22 abril 1931

Comienza una polémica entre los diarios de Cánovas Cervantes y Juan Ignacio Luca de Tena.

El periódico LA TIERRA pide al Gobierno de la República que ‘reprima’ al diario ABC por seguir defendiendo la Monarquía

Hechos

El 22.04.1931 el diario LA TIERRA publicó un artículo pidiendo al Gobierno que reprimiera al diario ABC.

Lecturas

La negativa del diario ABC de D. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres a acatar la II República lleva al diario La Tierra de D. Salvador Cánovas Cervantes a pedir al nuevo gobierno que ‘reprima’ a este periódico, causando una polémica de varios números entre ellos. D. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres recuerda el pasado monárquico del Sr. Cánovas Cervantes, que sus empresas fueran socias y que aún debe dinero a Prensa Española S. A.

24 Abril 1931

El Santo Oficio de la República

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Entre los ex abruptos que están prodigando los esbirros periodísticos de la Inquisición republicana los hay también para nosotros. LA TIERRA invoca ‘su íntima raigambre republicana’ –  ¿la raigambre de LA TRIBUNA a la devoción del maurismo? – para disciplinar al Gobierno y conminarlo por sus flaquezas y tolerancias con los monárquicos todavía supervivientes en la primera semana de República.

Nuestra crítica doctrinal y mesurada sobre la legalización de los poderes de hecho le parece un crimen, por lo que el Gobierno actual debe ‘acabar de una vez’ con los tozudos que no nos enteramos del cambio de régimen. ¡Sí que nos enteramos, y con harta edificación!

Según LA TIERRA, debemos hacernos a la idea de aceptar como legal cuanto el Gobierno vaya creando, porque – la misma tesis de Primo de Rivera, y es otra coincidencia – toda revolución crea consigo un nuevo derecho.

Está bien. Mientras el nuevo derecho no suprima la libertad de opinión, la raigambre republicana del Sr. Cánovas Cervantes tendrá que aguantar las opiniones de ABC, que son las de siempre, y sólo sentiremos que cumpla su amenaza de hacer con otros republicanos la revolución que el Gobierno provisional no quiera o no pueda hacer. Porque dos revoluciones en tan corto espacio y con D. Salvador de caudillo nos parece demasiada revolución.

24 Abril 1931

Para un grande de España malogrado

Salvador Cánovas Cervantes

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Cualquier observador que estudiase, aunque someramente, la actitud de ABC en los últimos días de la monarquía, hubiese podido vaticinar, sin temor a equivocarse, que el régimen monárquico había llegado al máximo desastre y que pronto habría de hacer, haciendo correr un gran ridículo a su defensor en la Prensa, el palatino marqués de Luca de Tena.

Aquellos terroríficos entrefiletes anunciando violaciones de doncellas en medio del arroyo, asaltos de iglesias y conventos y las groseras injurias contra la mayoría del país que votó horas después la República, daban la sensación del mayor desconcierto y locura. España dio como respuesta un magnífico mentís derrocando a la monarquía en medio del mayor orden. Esta campaña de ABC quedará en la historia del periodismo español como muestra de estulticia, de incomprensión y de incapacidad.

La formidable masa de opinión que en toda España acudió a las urnas, maldito sí hizo caso del irritado ABC. Todas las clases sociales, desde los aristócratas hasta los obreros votaron pacíficamente la República.

Don Alfonso y su familia tuvieron, como consecuencia, que salir precipitadamente camino del destierro, en las mismas horas en que todos los poderes del Estado se sometían al nuevo régimen elegido en magnífico plebiscito por la voluntad nacional.

Sólo han quedado en España para defender a la monarquía de don Alfonso, aislados y en medio de la general rechifla ABC y su director, el excelentísimo señor marqués de Luca de Tena, laureado coautor de ‘El huésped del Sevillano’.

El señor marqués siente el monarquismo natural de todo título improvisado. No existe nada más insoportable que un nuevo rico o un noble de procedencia comercial. Aristócratas de tan alta estirpe como el duque del Infantado han reconocido la realidad de los hechos consumados esperando mejores tiempos.

El director de ABC, en cambio, ha sentido en sus venas bullir la sangre azul, y se lanzó a jugarse el todo por el todo contra los enemigos de la monarquía (No creemos que tengan idéntica decisión los demás accionistas de ABC, viendo el éxodo de lectores y anunciantes, precursor de un porvenir lleno de inquietudes).

Con ABC se repetirá la historia de los grandes diarios españoles fundados por ilustres periodistas. Ellos los fundaron, dando a sus empresas la máxima pujanza, y sus hijos después, dieron estúpidamente al traste con su obra.

