16 febrero 2011

"El Holocausto fue un montaje" bromeó el artista en su cuenta de twitter

EL PAÍS despide a Nacho Vigalondo como columnista y retira la publicidad realizada por el artista para promocionar el periódico

Hechos

El 3.02.2011 el diario EL PAÍS comunicó el fin de sus colaboraciones con D. Ignacio Vigalondo.

Lecturas

«tuittt El tuit que generó la decisión de la dirección de EL PAÍS.

COMUNICADO DE EL PAÍS:

El diario EL PAÍS ha decidido retirar la campaña de publicidad protagonizada por Nacho Vigalondo como consecuencia de los comentarios realizados por el cineasta en su cuenta personal de la red social Twitter sobre el Holocausto padecido por el pueblo judío.

EL PAÍS tomó esta decisión el sábado a mediodía, nada más tener conocimiento de los citados comentarios. Los anuncios que aparecieron posteriormente en algunas televisiones y los que aparecerán en revistas en los próximos días no pudieron ser anulados por razones técnicas.

Nacho Vigalondo bromeó en Twitter sobre el Holocausto a título personal, y en un soporte ajeno a EL PAÍS, pero el periódico considera inaceptables e incompatibles con su línea editorial los comentarios vertidos por el realizador. EL PAÍS pide disculpas por lo sucedido.

Vigalondo, además, ha comunicado su decisión de cerrar el blog Diario Cinematográfico que tenía alojado en la edición digital de EL PAÍS.

06 Febrero 2011

Ninguna broma con el Holocausto

Milagros Pérez Oliva

Defensora del lector

Leer

El viernes 29 de enero el director de cine Nacho Vigalondo alcanzó ensu cuenta personal de Twitter la muy respetable cifra de 50.000 seguidores. Para celebrarlo, escribió: «Ahora que tengo más de 50.000followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El holocausto fue un montaje!». A lo que añadió: «Tengo algo más que contaros: la bala mágica que mató a Kennedy ¡todavía no ha aterrizado!». Ambas tenían, evidentemente, un propósito provocador, pero mientras que la segunda pasó inadvertida, la primera provocó la reacción de algunos seguidores. Consideraban que se había excedido y le advertían de que el humor debe respetar ciertos límites. Vigalondo les replicó con una sucesión de chistes sobre judíos y sobre el Holocausto, en una espiral de humor negro que provocó nuevas y más enconadas reacciones.

La polémica saltó a diversos blogsmuy concurridos y lo que había comenzado con unos amigables reproches en su cuenta personal se convirtió en un incendio que fue creciendo y acabó afectando a EL PAÍS. Vigalondo escribía un blogpersonal sobre cine en la edición digital y además esos días se emitía por televisión una campaña de publicidad, dirigida y protagonizada por el cineasta, sobre las nuevas aplicaciones desarrolladas por EL PAÍS para facilitar información en soportes digitales.

En cuanto trascendió la polémica, comenzaron a llegar protestas al diario. También al correo de la Defensora. Lectores como Miguel Moya, Julio Kierzszenson, Raquel Benchaya y Luis Artime se quejaban de que el diario siguiera dando cobijo a alguien que negaba el Holocausto o lo banalizaba. Isabel Gómez, cuyo tío abuelo, un republicano español, murió en Mauthausen, no comprendía cómo se podía admitir que se hiciera mofa de quienes fueron víctima de semejante barbarie. En sublog, el cineasta daba extensas explicaciones a los lectores, pero algunos no lo consideraron suficiente. Jorge Tahauer, «sobrino y primo de personas asesinadas en el Holocausto», declaraba que el humor negro de Vigalondo «es una herida añadida al insulto y su liviana disculpa no demuestra arrepentimiento alguno».

En su edición del jueves el diario comunicó que, al tener conocimiento de esos desafortunados comentarios, el sábado había decidido retirar la campaña publicitaria: «Nacho Vigalondo bromeó en Twitter sobre el Holocausto a título personal y en un soporte ajeno a EL PAÍS, pero el periódico considera inaceptables e incompatibles con su línea editorial los comentarios vertidos. EL PAÍS pide disculpas por lo sucedido», escribió. Ese mismo día Vigalondo cerraba su blog. En su último post y en una carta publicada en la edición impresa, pedía perdón.

