28 febrero 1979

La redacción de Fernández Pombo desafía así a la propiedad, Editorial Católica, que era partidaria de respaldar al partido de Alfonso Osorio (aliado con Fraga en 'Coalición Democrática')

El periódico YA publica un editorial para respaldar a UCD en plena jornada de reflexión causando la réplica del diario EL IMPARCIAL

Hechos

El 28.02.1979 el periódico YA publicó el editorial ‘El valor de los votos’.

Lecturas

En las elecciones generales de 1979 el periódico de la EDICA pidió abiertamente el voto hacia la UCD, es decir, al Gobierno de Suárez, en un nuevo gesto gubernamental de Ya que fue criticado editorialmente por El Imparcial. En esta ocasión ya no hubo respuesta por parte del Ya.

El editorial ‘El Valor de los votos’ pidiendo el voto a la UCD publicado en el YA por decisión de D. Alejandro Fernández Pombo, director del YA, con la oposición del anterior presidente de la empresa editora EDICA D. Juan Herrera, que prefería que el apoyar hubiera sido para el democristiano Partido Demócratico Popular de D. Alfonso Osorio, que se presenta en coalición con AP bajo la denominación de la Coalición Democrática. El actual presidente de EDICA, Conde de Bugallal, aún no se ha posicionado al respecto, aunque se le considera más próximo a AP que a UCD. De replicarlo se ha encargado el dirigente de AP, D. Félix Pastor Ridruejo y también el editorial de EL IMPARCIAL de D. Julio Merino titulado ‘El voto del valor’.

28 Febrero 1979

El valor de los votos

YA (Director: Alejandro Fernández Pombo)

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Cuando el secretario del PSOE, don Felipe González, ha presentado la inminente jornada electoral como un enfrentamiento entre las izquierdas y las derechas ha prestado un servicio de clarificación inestimable. Ahora sabemos todos a qué atenernos. Con tal de que a esas izquierdas les demos su verdadero nombre: marxistas.

Esto no autoriza ninguna equiparación con los dramáticos enfrentamientos del pasado. No es éste el caso, pero mientras el PSOE tenga en su programa una declaración explícita de marxismo, a ella tenemos que aternernos. Y nada se diga de los partidos que quedan a su izquierda.

Ante ese planteamiento, nuestra opción sólo puede ser la que nos marcan nuestra historia y nuestras convicciones. Sin embargo, no creemos que con esto hayamos agotado nuestra obligación hacia nuestros lectores. Creemos que éstos tienen derecho a pedirnos más precisiones, puesto que frente a las candidaturas marxistas no hay una sola candidatura a la que se pueda votar.

En su momento pedimos la unión de los que hoy se presentan separados. Les instamos a que superasen los personalismos que la pudiesen impedir. ¡Cuando menos sugerimos que haya entendimientos parciales! No fuimos escuchados y ahora tenemos que enfrentarnos con una situación que no nos gusta ni hemos creado, contra la que hemos hecho cuanto estaba en nuestra mano, pero que no podemos eludir y ante cuya posibilidad ya anunciamos (véase nuestro editorial del 7 de enero) que, si se producía forzosamente lo sensato sería inclinarse a favor del partido que tuviese más posibilidades de victoria, es decir, a favor del llamado ‘voto útil’ como una exigencia elemental del sentido común.

Pues bien, éste es el caso.

Tampoco somos los autores de la ley electoral vigente, una de cuyas consecuencias es el máximo aprovechamiento de los votos emitidos en favor de los partidos mayoritarios, mientras que los partidos minoritarios tienen que ver cómo gran parte de sus votos se pierden sin beneficio de nadie, o mejor dicho, en perjuicio del partido mayoritario afín y en provecho del partido mayoritario contrario. Fue lo que sucedió en las elecciones de junio de 1977 con los votos de Alianza Popular. ¿Podría repetirse el caso hoy con los votos de Coalición Democrática? En 1977 la abultada victoria de UCD impidió que se produjese un vuelco a favor del PSOE, que, además iba separado del PSP, hoy unido a él. ¿Podemos estar seguros de que las consecuencias de lo que exponemos no serían el próximo 1 de marzo trascendentales?

