22 julio 1992

El caso Ibercorp empañó la etapa final del mandato de Rubio, aunque de momento no se han demostrado responsabilidades penales en el asunto

El Gobierno de Felipe González nombra a Luis Ángel Rojo Duque nuevo gobernador del Banco de España reemplazando a Mariano Rubio

Hechos

El 22.07.1992 D. Luis Ángel Rojo tomó posesión como nuevo Gobernador del Banco de España reemplazando a D. Mariano Rubio.

Lecturas

El 20 de julio de 1992 el BOE publicó la finalización del mandato de D. Mariano Rubio Jiménez como Gobernador del Banco de España. El Gobierno de D. Felipe González con D. Carlos Solchaga como ministro de Economía designa a D. Luis Ángel Rojo Duque como nuevo gobernador.

El Sr. Rubio ocupaba el cargo desde 1984, su mandato se ha visto empañado estos últimos días por el caso Ibercorp. La imagen del Sr. Rubio quedaría destrozada después de saberse que ocultaba dinero negro.

El mandato del Sr. Rojo Duque durará hasta el año 2000. 

29 Marzo 1992

Mariano Rubio: "Anhelo convertirme cuanto antes en un ciudadano privado"

Entrevista a Javier Ayuso y Andreu Misse

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El gobernador del Banco de España respondió a todas las cuestiones planteadas por EL PAÍS en una larga conversación mantenida el pasado miércoles en su despacho. Mariano Rubio no ocultó su bajo estado de ánimo, sus ganas de dejar el cargo cuanto antes, ni su irritación al pronunciarse sobre ciertos temas.

Pregunta. A estas alturas del escándalo Ibercorp, ¿se siente con fuerzas para seguir como gobernador hasta que concluya su mandato?

Respuesta. Como es lógico, el asunto Ibercorp me ha afectado mucho, y por muy diversas razones. Pero uno siempre saca fuerzas de flaqueza y mis decisiones ni han estado ni estarán en función de mis estados de ánimo, que procuro controlar, sino de lo que considere mejor para los intereses públicos.

P. Una cosa es poner el cargo a disposición y otra es dimitir. Si dimitió (¿dos veces?), ¿por qué no se fue a casa para disipar todas las dudas?

R. No nos perdamos en sutilezas verbales. El día 20 de febrero, después de comparecer ante la Comisión de Economía sobre el caso Ibercorp, le comuniqué al presidente del Gobierno mi deseo de abandonar el cargo por las relaciones personales que tenía con Manuel de la Concha, que siempre podrían poner en duda la objetividad de mi comportamiento, y por el hecho de que mi cuñado, Laurent Atthalin, ciudadano francés, había invertido en Sistemas Financieros en 1990. El presidente y el ministro de Economía y Hacienda me hicieron, sin embargo, una serie de consideraciones sobre la conveniencia de que no dimitiera, ante las cuales acepté continuar, aunque perfectamente consciente del coste personal que podría suponerme.

P. A pesar de todo, le siguen criticando la decisión de no dimitir de forma irrevocable…

R. Está claro que yo he sido el que ha reconsiderado mi decisión de dimitir tras escuchar al presidente del Gobierno. Lo que no puedo entender es que se me acuse de haber atendido a las explicaciones del presidente, que en un Estado democrático representa los intereses públicos. Yo no he dicho nunca, ni pretendo decirlo, que no me han dejado dimitir.

P. Su continuidad ha sido criticada en privado incluso por algunos íntimos colaboradores suyos. Altos cargos del Banco de España han señalado que su mantenimiento dañaba la imagen de la institución. ¿Se ha sentido suficientemente respaldado por sus colaboradores?

R. Durante todas estas semanas me he sentido absolutamente respaldado por todos mis colaboradores, y ello es una de las pocas satisfacciones que he tenido durante este tiempo.

P. ¿Se siente usted apoyado actualmente y de forma rotunda por Carlos Solchaga? ¿Y por el presidente de Gobierno?

R. Si no fuera así, no hubiera aceptado el sacrificio personal de seguir en el cargo.

P. ¿Continuaría después de julio si se lo propusieran?

R. Antes de que estallara el asunto Ibercorp dije que consideraba terminada mi etapa en el Banco de España, y, desde luego, después de lo ocurrido en estas ultimas semanas sería una prueba de masoquismo que me quedaran ganas de continuar en un cargo público, que pueden convertirlo a uno y a su familia en objeto de todo tipo de infamias. Anhelo por ello convertirme cuanto antes en un ciudadano privado.

