14 abril 1931

Con España dividida en dos se constituye un 'Gobierno Provisional' formado íntegramente por los firmantes del 'Pacto de San Sebastián' (republicanos y socialistas)

Se proclama la II República en España estableciéndose un ‘Gobierno provisional’ presidido por el ex monárquico Niceto Alcalá Zamora

Hechos

El 14.04.1931 fue proclamada la II República y el Rey Alfonso XIII partió al exilio.

Lecturas

Ante la reacción que estaba provocando el resultado de las elecciones municipales el Rey de España D. Alfonso XIII, convencido por el conde de Romanones, D. Álvaro de Figueroa Torres, optó por abandonar el país causando la proclamación de la II República.

El 14 de abril de 1931 se forma el gobierno provisional presidido por D. Niceto Alcalá Zamora.

  • Presidente – D. Niceto Alcalá Zamora (Derecha Republicana)
  • Estado – D. Alejandro Lerroux (Partido Radical)
  • Gobernación – D. Miguel Maura Gamazo (Derecha Republicana)
  • Hacienda – D. Indalecio Prieto Tuero (PSOE)
  • Justicia- D. Fernando de los Ríos Urruti (PSOE)
  • Guerra- D. Manuel Azaña Díaz (Acción Republiccana)
  • Marina- D. Santiago Casares Quiroga (ORGA)
  • Obras Públicas- D. Álvaro de Albornoz (Partido Radical-Socialista)
  • Economía- D. Lluis Nicolau d´Oliver (Acción Republiana)
  • Trabajo- D. Francisco Largo Caballero (PSOE)
  • Instrucción Pública- D. Marcelino Domingo Sanjuán (Partido Radical-Socialista)
  • Comunicaciones – D. Diego Martínez Barrio (Partido Radical)

El Gobierno deberá convocar unas elecciones constituyentes, aunque pronto cuestiones delicadas, como la clerical –quema de Iglesias del 11-M – causará la primera crisis del Gobierno.

La llegada del nuevo régimen fue acatada por todos los periódicos de España, aunque con matices. Mientras diarios como LA VOZ DE GALICIA en Galicia o EL MERCANTIL VALENCIANO en Valencia mostraban su ilusión por el nuevo régimen, aquellos más vinculados al tradicionalismo o clericalismo como LA GACETA DEL NORTE en el País Vasco o DIARIO DE NAVARRA en Navarra se mostraban escépticos sobre la deriva que podía adoptar el nuevo régimen.

15 Abril 1931

Nuestra actitud

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Nuestra fe y nuestros principios no se los lleva el huracán de pasiones que ha turbado tantas conciencias y ha extraviado a una gran parte del pueblo, sumándolo (creemos que pasajeramente) a esa otra porción que en toda sociedad propende a la rebeldía con los peores instintos, y sobre la que no ha elaborado jamás una política honrada. Seguimos y permaneceremos donde estábamos: con la Monarquía constitucional y parlamentaria, con la libertad, con el orden, con el derecho, respetuosos de la voluntad nacional, pero sin sacrificarle nuestras convicciones. La Monarquía es el signo de todo lo que defendemos; es la historia de España. Los hombres y los azares pueden interrumpir, pero no borrar la tradición y la historia, ni extirpar las raíces espirituales de un pueblo, ni cambiar su destino

15 Abril 1931

La aventura del rebuzno

Roberto Castrovido

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No quepo en mí de gozo. Estoy satisfecho, alegre, orgulloso. Celebro el triunfo como madrileño y a título de republicano. A cuantos han votado por la República les felicito muy cordialmente. El pueblo no se ha anquilosado, no se ha envilecido con la dictadura. Sabe votar. Y al despreciar al perjuro, la traición, el acomodamiento a las circunstancias, a la realidad, al medio, demuestra grandeza de alma, honradez natural, fundamental, congúnita. Ha sido tan hermosa cuan grande la victoria. Felicitémonos como españoles y felicitemos a los electos concejales  y a los que les han dado el voto. Por felicitar, hasta a Miguel de Cervantes Saavedra felicito.

