9 febrero 1910

El Gobierno de Segismundo Moret, nuevamente tuvo que dimitir por no lograr suficientes apoyos dentro de las distintas sensibilidades del Partido Liberal

El Rey Alfonso XIII opta por un cambio de estilo nombrando al liberal reformista José Canalejas nuevo presidente del Consejo

Hechos

El 9.02.1910 se formó un nuevo Consejo de Ministros presidido por D. José Canalejas.

Lecturas

El 9 de febrero de 1910 el Rey de España, D. Alfonso XIII nombra presidente del consejo de ministros de España a D. José Canalejas Méndez, del Partido Liberal, situado en su ala más reformista. Es la consecuencia de la caída del Gobierno del Sr. Moret, en el poder desde octubre de 1909 cuando aceptó el reto de reemplazar al Sr. Maura.

Su nombramiento delata un deseo de cambio ante el descontento de sectores obreros en España tras la etapa del Sr. Maura Montaner. Para los sectores más radicales que veían en el Sr. Canalejas Méndez un líder rupturista, su decisión de aceptar ser presidente del consejo de ministros de D. Alfonso XIII es una traición.

  • Presidente – D. José Canalejas Méndez.
  • Ministro de Estado – D. Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas.
  • Ministro de Fomento – D. Fermín Calbetón Blanchón.
  • Ministro de Gobernación – D. Fernando Merino Villarino.
  • Ministro de Gracia y Justicia – D. Trinitario Ruiz Valarino.
  • Ministro de la Guerra – General D. Ángel Aznar Butigieg.
  • Ministro de Instrucción Pública – D. Álvaro de Figueroa Torres, Conde de Romanones.
  • Ministro de Marina – D. Diego Arias de Miranda.
  • Ministro de Hacienda– D. Eduardo Cobián Roffignac.

Su gobierno durará hasta su asesinato el 12 de noviembre de 1912.

MINISTROS DEL GOBIERNO CANALEJAS:

Romanones_viejo Conde de Romanones – Ministro de Instrucción Pública

GarciaPrieto002 D. Manuel García Prieto marqués Alhucemas – Ministro de Estado

FernandoCabelton D. Fermín Calbetón – Ministro de Fomento

FernandoMerino D. Fernando Merino – Ministro de Gobernación

Trinitario D. Trinitario Ruiz Valarino – Ministro de Gracia y Justicia

GeneralAznar General Aznar – Ministro de la Guerra

DiegoArias D. Diego Arias de Miranda – D. Eduardo Cobián

 

De Moret a Canalejas

HERALDO DE MADRID (Director: José Rocamora)

10-02-1910

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El día de ayer señaló el término de la primera jornada de esta etapa liberal. Harto breve ha sido. El Sr. Moret vino al Gobierno asistido de la mayor autoridad con que hombre público alguno ha podido llegar a ese alto cargo en estos últimos años. Le han acompañado positivos y ostensibles aciertos a los que el país, que por instinto es noble y grande, no les negará su gratitud. Y, sin embargo, poco después de los tres meses de mando, ha tenido que resignar los poderes por faltarle la confianza de la Corona.

La brevedad de ese primer periodo es una desgracia para las ideas liberales. Lo sería de igual modo cualquiera que fuese el hombre público que hubiera estado al frente del Gobierno. Creemos honrada y firmemente que la situación de España requiere la mayor duración posible de los liberales en el Poder para que se desenvuelva en la vida pública todo el contenido de las doctrinas democráticas, únicas que pueden apartar al pueblo de la tentación revolucionaria que hoy le solicita y seduce e incorporarle a la legalidad por esa adhesión íntima y cordial que no alcanzará nunca la fuerza.

A nuestro juicio, esto es vital para la paz pública y para los intereses de la Monarquía. Y la esperanza de conseguido se restringe a medida que se abrevian los días del Partido Liberal en el poder y se desvanecen las probabilidades de que este logre una existencia robusta como tal partido. Esta necesidad impone la conveniencia de que antes de cambiar de política se agoten todas las soluciones posibles entre los liberales. Mas era preciso, al propio tiempo que cada una de esas soluciones prolongara su permanencia mientras el apoyo de la opinión pública no le faltara. Porque si las situaciones políticas del Partido Liberal han de ser trimestrales, la vida precaria de esa agrupación que tiene a su lado la fuerza popular, aunque falso en sus directores la cohesión necesaria, será corta. Y su misión quedará incumplida, acaso en una hora decisiva para el porvenir de España.