P. ¿Por qué intervino usted personalmente en la resolución de una crisis cuyos protagonistas eran muy amigos suyos? ¿No opina que, la actuación del gobernador del Banco de España tiene que seguir la máxima de la mujer del césar: ser honrada y parecerlo?

R. Desde el primer momento de la crisis de Ibercorp pedí al subgobernador que dirigiera personalmente todas las decisiones del Banco de España referentes a este asunto, precisamente para salir al paso de cualquier insinuación de ese tipo. Es más, desde siempre las relaciones con Ibercorp se llevaban directamente por los servicios de inspección, como con cualquier otra entidad, sin que en ningún momento yo haya puesto ninguna cortapisa a las actuaciones de aquélla. Mi única intervención personal fueron las conversaciones mantenidas con Mario Conde y Emilio Botín.

P. ¿Fue prudente reunir en su propio domicilio a Emilio Botín y a Mario Conde para encontrar una solución al caso? ¿No debió delegar en otras personas que no tuvieran vínculos personales con los dueños de Ibercorp?

R. A la vista de cómo se han presentado estas conversaciones, fue, sin duda, imprudente, aunque creo que mi obligación es intentar evitar las crisis bancarias

«Es falso que no diera toda la información al Congreso»

Viene de la página anteriorsin pensar si ello me compromete o no. Pero sobre todo hay que poner las cosas en su contexto. Como sabía que había habido un comienzo de conversaciones entre Mario Conde y Jaime Soto, el viernes 14 de febrero le dije al presidente de Banesto que si estaba interesado en esa operación debería tomar una decisión rápida, porque los acontecimientos corrían el riesgo de precipitarse. Me contestó que comprendía la situación y que rápidamente me diría algo. El sábado me comunicó que, en opinión de algunos de sus consejeros con los que había hablado del asunto, Banesto no podía ir solo a la operación, aunque estaba dispuesto a participar en una operación de ese tipo en compañía de más bancos. Por ello pedí a Emilio Botín, que estaba fuera de Madrid, si podía venir para tener una reunión urgente el domingo para informarle de la situación. No se trataba en absoluto de llegar a ningún tipo de acuerdo en mi casa, sino simplemente que decidieran si estaban dispuestos a estudiar una posible adquisición de todo o de parte del grupo. Las negociaciones no tuvieron lugar en mi casa, sino después, en las oficinas de Banesto, sin la presencia de nadie del Banco de España.

A la mañana siguiente estudiamos en el Banco de España las conclusiones a que habían llegado las conversaciones en Banesto, quedando patente que no resolvían el problema del Banco Ibercorp, con independencia de que fueran o no aceptadas por los responsables del grupo. Insisto, pues, en que en ningún momento participé en ninguna negociación, sino que me limité a instar a las partes a que intentaran encontrar, si era posible, una solución al problema planteado.

P. ¿Qué responsabilidades se le pueden achacar en todo el proceso, por acción o por omisión?

R. Sinceramente, creo que ninguna. Hasta ahora nadie ha dicho que debería haber hecho o dejado de hacer una sola cosa que la ley nos permitiera hacer o no hacer. Esto ha quedado muy claro tanto en mi intervención en la Comisión de Economía del Congreso como en la que hizo hace pocos días el ministro de Economía en el Pleno del Congreso. En realidad, si analiza los comentarios que se han hecho, comprobará que la mayor parte de ellos parten de la idea equivocada de que el Banco de España tenía acceso a todas las actividades del grupo Ibercorp. Esto no es cierto. Sistemas Financieros no formaba parte, a efectos lega les y a efectos de consolidación, del grupo Ibercorp, porque la participación conocida de éste en esa sociedad no alcanzaba el 20% que marca la ley. Esto es muy importante, porque los problemas más graves han venido precisa mente de Sistemas Financieros, que, por la razón que acabo de mencionar, escapaba a la vigilancia de la inspección del Banco de España.

P. ¿Se arrepiente de algo?

R. No, salvo quizá de mi tendencia a intentar resolver los problemas bancarios, aunque ello pueda comprometerme por las informaciones tergiversadas y malintencionadas que luego puedan darse de mis actuaciones.

P. ¿Cómo ha afectado su relación de amistad con Manuel de la Concha en las decisiones del Banco de España con el Banco Ibercorp? No es fácilmente asimilable que nunca, en sus múltiples reuniones, hablasen de temas monetarios, fusiones de bancos, tipos de interés, etcétera.

