20 abril 1963

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) presenta a Grimau como un héroe y un mártir de la defensa de la libertad

El dirigente del PCE, Julián Grimau, condenado a muerte y ejecutado por el franquismo acusado de asesinatos y torturas durante la Guerra Civil española

Hechos

El 20 de abril de 1963 se hizo público que que el dirigente del Comité del PCE, D. Julián Grimau fue condenado a muerte y ejecutado en un Consejo de Guerra acusado de asesinatos y torturas durante la Guerra Civil española.

Lecturas

D. Julián Grimau fue detenido en Madrid el 7 de noviembre de 1962. Desde mediados de los años cincuenta, actuaba en la clandestinidad como agente del Partido Comunista de España a las órdenes de D. Santiago Carrillo.

Llevado a la temible Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol fue interrogado y presumiblemente sometido a tortura. Durante esa etapa ‘cayó’ por una de las ventanas al balcón. Abriendo el debate de si había sido arrogado por la policía franquista durante una sesión de tortura o un intento desesperado de suicidio [D. Jorge Semprún apunta a esta segunda opción].

Ser dirigente comunista está penado con prisión (como recientemente le pasó al Sr. D. Pere Ardiaca o el Sr. D. Antoni Gutiérrez Díaz), pero en el caso del Sr. Grimau tenía un punto mayor: estaba acusado de haber cometido crímenes durante la Guerra Civil española.  El Sr. Grimau había actuado durante la guerra civil como responsable de comisarias en Berenguer el Grande en Barcelona y había dirigido checas.


ACUSACIONES DEL FRANQUISMO CONTRA JULIÁN GRIMAU:

Se le acusaba de crímenes durante la Guerra Civil Española tanto en Madrid como en Barcelona ejerció como Jefe de la Brigada de Investigación Criminal y de la checa instalada en los sótanos de la casa número 1 de la Plaza de Berenguer donde, según la acusación, cometió torturas a prisioneros. Entre ellos habrían sido torturadas y asesinadas Dña. Sara Jordá, Dña. Joaquina Sol, D. Manuel Vara Colón y el juez D. Joaquín Serrano Rodríguez. También se le acusó de la tortura del Sr. Sánchez Catalina (cuya esposa fue violada).

 

ELOGIOS A GRIMAU DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Mientras la dictadura española presentaba al Sr. Grimau como un criminal, la dictadura de la Unión Soviética presentaba al ejecutado como un héroe:

«Grimau es la encarnación de las más altas virtudes del hombre español. Modesto, sencilo, abnegado, valiente. Su vida es un ejemplo de rectitud, de bondad, de entrega total a la causa de su pueblo, a la causa de la libertad». (Radio Moscú, 17.04.1963).

¿REUNIÓN DE JULIÁN GRIMAU CON EL MARQUÉS DE VILLAVERDE?

Según el Sr. Pepe Dominguín, torero que se declaró amigo de D. Julián Grimau, poco antes de su detención el dirigente comunista había compartido copas con el marqués de Villaverde (casado con la única hija del General Franco).

MENSAJE DESDE LA URSS DE DOLORES IBARRURI ‘LA PASIONARIA’ ANTE LA MUERTE DE GRIMAU:

20 Abril 1963

Julián Grimau, condenado a muerte

LA VANGUARDIA Española (Director: Xavier de Echarri)

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Impresionante lista de detenciones, torturas, asesinatos, expoliaciones y actos deshonestos durante la guerra de liberación.

La autoridad judicial competente ha confirmado la sentencia de pena de muerte dictada por el Consejo de Guerra en la causa instruida por el procedimiento sumarísimo contra el dirigente comunista Julián Grimau, acusado de crímenes y otros hechos delictivos cometidos durante nuestra guerra de Liberación, y que volvió clandestinamente a España en calidad de miembro del comité central del Partido Comunista.

Vista de la causa

En el día de ayer se celebró el juicio contra al dirigente comunista Julián Grimau en audiencia pública, a la que asistieron también numerosos periodistas nacionales y corresponsales extranjeros.

Leído el apuntamiento en el que se relatan los cargos contra el procesado Julián Grimau fue interrogado por el fiscal, ante el que pretendió no recordaba muchos de los hechos en que intervino o intentó justificarlos alegando que él como, como miembro de la Policía de la zona roja, se había limitado a cumplir órdenes que recibía de sus superiores. El acusado estuvo asistido por un defensor militar y un abogado civil.

Interrogado del procesado

A las preguntas del ministerio público el procesado reconoció que tras haber pertenecido a otras organizaciones del Frente Popular se afilió a fines de 1936 al Partido Comunista, al que ha pertenecido desde entonces llegando a ocupar en el puestos de confianza y responsabilidad hasta el punto de que en el V Congreso, celebrado en Praga fue elegido miembro del Comité Central, cargo para el que fue reelegido posteriormente y que ostentaba todavía cuando fue detenido en España a donde llegó para dirigir la acción subversiva ordenada por el partido.