«Pido disculpas por el dolor que está causando mi tweet. Quiero aclarar que no soy antisemita ni negacionista. Cualquiera que conozca mi trayectoria, podrá comprobar que jamás me he acercado a esas posturas que condeno radicalmente. El tweet que ha levantado la polvareda no es la declaración de un revisionista, es la parodia de una actitud así. Y lo reitero por si acaso: no soy negacionista, no soy antisemita», escribe.

Si antes había recibido cartas contra Vigalondo, a partir del jueves comencé a recibirlas en su defensa. Lectores como José Martull, Miguel Á. López, Ángel R. Lafuente, Alberto Zamora, Salvador Martín y Juan Carlos Caballero o José Antonio Sánchez Barruezo, entre otros, escribieron para expresar su indignación por lo que consideraban una medida desproporcionada e injusta. Jorge Cascante nos recomendaba «con vehemencia» la novela La broma de Milan Kundera, para concluir «con una obviedad como un castillo: la broma de Vigalondo no era a costa del Holocausto judío, sino a costa de los que lo niegan». Finalmente, Francisco López Velasco pide explicaciones al diario por «haberse plegado tan fácilmente a lo políticamente correcto».

Javier Moreno, director de EL PAÍS, insiste en las razones expresadas en el comunicado y añade: «Hay límites que no se pueden traspasar, y en este caso, los chistes superaron claramente la línea roja. No tienen defensa posible. Constituyen un insulto a los judíos y a cualquier persona honesta. En el humor, habrá cuestiones en las que se pueda discutir dónde esta el límite, pero con las expresiones utilizadas en esta ocasión sobre el Holocausto, una tragedia que costó la vida a millones de personas, no se pueden mantener ambigüedades. Hay una línea moral que EL PAÍS y sus lectores tienen muy clara y que se ha traspasado. Con el cese de la campaña hemos querido disolver cualquier duda que pudiera haber al respecto y ofrecer disculpas a quienes se hubieran sentido ofendidos».

El desgraciado episodio permite extraer enseñanzas amargas. Algunas de ellas las enumera el propio cineasta en el penúltimo post de su blog,titulado Holocausto Vigalondo. Por ejemplo, la gran capacidad de contagio, cual epidemia viral, que tiene la red y la gran capacidad de distorsión. Como en el juego del teléfono, el mensaje final puede que no se parezca al original.

Tiene razón Nacho Vigalondo cuando afirma que nunca negó el Holocausto. Y sin embargo, muchos le acusan de negacionista. Cualquiera que se acerque a la fuente podrá comprobarlo. Las dos frases iniciales (recuerden la de Kennedy) pretendían ser una parodia de las teorías descabelladas que corren por Internet. Pero no se entendió así y derivó en una polémica sobre los límites del humor. Ahí es donde Vigalondo cometió el error: pretender afirmar su derecho a establecer sus límites con chistes y bromas, estos sí, claramente antisemitas y que hacían mofa del Holocausto. Puesto que habla con «amigos», el tenedor de una cuenta personal en Twitter puede pensar que su conversación se desarrolla en un entorno amigable. Pero no es una conversación privada, sino pública. El propio cineasta echó gasolina al fuego retwiteando los mensajes que recibía.

Pretendía discutir sobre los límites del humor en términos muy parecidos a los suscitados en la polémica presentación de la gala de los Golden Globes por el humorista Ricky Gervays. El propio Gervays lo explica muy bien en un vídeo que puede verse en YouTube: el humorista que quiere arriesgar, busca los límites de lo que es corrosivo. Cuanto más lejos vaya, más corrosivo será. Ir hasta el límite tiene, sin embargo, su riesgo: a unos les hará gracia, a otros les ofenderá. Él decide, pero él carga también con las consecuencias.

Para EL PAÍS, bromas como las expresadas por Vigalondo están más allá del límite tolerable, como lo están las bromas racistas o xenófobas y ciertos chistes sobre pederastia, violencia de género y otras lacras que han causado y causan un enorme sufrimiento. El dolor marca la frontera.

