27 diciembre 2009

El Gobierno Zapatero está dispuesto a conceder un indulto al banquero

El Consejero Delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, condenado a seis meses de cárcel por una querella falsa

Hechos

  • El 28.12.2009 el ex presidente del banco Banesto y Consejero Delegado del Banco Santander, fue condenado por la Audiencia de Barcelona, a seis meses de cárcel por delito continuado de denuncia falsa.
  • El 17.01.2011 La condena e inhabilitación de D. Alfredo Sáenz fue ratificada por el Tribunal Supremo.

18 Enero 2011

Un momento delicado en la vida de Emilio Botín

Jesús Cacho

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Que la Justicia española es escandalosamente lenta es cosa sabida hasta en el último rincón del planeta. Los hechos que han motivado la sentencia del Tribunal Supremo que ayer conmocionó la estructura del Banco Santander y, por extensión, de la banca y las finanzas internacionales, se originó en un lejanísimo 1994. Nada menos que 17 años de espera, tardanza que en el caso de la Justicia es farsa, porque bien sabido es aquello de que “Justicia tardía no es justicia o es la máxima injusticia”, que suelen argüir los manuales de Derecho.

Aquel año, y con Alfredo Sáenz como presidente del Banesto expropiado en diciembre de 1993, el hoy consejero delegado del Santander, con el concurso del abogado Rafael Jiménez de Parga, pretendió cobrar de forma injustificada a Pedro Olabarría y a los hermanos Luis y José Ignacio Romero un préstamo impagado de hasta 640 millones de pesetas que Banesto tenía concedido al Grupo Harry Walker, en suspensión de pagos, del que los citados eran accionistas minoritarios, sin que pudieran ser considerados deudores al no existir aval o garantía alguna de por medio.

Con la intervención, por aquello de acollonar al personal, del juez Pascual Estevill, después condenado y expulsado de la carrera judicial por meter a la gente en la cárcel a cambio de dinero, los citados fueron a dar con sus huesos en “el colegio”, que diría Javier de la Rosa, por unos días. A la salida de la trena, Olabarría produjo una de esas frases para la historia que nunca dejan de impresionar: “Voy a dedicar el resto de mi vida y mi fortuna a meter en la cárcel al responsable de este atropello, el señor Alfredo Sáenz”. El caso fue sobreseído libremente en su día, momento a partir del cual los afectados iniciaron procedimiento por acusación y denuncia falsa, además de estafa procesal continuada, proceso que ahora, más de 16 años después, está a punto de culminar.

La sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que en gran exclusiva de María Peral adelantaba ayer El Mundo, no solo valida sino que endurece la dictada el 29 de diciembre de 2009 por la Audiencia de Barcelona, al condenar a Sáenz a ocho meses de prisión, multa e inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión de banquero, como culpable de los delitos de acusación falsa y estafa procesal. La reacción del banco fue ayer de consternación, como es fácil imaginar, aunque de puertas afuera se extendió enseguida la consigna del cierre de filas y el intento de minimizar lo ocurrido: “No pasa nada, porque esto se recurre”.

El primer grupo bancario español ve de pronto seriamente amenazada la estabilidad de una cúpula directiva de la que siempre se dijo que era demasiado “corta”, demasiado “estrecha”, para la importancia adquirida por el Grupo Santander y su volumen de negocio

Ello aderezado con duros comentarios contra el diario El Mundo y su director,Pedro J. Ramírez -a pesar de las siempre buenas relaciones del aludido con la familia Botín-, en lo que no pasaría de ser una nueva versión del viejo intento de matar al mensajero. Ninguna de esas actitudes consiguió, sin embargo, disminuir un ápice la gravedad que lo ocurrido tiene para el primer grupo bancario español y uno de los primeros del mundo, que de pronto ve seriamente amenazada la estabilidad de una cúpula directiva de la que siempre se dijo que era demasiado “corta”, demasiado “estrecha”, para la importancia adquirida por el Grupo Santander y su volumen de negocio.

Un problemático recurso ante el Constitucional

La estrategia del banco parece centrada en el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional sin que, de momento, se sepa qué garantías de los condenados serán invocadas como violadas. El argumentario al hacerlo así se acogerá a la doctrina según la cual la presentación de dicho recurso paraliza automáticamente la ejecución de las penas privativas de libertad de corta duración, y con ello la inhabilitación, ello debido a que como el fallo sobre el amparo tardaría en producirse no menos de tres años, los condenados habrían tenido tiempo más que suficiente para cumplir la pena cuando aquel finalmente se conociera.

Conviene recordar, sin embargo, que aquella paralización exige  la previa admisión a trámite del recurso de amparo, asunto nada fácil, ni siquiera para el Santander, cuando el alto tribunal viene aceptando menos de un 2% de los recursos que se le plantean, además de estar dando de plazo entre uno y dos años para decidir al respecto. Todo ello debe necesariamente ser contemplado a la luz de una sentencia que, por ser del Supremo, es firme y, por tanto, debe ser ejecutada, perspectiva a partir de la cual algunas de las manifestaciones escuchadas ayer en el entorno de la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte no pasan de ser un ejercicio de voluntarismo.