R. He tenido siempre buen cuidado de separar las relaciones personales y las profesionales, y de ello hay más de un ejemplo en la historia de las crisis bancarias de estos años. La acusación de haber pasado información confidencial a Manuel de la Concha es, aparte de canallesca, pueril; si lo hubiera hecho, él no estaría, probablemente, en la situación que está. Por reducción al absurdo, ¿es verosímil que si hubiéramos montado una conjura de ese tipo, el señor De la Concha lo iba a ir contando a sus colaboradores?

P. ¿Cuáles fueron las conclusiones de las sucesivas inspecciones del Banco de España sobre el Banco Ibercorp? ¿Son esas inspecciones absolutamente secretas? ¿Las puede conocer el Parlamento? ¿Y los posibles compradores del banco? ¿Las conocen?

R. En mi comparecencia ante la Comisión de Economía el 20 de febrero expliqué que en ninguna de las inspecciones que se hicieron a Ibercorp Banco, los responsables de este cometido detectaron ninguna anomalía de importancia. Solamente en la última, terminada en febrero pasado, para analizar el proceso de fusión en marcha del Banco Ibercorp con su entidad matriz y la sociedad Sistemas Financieros, se detectaron, en el banco individualmente considerado, unas minusvalías de 365 millones de pesetas. Sin embargo, como informé al Parlamento, cuando se tomaban en su conjunto las sociedades incluidas en el grupo consolidado, los ajustes propuestos por los inspectores eran de tal envergadura que podían llegar a reducir sus recursos propios desde unos 10.000 millones de pesetas a sólo unos 3.400 millones.

Tanto los informes de la inspección como, en general, cuanta información obtiene el Banco de España en sus funciones de supervisión de las entidades de crédito tienen el carácter de secretos. Así está establecido en el real decreto legislativo de 28 de junio de 1988. Los posibles compradores pueden ser informados sólo con autorización del vendedor. Es frecuente que cuando alguien compra un banco solicite al vendedor autorización para hablar con la inspección.

P. ¿Por qué no dio la información completa cuando compareció en el Congreso?

R. ¿Quién ha dicho eso? Es falso. En mi comparecencia di toda la información relevante desde el punto de vista del Banco de España.

P. ¿Por qué no presentó pruebas documentales del mandato de gestión de su cartera a Manuel de la Concha?

R. Manuel de la Concha administraba mi cartera desde hace más de 20 años, y siguió haciéndolo cuando fui nombrado gobernador, sin que en aquellos momentos me viniera a la cabeza la conveniencia de darle un mandato formal de que la administrara sin consultarme, cosa que de hecho no hacía tampoco antes. Visto a posterior¡, hubiera sido mejor que lo hubiera hecho, pero la verdad es que me pareció suficiente con la instrucción de que no interviniera en valores bancarios.

P. De todas formas, se insiste

«Anhelo convertirme cuanto antes en un ciudadano privado»

en que en su comparecencia ante el Congreso no aclaró suficientemente los resultados de las inspecciones sobre Ibercorp…R. Yo tengo que insistir en que la Comisión de Economía tuvo todas las oportunidades para preguntarme. Además, expliqué lo sustancial de los informes elaborados por la inspección y respondí a todo lo que me preguntaron. La información importante de los resultados de la inspección, que eran los ajustes posibles sobre el valor patrimonial del grupo Ibercorp, que, es el tema fundamental, la aporté ante el Congreso, como luego recogió toda la prensa.

P. Teniendo en cuenta que la ley establece que las actas de inspección son secretas, ¿pidió usted permiso al Banco Ibercorp, para difundir esa información?

R. Sí. Yo consulté a los responsables de Ibercorp antes de difundir esos datos que entran en el secreto de las actas.

P. ¿En esa comparecencia ya tenía el Banco de España los resultados completos de las inspecciones?

R. Teníamos los resultados completos de la inspección hecha para evaluar el valor patrimonial del banco fusionado.

P. ¿Sabía que la Comisión de Valores había pedido la lista de vendedores de Sistemas Financieros y que De la Concha no había incluido el suyo, como hubiera sido lo correcto?

R. No, la primera noticia la tuve por los periódicos, cuando mencionaron que faltaban algunos nombres. Inmediatamente llamé por teléfono a Manuel de la Concha para preguntarle qué había ocurrido, y me aseguró que había puesto mis iniciales y mi número de carnet de identidad, con lo cual era fácilmente identificable por la comisión. Le pedí que me lo confirmara inmediatamente por escrito, cosa que hizo en el transcurso de la mañana. Solamente hacia las ocho de la tarde me enteré que en la lista que estaba manejando la comisión yo no figuraba en absoluto. ¿Cómo pudo producirse esta contradicción entre lo que se me dijo formalmente por la mañana y el contenido de la lista en poder de la comisión? Es algo que no puedo comprender.