Se argumenta que, cuanto más votos se den a quienes han fundado su campaña en prometer una política de centro-derecha, más necesidad tendrán los futuros gobernantes de contar con ellos y más garantías habrá de que la política que se haga será en efecto de centro-derecha. A lo cual se puede replicar que, quitando votos al partido mayoritario contrario, facilitando el que éste pueda pasar a gobernar, con lo cual tendríamos no centro-derecha, ni centro–izquierda, sino pura y simplemente al marxismo en el poder.

Saque cada cual sus conclusiones, pero nosotros creemos que el problema está planteado exactamente en esos términos. Ponerse a enjuiciar la política de los veinte meses últimos es simplemente esquivar el problema, que no está en el pasado, sino en el futuro, y consiste estrictamente en votar al partido que esté colocado en mejores condiciones para impedir que el futuro político inmediato sea marxista. Así de claro.

Bien entendido que hacemos estas reflexiones con el mayor respeto para quienes plenamente conscientes de que habrá quienes lo interpreten mal. Una vez más se pondrá en duda nuestra independencia. Pero la independencia consiste en no escribir al dictado de nadie, no en silenciar la opinión propia cuando hay el grave deber de darla. Esto sería cobardía. Y si nuestro antecesor EL DEBATE afrontó las más duras críticas por haber señalado el camino que su conciencia le dictaba como el más beneficioso para la Patria, tampoco vamos nosotros a echarnos atrás ante la incomodidad de las incomprensiones cuando se trata de algo tan importante como lo que el primero de marzo se pone en juego.

01 Marzo 1979

El voto del valor

EL IMPARCIAL (Director: Julio Merino)

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Ponerse a enjuiciar la política de los veinte últimos meses es simplemente esquivar el problema – de a quién se debe votar – que no está en el pasado, sino en el futuro’. Así se escribía, desde el YA de ayer, en un editorial de propaganda (Y eso que estábamos en el día de la reflexión ucedista).

Lo que el YA propone a los ciudadanos es que no reflexionen, que no piensen, que no valoren ‘que no enjuicien la política de los últimos veinte meses’. Así de claro. ¿Nos habrá tomado el editorialista del YA por tontos a los españoles?

Pues eso parece. Porque si miramos al pasado ¡qué difícil resulta votar a UCD! Si reflexionamos sobre lo que han prometido y luego han hecho, ¡que saldo tan dispar y negativo! Sí, sencillamente pensamos cuál es la opción más acorde con los principios que profesan los propios electores de UCD ¡que imposibilidad moral para dar el voto a quienes desdibujaron su ideología, adulteraron sus fundamentos y transaron con sus convicciones!

Le ocurre al YA lo que es ya medular en su equívoca historia: tiene miedo. Tiene miedo a defender sus propias convicciones – como lo tuvo en 1931 cuando apoyó a la República – tiene miedo a todo y a todos. Escribe desde el temor, y por eso su única doctrina – si es que doctrina se puede llamar – es la del mal menor, que siempre, siempre acaba siendo el mal real y mayor.

Tiene miedo y tiene compromisos. Y escribe al servicio y al dictado de esos compromisos. Como cuando para apoyar al franquismo más intransigente denostaba a su líder, Gil-Robles. O cuando – intolerante – defendía un integrismo católico que nunca leyó ni pudo leer en las encíclicas papales pero que le servía para medrar en el palacio del Pardo o en el Ministerio que regía Gabriel Arias Salgado.

No. No defiende el periódico de la Editorial Católica el ‘voto útil’ para los españoles. Defiende el voto útil para los ministros del Gobierno que militan en sus cuadros. Y lo defiende en propio provecho y hasta desmintiendo – que ya es desmentir – a las matemáticas.

Porque – como se ha demostrado desde otros periódicos y por firmas más coherentes – quitar votos a la derecha y al centro-derecha equivale – y la anterior experiencia electoral del 15 de junio lo ha demostrado – a estas tres cosas conjuntamente:

  1. Permitir que el Gobierno haga una política izquierdizante, con votos de la derecha.
  2. Debilitar las propias convicciones, la propia moral de la derecha.
  3. Regalar escaños al PCE y al PSOE. ¿Habrá de recordársele lo ocurrido en Madrid con el escaño del Sr. Tamames o en Teruel con el que se llevó el socialista señor Zayas?

El YA está hoy donde estuvo siempre: en la ambigüedad y en la incoherencia. Y eso es muy claro. Por ello frente al título de su editorial – ‘El valor de los votos’ – hay que argumentar con el voto del valor.