Si la sentencia de la Audiencia de Barcelona era grave, porque los términos contenidos en la descripción de hechos probados así lo atestiguan (“Sáenz tuvo perfecto conocimiento de los hechos y el dominio o poder de disposición sobre los mismos”), el fallo de ahora lo es aún más porque lo produce la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo y porque lo hace en el marco de un recurso de casación, en el que ratifica el relato y revisa al alza la sentencia. Además de haberse inventado un pleito en el intento de recuperar una deuda, el tribunal le acusa de pretender instrumentalizar a la Justicia para legitimar su iniciativa mediante la interposición de una querella falsa, algo que en Derecho se llama estafa procesal.

El Santander y el daño reputacional

Acusación ciertamente relevante en el caso de quien está encargado de manejar cientos de miles de millones de dineros ajenos, oficio para el que tradicionalmente se ha exigido una honradez sin mácula. Por todo ello no es exagerado afirmar que Emilio Botín se enfrenta a uno de los momentos más delicados de su larga y exitosa trayectoria bancaria. A la luz de las turbulencias financieras que actualmente sacuden los mercados, parece, en principio, muy arriesgado afrontar el daño reputacional que mantener a Sáenz en su puesto implicaría para un banco global como el Santander, con accionistas de todas las latitudes y cotizando en las principales bolsas del mundo, ello a pesar, o al margen, de la manga ancha que el Banco de España pueda poner en práctica para la ocasión.

Alguien comentaba ayer sotto voce en la Ciudad Financiera que quizá Botín se equivocó al no tomar las decisiones oportunas cuando a finales de diciembre de 2009 se tuvo conocimiento de la sentencia de Barcelona. Porque mal que no mejora, empeora. Ahora las cosas se han vuelto más difíciles, entre otros motivos porque la eventual sustituta de Sáenz en la consejería delegada, Ana Patricia Botín, acaba de ser enviada a Londres para hacerse cargo del negocio británico, y devolverla ahora a Madrid por vía de urgencia pondría en evidencia la cortedad del banquillo antes aludida: desaparecido el portugués Antonio Horta y eliminado Sáenz, al banco no le quedaría más ejecutivo de primer nivel que la hija del dueño para tomar el relevo.

Otro comentario surgido ayer en idéntico lugar apuntaba a que el enganchón judicial de Sáenz no hará sino acelerar los mecanismos de reestructuración de la cúpula del banco, cuya necesidad había ya puesto de manifiesto la mencionada huida de Horta a la competencia británica. “Es un golpe muy duro, pero si se confirma la sentencia del Supremo, Alfredo no tendrá más remedio que irse”. El mundo financiero internacional estaba ayer pendiente del asunto. Y seguro que hoy seguirá en ello. Sin duda un momento delicado en la vida de Emilio Botín.

18 Enero 2011

Las facturas de Alfredo Sáenz

Manuel Conthe

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El diario EL MUNDO publicó ayer en primera página la noticia, firmada por la periodista María Peral, de que el Tribunal Supremo, por un reñido voto de 3 a 2, decidió el pasado diciembre condenar, entre otros, a D. Alfredo Sáenz -en la actualidad, consejero delegado del Banco de Santander-por sendos delitos de acusación falsa y estafa procesal cometidos en 1994, poco después de que, tras la intervención de Banesto por el Banco de España, fuera designado presidente en sustitución de Mario Conde.

Ni la sentencia ni los votos discrepantes se han publicado o notificado a las partes. Pero en Unidad Editorial he tenido oportunidad de conocer a María Peral; y como me parece una periodista vocacional, con amplísimos conocimientos jurídicos, gran rigor y buenas fuentes, otorgué «presunción de veracidad» a lo que había escrito. Hoy el resto de la prensa ha confirmado en otras fuentes del Tribunal la primicia de EL MUNDO, que prefirió no revelar algunos detalles que hoy se han hecho públicos (por ejemplo, que el ponente que, en representación de la mayoría, escribirá la sentencia será D. Miguel Colmenero, un magistrado con quien he coincidido en varios actos y siempre me pareció un ejemplo de ponderación y buen criterio).

Según lo publicado, con el fin de facilitar la recuperación de un crédito de Banesto al grupo empresarial Harry Walker, el Sr. Sáenz dio su beneplácito a que el 26 de julio de 1994 el banco presentara una querella por estafa y alzamiento de bienes contra cuatro empresarios que tenían una participación muy pequeña en la empresa deudora, a los que el banco había presionado -sin éxito- para que avalaran, a título personal, la deuda de la empresa con el banco.

Como fundamento de su querella contra los empresarios, Banesto alegó tres hechos que sabía falsos: que se habían comprometido a responder personalmente de las insolvencias de la empresa; que habían desviado para sí parte del dinero procedente del crédito; y que, en perjuicio de Banesto, habían enajenado («alzado») su propios bienes.