P. ¿Qué opina de esta omisión?

R. Que no entiendo cómo pudo cometerse semejante omisión, y que incluso para incluir sólo mis iniciales y el número del documento nacional de identidad se me debía haber consultado. Por supuesto, de haberse hecho así, me habría negado a ello.

P. ¿Por qué se cifró en 5.300 millones de pesetas la línea de crédito al Banco Ibercorp?

R. Cuando se produjo, en septiembre, la suspensión de pagos del BEF, el mercado interbancario empezó a restringir sus préstamos a muchos bancos medianos y pequeños. Para evitar que se produjera un efecto dominó, el consejo ejecutivo decidió abrir una línea de crédito en proporción a los recursos propios de aquellos bancos que lo solicitaran. En función de los recursos propios estimados del banco fusionado, se le abrió una línea de 5.300 millones, que era operativa hasta sólo 4.000 millones, cifra a la que alcanzaban las garantías aportadas. Por esas mismas fechas se envió a la inspección a contrastar la efectividad de los recursos propios del grupo fusionado. En total se abrieron líneas a seis bancos. No hubo, pues, ningún trato de favor al Banco Ibercorp, sino que se le aplicó la norma general.

P. ¿Por qué decidió la autoridad monetaria cerrar el grifo al Banco Ibercorp e intervenirlo? ¿Les engañaron alguna vez?

R. Como acabo de decir, el límite de los 5.300 millones se estableció teniendo en cuenta el valor de los recursos propios del banco fusionado; pero, a la vista del informe de la inspección de 6 de febrero, no podía seguir aceptándose la cifra de recursos propios sobre la que se había trabajado en septiembre. Por otro lado, no tenía sentido que el Banco de España siguiera aumentando su ayuda cuando la sociedad matriz, Grupo Financiero Ibercorp, estaba colocando los fondos que había recibido en aquellos días por la venta de Munat a otro banco. Legalmente, Ibercorp Holding podía hacerlo, pero si éste no ayudaba con todos sus medios a su filial, no tenía sentido que lo hiciera el Banco de España. Finalmente, la incertidumbre sobre la culminación del proceso de fusión creaba una situación completamente distinta a la contemplada en septiembre. Por todo ello, el consejo ejecutivo decidió no autorizar la disposición de nuevos fondos por encima de los 3.000 millones ya utilizados, al no contar en esos momentos con las garantías que se estimaron en septiembre.

P. En los últimos meses se han producido tres crisis bancarias: BCCI, BEF e Ibercorp. ¿Se trata de casos aislados o hay riesgo de que la caída del ciclo económico afecte a otras?

R. La crisis del BCCI es un fenómeno que nos viene de fuera y que nada tiene que ver con la situación económica española. La del BEF nace de una operación incomprensible de compra de una sociedad de leasing y de una situación contable totalmente anómala nacida de operaciones extracontables. Finalmente, la de Ibercorp es un fenómeno más complejo debido a decisiones equivocadas y a cambios en la situación de la Bolsa, que le lleva después a cometer errores adicionales que la Comisión de Valores evaluará. Dicho esto, es evidente que los momentos de baja coyuntura no son los más favorables para la consolidación de las instituciones jóvenes, que en cualquier caso no deberían tener problemas si están bien gestionadas y capitalizadas.

P. En las negociaciones para la venta del banco a José Luis Várez, se ha comentado que para que él se quedara con la entidad se le iba a rebajar a la mitad el tipo de interés del crédito de esos 3.000 millones del Banco de España. ¿Es cierto? ¿Es lo habitual en casos de crisis bancaria o se puede interpretar como un trato de favor al Banco Ibercorp?

R. No. De ninguna manera. Además, esas negociaciones se realizaron sin la intervención directa del Banco de España, y como no se llegó a ningún acuerdo, no hubo ninguna decisión que tomar. Respecto a casos anteriores, cada situación de crisis ha tenido condiciones especiales, como es por todos conocido.

