1 octubre 1980

De ideología franquista, era uno de los periodistas más críticos con el Gobierno Suárez

El Gobierno echa a Rafael García Serrano de la nómina de colaboradores de la Prensa del Estado

Hechos

En octubre de 1980 el Gobierno UCD rompió el contrato que unía al periodista D. Rafael García Serrano con la cadena de medios de comunicación del Estado, dependiente directamente del ministerio de Cultura.

Lecturas

Durante el régimen franquista, el escritor falangista, D. Rafael García Serrano, era uno de los columnistas estrellas de la agencia PYRESA, propiedad de la cadena de medios y periódicos del Movimiento, prensa pública del Estado. Dentro de esa cadena de periódicos estaban incluidos el diario ARRIBA en Madrid – del que el Sr. García Serrano fue director en el periodo 1956-1957 – , el ALERTA en Cantabria, SUR en Málaga o LEVANTE en Valencia y en todos aquellos periódicos aparecían sus artículos.

Ante el proceso de disolución del Movimiento Nacional (1977-1979), PYRESA pasó a ser la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE) y D. Rafael García Serrano siguió siendo colaborador de los mismos hasta el año 1980, en que la cadena MCSE, gestionada directamente por el ministerio de Cultura, decidió fulminar al Sr. García Serrano como columnista.

Es inevitable pensar que el despido de D. Rafael García Serrano por orden del Gobierno de la UCD, presidido por Adolfo Suárez, y con D. Iñigo Cavero como ministro de Cultura, tenía que ver con la actitud radicalmente crítica del Sr. García Serrano – de ideología franquista – contra el Gobierno suarista y su apertura democrática. Ningún periódico pareció querer realizar muestra de solidaridad alguna con el despedido. En el caso de D. Francisco Umbral (EL PAÍS) publicó una columna que venía en parte a justificarlo.

En todo caso el Sr. García Serrano no fue al paro, porque publicaba una columna diaria en EL ALCÁZAR.

01 Octubre 1980

COMUNICADO DEL MINISTERIO DE CULTURA SOBRE RAFAEL GARCÍA SERRANO

Ministerio de Cultura (Ministro: Íñigo Cavero)

Agencia EFE

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"El contrato se rescinde ante las constantes y reiteradas vulneraciones por parte del señor Rafael García Serrano de los términos del contrato".

Queda resuelto el contrato suscrito con fecha de uno de febrero de 1974 que unía a don Rafael García Serrano con el organismo MCSE sin haber lugar a indemnización alguna.

La decisión ha sido tomada ante las constantes y reiteradas vulneraciones por parte del señor García Serrano de los términos del contrato.

De acuerdo con los términos del referido contrato, y en sus estipulaciones cuarta y quinta, la primera de éstas facultaba al interesado exclusivamente para trabajos de mera colaboración, no fija, como periodista.

La segunda le imponía la obligación de dar cuenta en todo momento de las actividades de todo carácter que realizara fuera del organismo, previsiones ambas que han sido sistemáticamente incumplidas por el señor García Serrano.

De acuerdo con ello, y de conformidad con lo establecido en el estatuto de la profesión periodística, se ha adoptado la citada resolución dando por resuelto el contrato.

El señor García Serrano tenía asignada una retribución económica de 187.000 pesetas mensuales.

Ministerio de Cultura

04 Octubre 1980

COMUNICADO OFICIAL (MÍO) PARA EL MINISTRO DE CULTURA

Rafael García Serrano

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"Me urge dar las gracias al ministro por la gentil nota, siempre tendré presente su delicadeza, sus buenos modos y su carita de cerdo"

Me urge, antes de nada, dar las gracias públicamente al señor ministro de Cultura, señor Cavero, por la gentil nota que ha facilitado a los periodistas dando cuenta de la resolución de mi contrato como director, de mi mal comportamiento con la empresa, de mi escaso sentido de la profesionalidad y de mi dotación económica, que me ha sorprendido agradablemente, porque como yo cuento como sueldo lo que cobro en mano, o sea, la última vez, 146.963 pesetas, he llegado a suponer, con mi obnubilación para la matemática administrativa, que ahora, en el finiquito, al cabo de cuarenta y cuatro años de servicio y veinticuatro de director, me saldarían la diferencia hasta las 187.000, piquillo que tanto los lectores como el propio don Iñigo Cavero comprenderán que me vendría muy bien, ya que he ido por mis pecados a incrementar el paro y me veo con mi familia, desamparado de Seguridad Social, al menos por el momento.