Cuando el titular del Juzgado de Instrucción nº 10 de Barcelona estaba de vacaciones, su sustituto temporal, el corrupto juez Pascual Estevill, metió en prisión provisional durante 5 días a tres de los empresarios. A principios del año siguiente, sin embargo, el juez titular sobreseyó el caso y dejó a los acusados en libertad sin cargos. Éstos se querellaron poco después contra diversos directivos de Banesto. Tras múltiples vicisitudes procesales -entre ellas, al parecer, un primer archivo de la causa por la Audiencia Provincial, que entendió prescrito el delito-, la Audiencia Provincial de Barcelona les condenó hace ahora un año. Recurrida esa sentencia, la Sala 2ª del Tribunal Supremo acordó el pasado diciembre endurecer la condena impuesta y, en especial, inhabilitar al Sr. Sáenz para cualquier cargo relacionado con la banca, sanción que la Audiencia no le había impuesto (paradójicamente, a pesar de su naturaleza jurídicamente «accesoria» de la pena principal de prisión de 8 meses, será, con diferencia, la más gravosa para el Sr. Sáenz, pues le obligará a abandonar su actual cargo).

Conozco al Sr. Sáenz y le tengo respeto y aprecio, y nunca hubiera imaginado que pudiera ser condenado por un delito doloso del calibre del constatado por el Tribunal Supremo. Lo siento de verdad, porque tiene una merecida fama de buen gestor y los hechos delictivos que ahora le persiguen se produjeron hace ya más de 15 años. Pero parece lógico que el Tribunal Supremo castigue con severidad una conducta que, aunque pasada, debe calificarse de «mafiosa» y abominable en una entidad de crédito.

Tengamos presente que en la historia financiera y en la literatura -recordemos «El Mercader de Venecia» y la libra de carne que exigía de Antonio, su deudor – son bien conocidos los prestamistas y acreedores que, cual «tiburones» («loan sharks»), recurren a cláusulas abusivas o a métodos expeditivos y violentos para cobrar deudas. A poco de mi llegada a la Vicepresidencia del Banco Mundial para el Sector Financiero, pedí que se modificara un Manual del Banco sobre microfinanzas, que elogiaba una norma egipcia que establecía penas de prisión en caso de impago de préstamos, como ocurría en nuestro siglo XIX o en las obras de Dickens. Pero incluso en esos casos de cobro violento, lo habitual siempre ha sido que las deudas reclamadas por métodos ilegales fueran genuinas, no imaginarias -como la que reclamó Banesto a los cuatro empresarios-.

La Agencia Europa Press manifestó ayer con rotundidad, citando «fuentes jurídicas próximas al caso» -que supongo cercanas al Santander-, que la interposición de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional «paralizaría la ejecución de la sentencia», lo que permitirá al Sr. Sáenz mantenerse en su cargo. Esa información me sorprendió, porque como regla general la interposición de recurso de amparo no suspende la ejecución de la sentencia, según establece el apartado 1 del artículo 56 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. No obstante, según su apartado 2, el propio Tribunal Constitucional, si admite a trámite el recurso, podrá suspender la sentencia cuando su ejecución «produzca un perjuicio al recurrente que pudiera hacer perder al amparo su finalidad».

La inmediata inhabilitación del Sr. Sáenz entrañaría para él y para el Santander un grave perjuicio -suponiendo que más tarde el Constitucional le otorgara el amparo y anulara la condena-, pero ese grave perjuicio no haría que el recurso de amparo perdiera su finalidad, porque la anulación de la condena permitiría al Sr. Sáenz volver a actuar como banquero. En consecuencia, no está nada claro que el Tribunal Constitucional pueda dejar en suspenso la condena. Pero incluso aunque termine haciéndolo, me pareció bastante «bananero», petulante y poco respetuoso con el Tribunal Constitucional que, apenas conocida la existencia de la condena, «fuentes jurídicas próximas al caso» dieran por segura esa suspensión. Manifestaciones de ese tenor dan la razón a quienes -como mencioné en la Crónica «Las cadenas de la (in)justicia»- afirman que el recurso de amparo ante condenas penales actúa en la práctica como una tercera instancia «para ricos» («cadena de oro» le llamé entonces), para quienes el «Supremo» no es tal.

La recomendación número 32 del Código Unificado de Bueno Gobierno de las sociedades españolas cotizadas recomienda a las sociedades cotizadas que cuando a algún miembro de su Consejo se le abra un procedimiento penal por alguno de los delitos previstos en el antiguo artículo 124 de la Ley de Sociedades Anónimas (entre los que está cualquier de falsedad), el Consejo se plantee si el interesado debe o no dimitir.

Quienes la redactamos no consideramos el caso más grave de que el consejero fuera condenado por tales delitos, porque en tal caso el cese sería obligado, por exigencia legal. No contemplamos el supuesto que, al parecer, está considerando el Santander: que el Sr. Sáenz se mantenga en su supuesto, a pesar de la condena del Supremo, si el Constitucional la dejara en suspenso.