¿A Cervantes? No es que el júbilo me haya trastornado el seso; es que el manco sano nos contó ne ‘El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha’ la aventura o el cuento del rebuzno al que aludí por broma al ver como discuraban varios alcaldes, a fin de errar la vara que a uno de ellos se le había perdido El que a reucperarla más le ayudaba recogió mi alusión en otro mitin y me amenazó con que había de comprender, aunque no por dar mi brazo a torcer no lo confesara, que ‘No rebuznaron en balde, el uno y el otro alcalde’.

(…)

Ahora, unidos como un sólo upetiata con las partidas de la porra, sin bozal, quiero decir sin cortapisas para perturbar y delinquir, y con el general Mola indestituíble, indimitible al frente de los ejércitos de seguridad, han sido vencidos. Me alegro. No merecían el triunfo. Ni disculpa pueden alegar a fin de cohonestar su espantoso fracaso.

Roberto Castrovido

15 Abril 1931

1521-1931

Luis Araquistain

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En abril de 1521, el absolutismo austriaco intaurado en España aniquiló en Villalar a los comunes castellanos, representantes de las democracias municipales. En abril de 1931, los Ayuntamientos españoles derrotan, jurídicamente, a la Monarquía aboslutista y restauran la República. Se cierra un gran ciclo histórico. Se consuma, pacíficamente, una honda revolución, que en su sentido etimológico quiere decir volver al punto de partida. Volvemos a 1521, a la suprema soberanía popular. Son cuatro siglos y diez años. Muchos siglos y muchos años. Pero pocos si se tiene en cuenta la majestad de esta revolución española, única en la Historia. Tanto como una grandiosa epopeya política es una magnífica obra de arte.

En pocos días, España se ha rehabilitado asimismo del oprobio internacional en que había caído, por sufrir sin protesta, durante siglos, los errores y los crímenes de un Estado inepto y corrompido que, de su categoría de máxima potencia, desciende gradualmente al rango de las naciones más proletarizadas, de esas que el ávido capitalismo internacional acecha ya como materia de colonias propincuas. Se ha rehabilitado también como maestra de revoluciones democráticas, dotada de preciosas aptitudes ingénitas para el ejercicio de su soberanía. Ahora sí España será digna de pertenecer a la Sociedad de Naciones.

Esta revolución singularísima incorpora definitivamente España a Europa, e incorporará Cataluña a España, y hará posible una inteligencia fraterna con la República portuguesa y cerrará, en fin, el ciclo de revoluciones políticas que inició la familia hispánica en América hace más de un siglo. De este modo, la antigua madre patria de las Repúblicas hispanoamericanas se transforma rejuveneciéndose en la hermana patria, en la hermana menor de sus antiguas hijas de América. ¡Estos milagros biológicos de la Historia sólo los hace el poder eternamente creador de los pueblos próceres!

Pero no basta haber derrumbado una Monarquía faraónica, enterrándola para siempre en la pétrea tumba del Escorial. Sobre sus ruinas hay que erigir un gran Estado, indestructible y elástico, firme como un monolito y flexible como el acero, sólido como un gigante y vitalmente vario como un niño. Hay que crear un Estado no sólo duradero, sino ejemplar. Por regla general, el hombre destruye pronto y edifica despacio. Aquí nos ha costado cuatro siglos derrocar una autocracia, y ahora es preciso organizar en pocos años, en pocos meses si fuera posible, una democracia original, como lo fueron nuestras viejas democracias locales, sin las trabas de las europeas y sin los peligros de los Estados de fuerza.