Actuación en la retaguardia roja

Grimau afirmó después que él mismo no sabe explicarse cómo, a los pocos días de haber marchado voluntario al frente de Toledo, fue llamado a Madrid para ocupar un alto puesto en la Brigada de Investigación Criminal, en la que llegó a alcanzar una gran influencia. Dijo que pese a encontrarse en edad militar, contaba entonces veinticinco años, entendió que también en la retaguardia había difíciles misiones que cumplir y que como miembro de la Brigada intervino en numerosas detenciones, siendo posible que entre las personas arrestadas no pocas de las cuales fueron asesinadas después, hubiese alguna que no hubiese cometido ningún delito común y que se fueran detenidas sólo por sus antecedentes políticos. Reconoció que por sus servicios fue premiado en numerosas ocasiones con recompensas en metálico y ascensos hasta alcanzar el puesto de secretario general de la Brigada con jurisdicción en Madrid, Barcelona y Valencia.

Informa el vocal ponente

El vocal ponente enumero, después de estas declaraciones de Grimau, una impresionante lista de detenciones, torturas, asesinatos, expoliaciones y actos deshonestos en los que intervino el procesado, quien afirmó no recordar algunos de los hechos, negando otros e incurriendo en algunas contradicciones como al decir que nunca intervino en los interrogatorios de los detenidos en una checa de Barcelona para reconocer luego que sí lo hizo en su propio despacho, pero no en los calabozos.

Triste relación

De la declaración hecha por el vocal ponente podemos dar estos datos:

Desde el día 15 de agosto de 1936 pertenece a la llamada Brigada de Investigación Criminal. Como miembro de la Brigada participó en registros, expoliaciones, detenciones y asesinatos. Con aval y recomendación del partido comunista fue ascendido a secretario y luego a jefe de esta Brigada.

Ante el tribunal que le juzgó reconoció sus ascensos y pretendió ignorar las caucas, diciendo que seguramente fue premiado por su celo en la detención de delincuentes comunes. ¿Cómo puede aceptarse esta explicación cuando los comunistas nucleaban la policía?

Bajo sus órdenes en esta etapa fueron detenidos, expoliados y asesinados:

Don Ismael Alonso de Velasco, médico: don Francisco Cozar García, biselador y don Miguel Daura Ramírez.

Pasó a Barcelona, desde además de jefe de la Brigada de Investigación Criminal lo era de una ‘checa’ instalada en los sótanos de la casa número 1 de la Plaza de Berenguer el Grande, donde con su intervención por orden suya y siempre con el consentimiento fueron sometidas a tortura numerosas personas.

Desde principios de 1936 se señalan, confirmados por las investigaciones policiacas y por las autoridades judiciales correspondientes los siguientes hechos:

Detención y tortura de doña Sara Jordá y doña Joaquina Sol, después asesinadas.

Detención y tortura de don Nicolás Riera Marsa.

Detención y tortura del jefe técnico de Transradio Española, señor Sánchez Catalina, cuyo domicilio fue saqueado. Intento de violación de su esposa.

Detención, tortura y ejecución de don Joaquín Serrano Rodríguez, juez de instrucción de Tarrasa.

Detención, tortura y saqueo de su domicilio de don Manuel Vara Colón, más tarde condenado a muerte y ejecutado.

Detención y tortura de don Celso Mira Martín, doña Mercedes López y don Eduardo Roma Argente, obligados a firmar declaraciones falsas.

En su checa de la casa num. 1 de la plaza de Berenguer el Grande de Barcelona utilizaba diversos sistemas de tortura.

A don Julián Vilalta y a don Francisco Font le fueron aplicadas unas placas eléctricas incandescentes que les producían quemaduras horrorosas.

A don Fernán Tárrega Carrillo le quemaron los pies con un soplete para obligarle a declarar y después fue ejecutado.

Otros instrumentos de tortura comprobados por declaraciones de los supervivientes son:

Un dispositivo eléctrico acoplado a una silla, donde colocada a las víctimas.

Una cuerda de violín, que aplicada sobre la garganta provocaba una agobiante asfixia que enloquecía al torturado.

Un sillón de los que se usan en las peluquerías, donde los detenidos eran maltratados largas horas, hasta arrancarles la declaración que se deseaba de ellos.

Tropelías con las mujeres detenidas.

Intervención de la defensa

Antes de intervenir la defensa, Grimau contestó negativamente a la pregunta de si había tenido contacto con agentes soviéticos a su regreso de Cuba, donde había residido durante algún tiempo. Dijo también que él no sabía que las embajadas soviéticas tengan agentes, lo que provocó risas entre el auditorio.

