25 septiembre 1973

Fue necesario que su fiel Campora cambiara la ley para que el ex presidente pudiera volver a presentarse tras tantos años exiliado en España

Elecciones Argentina septiembre 1973: El General Perón arrasa y vuelve a asumir la presidencia del país

Hechos

  • General Juan Domingo Perón-María Estela de Perón- 7.360.607 votos (61,8%)
    Ricardo Balbín-Ricardo de la Rua – 2.901.910 votos (24,44%)
    Francisco Guillermo-Martínez Raymonda- 1.445.126 votos (12%)

Lecturas

Estas elecciones son el resultado del triunfo peronista en las elecciones de marzo de 1973 que dieron el triunfo a Campora que ya informó que sólo sería presidente transitorio hasta el regreso de Perón. 

La candidatura encabezada por Perón para la presidencia y su esposa María Estela Martínez (llamada Isabel Perón e ‘Isabelita’) para la vicepresidencia, obtuvo el 61,5% de los votos.

Sus rivales fueron la candidatura radical de Ricardo Balbín-Ricardo de la Rua – 2.901.910 votos (24,44%) y en tercer lugar la candidatura Francisco Guillermo-Martínez Raymonda- 1.445.126 votos (12%).

Dña. María Isabel Martínez ‘Isabel Perón’, esposa de Perón, será la Vicepresidenta de Argantina, que habrá de suceder al Presidente en caso de muerte o incapacidad.

Perón morirá en julio de 1974.

25 Septiembre 1973

Vía Distinta

LA VANGUARDIA (Director: Horacio Sáenz Guerrero)

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Anteayer domingo, 23 de septiembre de 1973, don Juan Domingo Perón ha sido elegido presidente de la República Argentina. La votación ha aportado más del cincuenta por ciento del total de los sufragios, por lo cual no es necesario una segunda vuelta: Perón es ya presidente electo de la República.

Se trata de un fenómeno en verdad muy curioso. Téngase en cuenta lo que tantas veces se ha dicho, a saber: que Perón llevaba 18 años en el exilio, después de haber sido derribado por un golpe de Estado militar, que siguió a un período de seria impopularidad. A través de estos años, y pese a cuanto se ha podido decir acerca de su conducta en la Casa Rosada, su figura, lejos de perder prestigio, la ha ido ganando más y más. La persona y el nombre de Perón se ha convertido en lo que los tratadistas de la ciencia política y los politicólogos califican como un ‘mito’. A miles de kilómetros de la Argentina, y bajo Gobiernos radicalmente antiperonistas, el ‘mito’ ha ido creciendo en lugar de esfumarse por el paso del tiempo. La fuerza de esta sombra, lejana, pero siempre presente en el trasfondo de la política argentina, ha sido tal que ha conseguido lo que raras veces logra este tipo de personalidad: mantenerse a través del paso de las generaciones. Parece absolutamente evidente que el justicialismo está muy lejos de contar no solamente con el fervor de los nostálgicos, es decir, los que podían recordar, por haberlo vivido, más o menos intensamente, el Gobierno de Juan Domingo Perón. No; es obvio que también muchos jóvenes, una gran parte de la juventud en suma, está con Perón, ha sido ganada por el prestigioso ‘mito’ del general ausente. Sin esto no se explicaría todo el extraordinario proceso de que la Argentina ha dado el espectáculo al mundo en los últimos meses. Es el espectáculo de una verdadera ‘restauración’ en la persona de un hombre cuyo prestigio pende de una leyenda, quizá, más que de una realidad.

Un punto debe ser considerado aquí, y que pesa gravemente sobre el régimen que ha gobernado la Argentina en los últimos 18 años. La responsabilidad de este régimen es enorme, puesto que no ha sabido aprovechar el momento de desprestigio que precedió y siguió a la caída de Perón, y las facilidades que ha tenido para gobernar a lo largo de casi un veintenio. Efectivamente, si el sistema nacido el 19 de septiembre de 1955 con la caída de Juan Domingo Perón hubiese tenido una política adecuada, el surgimiento del ‘mito’ hubiera sido imposible o, por lo menos, hubiera tenido menos fuerza de la que ha manifestado ser arrolladora. Los problemas económicos, sociales y políticos pendientes de resolución en Argentina no han encontrado siquiera vías de arreglo en los últimos 18 años. Puede decirse, incluso, que, en ciertos aspectos están agravados. La situación ha llegado a ser tal que era un callejón sin salida. Sin más salida, mejor dicho, que la de recurrir al formidable fantasma ultra-Atlántico.

Habrá que ver ahora cómo responde el presidente Perón a las esperanzas despertadas por el ‘mito’ Perón. Dejando aparte el carácter fabuloso de su prestigio, hay que tener en cuenta que Perón dispondrá de una base de apoyo político tan grande como muy pocas veces la ha tenido gobernante alguno, por lo menos entre Río Grande y la Tierra de Fuego. Perón puede aportar a la Argentina una ‘vía distinta’ de las que se reparten en los sistemas políticos de gobierno en las Américas Septentrional, Central y Meridional.

Aparte consideraciones políticas de toda índole, su presidencia presenta, sin embargo, serios motivos de duda; entre ellos no cabe desconocer la edad del electo que, con sus setenta y ocho años, tiene sobre los hombros una carga biológico-cronologíca muy pesada para iniciar una difícil etapa de gobierno, ya que no lo sería para ocupar plácidamente un sistema fuertemente consolidado. Como otra curiosa manifestación de la personalidad de Perón, cuya incidencia política es imprevisible por ahora: la necesidad en que por lo visto se encuentra de tener como primer colaborador político a su propia esposa. El áurea popular y la habilidad que sin duda tenía Evita, ignoramos si la actual esposa, doña Isabel Martínez – que habría de suceder al Presidente en caso de muerte o incapacidad – los posee en un grado semejante.