P. ¿Cómo ha afectado la crisis de Ibercorp a la credibilidad del sistema financiero y a la imagen del Banco de España?

R. El posible efecto sobre la credibilidad de nuestro sistema financiero de la crisis de Ibercorp es una de las muchas tonterías malintencionadas que se han dicho. ¿Cómo se puede pensar que la suspensión de un banco que representa el 0,006% de nuestro sistema bancario puede afectar a la imagen de solvencia del resto del sistema? Hay que ser muy ignorante o malintencionado para decirlo. Cualquier persona conocedora del mundo financiero internacional sabe que fenómenos muchísimo más importantes ocurren en otros países, sin que afecten para nada a su credibilidad financiera. En cuanto al Banco de España, todos los que han seguido los problemas de Ibercorp saben que ha actuado con total corrección.

P. ¿Hubo algún tipo de comentario sobre esta situación en la reunión de gobernadores de los bancos centrales en Basilea?

R. Por supuesto que no hubo ningún comentario en las reuniones del comité de gobernadores: el asunto de Ibercorp no tiene financieramente ninguna relevancia por la pequeñez del banco. Personalmente, muchos colegas me recomendaron que me lo tomara con paciencia y resignación, eran gajes del oficio.

P. ¿Cuáles han sido sus relaciones con el grupo Ibercorp como cliente? ¿Cuándo comenzaron? ¿Ha sido cliente del banco, de la sociedad de valores o de alguna otra sociedad del grupo?

R. Como he dicho antes, desde que prácticamente compré la primera acción, lo hice a través de Manuel de la Concha, que era en aquella época síndico de la Bolsa de Madrid. Cuando su despacho se convirtió en sociedad de valores, siguió administrando mi cartera. Ésa ha sido toda mi relación con Ibercorp.

P. ¿Se siente engañado o defraudado por Ibercorp o sus gestores?

R. Considero que su gestión ha sido desafortunada y que deberían haber informado al Banco de España de la situación de Sistemas Financieros, aunque legalmente no tuvieran obligación de hacerlo.

P. ¿Por qué elude la palabra engaño cuando se refiere a sus relaciones con De la Concha?

R. A mí no me gusta emitir juicios de valor.

P. ¿No le resulta extraño que Manuel de la Concha no haya salido en su defensa?

R. Lo hizo en sus declaraciones en Cambio 16 de hace unos días. Por supuesto que yo hubiera preferido que lo hubiera hecho antes, y así se lo pedí en más de una ocasión.

P. ¿Cree que De la Concha se ha beneficiado de alguna manera de su amistad con usted?

R. Me temo que más bien le ha perjudicado. Si no hubiera sido amigo mío, Ibercorp no hubiera sufrido los ataques que ha sufrido durante meses, que sin duda han contribuido a su caída. Incluso cuando creó su banco, Ibercorp hubiera podido solicitar una ficha bancaria -que normalmente se le hubiera concedido, puesto que los responsables eran un antiguo síndico de la Bolsa y un ex director del Hispano-, en vez de comprársela a Banesto. Los propios responsables de Ibercorp prefirieron ir por esta última vía para que nadie hablara de favoritismos.

P. ¿Debería modificarse la ley para limitar las posibilidades de inversión de los altos cargos del Banco de España?

R. Me parece muy bien todo lo que quiera hacerse en ese terreno, pero, por favor, no caigamos en una demagogia barata. Si algún alto cargo del banco quisiera favorecerse de su condición, le aseguro que tendría caminos mucho más rentables.

P. ¿Participa o ha participado en alguna sociedad instrumental o patrimonial relacionada con el grupo Ibercorp?

R. Por supuesto que no.

P. ¿Tiene alguna relación con Schaff Investments? ¿Sabía que varios familiares suyos, como su hermana, eran administradores de esa sociedad? ¿Sabe a quién representan? ¿Por qué no informó de esta presencia en su comparecencia ante el Parlamento?

R. Me enteré de las relaciones de mi cuñado Laurent Atthalin con Sistemas Financieros hace pocos meses, cuando empezó a ir mal la cotización de esta sociedad. De la existencia de Schaff me he enterado muy recientemente, y desconozco en absoluto su accionariado. No creo que tenga ningún derecho a informar ante la Comisión de Economía sobre la actividad privada de un ciudadano francés por el hecho de estar casado con mi hermana. Informé en privado al presidente del Gobierno y al ministro de lo que yo conocía en aquellos momentos.

P. ¿Por qué ha actuado a la defensiva y no se ha anticipado a algunos hechos que sabía que se iban a publicar, como esa vinculación familiar a una sociedad investigada por el caso Ibercorp?