Actuó luego la defensa, en presencia del abogado civil del procesado modificando sus conclusiones provisionales y alegando, esencialmente, que los actos del procesado respondieron a la obediencia a que estaba obligado respecto a sus superiores. También señaló falta de pruebas en algunos hechos relatados e invocó por última la magnanimidad de los juzgadores a favor de su defendido.

Actuación del fiscal

El representante de la ley refutó, en una intervención final las alegaciones de la defensa, poniendo de manifiesto que no era precisamente el ministerio público el que quería extremar el rigor contra el procesado sino que era la gravedad de los propios hechos probados cuya naturaleza repugna a todas las conciencias y determina la petición de la pena de muerte, con el responsable directo de la comisión de estos delitos.

Grimau se considera inocente

Por último, concedió el presidente la palabra al procesado para que pudiera alegar en su descargo aquello que creyera necesario. Julián Grimau reiteró que se consideraba inocente de los delitos que se le imputaban, puesto que sus actos estuvieron determinados por su condición de militante de Partido Comunista, de cuya condición no abdicaría nunca como tampoco ha negado nunca ser miembro y hombre de confianza del comité central, y que había recibido la misión ahora de organizar en el interior de nuestro país, actividades subversivas.

Con estas declaraciones acabó el juicio cuya duración fue de más de cuatro horas quedando conclusa la vista para la sentencia que hemos dado al comienzo de esta información.

"Mis conversaciones con Franco"

Francisco Franco

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27-04-1963

Volvemos a hablar del fusilamiento de Grimau. Digo a Franco que se comentaba que en el Consejo de Ministros que aprobó la sentencia había unos que estaban contra la ejecución, y otros que eran de criterio más firme, y que estos últimos eran los militares. Franco me dice:

“Para todos fue doloroso tener que aprobar la sentencia, pero era un deber hacerlo. Con frecuencia se conmutan penas cuando es grande el tiempo transcurrido desde que se cometió el delito; pero ahora estábamos ante un caso especial, el de un criminal jefe de checa que asesinó despiadadamente con terribles torturas a muchos españoles cuyas familias viven y claman justicia contra el feroz asesino de sus deudos. No había más remedio que aprobar la sentencia, y en esto está todo el consejo de acuerdo. Es verdad que el ministro de Asuntos Exteriores pronunció unas palabras diciendo que había que tener en cuenta la campaña que se desataría contra el régimen y contra mí en el extranjero. Le contesté que ello sería injusto y lamentable, pero que el cumplimiento del deber obligaba a que la sentencia fuese cumplida. No hubo la menor diferencia entre ministros militares o civiles, todos opinaron lo mismo”.

Memorias

Santiago Carrillo

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La detención y martirologio de Julián Grimau en Madrid, el año 63, fue un rudo golpe para todos nosotros. Le entergó a la policía, en una cita clandestina, un traidor, de apellido Lara, que después de aquello desapareció en el anonimato y del que no volvimos a tener noticia. Para la fecha de su detención Julián hubiera debido estar en París, descansando, en aplicación del método de la rotación de los dirigentes que trabajaban en el interior. Pero se había negado a salir de Madrid en un momento de gran tensión internacional – la crisis de los misiles en Cuba – cuando había habido que anticipar la salida de otro de los miembros de la dirección madrileña y ésta podía quedar seriamente debilitada.

Julián, que había sido siempre uno de los responsables del aparato interior, conocía prácticamente todo sobre nuestra actividad clandestina; era una presa muy valiosa para la policía política franquista. Nunca tuvimos una información concreta de lo que sucedió en la Dirección General de Seguridad con él. Lo cierto es que a las pocas horas de iniciar su interrogatorio le lanzaron por una ventana a la calle y estuvo a punto de morir a consecuencia del choque de su cabeza con el pavimento. Intentaron asesinarle presentando el hecho como un ‘intento de suicidio’.

Amañaron un indigno proceso, con falsos testigos y declaraciones igualmente falsas y contradicotiras, y un tribunal militar compuesto ilegalmente – después se comprobó que el asesor jurídico no tenía el título de abogado prescriptivo para tales funciones – le condenó a muerte. Sus cartas a su esposa Angelita y a sus hijas son ejemplares por la serenidad y el amor que revelan. Una vez condenado se le permitió unas horas en el patio de la cárcel con los otros presos políticos, que hablaban y no acaban de su valor y su ejemplar actitud.

Nikita Jruschev por primera y única vez de dirigió a Franco pidiéndole la anulación de la sentencia. Ni las presiones de eminentes personalidades, ni las masivas manifestaciones que con tal fin se realizaron en toda España, ni las gestiones hecas en España dieron resultado. Julián Grimau fue fusilado al amanecer del 20 de abril de 1963.