Con esa postura los directivos del Banco caen en esa confusión tan frecuente en los políticos: no distinguir entre las responsabilidades penales -en las que se aplica la «presunción de inocencia» y el derecho a recurrir hasta el final- y las responsabilidades sociales u honorabilidad de quienes ostentan puestos basados en la confianza social -en las que se aplica el «principio de precaución»: basta una sospecha fundada de un comportamiento «impresentable» (¡y no digamos una sentencia del Tribunal Supremo!) para que proceda la dimisión o suspensión en el cargo, incluso aunque uno resulte finalmente inocente o quede exonerado de responsabilidad penal. Por eso, me parece criticable la laxitud moral y «tragaderas éticas» que está revelando en este caso la dirección del Banco de Santander.

[En «Especulaciones morales» expuse en más detalle esa distinción entre «presunción (penal) de inocencia» y «principio (social) de precaución»]

Aunque Helmut Kohl y Alfredo Sáenz no son personajes comparables, ni son tampoco similares las circunstancias que han conducido a su descrédito -un asunto de financiación ilegal de su partido, en el caso de Kohl, una condena penal por una práctica bancaria delictiva-, el respeto profesional que tengo por ambos me ha traido a la mente lo que escribí respecto a Kohl en «el euro y el impulso maquiavélico»:

«La vida política pasa a veces grandes facturas por pequeños errores, y no toma suficientemente en cuenta los méritos del político que los comete. La perspectiva histórica permite, sin embargo, sopesar aciertos y errores, y compensar o «netear» débitos y créditos. Por eso, el Canciller Kohl pasará a la historia de la integración europea como uno de los mayores acreedores de quien somos deudores todos cuantos nos beneficiamos a diario del euro».

Manuel Conthe

23 Enero 2011

¡Qué putada lo de Sáenz!

Jesús Cacho

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“Joder, qué putada”. La frase corrió como la pólvora por la Ciudad Financiera del Santander en Boadilla del Monte.

“Joder, qué putada”. La frase corrió como la pólvora por la Ciudad Financiera del Santander en Boadilla del Monte. Era lunes 17 de enero, y a la niebla que esa mañana oscurecía los perfiles metálicos de las modernas instalaciones del banco en el oeste madrileño, vino a sumarse la noticia de que el Tribunal Supremo (TS) había decidido condenar a Alfredo Sáenz Abad, 68, número dos y hombre de confianza del patrón, Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos, marqués consorte de O’Shea, a ocho meses de cárcel, con inhabilitación para ejercer el oficio de banquero. El TS corregía y aumentaba una sentencia previa de la Audiencia de Barcelona que en diciembre de 2009 le había condenado ya por haber intentado cobrar a unos paisanos, por las bravas, un crédito de 640 millones de pesetas que a Banesto adeudaba una sociedad en suspensión de pagos de la que aquellos eran accionistas minoritarios. Sin que los aludidos hubieran firmado aval u otorgado garantía prendaria de ninguna clase, Sáenz pretendió afanar aquella pasta echándoles al cuello al famoso juez Estevill, experto en enviar gente a la cárcel a tanto la pieza. El fallo judicial dice que Sáenz quiso meter la mano en la cartera de unos honrados ciudadanos, y que además lo hizo inventándose una denuncia falsa, lo que en Derecho se llama estafa procesal. Demasiado para el banquero mejor pagado de España e islas adyacentes.

A primera hora de ese lunes, la cúpula celebró en la Ciudad Financiera reunión de su Ejecutiva. Ante el gesto contrito del propio Sáenz, Botín tomó el mando: “Cómo no hay nada definitivo todavía, de aquí no sale una palabra sobre este asunto. Prohibido. Punto y final”. Y la consigna se siguió al pie de la letra de puertas afuera. Quienes, expectantes, sospechaban que el episodio podía suponer un varapalo para el banco en Bolsa, se llevaron ese día un buen chasco. La acción prácticamente no se movió, lo cual permite extraer algunas interesantes conclusiones al margen del escándalo que desde el punto de vista jurídico y moral atañe al caso. La más importante, para la marcha del negocio y la estabilidad del banco, es que el abandono del cargo por parte de Sáenz resultaría irrelevante. “La potencia del grupo es tan grande, su estructura tan fuerte, el portaaviones tan poderoso, que el negocio seguiría su rumbo sin inmutarse, sin desviarse un grado a babor o estribor”, asegura un gran conocedor de las tripas de la casa.

“Quien ha hecho grande al Santander ha sido Emilio Botín. Suyas han sido las dos o tres grandes decisiones estratégicas, caso de las compras en Reino Unido y Brasil a las que se opuso por igual un Sáenz que pensaba que eran dos operaciones tan costosas como arriesgadas”, cuentan en la Ciudad Financiara. La impronta del consejero delegado ha quedado en la capacidad para ganar dinero en el día a día a través de una maquinaria, una red, muy engrasada e igualmente exigida. “Eso sí es de Alfredo, un hombre que, a base de tecnología, ha mecanizado la gestión con un grado de eficiencia tan alto que su continuidad o no al frente de ese aparato es ya una anécdota, porque todo seguiría funcionando igual de bien con otro al frente, simplemente siguiendo las pautas ya establecidas”.