Confieso que la nota facilitada por el Ministerio me ha hecho un hombre y ha plantificado mi onomástico y apellidos en todos los medios de comunicación social (la verdad, la televisión, me ha fallado, es una pena) no como simple colaborador de prensa o como autor de un libro o un guión cinematográfico, sino como protagonista de la actualidad. Equiparado en resonancia a un héroe de nuestro tiempo, como el ingeniero manueal Múgica Herzog, por ejemplo. Confieso que he echado en falta en la nota citada un poco de picardía literaria, algo gracioso que magnificase no solamente a su autor, que a todas luces, al menos como responsable directo, es don Iñigo Cavero, sino incluso a mí mismo. Los escritores somos así, y nos maleducó don Miguel Primo de Rivera cuando calificó a don Ramón María del Valle-Inclán de ‘eximio escritor y extravagante ciudadano’. Comprendo perfectamente que ni el señor Cavero tiene nada de político arrebatador, como don Miguel, ni yo estoy a la altura del marqués de Bradomín, pero un detallito si me merecía, una fineza, una pequeña atención aunque la vanidad incorregible del escritor me dicte que a última hora siempre quedo yo, salvadas las distancias, más cerca de don Ramón, que don Íñigo de don Miguel.

A la publicación inesperada del despido de un empleado – figúrense si esto lo hiciese la Seat cada vez que liquida a un operario – se ha añadido el toque pintoresco de entregarme la correspondiente notificación por mano notarial, en la mañana del 30 de septiembre, la misma fecha en que va firmado el ofcio de mi lanzamiento al paro, puesto que ese sueldo – al que yo he querido denunciar desde mi cese en Pyresa y reiteradamente desde el trueque de régimen, a cambio, naturalmente, de la pactada indemnización – era, ay, mi único ingreso fijo y por nómina. Esto del notario, señor ministro, se avisa. No es correcto que el señor notario – cortés, amable, comprensivo, encantador, incluso – me pescase sin afeitar, en pijama y trabajando en mi novela. ‘Perdone, señor notario – le dije – me pilla en uniforme de faena’. A ningún cristiano se le debe colocar en semejante trance, por mucho que se haya hecho acreedor al castigo ucedarra, al odio africano del pequeño Marcelino, a la sanción empresarial y a la incomprensión de tantos antiguos amigos y camaradas encaramados en el poder, que debieran haber contemplado conmiserativamente al no ser capaz de evolucionar con el viento de la historia, y también la pobreza de mi guardarropa, con una sola chaqueta y una sola camisa y unos pantalones, eso sí, bien puestos.

Lo que mal empieza, mal acaba, señor Cavero. Y yo ingresé como subdirector de ‘Arriba España’ de Pamplona en la Prensa de Falange, el día 1 de octubre de 1936, a consecuencia de una herida ulcerada en el pie izquierdo. Pisar de entrada en un sitio con el pie izquierdo trae mala suerte, como se demuestra ahora en que cuarenta y cuatro años de servicio (menos los de guerra, hospitales, quirófanos y sanatorios) en la que posteriormente fue Prensa del Movimiento y al final ha dado en llamarse Medios de Comunicación Social del Estado, con la antigüedad reconocida de esa fecha, motivan un despido que yo juzgo improcedente y sobre el que los Tribunales decidirán en su momento. Fío en la Justicia española. (No podrían decir lo mismo del ministro de Justicia, pero quizás es porque no lo conozco, aunque puede que lo vaya a conocer. Digo que no me fio simplemente porque es colega del señor Cavero, el enciclopédico, el ‘mono’ de la baraja ministerial.).

