14 mayo 2006

Marcial Maciel no podrá celebrar misas, ni realizar confesiones, ni tener actos públicos, tras ser acusado de abusos sexuales

El Papa Benedicto XVI retira del sacerdocio al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, acusado de pederasta

Hechos

El 19.05.2006 un comunicado de El Vaticano anunció que se renunciaba a someter a Macial a un proceso canónigo, pero le sometía a la renuncia de todo ministerio público.

Lecturas

EL PADRE MACIEL, CONSIDERADO UN HOMBRE CERCANO AL PAPA JUAN PABLO II

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LA VERSIÓN DE NAVARRO VALLS SOBRE LA RELACIÓN JUAN PABLO – MACIEL

El 30.04.2011 el que fuera jefe de Prensa de Juan Pablo II habló del caso Maciel para el diario EL MUNDO.

P.- En ese sentido hay quienes consideran que el proceso de beatificación de Juan Pablo II ha sido excesivamente rápido, que no ha habido tiempo de analizar en profundidad (…) su relación con Marcial Maciel, el pederasta en serie y fundador de los Legionarios de Cristo que disfrutó del apoyo personal de Juan Pablo II…

Joaquín Navarro-Valls – Es un asunto largo, pero que voy a tratar de resumir. Había por aquellos años una carta autógrafa de Maciel dirigida a un periódico americano en la que juraba ante Dios que todas las cosas que se decían de él eran falsas y que no pensaba defenderse, que lo llevaba como una cruz, etcétera. Esa carta está ahí, en internet, yo la tengo en el archivo. Y no obstante todo eso, el procedimiento canónico contra Maciel se empezó en el pontificado de Juan Pablo II. Se terminó en los primeros meses del pontificado de Benedicto XVI, y de hecho fui yo quien informó de aquello. Y todo ello, le repito, a pesar de los juramentos de esa persona. Pero, además, permítame recordarle que en aquella época hubo dos cardenales de la Iglesia -uno era Bernardin, de Chicago, y el otro Pell, de Sydney- que fueron acusados públicamente de abusos sexuales. Pues bien: en menos de un mes se demostró que las dos acusaciones eran falsas. Hay que recordar ese contexto. Pero insisto: en el caso concreto de Maciel el proceso canónico se inició en el pontificado de Juan Pablo II.

P.- Sí, pero Juan Pablo II tardó mucho en abrir el proceso contra Maciel. ¿Cree que ese retraso pudo ser fruto de su excesiva bondad?

Joaquín Navarro-Valls .- No, lo que ocurrió es que no había jurídicamente los datos que se obtuvieron luego.

P.- Pero Maciel gozó de la protección de colaboradores de Juan Pablo II, porque a pesar de que desde hacía tiempo había muchas denuncias contra él pasaron años hasta que se inició el proceso…

Joaquín Navarro-Valls.- Le he citado los casos de Pell y de Bernardin y le podría citar otros… Usted me habla de denuncias. Pero una persona, también en el derecho canónico, es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad.

20 Mayo 2006

La vida exagerada de un fundador

Juan G. Bedoya

Leer

Fue el obispo Agustín de Hipona, pecador compulsivo, según presumió en sus confesiones, y más tarde uno de los grandes padres de la Iglesia romana, quien acuñó la idea de que a veces hay que tolerar el mal menor para evitar un mal mayor. Lo dijo así: «Expulsad a las prostitutas, y toda la ciudad se verá sacudida por el libertinaje». El Vaticano practicó esta máxima durante siglos, ayudado por los apagones mediáticos y el miedo. La difusión de los escándalos por pederastia y otros abusos entre la jerarquía de EE UU, con una prensa imposible de acallar, le ha convencido del error, como predicó el cardenal Ratzinger al cónclave del que saldría papa Benedicto XVI. La crisis es gravísima, superarla exige practicar la tolerancia cero, conminó a los abrumados cardenales electores.