El episodio del TS ha venido a poner de manifiesto la estrechez de la cúpula del Santander, la cortedad de banquillo de un grupo extendido ya por los cinco continentes
¿Cuál es el problema, entonces? Para Emilio Botín esta sentencia llega en un mal momento, de ahí que necesite estirar los plazos, recurrir ante el Constitucional, mover Roma con Santiago y ablandar voluntades para retrasar en lo que pueda la retirada de su segundo. A cuenta de las tensiones financieras que sacuden los mercados y que tienen a la deuda española en el punto de mira, el cántabro está viviendo los meses más tensos de su vida. “Mi hermano está que no vive”, aseguraba la pasada Navidad Jaime Botín, también llamado el navegante, de visita en Madrid. “La situación es tan delicada que España podría llevarse por delante un bancarrón como el de mi hermano”.

Ana Patricia dará directamente el salto a la presidencia

Las alternativas a Sáenz no son muchas. El episodio del TS ha venido a poner de manifiesto la estrechez de la cúpula del Santander, la cortedad de banquillo de un grupo extendido ya por los cinco continentes. También algunas lagunas en lo que a la “inteligencia corporativa” se refiere. O los servicios de información de la casa –eficaces en grado sumo, como ha quedado demostrado por el silencio de la mayoría de los medios de comunicación españoles- se han dormido en los laureles o confiaban demasiado en la pastueña Justicia española, porque de otra forma no se entiende la marcha de Ana Patricia Botín al Reino Unido para hacerse cargo del negocio británico, un movimiento que casi con seguridad “no se hubiera producido de haber existido el temor de que esto podía pasar”. El caso es que ahora se antoja complicado deshacer ese cambio y hacerle regresar a España, entre otras cosas porque ello vendría a ratificar la cortedad de ese banquillo, poniendo en evidencia que, tras la marcha del portugués Antonio Horta al Lloyds, el Santander no tiene más remedio que echar mano de la hija del dueño para sustituir al consejero delegado.

Lo ocurrido con Sáenz, en todo caso, acelerará el proceso de relevo en la cúpula que la propia edad de Don Emilio, camino ya de los 77 años, empieza a reclamar de forma natural. “Ocurre que Emilio tiene cada vez más difícil elegir sucesor, porque el paso del tiempo va restringiendo de forma paulatina su margen de maniobra. Él no sabe hacer otra cosa más que trabajar y, como todo tipo importante, de alguna forma se siente inmortal”. Botín es, en efecto, un tipo que vive por y para el banco, y reclama de sus subordinados a todos los niveles el mismo grado de entrega, de disponibilidad total, a cualquier hora del día, en cualquier día del año. “Emilio te roba tu vida, pero te paga su precio en oro, y además vives sentado en una poltrona de gastos, de parafernalia, de aviones privados, de hoteles de lujo… A partir de cierto nivel no hay vida privada, porque todo tu tiempo pertenece al jefe, y llega un momento en que ya no sabes salir de esa maraña. La reflexión, dolorosa, llega con la edad, cuando, con cincuenta y tantos tacos te das cuenta de que nunca cruzarás la meta en primer lugar, nunca llegarás a la cima porque el placer de contemplar el mundo desde cúspide está reservado para una sola persona, la hija del jefe”.

Desde hace tiempo es moneda de curso legal en el BS que si algo le ocurriera al jefe de forma repentina, el sucesor sería Alfredo Sáenz. Sin dudarlo. Pero si el relevo se produce con Don Emilio en plenas facultades, la sucesora en la presidencia, la sangre manda, será Ana Patricia, quien, tras su estancia en Gran Bretaña, dará directamente el salto a la presidencia. “Emilio desconfía de un nombramiento de la hija como consejera delegada en plan rodaje. Difícil vender ante los mercados la posición de Ana Patricia, 51, como número dos, con su padre como número uno. Demasiado obvia la imagen de banca dinástica. Demasiado riesgo, además, porque si bajo su mando al banco le ocurriera algún percance importante, eso le inhabilitaría para la presidencia. Nadie puede impedir ese nombramiento. Ni mercados, ni Gobierno, ni Banco de España. “será una decisión del Consejo de Administración y punto”.

Es la hora de Francisco Luzón

¿Vale para el cargo? “Para Botín, como para tantos padres, su hija es la mujer más inteligente del mundo. A lo largo de su vida, Emilio ha visto desfilar por el Santander a mucha gente importante, consejeros, ejecutivos y gente variopinta. Y piensa que todos han desaparecido, y que solo su fortuna sigue inalterable por encima de crisis y enganchones varios, de modo que esa misma estrella seguirá orientando la labor de su hija a la hora de proteger la fortuna familiar”. ¿Ha llegado la hora de Francisco Luzón? El ex de Argentaria, 63, en la actualidad responsable de América Latina, es un tipo muy bien considerado por Botín, y el segundo que más gana en el organigrama del banco, en cuyo contrato figura expresamente su derecho a despachar directamente con Don Emilio sin pasar por Sáenz. “Su verdadero valor ha consistido en estar en la reserva como potencial sustituto de Sáenz. Siempre se dijo que si a éste le pasaba algo o le daba la ventolera un día, el sucesor inmediato sería Paco Luzón que, como el propio Sáenz, es un gestor de primer nivel. Ese momento puede haber llegado”.