La mejor victoria sobre la Monarquía caída no será la que se ha ganado ahora en las urnas, sino la que debe ganarse mañana en la organización de la justicia, de la libertad y de la eficacia. La República está ahí; ahora es precioso consolidarla y engrandecerla. Y en esta ingente batalla de profundidad histórica nadie debe inhibirse. Cada ciudadano es un soldado, y cada soldado lleva en su pecho, como los de Napoleón, un mariscal en potencia. Cada español, hombre o mujer, debe dar a la naciente República lo mejor de su esfuerzo y lo mejor de su espíritu. ¡Para que la más joven República, la República española, sea también la más bella y perfecta!

Luis Araquistain

15 Abril 1931

El Pueblo la trajo y el Pueblo la defenderá

LA LIBERTAD (Director: Joaquín Aznar)

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No está en nuestro ánimo en estos momentos de intensa emoción desbordante júbilo para coordinar ideas y reflexionar en calma, dejando en las cuartillas nuestras impresiones de la gloriosa jornada histórica que acabamos de vivir. Jamás una vibración tan violenta como esta sacudió nuestros nervios; nunca nos invadió un sentimiento emocional tan fuerte. Mientras escribimos estas líneas, el pueblo, al pie de los balcones de nuestra casa, se agita y vocifera en jubilosa manifestación. A las íntimas manifestaciones se unen las del pueblo, libre después de muchos siglos de esclavitud; unas y otras chocan en una explosión de entusiasmo, que nos invade, que se apodera de nosotros, que nos puede. Comprenda el lector nuestra situación, nuestro estado espiritual, y discúlpenos. Ante el magno acontecimiento histórico quisiéramos escribir unas cuartillas históricas; pero el empeño es vano. La pluma tiembla sobre el papel y la emoción nubla nuestra vista. Estamos  sinceramente conmovidos, maravillados ante el espectáculo único de este pueblo de excepción del que decían sus verdugos que no estaba capacitado para vivir en la República, y que la ha conquistado como ningún otro pueblo supo lograrla. Sólo sabemos en estos instantes admirar al pueblo, reverenciarlo y las fuerzas que nos restan al término de la jornada agotadora son para gritar: ¡Viva España! ¡Viva la gloriosa República española! ¡Viva el ejemplar pueblo español!

En esta obra patriótica de honrados patriotas republicanos, cuenta con nosotros. Como te ayudamos a levantarla, te ayudaremos a defenderla y a consolidarla. Más entusiasmo, más fe, más esfuerzo que para conseguirla, hemos de poner contigo en conservarla. Cesen pronto las expresiones de júbilo y conságrate a trabajar, con nosotros por la solidez y la conservación de la República. Obliga a todos a que respeten tu voluntad, a que se sometan a ella, porque es el único poder soberano que queda en nuestra España, libre, al fin de tiranos, tu voluntad omnímoda que no es otra que esta: República, orden, paz, trabajo, justicia y armonía en una patria grande y dignificada de todas las regiones española, que el amor patrio ha de unir, quiéranio o no lo quieren posibles incomprensivos, en un mismo fervor republicano.

15 Abril 1931

Nuestro homenaje al Rey Alfonso XIII

EL DEBATE (Director: Ángel Herrera Oria)

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Cuando lleguen estas líneas a manos de nuestros lectores, Alfonso XIII habrá traspasado las fronteras de España. Sin solemnidad y sin aparato ha salido de la Corte, siguiendo los consejos de sus últimos ministros. Se va sin recibir el homenaje de sus leales, que forman aún – queremos creerlo – la mayoría del pueblo español. Que este número de EL DEBATE le lleve el nuestro, impregnado del respeto profundo que tributan a la Majestad caída los hombres de honor.

No es este el momento para un juicio crítico sereno y reposado, como lo merece la gran figura que se nos ha ido. Ni es preciso tampoco. Reciente está el número extraordinario que dedicamos al Rey a los veinticinco años de su coronación. Hicimos ver en él, a nuestro juicio, el gran progreso de España durante esos cinco lustros. Hoy no trazamos más que unas líneas inexcusables de gratitud al excelso español.