Pero esta vez va a fallarle el golpe al marqués de Luca de Tena. A nosotros ni nos asusta el señor Cuartero ni nos preocupa su léxico tan a propósito para sacar de apuros a su director, ni le tememos en el terreno de la polémica ni en ningún otro. ¿Está claro?

Jamás el destino me ha proporcionado semejante satisfacción en mi larga y accidentada de tan rancia estirpe como el Sr. Luca de Tena es ocasión que no se presenta todos los días.

Lo afirmamos una vez más. Este periódico se fundó con la intención de sostener la ideología republicana, consubstancial con la idea de patria – que no lo fue nunca la monarquía caída – y para ayudar a derrocar la dinastía de los Borbones. Hemos conseguido la primera parte de nuestro programa, y ahora vamos a luchar por el afianzamiento delictivo de la República española, de la que nada esperamos y a la que nada hemos pedido. En eso nos diferenciamos nosotros del director de ABC, respecto a su monarquismo.

Y si algún certificado de honradez o de aptitud se me pide, lo sacaré de los elogios que en otros tiempos me dirigió ABC y de las cartas encomiásticas que los familiares del actual señor marqués me dirigían todas las cuales están en mi archivo. En casa de su padre fui siempre acogido con los máximos honores, sobre todo en aquella etapa triste y decisiva para ABC que culminó en la campaña contra la Papelera.

Entonces ‘Don Salvador, caudillo de la futura revolución’ era persona más que grata, y sus campañas y artículos reproducidos con todo encomio en el diario ABC. ¡Y era muy natural que así sucediese! Se trataba de defender el dinero, y para esos menesteres en aquella casa sirve cualquiera. ¿Verdad, señor marqués?

Y hasta mañana, queridos lectores, que procuraré quitarme de encima, toda la bilis que sobre mí verterá ABC.

Salvador Cánovas Cervantes

25 Abril 1931

Don Sálvador en Jarras

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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LA TIERRA, que con este mismo título fue un proyecto de periódico para Martínez Anido, y así se anunció en la Prensa, es ahora, con esa raigambre republicana y con el cartel denigrante que acaba de ponerle un ministro de la República, uno de los libelos ensañados en la campaña de bajezas que ayer comentábamos francamente y el que procura batir en ella el record, con mayores probabilidades, por el gran entrenamiento de su conocidísimo empresario, D. Salvador Cánovas Cervantes, igualmente famoso por su historial y por la divisa que ostenta desde hace muchos años: “Ni lo uno ni lo otro”. La sátira le dio este blasón, y su perseverancia para merecerlo se lo arraiga con más firmeza que la otra raigambre de que blasona esos días. En el papel, que ha tomado con tanto gusto, de esbirro mayor de la República, no deja vivir a los infelices que se acercan al nuevo régimen y los acribilla con insultos y delaciones, temeroso de que achiquen el botín que todavía no le han permitido catar los escrúpulos del Gobierno al que también arremete – por moroso y cicatero, como si lo viéramos – el periódico de la raigambre que, a pesar de la revolución, sigue de tramposo e insolvente, sin pagar las cuentecillas. Pero es que a los monárquicos que no se reniegan y defienden lo que defendían, tampoco los indulta, y los toma de blanco para sostener con procacidades y desvergüenzas el tono de LA TIERRA y la explotación de la calderilla demagógica. El programa de don Salvador es que no haya más republicanos, hasta ver lo que pasa o lo que dan, y que desaparezcan o enmudezcan los monárquicos. ‘Ni lo uno, ni l otro; la divisa que es la única consecuencia del esbirro mayor de la República.

Lo que ayer dijimos de él responde, y es bastante, al propósito de justificar nuestro desdén por sus campañas, que no vamos a tomar en consideración ni a seguirlas como se le antoja. Diremos de ellas en lo sucesivo lo que nos parezca necesario y cuando lo estimemos oportuno; pero sin diálogo ni beligerancia. Se ha engañado al esperar, puesto en jarras, el toner que anuncia a sus lectores. Torneo, no; entre otras razones por la que él mismo escribe, curándose en salud. “Hace veinte años que venimos resistiendo impasibles las más duras campañas”; y es verdad que nadie ha podido en veinte años ni podría en cincuenta mortificar la piel del paquidermo. “¿Qué queda ya por decir contra Cánovas Cervantes, periodista audaz que no sabe escribir ni hacer periódicos?” Nada, no queda nada; todo está dicho de él y de su periodismo zafio, famélico y azaroso. Ni se puede hacer el compendio de su biografía, porque lo hizo ya lapidariamente Iglesias Hermida: “¿No has oído decir que Fulano es más brut que una tabla? Tú eres la tabla, Salvador.