En este caso ha intervenido además un factor de distorsión a tener en cuenta, como señala el lector José Ramón Grela: «Multitud de medios han aprovechado para cargar sus tintas contra el cineasta, cada uno de ellos distorsionando más la noticia, porque así es el periodismo actual: nadie va a la fuente, todo el mundo copia y pega. Unos por polemizar y otros por atacar a EL PAÍS». Así ha sido. Puesto que en ese momento el cineasta estaba encarnando la imagen pública del diario, la polémica fue utilizada por algunos medios rivales para atacarlo. En su defensa de Vigalondo, Miriam Piquier abunda en la misma idea: «El twitter que hizo no hubiese sido noticia si no hubiera sido el protagonista / creador de la campaña de EL PAÍS».

Las ofensas no se cometieron en las páginas del diario, pero ese límite ya no es efectivo en estos tiempos de globalidad digital. Con Internet, las fronteras entre privado y público se difuminan, como también se borran los límites entre personal y profesional. Todo se mezcla, todo cuenta. Nunca había sido tan fácil comunicar, pero no hay que olvidar que el mensaje, una vez lanzado, vuela libre y crece y se transforma, sin que el emisor pueda ya controlarlo.

01 Febrero 2011

Holocausto Vigalondo

Nacho Vigalondo

Leer

Detecto cierta tendencia a pensar que si eres popular, en mayor o menor grado, por leches tienes un plan maestro detrás de tu cuenta de Twitter, estrategias meticulosas para lograr atraer la atención, para generar opinión favorable, esas cosas.

Mi experiencia me dice que, a menos que tu cuenta de Twitter esté gestionada por un becario o un robot, a medida que el tiempo avanza y tus mensajes se acumulan por miles, tu cuenta acaba siendo un retrato incontrolable de tu personalidad. ¿Dónde quedan las estrategias cuando todo el mundo acaba descubriendo entre tweet y tweet tus momentos de furor, de desidia, de duda, de apatía? ¿Cuál es el plan si de cada cinco tweets más o menos calculados tiende a surgir uno que te deja en pelotas?

Tengo mi cuenta de twitter desde hace varios años, y poco tardé en darme cuenta de que no podría guionizarla como si se tratase de un guión autobiográfico en tiempo real. Por dos motivos: En el peor de los casos no era posible, y en el mejor no era divertido. En mi cuenta he tenido arrebatos sentimentales, he sido críptico, he sido tonto, he sido distante, he sido un pesado, he sido gracioso, he sido soso, pueril o macabro. Unas veces dándome cuenta y otras veces no.

Inevitablemente, cuando el número de followers llega a un número de cinco cifras te asaltan las dudas acerca de si tu sentido de la responsabilidad debería agudizarse, de si deberías pensar dos veces antes de escribir cada sílaba. Pero siempre ha acabado pesando la misma evidencia: Tener un twitter autoconsciente es prácticamente imposible. Como la vida.

El pasado viernes noche, en circunstancias más festivas que otra cosa, comprobando que había alcanzado la cifra sonora de 50.000 followers, decidí twittear diferentes versiones de un mismo gag: Imaginemos que yo fuese un villano de opereta con un plan maléfico, consistente en acaparar followers con excusas falsas (una carrera como cineasta) y, cuando acumulase un número lo suficientemente alto, sembrar el caos con mensajes devastadores. La idea era twittear un puñado de esas revelaciones, pero sólo me quedé en dos… “El holocausto fue un montaje” y “La bala mágica que mató a Kennedy todavía no ha aterrizado”. La conversación se desvió porque el primer mensaje había acaparado demasiado protagonismo. Lo que pasó a continuación durante esa noche se relata y se interpreta en estos blogs que han ido apareciendo a lo largo del fin de semana:

hhttp://www.canaltcm.com/escritopor/post/2011/01/29/vigalondo-laaa-twitter

ttp://oscarvalero.wordpress.com/2011/01/29/como-te-pasas-vigalondo/

http://ariasfranco.blogspot.com/2011/01/el-affair-vigalondo.html

http://blogkaconhielo.blogspot.com/2011/01/esa-arma-de-destruccion-masiva-llamada.html

http://blog.adlo.es/2011/01/des-graciados.html

http://fueradeonda.wordpress.com/2011/01/29/humor-negro-vs-materia-gris/

http://www.canaltcm.com/decine/post/2011/01/30/aade-quao-nos-reaamos-

http://jenesaispop.com/2011/01/29/nacho-vigalondo-la-lia-en-twitter/

http://manugrandio.wordpress.com/2011/02/01/por-que-me-hizo-gracia-el-tweet-de-vigalondo/

y

http://www.focoblog.com/2011/01/31/el-problema-del-humor-en-140-caracteres/

No es la primera vez que abuso del humor negro (de hecho, las he soltado más gordas en el pasado), no es la primera vez que se genera tensión en mi cuenta, no es la primera vez que recibo insultos, no es la primera vez que, por el motivo que sea, se suman mil followers nuevos en un día. ¿Por qué el revuelo mediático ha sido considerablemente mayor esta vez?