He aquí un título que nadie podrá negar. Alfonso XIII ha sido un gran patriota. Amó a España y procuró su bien. Ha dado a este país veintinueve años de paz, no bien apreciados por las dos últimas generaciones que ignoran a lo que sabe un gran dolor colectivo. Dios quiera que la etapa histórica que ahora se inicia no nos haga conocer por contraste los beneficios de esa desdeñada paz material.

En los momentos culminantes de su historia, Su Majestad Don Alfonso XIII procedió comoo un Rey prudentísimo y como un fidelísimo cumplidor de la voluntad del pueblo. Tres fechas bastarían para acreditar esta afirmación: 1914, 1923 y 1931.

No sólo fue el Rey el primer defensor de la neutralidad española durante los años convulsos de la guerra. Fue más aún. Fue un habilísimo diplomático, que por su acción personal logró para el nombre de España respeto y amor. Nos dejó al final de la gigantesca lucha de naciones en una posición internacional que no hemos aprovechado.

En 1923 aceptó el Monarca lo que la voluntad nacional, clara y manifiesta, le imponía. Supo interpretarla, quiso ponerla de acuerdo con la Constitución y los bien enterados saben que no lo perteneció siquiera el derecho de elegir.

Finalmente, cuando en 1931 su Gobierno le ha manifestado que el bien del país y la opinión pública le piden que salga de España, ha salido…

¿Cuáles han sido las causas determinantes de este último hecho? En primer lugar, el desgaste inevitable de veintinueve años de gobierno efectivo. Claro que hubiera sido preferible que en muchas ocasiones la persona del Rey se escudase en la de sus ministros. Pero nosotros preguntamos si esto ha sido posible siempre y si el país le ha ofrecido al Monarca sólidos instrumentos de gobierno. Prontos están los españoles a destruir, a censurar; raras veces a contribuir colectivamente a una obra positiva. Todo el que en España ha pasado por las alturas sabe algo de eso y ha devoorado silenciosamente injusticias y amarguras.

Se nos ha ido el Rey. Se le había creado en los últimos tiempos un ambiente irrespirable. Injustamente se volvió contra él la reacción natural a la salida de la Dictadura. Se ha ido porque los Gobiernos no han sabido defender. Durante catorce meses la insidia y la calumnia lo han asaeteado, convirtiendo en reductos de combate lugares que hubieran debido respetar los enemigos del Monarca, por respeto a sí mismos y a la magistratura suprema de la nación.

Puede marchar tranquilo el Rey caballero. El juicio que merezcan sus actos no podrá señalar una deslealtad o una felonía dignas del destronamiento y del exilio. Esto que llaman veredicto lo da un pueblo bueno y honrado que amaba la persona del Rey y que es monárquico en el fondo, llevado por la embriaguez de una furiosa campaña.

Siguen a Alfonso XIII las simpatías de la parte más numerosa de la nación. Hoy aparece su noble figura nirabada por el afecto universal. Y el último servicio que ha prestado a su Patria acrecentará su prestigio en el mundo civilizado. EL DEBATE acompaña al Soberano español con su respeto más profundo y pide a Dios que le premie las buenas obras que ha hecho a España.

15 Abril 1931

Se ha proclamado la República Española

AHORA (Director: Luis Montiel)

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Ayer se ha proclamado en España la República. Era la consecuencia natural del abrumador plebiscito del domingo, y hay que celebrar que el tránsito se haya verificado sin violencias ni enconos en un ambiente de ciudadanía que no hay exageración en llamar ejemplar. El espectáculo de la multitud española, serena y disciplinada, dueña de sí misma y que exterioriza su entusiasmo en medio de una absoluta tranquilidad, es confortador y pone una clara nota de optimismo en un horizonte que aparecía hosco y enigmático.

El nuevo régimen ha recogido el Poder con toda solemnidad y se dispone a continuar la historia de España, en la que se abre ahora un nuevo capítulo. Frente a este hecho trascendental, nuestra posición es bien clara.

