12 marzo 1987

El locutor de ANTENA 3 RADIO, José María García, hizo gestiones a favor de Mendoza para retener a Sánchez

El presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, logra retener al jugador de fútbol Hugo Sánchez

Hechos

El 12.03.1987 el diario MARCA anunció que D. Hugo Sánchez se quería ir del Real Madrid.

12 Marzo 1987

Hugo, como Schuster

José V. Hernaez

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La historia se repite. Hace aproximadamente un año Bernd Schuster comenzó así. Quería más dinero. Era el jugador mejor pagado del Barcelona, pero sus ingresos eran inferiores a los de Butragueño y Hugo Sánchez. Le quedaban dos temporadas para cumplir su contrato con el club azulgrana, pero aún así quería una revisión de sus condiciones económicas.

Con anterioridad Schuster había tenido también problemas con el Barcelona. Le molestaba la popularidad de Diego Armando Maradona. No aceptaba estar en segundo plano, siempre a la sombra del argentino.

El de Hugo Sánchez se ha convertido en un caso paralelo al del alemán. El mexicano tiene celos de Emilio Butragueño. Lo ha dicho él públicamente hace unos días. Y, ahora, sale a la luz el tema de su marcha del Real Madrid. Tiene contrato en vigor, pero lo quiere rescindir porque en Italia le ofrecen más dinero.

Y Hugo Sänchez, probablemente, quiere más dinero, sí, pero sin moverse de donde está. Quizá todo este asunto no sea más que una maniobra para que el Real Madrid le aumento su ya de por sí elevado contrato y le equipare con Butragueño. A lo mejor, incluso, quiere ganar más que el Buitre.

Hugo Sánchez tiene un contrato en vigor y debería cumplirlo. Sin embargo, ahora la ley le ampara y puede rescindirlo en el momento que desee. A la afición madridista podrá parecerle mal, pero, mirándolos fríamente, ¿Quién en su lugar no haría lo mismo?

Pienso, no obstante que el mexicano lo único que busca con ello es ganar más dinero en el Real Madrid. Al menos para poder presumir de que es más que Butragueño. Y si es así, Ramón Mendoza tiene una papeleta muy difícil de resolver. También un espejo donde mirarse. Ahí está el caso Schuster. O el de Paco Llorente, sin ir más lejos. El Real Madrid se ha visto favorecido en este último caso por una ley que ampara al deportista profesional. Ahora puede sufrirla en sus propias carnes. Si es que realmente se va Hugo, que está por ver.

José V. Hernaez

20 Marzo 1987

Hugo, el hereje

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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NUNCA EN la historia futbolística del Real Madrid se había producido el caso de que un jugador estrella de su plantilla manifestara el deseo de cambiar de club. Esta fue, en todo caso, una reivindicación que interpretaron los suplentes y marginados, jamás aquellos que, por antonomasia, triunfando en el Real Madrid, se consideraban en la cima de todos los éxitos.El caso de Hugo Sánchez, que conmociona ahora a la afición, debe situarse en este marco, donde adquiere realmente su carácter de escándalo. Sin tratarse de un crack, como es el caso del jugador mexicano, y sin tratarse del Madrid, el asunto cuenta con suficientes precedentes -con o sin el nuevo decreto sobre deportistas profesionales y su famoso artículo 16. 1 – y con toda la normalidad atribuible a la rescisión unilateral de un contrato.

El artículo citado, correspondiente a un decreto-ley de 1985, establece, según se ha repetido tanto en estos días, que cuando el deportista solicita la rescisión del contrato el club tendrá derecho a una indemnización, según se haya pactado o se pacte y, en su defecto, según dicten los jueces. Hugo tiene en vigor un contrato por cinco años a razón de 70 millones por año. De ese tiempo ha cumplido dos temporadas y ofrece unos 150 millones como indemnización. El Real Madrid le solicita cerca de 800, y ya es previsible que el futbolista recurra a la Magistratura de Trabajo.

Hasta ahí todo es un asunto relativamente lógico, dentro del mundo propio de una relación laboral. Los enredos que sazonan el conflicto se encuentran, a qué dudarlo, en los bastidores. 0 mejor, en esa parte del fútbol que no obedece a las reglas de la razón jurídica, y entre ellas, a la clase particular de vinculación entre un club, cargado de simbologías, y un jugador al que se le supone, en principio, una adhesión más allá de la que se juzga mercantilmente. El descubrimiento de la desafección de Hugo Sánchez a los colores del equipo donde, pese a todo, Butragueño incluido, es una pieza capital, hace entrar en quiebra las fantasías básicas del aficionado y, con ellas, la concepción que de un equipo y sus componentes se tiene en la cultura popular.

Hugo Sánchez quiere triunfar y ganar más dinero. Probablemente algún club vaya a pagarle el doble de lo que gana ahora en el Real Madrid. El argumento de su marcha es tan elemental, que sólo si se atiende a lo que de componente tribal tiene la afición al fútbol puede apreciarse la dureza que conlleva. Es por lo menos dudoso que a un ejecutivo de una empresa se le llamara «pesetero» por obrar así, y es seguro que esa categoría de «pesetero» no resultaría peyorativa del todo para él. Pero querer irse de un club de fútbol, y más aún si es uno tan mitificado como el Real Madrid , sin mediar otra razón que la del dinero es casi una ofensa para los seguidores del equipo. Aquí reside la clave. La decisión de este jugador pone en cuestión la supremacía del mito sobre el poder del dinero. Otros clubes españoles pasaron ya por esta experiencia de paganización futbolística, pero para el Madrid es la primera vez. El futuro, sin embargo, como demuestra el caso de Llorente y, en otros sentidos, los de Maradona o de Schuster, camina en la dirección que sigue Hugo. Los clubes tienden cada vez más a ser sociedades anónimas, sus actuaciones se acercan al mundo del espectáculo y los aficionados han de irse haciendo a la idea de que son sobre todo clientes que pagan y no feligreses que comulgan y elevan preces. Por eso, si la pretensión del Grupo Popular -uno de cuyos dirigentes, Alberto Ruiz Gallardón, sucede que es abogado del Real Madrid en este conflicto- de que se derogue el famoso artículo 16.1 va en esta línea, su derogación parece justa y necesaria, siempre que se sustituya con una legislación más avanzada y no se cree un vacío legal