Para la tranquilidad de mis lectores y del público en general, al que he sido presentado como tenaz incumplidor de todas las cláusulas del contrato, y además reiteradamente, diré que jamás he sido apercibido por el menor incumplimiento, y que todo eso que cuenta la nota de que es responsable el ministro de Cultura, es una solemne mentira como las que el profesor Tierno reconoce que va soltando en sus campañas electorales. Y, por supuesto, mis colaboraciones están autorizadas en el contrato y también reiteradamente, en otras pruebas documentales. Creo  mis informes son solventes, pero no mes lo han facilitado por escrito – que de un paquete (como se dice hogaño) en el que se solicitaba la resolución de los contratos de seis o siete directores en mi mismo caso, todos procedentes como yo de la Prensa del Movimiento, y entre los que figura el mío, solamente el mío ha sido bellacamente menospreciado, de modo que mis compañeros recibirán su libertad y su indemnización, y yo, ya ustedes lo saben porque el señor Cavero ha dado orden de proclamarlo poco menos que rubenianamente, me quedo en la calle.

Reconozco, sin embargo, que en algo falté, puesto que no he dado cuenta ‘de las actividades de todo carácter que realizare fuera del organismo’, ya que nunca llamé al Ministerio para consultar:

  • –       Con tu permiso, don Pío ¿puedo ira comer a Mayte?
  • –       Oye, León, ¿me das la venía pa ligarme una carioca?
  • –       Andrés, por favor, que quiero aplaudir al Madrid…
  • –     Don Manué, ¿me a toriza usted a que mi mujer me compre una corte príncipe de gales, que el actual traje ya da muestras de ancianidad?
  • –       Oye, Ricardo, que voy a hacer pipí…
  • –       Don Iñigo ¿no le parecerá mal que me tome unos vinos?

Porque en cinco años he tenido seis jefes, que no es mala marca.

Constitucionalmente – aunque a mí la Constitución me importa un carajo – estoy en el derecho de comer libremente en Mayte de ligar o no, más bien no, de aplaudir al Madrid, de comprarme o que me compren un traje, de hacer pipí en los lugares previstos para el caso y hasta de tomarme unos vinos, aunque eso necesita, no ya autorización constitucional o de ministro sino algo más grave, la autorización de mi médico.

Bien, don Iñigo, le quedo agradecido. Nunca olvidaré a todos los que han contribuido a provocar en mí tan noble sentimiento, ni a uno solo, esté seguro, y aunque usted yo no nos veamos jamás, siempre tendré presente su delicadeza, sus buenos modos y su risueña carita animada por Walt Disney. Carita de cerdo, pero de cine.

Rafael García Serrano

08 Octubre 1980

EL CARNÉ

Francisco Umbral

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"Rafael García Serrano, siendo director de ARRIBA, se adjudicó un importante sobresueldo por colaboraciones"

En lo único que no estoy de acuerdo con este periódico sobre la filosofía profesional de la información es en la manera de escribir la palabra «carné», que nuestro libro de estilo fija así, y que a mí me gustaría seguir escribiendo con te, «carnet», porque para los educados en el nacional-catolicismo era mucho desahogo utilizar de cuando en cuando una palabra extranjera. Un suspiro que la censura no podía reprimir. Lo que quieren reprimirnos ahora no es una palabra o un silogismo (con lo que cuesta sacarse silogismos), sino reprimir la profesión entera, en bloque, en masa, en mogollón, con la cosa del carné, viejo uso franquista que vuelve sin haberse ido. Parece ser que Rafael García-Serrano anda por ahí quejándose de que le han echado de Pyresa y todo el rollo movimental sin una triste ni alegre indemnización y, naturalmente, dice que no hay derecho, que esto no es democracia, que él es un profesional de toda la vida y que eso. Rafael García-Serrano me parece uno de los grandes periodistas de la escuela del ARRIBA, un prosista perdurable, y su Diccionario para un macuto es uno de los libros donde mejor y de manera más original se cuenta la guerra desde el bando nacional y desde cualquier bando. Pero he seguido con el dossier / García-Serrano y parece que, siendo director de ARRIBA, se adjudicó un importante sobresueldo por colaboraciones.

-Eso ha permitido ahora despedirle sin indemnización -dice mi informante, que en este caso es informanta, y que, su vez, fue trasvasada del ARRIBA a un vago e improbable organismo para la promoción nacionalsindicalista de algo que jamás fue promocionado.