Desde su primer número, AHORA ha venido abogando por un régimen de orden, de normalidad y de respeto a la Ley en que la violencia inútil se sustituyese por la contienda legal fecunda. Por creer que el régimen caído podía suministrar ese ambiente, lo hemos defendido lealmente hasta los últimos momentos. Hoy, ante el régimen nuevo, venido pacíficamente a raíz de una consulta al Cuerpo electoral y por obra de ella, nuestra actitud sigue siendo la misma.

Queremos para España, en estos momentos difíciles por que atraviesa el mundo, un régimen solido que garantice los derechos de todos y sepa imponer el respeto a la Ley. Si la República puede encargarse de esta misión, nos tendrá a su lado con la misma lealtad que el régimen anterior y no le regatearemos nuestra colaboración y nuestro aliento. Hemos de confesar que, hasta ahora nada hay en lo ocurrido que pueda alarmarnos, y confiamos en que el nuevo régimen sabrá responder a la grave responsabilidad que ha asumido. En esta labor todos los españoles deben ayudar a la República, deponiendo, en beneficio de la Patria común, rencores y preferencias personales. En cuanto a nosotros, apoyaremos el orden republicano como hemos apoyado el orden monárquico hasta el último instante, hasta la impopularidad. Esta lealtad nuestra al orden monárquico en los momentos en que muchos monárquicos desertaban, es la mejor prenda de nuestra lealtad al orden republicano, imperante hoy sin nuestra intervención – es cierto – pero sin que en una sola de nuestras páginas se deslizarse jamás un agravio para los que tenían una fe en la que – honradamente lo decimos – no participábamos. Esta es la postura digna y patriótica que creemos deber nuestro adoptar. Nos opondremos, pues enérgicamente a toda tentativa que pueda ser obstáculo al desarrollo normal del Poder constituido, que es, hoy por hoy, el Gobierno de España.

15 Abril 1931

Leal colaboración con la República

INFORMACIONES (Director: Juan Sarradell)

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España entera vibra en estas horas de los impulsos de un entusiasta y fervoroso anhelo de nuestra vida. El pueblo, este buen pueblo, que a sus muchas excelsas cualidades ha sabido añadir ahora la del máximo civismo y preparación ciudadana insospechada

No compartir esas esperanzas no abrir el pecho, el corazón, la mente a esa fe popular que hoy todo lo inunda y todo lo alegra, sería dar en un pesimismo antipatriótico y altamente nocivo, que nosotros no sentimos ni hemos sentido jamás. Mientras el pueblo español en masa se siga mostrando mayor de edad y, por ende, preparado para el disfrute de todo género de libertades mientras los ciudadanos de la República naciente sigan dando con palabras y con actos ejemplo elocuente de alto civismo; mientras el orden, el respeto al patrimonio ajeno, la tolerancia para con todas las ideas sigan siendo postulados firmes en la conciencia de gobernantes y gobernados, nadie que se tenga y precie como buen español puede inhibirse de la necesaria colaboración, nadie puede excusarse de sumar su esfuerzo para fortalecer y llevar a toda su esperada grandeza a la República Española, República de Orden. República Liberal, República de verdaderos ciudadanos modernos y, por ende, totalmente asentada en la Justicia y en el Derecho.

Respetamos a los que, habiendo servido a la Monarquía, aún siguen pensando que el cambio de régimen impuesto por la voluntad popular y acatado por el mismo Trono está erizado de peligros y ofrécese como nube cargada de poder destructivo. Es precisamente pensando en la posibilidad de esos peligros por los que nosotros, y con nosotros la infinidad de españoles, nos sentimos obligados a prestar nuestro concurso leal y desinteresado. Si algunos no creen este su deber, si por la fuerza de sus propias convicciones deciden mantenerse en actitud desconfiada, cuando no francamente hostil, harán bien en declararlo noblemente.