Las primeras víctimas de esa política, procedentes de EE UU, viven un plácido retiro en Roma, alejados sin castigo del mundanal ruido. Con esta pública sanción al fundador de los Legionarios de Cristo, el Papa dice basta de una manera más aparatosa: colocando sin miramientos en la picota nada menos que a uno de sus grandes fundadores modernos.

Marcial Maciel Degollado (Cotija de la Paz, México, 1920) no es un eclesiástico común. Es un Fundador, con mayúscula, un hombre destinado al altar por haber convocado en torno al Papa a un inmenso ejército de fieles con espíritu legionario, como antes hicieron Ignacio de Loyola (jesuitas), Francisco de Asís (franciscanos), Josemaría Escrivá (Opus) y tantos otros. En los últimos doscientos años, sólo un papa ha sido elevado a los altares -san Pío X-, frente al rosario de santos fundadores que no cesa.

Los fundadores suelen tener vidas extraordinarias. La de Marcial Maciel resulta casi milagrosa, juzgada por lo ocurrido ayer. Hijo de ricos, sobrino de dos obispos y expulsado tres veces de otros tantos seminarios, fundó antes de hacerse cura, a los 20 años, la congregación de los Legionarios de Cristo junto a otros 13 muchachos, llamados inicialmente Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores. Fue en enero de 1941. Tres años después se ordenó sacerdote y emprende, como tantos antes, su romería particular. Y Roma le abre las puertas, se supone que con la llave de los dos parientes obispos. Los seguidores de Maciel lo cuentan de otra manera, como un primer prodigio. En una multitudinaria ceremonia de Pío XII, el joven que dice sentirse enviado de Dios a México se acerca al Papa. «Soy un sacerdote mexicano y tengo una cosa importante que decirle». Y el Papa: «Mañana a las 12.00». Lo que sucedió después está plagado de éxitos y triunfos, incluso económicos -los millonarios de Cristo, se les llama a veces, con severa malicia-, pero también de escándalos y denuncias por prácticas pederastas y abusos sexuales. Ayer, el Vaticano se rindió ante las evidencias.

LOS PODERES DE MACIEL EN ESPAÑA

La relación del fundador de los Legionarios de Cristo con el catolicismo español es temprana e intensa. Se remonta a 1946, dos años después de ser ordenado sacerdote con gran pompa en la Basílica de Guadalupe, en México. Ese año Marcial Maciel viene a estudiar con algunos de sus jóvenes seguidores a la Universidad Pontificia de Comillas, entonces ubicada en Cantabria, y entra en contacto con políticos del reaccionario nacionalcatolicismo reinante, que le facilitan el camino hacia Roma. Uno de sus protectores fue el entonces ministro de Exteriores y dirigente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alberto Martín Artajo. También le acogió el marqués de Comillas, Carlos Güell.

No es descartable que tanto apoyo a quien no dejaba de ser entonces un muchacho mexicano sin biografía ni reconocimiento romano tuviera que ver con el empeño de los democristianos de poner sordina al crecimiento de otra fundación de la época, el Opus Dei de san Josemaría Escrivá.

Los Legionarios de Cristo están instalados con éxito en la sociedad española. Tienen una universidad -la Francisco de Vitoria, en Madrid-, numerosos seminarios, incontables colegios -el primero en Ontaneda, Cantabria, donde se produjo uno de los casos de pederastia denunciados-, y varias fundaciones y ONG, entre otras Iuve-Cooperación y Mano Amiga, filiales de Iuve Inc. y Help Action Inc. con sede en Estados Unidos.

En el libro Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo, José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia EFE, sitúa como miembros de esta organización a políticos de primerísima fila en el PP, como Ángel Acebes (ex ministro de Interior y secretario general el PP) y José María Michavila (Justicia), aunque éstos lo han negado.

Los Legionarios de Cristo -500 sacerdotes, 2.500 seminaristas y 65.000 miembros laicos en todo el mundo- no suelen prodigar información sobre sus actividades. Pero sí presumen de haber apostado por la formación de líderes y por las élites, para lo que promueven sin parar un exitoso andamiaje educativo que se extiende ya por decenas de países.