Lo ocurrido con Sáenz, en todo caso, acelerará el proceso de relevo en la cúpula que la propia edad de Don Emilio, camino ya de los 77 años, empieza a reclamar de forma natural
Una ventaja añadida como sucesor sería que, llegado el momento, Luzón abandonaría el banco al tiempo que el propio Botín, algo que el cántabro tenía pactado o casi con Sáenz: irse de la mano, para dejar el camino expedito a Ana Patricia. Una alternativa cómoda sería la de Matías Rodríguez Inciarte, estrecho colaborador que fue del ex presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, y en la actualidad vicepresidente y miembro de la comisión ejecutiva, un hombre muy “político”, especie de embajador-para-todo en aquellos compromisos que el jefe no quiere asumir porque le aburren.

Llamadas de auxilio a Zapatero y Rajoy

Banquillo estrecho, pues, si bien el banco dispone de un segundo nivel de gente tan preparada como valiosa, “aunque jóvenes aún para asumir tan alta responsabilidad”, caso de Juan Guitart, descrito como “una mente prodigiosa, más en la órbita de Ana Patricia que en la de Sáenz, responsable de Auditoria, que es asunto muy importante en el Santander”, y caso también de José Antonio Álvarez, actual director financiero, “sin duda la mejor cabeza con que cuenta el banco, hasta el punto de que si Sáenz hubiera llegado a presidente él habría sido su consejero delegado”, y ello a pesar de no contar con perfil botiniano, “porque, conforme se va haciendo mayor, Emilio prefiere rodearse de quienes le han sido siempre fieles, gente como Tejón, Benjumea, los Inciarte, o Javier Marín, su niño mimado y ocasional compañero de golf, a pesar de todos sus desastres”.

Ahora el relevo generacional está cada vez más cerca. Con esa sensación de superioridad que produce el Poder con mayúscula, la maquinaria del banco ha empezado a trabajar a tope para torpedear la sentencia del Supremo, y ello a pesar de que la salida de Sáenz resultaría, como se ha dicho, irrelevante para la buena marcha del grupo. El intercambio de llamadas con el presidente Zapatero, del que Botín ha sido animador en la sombra e incansable asesor de reformas, ha sido una constante estos días. También se han cruzado mensajes con un Rajoy a quien el banquero invitó por primera vez a almorzar en el palacete familiar de Santander el martes 26 de octubre pasado (jornadas del Instituto de Empresa Familiar). Se trata de que el Constitucional que ahora preside el bizcochable Pascual Sala admita cuanto antes el amparo, paralizando la ejecución de la sentencia del TS, de modo que Sáenz –un hombre que en los USA estaría “a la sombra” haciendo compañía a Madoff, a cuenta de la tropelía cometida con Pedro Olabarría- y el propio Emilio puedan abandonar el Santander tranquilamente de la mano antes de que el alto tribunal, ad calendas greacas, alumbre una sentencia que, para entonces, poco o nada interesará a nadie. Cosas de la patria mía.

26 Noviembre 2011

Indulto, sistema y sociedad civil

Mario Conde

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El indulto a Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, inundó ayer las redes sociales y generó una repulsa social de proporciones nada desdeñables. Me encontraba en Ourense, en la galería Sargadelos, para presentar en esa ciudad y en un sitio emblemático de la misma -el nombre Sargadelos evoca respeto en Galicia- mi ultimo libro, “de aquí se sale” y pude pulsar entre el público asistente la tensión interna que la decisión del gobierno, aireada de manera parcial por los telediarios, les había provocado. En el turno de ruegos y preguntas, uno de los presentes, el imperturbable D. Amador Rego Villar, se despachó a gusto sobre la trayectoria del indultado, y a pesar de que lo que dijo fue sencillamente brutal, -aunque en ningún momento falso- su alocución fue recibida con un sonoro aplauso. Por mi parte me dediqué, ante la demanda de los asistentes, que superaban la cifra de doscientas personas, y muchos se fueron sin poder ni siquiera presenciar el estrado por la aglomeración que cubría el pasillo de acceso, me dediqué -decía- a exponer el asunto de la manera mas aséptica posible, y lo hice alejado de cualquier connotación personal, porque el caso, lo que ha sucedido, tiene mucha mas importancia de la que parece si se efectúa un adecuado análisis político. He aquí la síntesis de mis palabras en ese momento.

Sáenz conoció todo lo real en torno a Banesto. Supo, obviamente, el estado real de sus cuentas y la falacia de los dictámenes con los que se pretendió cubrir la decisión política. Lo supo de primera mano y nadie mejor que él. Pero no se trataba solo de conocer las cuentas de un gran banco. La cosa iba mucho mas allá porque se engañó a cientos de miles de accionistas. Y se puso en marcha una comedia política con una Comisión de Investigación ¡de una entidad privada!, y ante el fracaso de todo ello se dispuso que la solución era poner a trabajar a la Justicia Penal con la excusa de que yo quería cambiar el Sistema, como reconoció Pascual Sala, hoy Presidente del Tribunal Constitucional, en una cena en la que uno de los asistentes, que escuchó esas palabras literales, resultó ser familiar agnaticio mío.