La naciente República necesita de colaboraciones extensas e intensas; pero a base de que sean absolutamente leales, a base de que en su ejecución no apunten siquiera las resistencias propias de las reservas mentales; si estas existen, mejor es declarar y practicar el apartamiento, en la seguridad de que, en un régimen liberal y democrático, nadie habrá de ser perseguido por sus ideas.

Nosotros, que no vacilamos un momento en declararnos ganados por la voluntad nacional y que acatamos su imperio desde el punto y hora en que tuvo su magnífica y elocuentísima expresión en las urnas electorales, firmes en nuestro credo de siempre, seguros de que cumplimos con un deber de genuino patriotismo, al lado del Poder constituido nos ponemos para, en la medida de nuestras fuerzas, contribuir al logro de esas esperanzas que hoy alientan en la mayoría de los pechos españoles, y sin más condición ni límite que el del absoluto imperio del Orden y de la Ley. Mientras los republicanos españoles sigan demostrando su altísima ciudadanía, su cualidad de hombres liberales progresivos y dignos de figurar en una democracia bien organizada, con ellos estaremos forzosamente, atentos a seguir sirviendo a la opinión honrada, concienzudamente, pensando siempre en el bien de la Patria, a cuyo alto servicio tenemos adscripta de siempre la razón suprema de nuestra existencia.

15 Abril 1931

Tengamos confianza y fe en los destinos de España

LA NACIÓN (Director: Manuel Delgado Barreto)

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Sin tibiezas y hasta el último momento – ahí está nuestra colección – hemos defendido a la Monarquía.

A veces, e incluso contrariando el impulso de nuestros sentimientos, todavía asociados a dolorosísimos recuerdos, ligamos a la permanencia de la señera institución histórica obligaciones y deberes nunca abandonados.

No es éste, sin embargo, el momento de explicarla. Ni la hora de justificarla. Teníamos un lema escalonado con arreglo a la importancia que dábamos a sus conceptos básicos: Patria, Religión, Monarquía. Hoy pensamos preferentemente en España. Nos preocupa, ante todo, la salvación de nuestra Patria. Los demás sentimientos latentes quedan en el fondo de nuestra conciencia Primero, pues, que España permanezca.

Por lo mismo que España necesita el servicio de sus hijos, no nos eliminamos, ni queremos eliminarnos de la vida pública. Representamos un amplio sector de clases de orden. En el terreno ideológico mantendremos – ahora más que nunca – cosas que hacer. De estas fuerzas sociales no tema nada el Régimen que nace. La paz pública que defendimos, la tranquilidad nacional que propugnamos, no era un tópico interesado. EL orden es esencial a la vida de un pueblo culto. El Poder triunfante de hecho, tendrá pruebas palmarias de que no lo perturbaremos nosotros. Precisamente para contribuir a que nadie perturbe y para seguir orientado a una masa con posibilidades de contrarrestar en cualquier momento desbordes aniquiladores, con apoyo sincero y eficaz prestado al Poder público, sea el que fuere, seguimos viviendo. Sostener la vida interna, defender en lo que podamos el crédito exterior de nuestra Patria…. Esos son nuestros designios. No tenemos otros, no los tuvimos nunca, y para mantenerlos ahora no hace falta ninguna claudicación ni el más ligero cambio de postura.

El sector que nos sigue y nos escucha tiene fe en nuestra seriedad, en nuestra ecuanimidad y en la visión de las realidades que siempre nos ha inspirado. De ese sector al que aconsejaremos como dicta el patriotismo, no espere quebrantos el Rëgimen que nace mientras España se muestre propicia a sostenerlo. Lejos de ser una impedimenta o un escolllo será en cualquier momento difícil un dique contra el oleaje extremista, si este se produce. La conciencia de su deber le impulsará siempre a velar por la paz y por el crédito de la nación ante el mundo. No tenemos otros designios. Serenidad y cordura en todos y para todo. A los deseos diáfanos y sinceros, que España manifieste, no se opondrá nadie. Mientras se diluyen las pasiones, muy explicables y muy humanas de hoy, permítasenos consignar nuestra convicción de que España seguirá con paso firme, sin coacciones de un lado ni de otro, lar uta histórica de sus destinos progresivos, que ella misma ha de trazarse.