Como ella, todos los periodistas de carné de la Prensa del Estado, o muchos, han sido trasvasados a ministerios y cosas, ahogando su vocación en el vaso de agua del café con leche ministerial de media mañana. Ese carné que ahora tanto se propugna, y que los periodistas del tardofranquismo obtuvieron aplicadamente, no ha sido la garantía de su condición periodística, sino el pasaporte hacia el infierno burocrático del ser y la nada a puerta cerrada y sin haber leído a Sartre, porque en la Escuela de Periodismo no se daba ese señor.

¿Qué garantía tienen los nuevos educandos de la facultad de Ciencias de la cosa (y, aparte de ver a diario en el estrado a la bella Ioanna, la rumano/española que estudia a Ramón), de que su carné/escudo profesional no les convierta, con un cambio de Gobierno, en funcionarios o en bingueros? Está claro que un carné no garantiza nada al que lo porta, sino al que lo otorga, porque un carné, más que un salvoconducto, siempre es un control. Ahora, los editores de periódicos están contra el pacto de sindicatos /Ansón. Hay una papela, llamada Constitución, que garantiza la libertad de expresión a cualquier particular, por lo menos tanta libertad como tuvo y tiene Rafael García-Serrano, y que usó deslumbrantemente, desde el taco a la metáfora. La única limitación en el estilo de García-Serrano, que viene de Quevedo y va a José Antonio Primo de Rivera, estaba, no en él, sino en los demás, para quienes todo eran limitaciones; incluida la limitación de vivir o no vivir. En estas cosas pequeñas se contrastan los grandes textos, y se ve, por ejemplo, que la Constitución no es sólo papel de barba, sino la barba misma de la democracia. Hegel es tan Hegel, o más, explicando una taza (cuando se lo pidieron), como explicando la Fenomenología del espíritu.

El otro día, en la rueda de Suárez, después de algunas (muchas) preguntas técnicas y menores, más para un director general que para un presidente, se levanta Pepe Oneto y hace la pregunta directa, personal, que toca, no el corazón tervilor del político, sino el corazón del hombre. Eso no hay carné que lo enseñe.

Francisco Umbral

09 Octubre 1980

SIN CLAMOR DEMOCRÁTICO

Editorial (Director: Antonio Izquierdo)

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"En vez de clamor, se manifiesta la vileza recogida como rumor de Francisco Umbral, con fuentes evidentemente reptilescas"

La arbitrariedad perpetrada administrativamente contra Rafael García Serrano, que además de un gran periodista es un grandísimo escritor, tenía que haber producido, teóricamente, un clamor democrático en defensa de la libertad de expresión, que es la más directamente afectada en el asunto, mírese como se mire. Pero tal clamor democrático no se ha producido, sino, todo lo más, algunas muestras de justa indignación particular como la expresada por Cándido. Por el contrario, lo que empieza a manifestarse es la vileza recogida en forma de rumor, como la servida a sus lectores por Francisco Umbral y amparada en elogios innecesarios por referirse a verdades notorias que no necesitan, por supuesto, tan malos avales: la fuente informativa de Umbral, evidentemente reptilesca, debería saber que el contencioso se refiere a un contrato civil firmado en 1974, no abarcando, por ello, episodios anteriores y falsos por añadidura.

El Análisis

NUEVO ERROR MEDIÁTICO DE SUÁREZ

JF Lamata

En principio que un Gobierno despida a un periodista de un medio público, como era la cadena de medios del Estado, que casualmente estaba caracterizado por atacar al Gobierno del Estado, no dice mucho en cuanto al talante del Gobierno Suárez con la prensa. Bien es cierto que D. Rafael García Serrano era un enemigo declarado de la democracia, por lo que nadie iba a criticar que el ilustre escritor – que ya cobraba de una empresa privada como era DYRSA, la editora de EL ALCÁZAR – perdiera su palco remunerado por todos los españoles.

Sin embargo la forma en la que el Gobierno UCD echó al Sr. García Serrano fue totalmente errónea y acabaría costando al Gobierno una importante indemnización por despido improcedente que, con fecha de octubre 1981 la Magistratura de Trabajo dio la razón al abogado del Sr. García Serrano – el también escritor y columnista Sr. Vizcaino Casas – y condenó al ministerio de Cultura a indemnizarle con 2.438.100 pesetas, más 302.000 pesetas por salarios de tramitación.

J. F. Lamata