Sáenz se dio cuenta de la dimensión política del caso. El relato de la verdad tendría unas consecuencias terribles para el Sistema, porque los españoles descubrirían su verdadero funcionamiento. Pero, claro, además se percató de la posibilidad de hacer un gran negocio porque oficialmente Banesto tenía que valer poco -decían que nada- y realmente valía mucho. Así que se puso en contacto con D. Emilio Botín, cuya familia -y lo comprendo muy bien- siempre deseó adquirir Banesto y le transmitió la información real, por lo que, haciendo uso de su derecho a comprar regalado, el Banco de Santander ofertó por Banesto 800 pesetas por acción cuando oficialmente debía valer cero.

Botín tenía información de primera mano. Se la dio la persona que mejor conocía la verdad: Alfredo Sáenz. Al tiempo, Botín entregó a Sáenz de modo gratuito un paquete de acciones del uno por ciento de Banesto, valorado en muchos miles de millones. Nadie recibiría un paquete de acciones de una entidad quebrada. Claro que no. Y menos aceptaría ser presidente de la misma, como sucedió con Sáenz una vez que Botín compró el Banco. Emilio Botín en mas de una ocasión ha reconocido -y es de agradecer-que el mejor negocio de su vida ha sido la compra de Banesto. Desgraciadamente los rumores que hoy afectan al banco no son buenos. Su precio por acción al día de ayer es un exiguo 3.2 €. Pero eso no quita que en su día compró a precio de saldo una entidad muy poderosa y muy valiosa. Solo su tecnología, viva al día de hoy, valía miles y miles de millones.

En fin, así fueron las cosas y uno ya puede imaginar que el conocimiento preciso, concreto, detallado tiene un valor incalculable. No es el banco, sino que, parafraseando a la campaña electoral americana, diría: es el Sistema, estúpido. Cientos de miles de personas engañadas, pactos subterráneos, manipulaciones del Banco de España, manejo de la Justicia, de jueces y Fiscales, de medios de comunicación….Se comprende que no es cualquier cosa. Es sencilla y llanamente el desnudo integral mas obsceno que imaginarse pueda. Y todo eso ha vivido y sigue viviendo, como el mejor conocedor de todo el proceso, en la cabeza de Alfredo Sáenz. Hace muchos años que escribí que esa información era una patente de corso para circular por los pasillos del poder en este país. Al igual que sucede, por ejemplo, con Antonio Navalón, el intermediario, porque, al margen de su indudable valía personal -moral es otra cosa- a pesar de todos los pesares y de las pruebas acumuladas acerca de su labor, sigue siendo el representante del Grupo Prisa en Méjico. Y es que si Navalón aporta datos, en un momento en el que el grupo PRISA parece financieramente muy afectado, con una acción cotizando a menos de 0,8 euros y con la pérdida de la familia Polanco como accionistas de mayoría, el daño podría ser letal.

Al Sistema le pasa lo que decía un cínico acerca del matrimonio. Si quieres que el matrimonio perdure -aseguraba- nunca digas la verdad y fomenta de modo progresivo las ausencias entre los cónyuges. Pues que Navalón no diga la verdad y que viva en Méjico. En el caso de Alfredo Sáenz, su destino en el Santander, al margen de su buen o mal hacer como banquero, al margen de una cualidad profesional que no le niega nadie, -lo humano es otra cosa- se encuentra protegido por cuanto acabo de decir.

Así que al enfocar el indulto concedido ayer pro el Gobierno que nadie le eche las culpas a Alfredo Sáenz ni a Emilio Botín. Ellos no han tomado la decisión. Son supuestamente los beneficiarios. Habrán presionado si se quiere, pero al final quien decide es otro y ese otro es el que asume la plena responsabilidad. Aquí no hay cohecho, ni propio ni impropio, porque que yo sepa nadie puede probar ningún regalo o compensación al Gobierno. Agradecimiento, sí, claro, pero es de bien nacidos saber ser agradecidos. De momento no hay nada y con las cosas serias no es conveniente jugar demasiado.

Pero sigamos. Quien ha decidido es un Gobierno en funciones, supuestamente de izquierdas. Y el delito que ahora se indulta consistió, según las sentencias del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional, en comprar a un juez -Estevill- para que a cambio de dinero metiera en prisión preventiva a unos inocentes, clientes de Banesto, con el fin de hacerles pagar unos dineros que no debían. Y ese es el delito que el Gobierno de Zapatero -el de la izquierda moderna y radical- ha indultado mientras se encontraba en funciones. Además, y para mayor inri, lo hace en contra del propio Tribunal Supremo que informó negativamente sobre la decisión.

