26 abril 1984

La fiscal de la Audiencia Nacional, Carmen Tagle, fue la encargada de investigar los posibles delitos que hubiera cometido el ex propietario del holding

El empresario Ruiz Mateos detenido en Francfort y extraditado a España para ser juzgado por posibles irregularidades en RUMASA

Hechos

El 25.04.1984 D. José María Ruiz Mateos fue detenido en el aeropuerto de Francfort por la Interpol alertada por la Justicia española.

Lecturas

1989_carmen_tagle Dña. Carmen Tagle, fiscal de la Audiencia Nacional que instruyó el caso RUMASA.

29 Abril 1984

Al final de la escapada

Pedro J. Ramírez

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No es casualidad que el futbolista Butragueño, desde sus veinte años de chico como Dios manda, buen hijo de familia bien- de mayor quiero ser empresario, ¿Sabes – le dijera el otro día a Carmen Rigalt que Ruiz Mateos había sido durante mucho tiempo su ídolo, su modelo, su ejemplo a seguir. Y es que cuantos le conocimos en sus años de esplendor, creíamos que como mínimo era un gran personaje, un hombre singular, un magnate dotado de esa mágica audacia que puede llegar a sublimar hasta los negocios más ruines.

Ahora nos preguntamos: ¿Cómo puede un hombre tan listo resultar tan tonto? Desde el momento de la expropiación todos sus manejos y andanzas no son síno un catálogo de errores que le han ocasionado perjuicio tras perjuicio: 1) Huir del país, innoblemente, escondido en el maletero del coche. 2) Insultar al Gobierno democráticamente elegido por los españoles, desde la cómoda impunidad de un hotel londinense. 3) Lanzar torpes acusaciones contra alguno de los personajes – Termes, Botín, Valls – más respetados de nuestro establishment financiero. 4) Convocar a Londres al estrafalario sindicalista Justo Fernández, en medio de la rechifla general. 5) Utilizar el viaje de dicho personaje para iniciar toda una campaña de indignas insinuaciones nada menos que contra el Rey Juan Carlos – cada día más amado y respetado por todo tipo de ciudadanos – y pilotada nada menos que desde territorio regido por su graciosa majestad la reina Isabel, pariente, como cualquiera sabe, de nuestro soberano. 6) Responder al polémico y apretado fallo del Tribunal Constitucional con una sonrojante descalificación global a la justicia española. 7) Denostar a todos los medios de comunicación, tras haberlos intentado manipular durante meses refugiándose tan sólo en la protección filogolpista del diario EL ALCÁZAR. 8) Amenazar al Estado en su conjunto con una rueda de Prensa internacional, destinada a desprestigiar las instituciones españolas ante los ojos del mundo. 9) Fingir una desaparición forzada dando pie a todo tipo de rumores, insinuaciones y hasta groseras acusaciones, para recalar en un hotelucho caribeño de media estofa con la esposa más bien algo ‘carroza’ de un avezado tiburón. 10) Presentarse en uno de los aeorpuertos más vigilados del mundo, perteneciente a un país activamente amigo de España y con tratado de extradición en vigor, llevando pistola y pasaporte falso en la maleta.

Para un año y pico, no hay quien de más. Si en lugar de todo eso Ruiz Mateos se hubiera quedado dignamente en su casa de Somosaguas, respondiendo una por una, con rigor y aplomo, a las requisitorias de la justicia, administrando sus palabras con grandeza y sentido de la distancia, capitalizando la inquietud que en cualquier empresario ocasional los procedimientos empleados por el Gobierno y las generalizadas sospechas en torno a la forma en que elaboró y filtró la sentencia del Tribunal Constitucional, beneficiándose comparativamente de la desastrosa gestión que el sector público viene realizando del ‘holding’ s situación sería muy distinta y hasta es probable que la opinión pública empezara a ponerse de su parte no sólo en la forma, sino también en el fondo del problema.

Bastará que transcurra un poco de tiempo – cinco o diez años, tal vez – para que nadie dude de que ese exuberante Creso de chaqueta cuadrada y pañuelo sobresaliendo en pico que te recibe con ademanes ampulosos en la cima de su imperio y ese pobre diablo, desesperado porque no sabe alemán, que sólo quiere ver a su esposa y recorre paranoicamente los ocho metros cuadrados – lavabo, inodoro, mesa, silla – de su celda de la prisión de Preugeshoim, nunca dejaron de ser una misma persona. Y así que pasen veinte años, cuando los perfiles anecdóticos de la memoria se diluyan dando paso a la verdadera subrealidad de las cosas, descubriremos, por fin, que todo ello sucedió a la vez.

Pedro J. Ramírez