La primera pista la recibimos el sábado por la mañana, recibo un mensaje directo de un periodista de La Información que me avisa que van a publicar un artículo acerca del suceso. Me pregunta si he recibido algún tipo de reacción negativa por parte deEl País, periódico para el cual escribo, dirijo e interpreto una campaña publicitaria que esos mismos días está en emisión. Mi mensaje de respuesta, tranquilizador, acaba entrecomillado en el cuarto párrafo de un texto cuyo título, como podréis comprobar, tiene un afán explicativo mucho más contundente que el de cualquiera de los artículos que os he enlazado antes.

http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/nacho-vigalondo-encrespa-twitter-por-decir-que-el-holocausto-fue-un-montaje_VsOia7ldRFeZjlk72ssbf3/

El texto toma directamente el esquema y hasta algún ejemplo (posteriormente cambiado) del texto que había publicado Jenesaispop la noche anterior. O sea, en vez de ir a las fuentes originales (el farragoso cruce de conversaciones acumuladas en Twitter tras varias horas, un entramado lento de revisar) el texto de La Información “remezcla” textos y añade nuevos datos (como la coincidencia del aniversario que se celebró dos días antes de mi “holocausto”). La composición resultante está lejos del análisis desdramatizado y autoconclusivo que puedes leer en cualquiera de los blogs anteriores. ¿El resultado? La polémica, que se había relajado ese sábado por la mañana, se reactiva, y el hecho pasa de ser una anécdota más o menos ruidosa a toda una noticia en potencia…

Que dos días más tarde. O sea, hoy lunes, por la mañana, parecía haberse desinflado de nuevo. Tanto en mi cuenta de twitter como en blogs, foros y demás la cuestión se había reducido al clásico debate que contrapone libertad de expresión absoluta frente a unos límites en función de valores subjetivos. La tensión se había diluido y el ¡Pechito Como Tamo! De Bisbal había vuelto a la palestra.

Hasta que, a última hora de la mañana mi cuenta de twitter recibe una nueva oleada de insultos y reproches. En un rápido vistazo compruebo que otros dos medios online, www.rollingstone.es y cinemania.es han publicado sendos artículos acerca del “Holocausto Vigalondo” y, como es de esperar, no han recurrido a las fuentes originales para mostrar lo sucedido, sino que, prolongando esta versión 2.0 del teléfono roto, han “readaptado” la información volcada por otros medios.

Reconozco que me pilla por sorpresa (por decirlo de un modo amable) el tono ya abiertamente sensacionalista del artículo de Cinemanía (cuyo texto ha sido ya suavizado desde su publicación, hacéos a la idea):

http://www.cinemania.es/actualidad/noticias/5734/nacho-vigalondo-la-lia-en-twitter-con-chistes-sobre-el-holocausto

La frase más representativa es ésta: “Con un anuncio para El País en los televisores de toda España, y una incipiente carrera en Hollywood, están aún por verse las consecuencias que este arrebato humorístico podría tener en la trayectoria de Vigalondo”

Esta vez, la forma verbal deja bien clarar la ansiedad por el acontecimiento en potencia, el escándalo progresivo, la anticipación de la noticia de verdad...

El caso es que la polémica holocáustica, que había muerto por segunda vez, se reactiva de nuevo. Con un público renovado y un perfil nuevo. ¿Hasta cuándo durará esta nueva infusión de dramatismo?

No hace falta que dure mucho, el siguiente bombeo de caos no tarda en llegar: A última hora de la tarde sucede algo que puede catapultarlo todo hacia nuevas e insospechadas direcciones. Recibo una llamada de teléfono. Un reportero de El Mundo me pide mi opinión ante un nuevo estremecedor dato. Al parecer, se ha filtrado la información de que PRISA piensa cancelar mi campaña publicitaria ante mi inaceptable comportamiento en Twitter…

Tiempo, tiempo ¡TIEMPO!