16 Abril 1931

Ante todo, España

LA CORRESPONDENCIA MILITAR (Director: Rafael Esbry)

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La política vive de realidades y hoy nos encontramos ante una de esas realidades indeclinables y tangibles: ha sido proclamada en España la República y don Alfonso XIII ha abandonado el suelo nacional, cuidadoso de no encender en España la guerra civil. Sobre esas bases tenemos que colocar el discurso.

Nuestra historia periodística se hizo a la defensa de la Monarquía. Veíamos en esa forma de gobierno con su permanencia, por su secular arraigo, una garantía del orden y la paz, bases esenciales para el progreso y engrandecimiento de la patria. Hoy, eso se ha venido a tierra, por causas a todos imputables y que no son de este momento, y nosotros decimos que lo importante es trama tan grave, de tanta responsabilidad, es salvar a España.

A fuer de españoles, creemos que el Gobierno debe preocuparse ante todo y sobre todo, del orden público. Cuanto más liberal es un régimen más inflexibilidad necesita en la aplicación de los resortes de gobierno. Es indispensable que la paz de la calle y de las conciencias, esté garantizada por que sin ella, los estatutos jurídicos mejores quedarían malogrado.

Sobre esa base, nosotros asistimos al nuevo régimen, porque el Ejército, a quien pensamos servir e interpretar, no es monárquico ni republicano, sino nacional. Es institución fundamental de los pueblos, tan necesario como el Derecho, porque es su escuela garantía y complemento. En tanto que el Rey estaba en su Trono por la voluntad nacional, El Ejército sirviendo a ésta defendía a aquel. Instaurada por voluntad nacional, reflejada en las elecciones municipales del domingo y no contrarrestada por nadie la República a ella, hay que servir en tanto que responda a las ansias nacionales.

Un problema grave se ha planteado en el nuevo régimen: El de la situación de Cataluña. Con Monarquía o con República, es indispensable que la obra de unidad nacional llevada a cabo por los Reyes católicos, no la desmoronemos en un momento. Es un tesoro que no nos pertenece, sino a título de depositarios y que no debemos dilapidar. Caben descentralizaciones, autonomías, pero no cabe una desintegración. Vemos en el Gobierno provisional al señor Alcalá Zamora cantor de las glorias y epopeyas de España, al señor Maura, heredero de un apellido ilustre; y al señor Lerroux, que luchó tanto y tan bien por la Cataluña española, que siendo republicano radical mereció el apoyo de los monárquicos. ¿No será todo ello bastante garantía’ queremos creer que sí.

Si éste Gobierno provisional de la segunda República acierta a conservar el orden y la integridad de la Patria, engrandeciendo su bienestar y progreso, encontrará nuestra asistencia por las mismas razones y con la misma intensidad que ante la Monarquía. Para nosotros, lo primero es España.

15 Abril 1931

Alfonso XIII

Manuel Aznar Zubigaray

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Ya hay una corona más que añadir a las vitrinas de los museos.

En trece años, se han derrumbado cuatro de las monarquías más fuertes d Europa; pero el único monarca que abandona su trono en plena paz, sin sombras de tragedia, en un gesto de suprema civilidad y de absoluto respeto a los ideales democráticos, es el rey de España.

El mundo entero espera que la transformación del régimen político español sería sangrienta; pero España ha demostrado estar perfectamente preparada para regular sus destinos, sin perder el equilibrio y la serenidad de espíritu.

En veinticuatro horas ha pasado de ser uno de los soberanos más populares de Europa a la condición de un desterrado político.