R. Insisto en que yo no tengo por qué hablar de esos temas, y menos ante el Parlamento. Tienen que coincidir conmigo en que los asuntos de mi cuñado son los asuntos de mi cuñado. Otra cosa muy distinta es si he debido o no defenderme más activamente frente a las acusaciones que se me han hecho.

P. ¿Ha contado todo lo que sabe sobre el caso Ibercorp al presidente del Gobierno y al ministro de Economía? ¿Y a Luis Carlos Croissier?

R. El ministro ha estado informado puntualmente de la información que hemos ido teniendo sobre el caso Ibercorp, y me imagino que éste habrá elevado aquella parte que considerara relevante al presidente. En cuanto al presidente de la Comisión de Valores, ha recibido toda la Información que ha solicitado y ha estado al tanto de la evolución de los acontecimientos a través del subgobernador, que es miembro de la comisión.

22 Julio 1992

Relevo en el Banco de España

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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A PARTIR de hoy se inicia una nueva etapa en la dirección de una institución fundamental: Luis Ángel Rojo sustituye a Mariano Rubio en la gobernación del Banco de España. En todo sistema económico desarrollado, el papel del banco central es clave en la definición e instrumentación de la política monetaria y, en aquellos casos en que así lo disponen sus estatutos, en la supervisión del resto del sistema bancario. La historia reciente, en la que Mariano Rubio ha desempeñado un papel fundamental, ha demostrado que el gobernador del Banco de España ha cumplido su misión: en las tareas de supervisión bancaria, la institución ha sorteado situaciones de crisis financieras graves y se ha granjeado un merecido respeto de las entidades respecto a sus servicios de inspección. Hoy, los bancos y las cajas de ahorro españoles, aunque tributarios de una situación de protección excesiva en el pasado, son entidades en general sólidas, especialmente en contraste con las homólogas europeas.Las funciones más específicas de control monetario merecen, también, una valoración favorable. En la legislación vigente corresponde al Banco de España el papel de autoridad monetaria; el protagonismo de esa política ha sido, sin duda, excesivo y, en gran medida, consecuente con la ausencia de colaboración del resto de las políticas macroeconómicas. Elevados tipos de interés, e incluso racionamiento de crédito en algunos momentos, han expuesto el carácter restrictivo que se ha visto obligado a practicar el, Banco de España en los últimos años.

Un episodio de gran relevancia a tener en cuenta en el balance de lo que ha sido el Banco de España en esos últimos años es la incorporación de la peseta a la disciplina del mecanismo de cambios del SME en junio de 1989. Supuso la obtención de una credibilidad importante para las autoridades económicas que afianzó la capacidad de atracción de capitales exteriores de nuestra economía. Y en ello, de nuevo Mariano Rubio representó un papel central.

Esta trayectoria homogénea y coherente del hasta ahora gobernador se ha visto limitada tras la emergencia del escándalo Ibercorp, La relación de amistad de Mariano Rubio con los responsables de ese grupo financiero, la vinculación de familiares a empresas relacionadas con un grupo cuya gestión no ha dispuesto, precisamente, de un carácter ejemplar ante el resto de la comunidad financiera y en general de los ciudadanos, han determinado un lamentable final de mandato, salpicado de comparecencias parlamentarias insatisfactorias y espectaculares idas y venidas a los juzgados. Las circunstancias en las que se ha desarrollado el asunto Ibercorp no han beneficiado a Rubio ni, sobre todo, a la institución: la ha hecho más vulnerable a las críticas y a la desconfianza de la ciudadanía.

El cambio del gobernador del Banco de España se produce ahora en una coyuntura muy comprometida por diversos motivos: en primer lugar, España está implicada con su participación en la tercera y definitiva fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM), en la que, junto a la sustitución de las monedas nacionales por una europea, entrará en funcionamiento un solo banco central, independiente de los Gobiernos nacionales y de los órganos políticos comunitarios. Antes de su inicio, en 1994, los países candidatos han de garantizar la autonomía de sus respectivos bancos centrales. El Gobierno español ha anticipado en varias ocasiones su disposición a enviar al Parlamento el nuevo estatuto del Banco de España, en el que se garantiza esa autonomía.

En segundo lugar el inicio del mercado único a partir del próximo año. La libertad de circulación de los capitales, anticipada desde el pasado febrero, ha de acompañarse de la libre prestación de servicios financieros y del libre establecimiento de entidades financieras comunitarias en cualquier país de la CE. Se trata de una situación de mayor competencia y de mejor coordinación entre las autoridades monetarias y financieras de la CE.

