20 abril 2007

El principal político del país rechaza dimitir y lo fiará a la decisión de un referendum en el que presumiblemente será reforzado gracias a su popularidad

El parlamento de Rumanía suspende por un mes a su jefe de Estado, Traian Basescu, por «abuso de poder»

Hechos

El 20.04.2007 Traian Basescu fue suspendido como Presidente de Rumanía por el parlamento con 322 votos a favor y 108 en contra.

Lecturas

Los diputados han acusado al presidente Basescu (del Partido Demócrata) de 19 casos de abuso constitucional, como intentar usurpar el control del Gobierno al primer ministro, criticar a los magistrados y ordenar la escucha de las llamadas de ministros. Ante una suspensión el Jefe de Estado tenía dos opciones, o renunciar, o asumir un referendum en el que se decida si sigue o no, un referendum que con toda probabilidad ganará, dada su alta popularidad. De hecho tras conocerse su ‘suspensión’ miles de rumanos salieron ayer a las calles para pedirle que no renuncie.

Entre los partidos defensores del a destitución de Basescu, destacan el Partido Socialdemócrata y el Partido Nacional Liberal, este último es el partido al que pertenece el primer ministro, Popescu Tariceanu, partidario de la suspensión del presidente.

05 Abril 2007

Bizantina crisis rumana

Valentin Popescu

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La crisis parlamentaria rumana tiene ya ribetes psicodélicos. La larga y creciente confrontación entre el presidente y el primer ministro terminó con un más difícil todavía: el jefe del Gobierno y su partido liberal abandonaron la coalición a principios de semana para ser ratificado por el Parlamento el Gobierno dimitido y ratificado por el propio presidente. El absurdo recupera cierta lógica si se tiene en cuenta que, en realidad, todo el mundo (salvo su propio partido, el conservador, claro) estaba contra el presidente Traian Basescu. En parte, por rencores personales, pero sobre todo porque los intentos del equipo Basescu de desarticular las vinculaciones de muchos políticos con la mafia económica perjudica grandemente a muchísimos políticos, la mayoría de los partidos y la plutocracia inconfesable surgida en el último decenio.

La situación es totalmente inestable porque el presidente puede posponer indefinidamente el nombramiento de los ministros y el país no puede ser gobernado por un gabinete sin ministros. Además, Basescu está pendiente de una eventual inhabilitación “por conducta inconstitucional”. Una comisión parlamentaria extraordinaria le encontró culpable de 19 extralimitaciones graves de su cargo y depósito una denuncia ante el Tribunal Constitucional. El fallo – que no es condicionante – ha de darse a conocer antes del próximo día 10. La denuncia no tiene precedentes en tres lustros de democracia poscomunista y es inexplicable, ya que el Ejecutivo no necesita el dictamen del alto tribunal para echar al presidente; bastaría que lo decidieran por mayoría simple las dos cámaras en sesión conjunta.

No lo menees, que es peor. ¿Por qué no lo hacen, pues? Porque el proceso podría precipitar la convocatoria de elecciones adelantadas en las que todo el mundo, partidos, diputados y mafiosos, corre el riesgo de salir perdiendo. Las encuestas indican que el hombre más popular de Rumanía es Basescu y en unos comicios generales en el que presentase su candidatura a la jefatura del Gobierno podría alzarse con el poder, dado el descrédito de la mayoría de los partidos. Pero la primera clave de esta crisis es la corrupción. Un tipo de corrupción similar l que se registró en casi todos los países satélite de la URSS al hundirse el comunismo estalinista: el poder siguió en manos de la nomenclatura comunista (PSD) y sus testaferros, que aprovecharon su continuidad en el poder para crear a costa del Estado unas estructuras mafiosas de enorme poder. La segunda clave es que el maridaje político-mafioso rumano es inaceptable para la UE. Las exigencias bruselenses de honradez para que Rumania pudiese ingresar el pasado enero fueron tajantes y Basescu ganó en el 2004 las elecciones presidenciales prometiendo cumplirlas. Para ello contó con la energía indomable de una fiscal nombrada ministra de Justicia, Mónica Macovei, quien con la ayuda moral de Bruselas y el paoyo del presidente ha llevado ante la justicia por corrupción y prevaricación a 127 cargos público. Evidentemente, en el segundo gobierno del primer ministro Calin Popescu Tariceanu ya no figura Macovei.