Se dirigirá seguramente a Londres, y en la capital de Inglaterra fijará su residencia definitiva. Hay motivos para suponer que los Estados Unidos es el país que con más fuerza atrae el espíritu y las aficiones del rey Alfonso. Varias veces ha declarado a sus amigos íntimos que deseaba ardientemente visitar los grandes centros industriales de los Estados Unidos. Sobre la mesa de su despacho oficial, y encima de los muebles de sus habitantes privadas, se veían constantemente las revistas norteamericanas, especialmente aquellas que están dedicadas a las especializaciones industriales. Nada le complace tanto como compensar acerca de esa clase de temas y entre todos ellos, hay uno que llena su afición principal: la industria de motores.

En una declaración famosa dijo que ‘si alguna vez se veía obligado a dejar el trono quisiera convertirse en fabricante de automóviles’. Veremos si ahora que se le presenta ocasión propicia realiza su sueño. Es absolutamente seguro que, dentro de poco tiempo, si sus deberes políticos, como caudillo de una gran parte de la opinión española se lo permiten, vendrá a visitar los Estados Unidos. Esa es una verdadera pasión en el ánimo de Alfonso XIII. Su fortuna personal le permitirá vivir espléndidamente, rodeado de las mayores comodidades.

Dentro de ese cuadro de perspectivas se ha de desenvolver la futura vida del rey Alfonso XIII, cuya influencia en los destinos de España seguirá siendo extraordinaria, pese a que haya perdido la corona, después de las elecciones municipales del domingo último.

Manuel Aznar

15 Abril 1931

Editorial

LA ÉPOCA (Director: Alfredo Escobar, marqués de Valdeiglesias)

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Nos damos cuenta perfecta de la importancia y gravedad del momento. Es una jornada histórica la que ayer vivimos y seguirán siéndolo las que viviremos unos días más. Por eso cuanta más serenidad pongamos en los puntos de la pluma será mejor.

Con Dios y nuestra conciencia por testigos, reiteramos las afirmación que ayer hicimos y que avalan nuestros ochenta y tres años de historia. Hemos sido y seguiremos siendo monárquicos, constitucionales y parlamentarios, y de esa actitud no saldremos. Como con nobleza y gallardía ha dicho el Sr. Sánchez Guerra, no se debe vivir del socorro o dádiva de los vencedores. Pero somos también españoles y como españoles debemos actuar.

Errores acumulados por los directores de la política durante muchos años, la exacerbación de ellos en siete de dictadura, han conducido a la situación presente. Es una oleada pasional, son gases comprimidos que buscan expansión, y no ha habido resistencia que oponer. Si alguien pensó en ella fue Don Alfonso el primero en repudiarla. El temor a la guerra civil, el deseo de que ni se derramase una sola gota de sangre ni se expusiese el país a una huelga general revolucionaria y paralizadora de servicios impulso al Monarca, siempre noble y siempre españolísimo, a marcharse. Se evitó un día de luto y es una gratitud más que debemos los españoles al Rey.

Ha nacido una nueva forma de Gobierno. La segunda República española se ha puesto en pie y por amor a España, como hombres de orden, la deseamos acierto. Los pasos primeros han de ser muy difíciles. De la alegría callejera a los desórdenes y violencias hay muy poca distancia y es preciso que el Gobierno provisional impida que esa poca distancia se salve.

En ese sentido elogiamos las palabras de Miguel Maura advirtiendo que se mantendrá el orden de modo inflexible y que será respetada la vida y la propiedad. Por ese camino hay que ir y en él hallará el Gobierno nuestra asistencia. Quienes han tomado por sí y ante sí a España entre sus manos, tienen obligación de salvarla.

¿Podrán hacerlo? ¿Se logrará en España un tipo de República francés o suizo o se deslizará hacia el abismo comunista? Esto es lo que hay que dilucidar, y la tradición de los hombres más representativos del nuevo Gobierno provisional les obliga a conservar el orden y a evitar que la conmoción del país sea conmoción de agonía. Quiera la Providencia ayudarnos a todos.