La pregunta jurídica es: ¿Tiene competencia el Gobierno en funciones para adoptar esa decisión?. Pues creo que no. Puede tomar decisiones ordinarias y de trámite, pero un indulto, en tanto que es negar el principio de separación de poderes, no es un acto de trámite. Máxime cuando implica rechazar por dos veces decisiones firmes del Tribunal Supremo. No, para nada es de trámite. Solo la reacción social provocada ya lo indica. El Gobierno no puede hacerlo. ¿Se atrevería Zapatero a tomar esa decisión sin consultar con Rajoy, presidente in pectore? Pues no parece probable. Un medio de comunicación, Vox Populi de Jesus Cacho, lo afirma sin la menor duda. Y es que parece razonable que sea así. ¿Una trampa a Rajoy? Pues muy posiblemente, porque si su primer consentimiento a una decisión del gobierno en funciones, su primera responsabilidad es indultar a Sáenz, no parece que sea algo excesivamente brillante. Personalmente no puedo afirmar ni negar ese conocimiento. Solo creo que es razonable creerlo, aunque tratándose de Zapatero eso de la razonabilidad no parece que es una argumento sólido. En este caso es demasiado grueso. Su partido pedía impuestos adicionales para los banqueros, impuestos sobre las grandes fortunas, afirman que la banca tiene mucha responsabilidad en la crisis y van ahora y por la puerta de atrás indultan a un banquero por un delito de corrupción judicial. Parece muy raro, pero eso es lo que tenemos.

La pregunta política es: ¿que razones han llevado al Gobierno y en su caso a la oposición a tomar esta decisión?. Pues no constan, pero es licito que cada uno se forme el criterio que mejor crea que explica semejante decisión. ¿Porque si no le indultan tendría que dejar el banco de Santander en un momento delicado? Hombre, si el banco de Santander depende de una persona lo que mejor podrían hacer sus depositantes es retirar su dinero. No, el banco de Santander, ni ningún banco del mundo potente depende de una persona. ¿Que ocurriría si por desgracia falleciera en accidente? ¿Quebraría el banco? Es ridícula la argumentación. Según leo en la prensa, a la Asociación de Banca Privada le parece muy razonable el indulto por la trayectoria de Sáenz. No conviene llamarse a engaño. El portavoz en Miguel Martin subgobernador del Banco de España en la época de Banesto y hoy empleado del Santander, porque al fin y al cabo Santander y BBVA controlan totalmente esa llamada Asociación de Banca Privada.

¿Es recurrible la decisión?. Si claro que lo es, por desviación de poder. Por nulidad, porque el Gobierno en funciones no puede adoptar, no tiene legitimación para adoptar esa decisión. Puede ser discutible, pero que lo decidan los tribunales. ¿Quien puede recurrir? Pues los perjudicados por el delito de Sáenz. ¿Lo harán? No tengo ni la menor idea.

¿Y no les preocupa al Gobierno y la oposición el coste político de esta decisión?. Pues no. Primero porque saben que la sociedad española traga todo lo que sea porque, al final, como se ha demostrado, les vota y en paz. Ahora se comienza una nueva etapa, y dentro de nada esto estará olvidado. No es un buen comenzar porque alguien puede pensar, si esto es el principio, ¿cómo será el final?

Además que nadie tenga la menor duda de que ha sido negociado con los medios de comunicación social. Y no conviene rasgarse las vestiduras. Cualquiera en su posición lo habría hecho. Es un momento ideal. Los medios tienen una situación financiera terriblemente mala. El Santander es suministrador de fondos. Nadie puede atreverse a contrariar al Santander porque eso puede significarle, en estas circunstancias, su desaparición. Por eso dije ayer en Twitter que el tratamiento estaría pactado Y me referí expresamente a EL MUNDO y a EL PAÍS. Porque los conozco bien por dentro. Si EL MUNDO obligó en tiempos de bonanza a descafeinar una información muy comprometida para Sáenz que descubrió un redactor de la sección de Economía, obligó a cortar su relato, a reducir su importancia tipográfica, después le relevó de la seccion de Economía y le envió a “nacional”…si todo eso sucedió en otras épocas, con mejor situación económica, ¿que iba a ocurrir hoy?. Pues lo que ha ocurrido. En EL PAÍS la noticia ocupa un cuarto de pagina de tercera fila. En EL MUNDO se mueven con algo mas de sutileza. Pero en el fondo lo mismo. Cuanto menor relevancia tenga en los medios a noticia mas precaria es su situación económica y mas reducida su real independencia. En el diario EL MUNDO estas cosas las trabajan algo mejor que en EL PAÍS, y se bien lo que digo, pero en todo caso las trabajan, las cocinan, para que se note menos, pero para que se consigan los objetivos marcados.

Pero lo de menos ahora es el indulto a Sáenz. El asunto va mas allá. Personalmente me alegro porque despeja muchas dudas. Ya no hay excusas, no caben ciegos ante las evidencias, ya solo quedan mercenarios. estamos ante una prueba mas, otra, de como funciona el sistema. Controlando los medios por via económica se controla la sociedad civil, y esta deglute lo que sea. Es la mejor prueba de como conciben las relaciones reales de poder. Como dice un amigo mío es lo que hay. Y quienes han decidido recibieron hace unos dias millones, muchos millones de votos de una sociedad que decía querer ser sociedad civil y asumir las riendas de su destino…..Es el principio, ¿como se andará el resto del camino?

Mario Conde