29 agosto 1980

Desmiente que haya atribuido al ejército republicano el bombardeo de Guernica realizado por la aviación alemana

El ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva protesta contra DIARIO16 por señalarle como un historiador ‘servil’ al General Franco

Hechos

El 29 de agosto de 1980 el periódico DIARIO16 publicó una carta del ministro de Cultura, D. Ricardo de la Cierva en la que replicaba a un editorial del periódico.

19 Agosto 1980

Franco, ese desconocido

DIARIO16 (Director: Pedro J. Ramírez)

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La próxima aparición del libro ‘Franco, psicología de un dictador’ del psiquiatra Pedro Abad – con quien mantenemos hoy una larga entrevista en nuestras páginas centrales – arrojará nuevas luces sobre la figura del persnaje que tan omnímoda y abslutamente presente estuvo en la vida de todos los españoles durante los cuarenta años que siguieron a nuestra guerra civil.

Pocas cosas realmente serias se han escrito sobre la vida y milagros del dictador. Los cuarenta años de absolutismo franquista propiciaron dos tipos de literatura. Por una parte las biografías más o menos oficiales que fabricaron la imagen carismática y mesiánica del general silenciando defectos y mediocridades y agigantando estrepitosamente sus virtudes.

El gesto más normal y cotidiano del generalísimo era automáticamente convertido en acción excelsa por los eficaces y numerosísimos rapsodas del sistema. Ahí están, como ejemplo, la obra servil de Ricardo de la Cierva – quien por otra parte, llegó a demostrar ‘documentalmente’ que Guernica había sido bombardeada por los republicanos – o el libro, escrit por encargo de Brian Crozier.

En el otro lado las plumas del exilio tampoco acertaron a acercarse al personaje – entre otras cosas porque seguía vivo y mandando en el país – y en muchos casos los textos aparecen deformados por la subjetividad, la lejanía o el rencor.

Nadie pone en duda que, tras el final de la dictadura, tanto la figura del ‘caudillo’ como la de todos sus familiares, ha sido tratada con un inesperado respeto. Hasta un miembro de la familia – Nicolás Franco Pascual del Pobil, sobrino del caudillo – reconocía recientemente la impensable benevolencia del sistema democrático para con su tio y con toda su familia.

Dentro de esta actitud de respeto hay, sin embargo, una vasta labor de investigación pendiente que los historiadores han de llevar a cabo, para esclarecer los numerosos ángulos oscuros en la vida y la personalidad de quien tanto significó durante casi medio siglo de vida española.

29 Agosto 1980

Ricardo de la Cierva sobre Guernica y sobre Franco

Ricardo de la Cierva

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Mi querido amigo:

Con cierta, aunque no excesiva sorpresa he podido leer en un editorial del periódico que dirige con fecha 19 de agosto el calificativo de servil a mi libro sobre el general Franco y la afirmación de que llegué a demostrar documentalmente que Guernica había sido bombardeada por los republicanos.
Mi sorpresa consiste fundamentalmente en que un profesional de su categoria permita que se deslicen en la columna editorial de su periódico adjetivos de ese tipo y afirmaciones tan absolutamente falsas como la indicada.

Si por obra servil se entiende la que se orienta a conseguir el favor del biografiado o el provecho del biógrafo debo manifestarle que mi biografía de Franco no me valió ni una condecoración, ni una felicitación, ni el más mínimo provecho personal ni el más mínimo provecho político en aquellas circunstancias. Muy al contrario, un año después de que se terminase la publicación, fui cesado como director general de Cultura Popular, puesto de carrera que ocupé en el ministerio de Información y Turismo.

Los libros de propaganda suelen tener como sabe poco éxito cuando se ofrecen en el mercado libre. Mi biografía de Franco consiguió por el contrario una venta próxima a los 200.000 ejemplares y todavía hoy continúa su difusión regular.

Cuando se cumplen ocho años de su aparición no ha surgido todavía una biografía del anterior Jefe del Estado con más acopio de datos y circunstancias sobre el personaje como de manera suficientemnete clara reconoce el mismo editorial que comento.

Sin embargo, me parece mucho más grave la segunda acusación. En ninguno de mis libros sobre la guerra civil – que se aproximan a la veintena – he proferido el disparate de que Guernica fue bombardeada por los republicanos como afirma ese editorial y repite D. Manuel Arroto en su artículo del día 24 de agosto en CAMBIO16. Pienso incluso en verano conviene leer antes los libros sobre los cuales se opina.

Basándome en investigaciones propias y en las de otros colegas especialistas en guerra aérea, creo que sí fui el primero en publicar que además del bombardeo alemán sobre Guernica que he descrito detalladamente en mis libros sobre la guerra civil, se produjo una incursión aérea italiana en las primeras horas del mismo día. ¿Cómo iba a describir yo un bombardeo republicano sobre una ciudad que estaba todavía en manos del Ejército republicano?

Si en vez de acumular invectivas y falsedades el editorialista y el comentarista hubiesen leído cualquiera de mis descripciones sobre Guernica, hubieran podido encontrar, ciertamente, el impresionante testimonio de un jefe de división republicano, Víctor de Frutos, así como el detallado análisis con testimonios, fotografías y croquis que se incluyen en el informe Herran elaborado por este jefe del Ejército del general Mola cuando la propaganda de guerra se cebaba por uno y otro bando en los hechos que desde entonces quedaron sumergidos en sus leadas y sus controversias.

Creo señor director que incurrir en agresiones y en tergiversaciones de este tipo nada menos que dentro de la línea editorial del periódico, constituye una grave ofensa no ya a nuestra amistad sino al más elemental respeto que debemos a nuestros lectores.

Por otra parte, la atribución de opiniones que me son totalmente ajenas, puede suponer en estos momentos algo equivalente a una denuncia que bien puede ser tenida en cuenta por esos grupos terroristas cuya ceguera se ha descrito y fustigado tan acertadamente en las columnas de DIARIO16 y CAMBIO16.

Desearía poder esperar, señor director, que su esfuerzo constante hacia al objetividad inforamtiva que hasta hace unos meses tanto admiré en usted y que quizá se haya resentido últimamente por su explicable participación personal en la lucha política le incitase no solamente a publicar esta carta, del o que estoy completamente seguro, sino también a medir un poco más los adjetivos que deben dedicarse a un catedrático de Historia Contemporánea y las opiniones que deben atribuírsele y que son las que figuran en sus libros y artículos firmados y no las que con frecuencia le endosan sus adversarios políticos.