En tercer lugar, la coyuntura por la que atraviesa la economía española. Se ha puesto de manifiesto con sobrada elocuencia la necesidad de que la política monetaria sea, relevada, al menos parcialmente, de sus intentos por atajar las tensiones. inflacionistas. La política presupuestaria no sólo ha de contribuir a ese propósito, sino también a la urgencia de estrechar la brecha existente entre ingresos y gastos públicos.

Por último, el contexto internacional. La asimetría en el comportamiento de las principales economías europeas y las vicisitudes en el proceso de ratificación de los acuerdos de Maastricht están generando tensiones en los mercados financieros y, más concretamente, en los de activos denominados en monedas con altas tasas de inflación, entre ellas, la peseta. Los próximos meses no serán cómodos: la peseta sufre los efectos de esa pérdida de la prima de credibilidad que el paraguas de la UEM le había otorgado, y las dificultades para reducir los desequilibrios en precios y en el presupuesto incide en esas dificultades para instrumentar el control monetario.

En este difícil entorno, Luis Ángel Rojo sustituye a Mariano Rubio al frente del banco emisor. Personajes de características muy diferentes, la presencia de ambos en el mismo, al cabo de muchos años, avala una política de continuidad; ratificada por el reconocimiento académico y por la experiencia probada en las tareas de dirección (primero como director del ser vicio de estudios y posteriormente como subgobernador), Rojo tiene el reto de recuperar la confianza en la institución, de administrar la autonomía de la misma cuando el nuevo estatuto se apruebe, y de avanzar en el rigor que ha significado al banco emisor español.

26 Julio 1992

LUIS ÁNGEL ROJO El cardenal sin sotana

Raúl Heras

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EL seis de mayo, con sus tres hijos cantándole el «happy birthday to you» de sus 58 años, Luis Angel Rojo Duque sabía que sólo un escándalo de proporciones gigantescas podría arrebatarle el título de gobernador del Banco de España. Ese peligro existía y se llamaba Ibercorp. Por eso pasó de puntillas y en silencio entre los informes oficiales de su equipo, se escurrió suavemente hasta desaparecer de la voracidad informática de la CNMV, rehuyó cualquier imagen pública junto a su todavía jefe, calló y calló ante el teléfono de los amigos y aspirantes. Debía esperar en prudencia, como los cardenales del Vaticano cuando la enfermedad o la vejez hacen presa en los Papas. Nuestro «dios» González -Txiqui Benegas dixit- le tenía ungido desde que el 24 de julio de 1988 hizo que su nombre sustituyese al de Juan Antonio Ruiz de Aida el entrañable y aglutinador «Pancitas» de la «beautiful people», muerto en la carretera de Sotogrande- como número dos de la máxima institución financiera del país. El catedrático de Teoría Económica, profesor de Carlos Solchaga y un larguísimo etcétera del actual «stablishment» financiero, maestro del Rey y de dos presidentes del Gobierno, elitista, culto, discreto y más duro de lo que muchos se imaginan -tal y como le definen aquellos que mejor le conocen- iba a cumplir uno de los grandes sueños de su vida, una de sus ambiciones, el más grande e importante de sus proyectos vitales: influir en la vida política y económica de España. Ya lo ha cumplido. Es gobernador y va a tener la mayor autonomía que ha tenido nunca una persona en ese cargo. Incluso para discrepar con la política y los planes que se realicen desde el Ministerio de Economía y Hacienda. Sus límites serán los que se fijen en Europa, dentro de la unidad monetaria a la que se aspira, en el elegido clan de los responsables de los Bancos Centrales. «Rien ne va plus».

Habla el buen castellano que corresponde a cualquier bien leído de los clásicos. Habla ,el buen inglés de los que han pasado por la London School of Economics. Siente ,el buen francés de los que Alfonso Guerra metió en su «aristocracia republicana». Defendió apasionadamente al británico Keynes con su incipiente monetarismo y sus ciclos de inflación recesión que culminaban en ese palabro malsonante y falso llamado stagflación, que algunos defienden como precursora del recorte social impuesto a nuestros bolsillos, y que consiste en unir en explosivo cóctel los dos fenómenos anteriores al mismo tiempo y con sus efectos superpuestos en coyunda carnal. Ahí están dos de sus libros para probarlo: «Keynes y el pensamiento macroeconómico actual» e «Inflación y crisis en la economía mundial». La moda de las ideas y los hombres, que son la base de esa ciencia inexacta que es la Economía, le llevó a pasarse con armas y bagajes de un premio Nobel a otro. Y de Keynes se pasó a Friedman, de Londres a Chicago, con el monetarismo desatado y la macroeconomía campando por la década Reagan, la década Thatcher, la década González, la década Rubio… La línea de sus labios finos, de copla española, siempre hacia el suelo en sus largas comisuras de muchacho enfadado con todo lo que le rodea, conjuga irregularmente con su barbilla picuda como pimiento del Piquillo que le acorta la estructura craneal, iniciada majestuosa en la frente ligeramente abombada y en los ojos de chispa eléctrica que protege tras gafas de concha y cristal.