Ni contigo ni sin ti. La situación no habría llegado a la crisis abierta sin el endiablado carácter de Basescu, que le ha enfrentado a casi todos los prohombres del país. El problema lo agrava una tozudez que sólo se explica por la convicción presidencial de que goza del visto bueno de la UE. También el texto de la Constitución ha contribuido mucho a la confusión. Redactada inmediatamente después de la caída del comunismo, fue formulada en términos muy vagos por presión del primer gabinete democrático, en su mayoría compuesto de ex comunistas. Y ha resultado tan vaga que cuesta delimitar las atribuciones presidenciales y las del Gobierno. La tercera clave de la crisis es que fue buscada por Basescu para deshacerse de Popescu Tariceanu. En una reunión, el jefe del Gobierno le pasó una nota pidiendo su ‘intervención’ a favor de Dinu Patriciu, un opaco hombre de negocios que era ya el hombre más rico del país en tiempos de Ceaucescu y que es perseguido por la justicia a causa del origen de su fortuna. Basescu no sólo desatendió la petición de su entonces aliado gubernamental sino que informó a la prensa, lo que desencadenó la ruptura.

Valentín Popescu

08 Septiembre 2007

Inestabilidad rumana

Valentín Popescu

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La inestabilidad política rumana han llegado a extremos que ya se parecen más al teatro del absurdo de Ionesco que a lo que se podría llamar ‘bizantinismos parlamentarios’ modernos. El último acto – por ahora – de ese espectáculo político es la decisión socialista de presentar una moción de censura el próximo día 10 de septiembre. Lo absurdo de la situación es que los socialistas (PSD) – herederos del antiguo Partido Comunista – constituyen la mayor fuerza parlamentaria y a pesar de ser aparentemente incompatibles en el gobierno con cualquiera de los otros partidos políticos, resultan imprescindibles para cualquier cambio sustancial en la constelación de poder parlamentario. Hoy en día el lema del PSD podría ser ‘ni conmigo, ni sin mí’.

¿Especulación o Chantaje? De ahí que a mediados del mes pasado la dirección socialista rumana decidiese presentar en la nueva sesión parlamentaria una moción de censura. Mircea Geoana – presidente del PSD – ha dicho públicamente que, dada la desavenencia de los partidos gubernamentales, la moción será seguramente aprobada y el presidente Basescu tendrá que encargarle a él, jefe del partido mayoritario, la formación de un gobierno de transición.

El análisis es cierto sólo en parte, porque si la incompatiblidad personal entre el presidente conservador (PD) Basescu y Popescu Tariceanu, el primer ministro liberal nacionalista (PNL), intoxica hasta la paralización la vida política rumana desde hace cerca de un año, el miedo de casi todos los partidos a un mandato socialista no aboga en absoluto por un triunfo de la moción. Solamente el partido de la minoría magiar (UDMR) ha dejado entender que se coligaría con quien fuera con tal de lograr un gabinete de mayoría.

De ahí que en Rumanía se haya interpretado que la decisión socialista no es tanto una amenaza al actual reparto de poder en el parlamento, sino más bien un chantaje. El PSD retiraría o haría fracasar su propia moción si se le compensase con la concesión de mayores fondos presupuestarios y más cargos en la administración pública provincial y municipal.

Las euroelecciones. De ser cierta la motivación chantajista del PSD, es muy posible que se salga con la suya, porque liberales y conservadores temen una consulta electoral mientras siga la enemistad enconada entre Traian Basescu y Calin Popescu Tariceanu. Sobre todos los liberales nacionalistas sufrieron un gran revés al apoyar incondicionalmente sufrieron un gran revés al apoyar incondicionalmente la moción de destitución de Basescu de su cargo por ‘extralimitación de poderes’. Se convocó el referendo correspondiente y Basescu lo ganó en mayo con el 75% de los votos emitidos.

Evidentemente, en unos comicios generales el PD de Basescu no sacaría ni de lejos un resultado parejo al del referendo, pero muy posiblemente superaría en escaños al PNL. Los sondeos de opinión ya señalaron la pasada primavera que en las elecciones europeas los presidencialistas derrotarían a los liberales nacionalistas. Esto determinó a Popescu Tariceanu a suspender fulminantemente la convocatoria europea del 13 de mayo. Ahora, el jefe del Gobierno rumano ha decidido convocar la mentada consulta electoral para el 25 de noviembre. Con ello lograría distraer a la opinión pública de una ofensiva de los socialistas; tanto más, cuanto que constitucionalmente Rumanía tiene que celebrar ineludiblemente estas elecciones tras su ingreso en la Unión Europea