Llega un momento en el que ya no sé hasta qué punto crecerá este desaguisado. Lo que ya tengo más claro es la fueza que lo está impulsando una y otra vez.

Son dos circunstancias:

La primera: La proximidad de la dimisión de Álex de la Iglesia de la Academia de Cine a través de su cuenta de Twitter. Dicho de un modo más preciso: La constatación de Twitter como una herramienta de producción de noticias. Lo hemos estado viendo durante toda la última semana: Titulares y cuerpos de noticia compuestos casi enteramente por twitters entrecomillados. Podríamos debatir si es legítimo darle a un twitteo valor de declaración en firme, cuando hablamos de un formato que se nutre principalmente de la instantaneidad. También podemos debatir cuánta vigencia informativa conserva un twitteo más allá del contexto en el que nace, una conversación cruzada que el periodista no se va a molestar en recomponer…

Podemos preguntarnos: Ante una ausencia de códigos de conducta ¿Qué responsabilidad es más urgente definir, la del twittero o la de la prensa?

¿Impido que de mi twitter puedan brotar noticias como si fuesen tomates?

¿Impedimos que la prensa pueda plantar tomates en mi twitter a su libre albedrío?

La segunda: Es el tema que flota en el ambiente desde el primer reproche el viernes por la noche hasta la aterradora llamada de El Mundo: No soy sólo un cineasta twittero. Soy, además, autor de una campaña publicitaria televisiva de El País. No hace falta explicar la multiplicación  de las posibilidades de escándalo que se abren ante los ojos de cualquier periodista.

Volvamos a la llamada de teléfono:

En realidad el periodista de El Mundo (o sus informantes) erraban en una cuestión: La campaña publicitaria no se podría cancelar por mis soeces twitteras… Porque ya había terminado, el pasado domingo. Así lo expliqué. Y partir de ahí, el asunto pareció perder importancia. Mi polémica, tantas veces muerta y resucitada, perdía todo el atractivo si no aparecía un castigo claro y contundente hacia mi persona de una maldita una vez.

En este mismo momento, la noche del lunes, la polémica ha vuelto a morir, una vez más. La publicación de este texto en este blog quizá la reavive, soy consciente, pero creo que es un mal menor frente a la necesidad  de aclarar algunos hechos y describir estas mecánicas nuevas, esta volátil confluencia de redes sociales y periodismo, de la cual no soy la primera víctima, ni mucho menos seré la última.

En cualquier caso, alguno estará en su pleno derecho de pensar que, en el principio de todo estaba mi provocación siniestra, tan fácilmente evitable. Que, a fin de cuentas, yo debería ser más cauteloso a la hora de practicar un humor tan negro, más ante tantos ojos de extraños, y más anunciando periódicos por la tele. En realidad no me cuesta pedir perdón por prender semejante mecha. Y  pedir perdón por el incómodo fin de semana que algunos han vivido en la redacción del periódico a raíz de todo esto.

Y, por supuesto, está el perdón a todos los que se haya podido ofender con mis juegos de palabras y mis chistes. También les pido disculpas pero añado, no como arrogancia, sino como una rendida advertencia de mis limitaciones, de mis vaivenes, de lo poco que puedo prometer, de lo poco que puedo guionizar…

¡No entréis en mi twitter nunca más!

03 Febrero 2011

¡Último post!

Nacho Vigalondo

Leer

Pido disculpas por el dolor que está causando mi tweet. Quiero aclarar que ni soy antisemita ni negacionista. Cualquiera que conozca mi trayectoria, ya sea escrita o en medios audiovisuales podrá comprobar que jamás me he acercado a esas posturas, a las que condeno radicalmente.

El tweet que ha levantado la polvareda no es la declaración de un revisionista, es la parodia de una actitud así.

Lo reitero por si acaso: no soy negacionista, no soy antisemita.

Lo siento.

Por otro lado, a raíz de todo lo que ha pasado desde el pasado viernes, somos conscientes de que la suspensión de este blog puede ser una medida consecuente.

Así que este es un un adiós. Ha sido una época fantástica.

Habrá más.

Gracias.