El resto anatómico es más bien simple: regordete en los años y por ellos, de severo vestir y blancas camisas de funcionario distinguido. Tal vez, todo ello, por sus 35 años de Técnico Comercial del Estado y sus 17 al frente del Servicio de Estudios del Banco de España. Alejado de los focos, conocido tan sólo por los iniciados y sus alumnos de la Universidad Complutense, pudo hasta 1985 compaginar las clases con su presencia en el edificio de la plaza de Cibeles hasta que la Ley de Incompatibilidades le obligó a elegir entre la docencia y el estudio o la influencia y el poder. Eligió lo segundo, se quedó en el laboratorio y dio la espalda a la vida. Nunca ha estado en la empresa privada y todo su saber se refugia en los libros, en la experimentación teórica, en las referencias de los análisis e informes en cuatro idiomas. Se olvidó de ser ministro por voluntad propia en tres ocasiones, en tres negaciones como las de Pedro ante los centuriones romanos. No quería firmar decretos, ni actas gubernamentales. Quiso y estará en todos los billetes de curso legal a partir de ahora. Lleva siete años de académico de Ciencias Morales y Políticas y en 1986 le otorgaron el Premio Rey Juan Carlos de Economía, nuestro Nobel de andar por casa, testimonio de saber y docencia, también de buenas relaciones con el poder, ya fuera éste del Opus, la Democracia Cristiana, los liberales o los socialistas. Estos mejor que aquellos, pero el Estado por encima de todos. El hizo a Carlos Solchaga su adjunto en la Universidad y el discípulo ha hecho gobernador al maestro. Intercambio de acciones en esa sociedad que los dos defienden y que se llama Amistad SL, de poco capital y escásamente repartido. Profesan las mismas ideas, han evolucionado de forma parecida e incluso Gloria Barba, la mujer del ministro, tuvo que pasar por los mismos exámenes, en los mismos bancos, en la misma facultad y en el mismo tiempo. Por si hubiera alguna duda, ahí tienen los dos a Luis Sempere, la mano izquierda del socialista navarro en Economía y Hacienda, para recordárselo. Durante cuatro años el futuro es suyo y puede hasta conocer en el puesto al sucesor de González, sea o no socialista. Se le respeta intelectualmente y la guadaña no le ha pasado nunca ronzando sus lacios y entreblancos cabellos, pero nunca sería gobernador con los conservadores. Demasiado puesto para tantas ambiciones contenidas. Su ciclo es el mismo que el del PSOE en el poder. El resto sería Cuaresma, cilicio político como el que soportaron López de Letona y Alvarez Renduelles. Ama tan poco el peligro que hasta puede ser devorado por la época, ésta, en la que el miedo es el peor remedio contra el miedo. Mariano Rubio empleó tanto látigo con los banqueros que ninguno ha llorado por él. Con la mano dura entró en dos crisis de caballo, fusionó bancos, envió a más de cincuenta a la UVI, encumbró a presidentes y sepultó a otros. Ahora, que es el hoy de 1992, Luis Angel Rojo está con Banesto que le quema en una mano, con el Hispano Central en la otra, el Popular por sus fueros y el Santander agazapado esperando una víctima. Argentaria es una gigantesca ameba sin fronteras y las Cajas un motor con demasiadas revoluciones. Tendrá que reimponer el orden, recordar que la liberalización de capitales y libertad de empresas no está exenta del tributo a la autoridad monetaria. Su temple se medirá mejor y de forma más rápida que en cualquiera de sus antecesores. No hay ensayos generales con todo. Está el todo con el telón subido y lleno el patio de butacas. Sesenta centésimas de interés son su primer do de pecho, su primer solo a imitación de la ópera alemana. Vendrán muchos más, algunos desde el santa santorum de Basilea y el Banco Internacional de Pagos, el banco de bancos, el banquísimo. El Gobierno necesita de sus ayudas para controlar al salvaje potro de la economía, que se ha echado al monte como un guerrillero contra Maastrich.