3 febrero 1997

Como Alberto Dahik, Bucaram huiría al exilio considerando que las investigaciones sobre corrupción contra él se debían a motivos políticos

El Parlamento de Ecuador destituye al presidente Abdalá Bucaram por ‘incapacidad mental’, que huye del país

Hechos

El 7.02.1997 el presidente de Ecuador, D. Abdala Bucaram fue destituido por el Congreso que fue reemplazado por el presidente de la Cámara, D. Fabián Alarcón.

08 Febrero 1997

Exceso de presidentes

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ECUADOR AMANECIÓ ayer con tres presidentes. Son demasiados para tan poco Estado. La clase política ecuatoriana tiene ante sí el desafío de sacar al país del tremendo lío en el que lo han metido. Y al más bajo coste social posible, pues los ciudadanos llevan padeciendo desde hace mucho. La salida más razonable, aunque no por ello más probable, puede ser la convocatoría urgente de nuevas elecciones presidenciales que salvaguarden la precaria legitimidad democrática.Abdulá Bucaram, a quien gusta su apodo de El Loco, ganó las elecciones con un 54% de los votos y asumió la presidencia de Ecuador en agosto pasado. A su empuje populista ha unido muchas notas de extravagancia y de falta de cordura de las que él mismo se pavoneaba. Sin duda, este estado de ánimo le llevó a forzar medidas económicas brutales sin consideración hacia una población y una economía castigadas por las consecuencias del último rebrote, hace dos años, de la guerra con Perú. Bucaram multiplicó por tres el precio de la electricidad y por diez el del teléfono, entre otras medidas que han provocado una huelga general que el propio Bucaram respaldó en una insólita declaración pública.

uede que Bucaram padezca «deficiencia mental». Pero, sobre todo, ha practicado el nepotismo y la arbitrariedad desde el poder y ha buscado una impopular paz -por sus términos- con Perú. El Parlamento lo ha depuesto de un plumazo, por mayoría simple, y ha nombrado presidente interino a Fabián Alarcón, un hábil político, con un partido radical de estrecha base popular. Bucaram ha respondido declarando el estado de emergencia y suspendiendo las garantías constitucionales. Más allá de otros precedentes en Ecuador y de los interrogantes sobre el respeto a una Constitución que cada parte interpreta a su modo, el mal está hecho y reforzado por la negativa de Bucaram a abandonar el poder y por la reclamación de la presidencia que hace para sí misma la vicepresidenta, Rosalía Arteaga. El Ejército no ha querido tomar parte en esta disputa, aunque el general Paco Montayo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, considerara «justas» en enero las protestas populares contra el Gobierno. ¿Durante cuánto tiempo van a poder, o van a querer los militares, mantenerse formalmente al margen?

En un país invertebrado cuyo Estado quedó maltrecho por las guerras, el narcotráfico y la corrupción, la clase política tiene la obligación de consensuar una salida indolora: si no es el apoyo a uno de los tres que reclaman para sí la legitimidad de la presidencia, al menos la convocatoria urgente de nuevas elecciones.

11 Febrero 1997

Solución civil

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ECUADOR HA encontrado una solución razonable a su grave crisis política. El nombramiento de la vicepresidenta Rosalía Arteaga como presidenta provisional de la República mientras las fuerzas políticas resuelven la convocatoria de elecciones parece una salida aceptable. El pacto se ajusta formalmente a una Constitución que reconoce al Parlamento la capacidad de destituir al presidente por incapacidad, aunque su enajenación mental haya sido establecida en este caso por el voto de los diputados, sin necesidad de ningún informe médico. La situación de fondo, está claro, sólo podrá resolverse con nuevas elecciones.Este paso, que no evita riesgos de confusión en los próximos meses, implica en primer lugar la anulación política de Abdalá Bucaram, a pesar de las melodramáticas declaraciones de resistencia: «Antes muerto que renunciar». La renuncia del presidente del Congreso, Fabián Alarcón, es una muestra de cordura para romper el despropósito de los tres presidentes y, al mismo tiempo, una demostración del extenso alcance del pacto entre las fuerzas políticas. El papel del Ejército ecuatoriano ha sido decisivo. Su comportamiento moderado, exigiendo a distancia una solución política pactada, explica la relativa celeridad con que se está gestionando la salida a esta crisis.

13 Febrero 1997

De tres a uno

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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TRES PRESIDENTES sucesivos o tres presidentes a la vez: hay cierta desmesura presidencial en Ecuador. Pero, finalmente, ese país parece haber entrado en una senda de sensatez. El Parlamento ha nombrado a Fabián Alarcón como jefe del Estado hasta las elecciones que han de celebrarse el próximo año, y el nuevo presidente ha anunciado que derogará las alzas brutales de precios, origen de esta crisis. Es de lamentar que no haya sido la clase política sola la que ha hecho prevalecer la sensatez, sino que para ello, tras la destitución dudosamente legal de Abdalá Bucaram, El Loco, y la breve asunción de poderes por la vicepresidenta, Rosalía Arteaga, haya necesitado un empujón de los militares. Sería deseable que no se consolidase este papel del Ejército como árbitro. Los ecuatorianos han demostrado cierta mano izquierda al dejar que Bucaram iniciara una gira exterior en busca de un improbable apoyo internacional a su persona, que, independientemente de otras consideraciones, parecía empeñada en hacer honor a su apodo.