18 enero 1969

La expulsión del ex Secretario de Organización fue decidida por Carrillo sin consultar con el Comité Directivo

El PCE de Santiago Carrillo desafía a la Unión Soviética y expulsa a Eduardo García, el dirigente más fiel a Moscú

Hechos

En 1969 fue expulsado del Partido Comunista de España (PCE), D. Eduardo García, ex Secretario de Organización.

Lecturas

REFERENCIAS A EDUARDO GARCÍA DE OTROS DIRIGENTES DEL PCE:

«La ejecución del militante del PCE Luis Montero fue dirigida por Eduardo García y este fue uno de los méritos por los que Santiago Carrillo le llevó a su Comité Ejecutivo» (D. Enrique Líster).

«Eduardo García, el malvado Eduardito, encaramado en la secretaría de organización por obra y gracia de Carrillo, perro de presa de Carrillo que este azuzó contra nosotros. Perro policía, espía en la ejecución de los servicio especiales rusos, perro del KGB, se ha visto. Luego mordería la mano paternal de Carrillo.  No voy a enternecerme por ello, quien siembra perros, recoge hijos de perra, hijos de puta policiacos del KGB» (D. Jorge Semprún).

Santiago Carrillo, crónica de un secretario general

Fernando Claudín

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En diciembre de 1969 el comité central decida expulsar a Eduardo García y Agustín Gómez. Líster y algunos otros miembros del organismo votan en contra o se abstienen. El general, que durante la conferencia internacional había sido objeto de eseciales halagos y atenciones por los soviéticos, pasó poco después con armas y bagajes al frente anticarrillista y dio rienda suelta al odio que había ido acumulando contra su jefe de la víspera. En el invierno de 1969-1970 se intensifica la campaña contra Carrillo, teniendo como base principal a un sector importante de la organización del PCE en Moscú, que naturalmente no podía realizar esta actividad sin el respaldo del PCUS.

A la actividad de los prosoviéticos en el seno del partido Carrillo respondió con su método habitual: nada de debate en profundidad de los problemas teóricos y políticos que involucraba la cuestión soviética (el debate implicaba el riesto de desintegración de la ambigüedad ideológica con que Carrillo manejaba tan espinosa cuestión), sino medidas de organización para marginar o expulsar uno tras otro a los seguidores de Eduardo García, Agustín Gómez y Enrique Líster. Después de la cumbre de Moscú, Carrillo decide dar un golpe maesro para fortalecer sus posiciones, tanto hacia dentro del partido como hacia Moscú. A la reivindicación de convocar el VIII Congreso del partido, agitada por los prosoviéticos, responde reuniendo un pleno ampliado del comité central, es decir, una asamblea en la que además de los miembros titulares asisten otros, seleccionados por la dirección.

¿Quién mejor que el prestigioso general comunista de la guerra civil para servir de acusador? Sólo Pasionaira podía ser mejor candidato, pero la faena era demasiado sucia como para que ella se embarcara, pese a que evidentemente discrepaba de Carrillo en esta cuestión. Ya es significativo que la presidenta del partido no haya hecho nunca críticas públicas a los soviéticos.

El comité central decide expulsar del partido a Líster y otros cuaro miembros de dicho organismo. Entre ellos figuraban Pilar Brabo, Fernando Soto, Eduardo Saborido y Vicente Cazcarra que desemepñarían un papel destacado en los años sigueintes entre los colaboradores más próximos de Carrillo. Todos compartían el independentismo de Carrillo respecto a Moscú. El Kremlin ya no podía hacerse ilusiones sobre cambios a corto plazo en la orientación del PCE y adoptó una táctica de rpudente hostigamiento bajo declaraciones de fraternal solidaridad, al mismo que ayudaba discretamente a los ‘partidos’ de Eduardo García y Enrique Líster (enfrentados entre sí), que cosechaban escaso éxitos.