En la parodia de juicio que se le hizo actuó como abogado el capitán Rebollo, que no tuvo tiempo para estudiar el sumario ni posibilidad real de hacer una defensa, pese a su buena voluntad. Rebollo abandonó después el Ejército y fue diputado a Cortes por el CDS y años más tarde me relató cuanto le había impresionado e influido en su propia evolución la personalidad y la conducta de Grimau.

Por encima de las infamias con que intentaron cubrirle en el proceso, Julián fue fusilado por el hecho de ser miembro del COmité Central del PCE y por haberse negado a hablar ante la policía, a pesar de las torturas.

Tras el crimen Angélita Grimau pidió en televisión que la sangre de Grimau fuera la última vertida en España, desgraciadamente el franquismo siguió matando todavía hasta el último año de su existencia. (pag. 488-489)

Memoria breve de una vida pública

Manuel Fraga

1980

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El lunes 15 de abril me encontré con una montaña de radios y telegramas en relación con el caso Grimau, el dirigente comunista conectado con graves acciones de las checas durante nuestra guerra. La organización comunista internacional funcionó con su acostumbrada perfección, y la campaña tuvo una fuerza enorme. Las postales, impresas con un texto común, llovían de todas partes; su petición hubiera sido particularmente útil en los países comunistas, pero allí nadie las podía hacer llegar.

El jueves 18 se ve por un Consejo de Guerra, la causa contra Grimau. Surgen tensiones de todas clases; me veo obligado a anular un proyecto viaje a Sevilla.

El viernes 19, Consejo de Ministros. Se examina a fondo la encíclica Paces in Terris. Pero el tema del día era si se indultaba o no a Grimau. Fue uno de los debates más difíciles que recuerdo; predominó la tesis negativa, y la sentencia se cumplió a las seis de la madrugada. La verdad es que los cargos (incluso de gravísimas torturas) eran muy serios; y que nunca se pudo comprender cómo un hombre con tal pasado pudo ser enviado a España. Llegó un telegrama de Jruschov [Nikita Kruschev], personal a Franco, que le leí a Franco por teléfono. Los rusos tomaron muy a mal que no se accediera a su petición de indulto.

23 Junio 1989

Al alba

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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EL 20 de abril de 1963, de madrugada, el dirigente comunista Julián Grimau, condenado la víspera por un consejo de guerra, fue fusilado en las afueras de Madrid. Más de un cuarto de siglo después, el fiscal general del Estado acaba de solicitar de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo la declaración de nulidad de aquella sentencia. La solicitud se apoya en el hecho de que, en contra de lo establecido por la propia legislación franquista, en el consejo de guerra no figuraba ningún licenciado en Derecho. Un tal Manuel Fernández Martín, que actuó como vocal ponente del consejo, en cuyas actas figura como comandante jurídico del Ejército, sería condenado tres años después por usurpación de funciones. Ese sujeto, que fue procurador en las Cortes de la dictadura y dirigente del sindicato vertical, se había hecho pasar por abogado, alegando que su título fue destruido por los rojos durante la guerra. Se demostraría que en realidad sólo había cursado dos asignaturas del primer curso de la carrera. El impostor fue ponente en numerosos procesos militares celebrados durante los primeros 25 años del franquismo. Por ejemplo, también a comienzos de los sesenta, en el del estudiante anarquista Francisco Sánchez Ruano, que fue condenado a más de 25 años de prisión, y que, al igual que los familiares de Grimau, lleva años luchando por esa reparación simbólica que supondría el reconocimiento de la ilegalidad de aquellos consejos de guerra.Reparación moral, porque nada devolverá la vida a Julián Grimau ni sus años de juventud a Sánchez Ruano. Pero con el valor simbólico del reconocimiento, a un cuarto de siglo de distancia, de la naturaleza arbitraria y corrupta de aquel régimen que convirtió los tribunales militares en escenarios de un ritual de venganza. Hoy no existe la pena de muerte, y los procesados gozan de las garantías propias de un Estado de derecho. Los descerebrados que afirman que «en el fondo nada ha cambiado» -los mismos que se complacen con las ejecuciones sumarias de ETA- sufren amnesia sobre lo que fue aquel régimen terrible que incluso en su etapa madura, cuando celebraba sus primeros 25 años con la pretensión de haberse dotado de legitimidad y juridicidad, seguía condenando a sus enemigos políticos en parodias de juicios como la que sirvió para segar la vida de Julián Grimau. Hace 26 años. A los cinco meses de su detención y unas horas después de que el Consejo de Ministros diera el enterado a la condena firmada por el impostor y sus compañeros de consejo de guerra.