, la amenaza grosera: si España ingresa en la Alianza será posible la invasión de Polonia, la presión sobre Yugoslavia, la convulsión norteafricana y la agresividad de un pueblo árabe; todos entendimos que hablaba de uno de los dos santuarios de ETA en el Mediterráneo. Con su inaguantable tuteo a la Cámara pasó luego a la amenaza directa: “Aunque toméis ese acuerdo, aún no hemos entrado en la OTAN”. Situó al portavoz vasco en la extrema derecha y apeló como en los buenos tiempos, a la calle, pero el aviso a España estaba dado

Sólo unas líneas sobre la lamentable intervención de Felipe González. Descalificado por la dimisión de Yañez – que reconocía por la mañana la posición hipócrita del PSOE ante la OTAN – el secretario general trataba de engañarse a sí mismo durante una hora y cuarto inaguantable, sin una razón, sin un esquema. Le aplastó con encomiable y contundente brevedad Leopoldo Calvo-Sotelo mediante un alegato de quince puntos en que tuvo la elegancia de no aludir a la irresponsabilidad del señor González cuando se permitió evocar, con medias palabras, delicadísimas cuestiones de defensa nacional que jamás se airean en los parlamentos. Luego se enzarzó González, cada vez más desvaído y planetario, con Calvo-Sotelo, que le anuló hasta extremos de lástima. Está ya claro el talante de los dos; a lo largo de los debates, Calvo-Sotelo se crece; González se hunde en sus propias arenas movedizas, en la insufible pedantería de su autobombo, cuando prodiga las definiciones sobre su moderación.

El ex presidente Suárez, que había llegado tarde al discurso matinal del presidente, siguió con atención concentrada el de su antiguo rival. Rumiaba, quizá, su reticencias de antaños frente a la OTAN, que provocaron los halagos rojos. Rebullía, a la salida, el anecdotario socialdemócrata. Anidaba denso y brutal, sobre los escaños vacíos, el aviso.

Ricardo de la Cierva

15 Septiembre 1981

No a la OTAN

Ángel Palomino

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Nada de OTAN. España debe aliarse ahora mismo con Rusia. Urgentemente.

A mí, Rusia me cae gordísima, ese voraz bicharraco traganaciones gobernado por unos viejos feísimos y tan antipáticos como Mitterrand, otro que tal. Así que no soy dudoso: asociarme con Rusia me da cien patadas.

Sin embargo, el señor Calvo Sotelo debe firmar inmediatamente con Moscú. Ahora mismo.

Con la OTAN, nunca; no nos conviene: lo veo clarísimo.

Si ingresamos en la OTAN tendremos que enviar al extranjero a nuestros mejores soldados. Supongamos el nombre de cualquier prestigioso general en activo: lo más seguro sería que, de acuerdo con sus dotes de mando y su brillantísima hoja de servicios, lo mandasen a Bruselas, a Bonn o a los confines orientales, que están lejísimos. Y con él, marcharían nuestros jóvenes capitanes y tenientes que son gente maravillosa, enamorada de su profesión, de su patria, y, el que más y el que menos, de una señorita que cuando besa es que besa de verdad. Se irían generales y jefes de gran mérito y probada competencia. Y nuestros soldados, a aguantar un clima perro, lo que no es grave inconveniente pues harto famosos son por su valor, sobriedad, resistencia a la fatiga, disciplina y amor a la Patria. Tranquilos: en la OTAN manda el Pentágono; todo va bien. Y no somos ajenos a la defensa de Occidente, lo hacemos en las bases, de igual a igual, con la ventaja de que nuestros militares permanecen en España tan ricamente.

En cambio, si firmamos con la URSS, e insisto en que se haga ya mismo, enviaremos a sus más brillantes aliados: un glorioso tren, empavesado con rojos gallardetes, al que España despediría emocionada cantando ‘Adiós con el corazón’, un tren con los militantes más capacitados y con los de más brillante hoja de servicios: [Santiago] Carrillo, [Marcelino] Camacho, González, Sagaseta, [Enrique] Múgica, [Ramón] Tamames, Tierno [Galbán, alcalde de Madrid], el reverendo Iniesta, [Alfonso] Guerra, Dolores [Ibarruri, Pasionaria] y tanta y tan buena gente de la Europa libre y occidental que hoy cumple su deber diciendo ¡OTAN NO! A sabiendas de que no estar en la OTAN es estar activamente con Rusia.

Ángel Palomino