Esta convicción nuestra nos mueve de una parte a hacer justicia a Moret, víctima de su propósito, enérgicamente sostenido, de organizar un verdadero Partido Liberal, apto para realizar las ideas democráticas y para ser útil instrumento de Gobierno; de otra a desear que Canalejas consiga lo que han impedido a Moret lograr. Quien quiera que cumpla ese cometido merecerá bien de la patria y disipará del ánimo público la creciente sospecha de que el histórico y grande Partido Liberal está predestinado a ser siempre un efímero episodio en el Poder y a no vivir sino triste y azarosamente en la vida pública oficial.

Hagamos votos para que la suerte acompañe al Partido Liberal en esta nueva etapa

Comentarios sobre la crisis

EL IMPARCIAL (Director: Luis López-Ballesteros)

10-02-1910

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Moret ha caído del gobierno. Canalejas ocupa la presidencia del Consejo de ministros. En veinticuatro horas se ha operado esta mudanza, que no podía prever nadie sino aquellos que estaban en el secreto.

Sí: había un secreto de que eran poseedores unos cuantos. Los demás ciudadanos, incluyendo en ellos al Sr. Moret, ignoraban el acuerdo de la Corona. De ahí la sorpresa, el asombro, la estupefacción de las gentes.

De dos modos se puede llegar a la alta dirección de la política: por un voto parlamentario, y eso es imposible en este país, en el que las mayores se fabrican de real orden; por un movimiento de la opinión pública, tan fuerte e indominable como el que derrotó a Maura. Ni una ni otra preparación ha tenido este cambio de Gabinete. Se ha elaborado la mudanza en las tinieblas; se ha resuelto la caída de Moret, sin que suceso público alguno la determinara.

Será difícil la explicación parlamentaria del suceso, aunque la elocuencia del Sr. Moret y la abnegación de que ha dado tanias estériles pruebas lleguen al límite humano del acierto en la palabra y del dominio de las pasiones.

Aunque se nos suponga influido por el enojo de que amigos nuestros muy queridos han dejado el Poder, nosotros estamos seguros, y eso nos basta, de que tal estímulo no actúa en nuestro ánimo. Y para hablar claramente, dejando expedito el camino de la crítica, diremos que la persona a quien pudiera suponerse disgustada por los sucesos no sigue ocupando un ministerio porque espontánea y reiteradamente ha rechazado los ofrecimientos del jefe del nuevo Gabinete, que venían realzados con superior invitación. No es el enojo, no es el disgusto de personales resquemores lo que guía nuestra pluma. Y aun añadiremos que, para no manifestarnos satisfechos por lo que ha ocurrido, tenemos que vencer inclinaciones del ánimo. La alta representación política del Sr. Canalejas nos induciría al elogio. El gran orador que acaba de recibir del gobierno derrocado honoríficas insignias, el preclaro demócrata a quien de nuevo destinaba Moret la presidenta del Congreso de los diputados, era digno desde hace muchos años de la presidencia del gobierno. Pero hubiéramos deseado nosotros que el gran adalid de las reivindicaciones populares llegara a la suprema investidura entre la clamorosa aprobación del pueblo, después de haber triunfado en la lid pendiente contra la reacción. Por ser tan grande la admiración que nos inspira ese hombre nos entristece que haya conseguido la presidencia por efecto de una misteriosa y extraña combinación de elementos y circunstancias que nada tienen que ver con las ideas que ha defendido.

Hoy que el Sr. Moret ha sido despojado de la jefatura del gobierno, cuando no ha de repartir beneficios, cuando es una víctima, podemos levantar la voz para proclamar que en su breve periodo de mandato ha conseguido triunfos indiscutibles. El problema del Rif estaba lleno de peligros después del as imprudencias y las provocaciones del Sr. Maura. Barcelona ardía en los horroes anárquicos. La opinión universal nos rodeaba en un cerco de odio. Las muchedumbres radicales amenazaban fieramente… En estas condiciones se encargó el gobierno el Sr. Moret… la paz se hizo: el horizonte se serenó; fue concluida la campaña de Melilla y repatriadas las tropas entre el entusiasmo de los ciudadanos. Aunque en tal cúmulo de dificultades era difícil la gestión del gobierno, múltiples disposiciones aparecieron en la Gaceta, indicadoras de una campaña de cultura y de trabajo.

No será el nuestro el primero, pero sí el más entusiasta de los homenajes que reciba el Sr. Moret en esta fecha histórica. Cuarenta años de servicio a la monarquía, la abnegación del propio interés rendido al de las instituciones, el sacrificio de la popularidad ejecutado sin condiciones en días azarosas y de una poderosa palabra en todas las obras de la Regencia… todo eso ha valido tan poco que de la noche a la mañana se ha sustanciado en una despedida helada como el aire que venía del Guadarrama.

¿Significará el nuevo Gabinete una conjunción de todos los elementos liberales? Tampoco eso puede ser porque el Sr. Moret se ha declarado categóricamente ayer tarde ante el Sr. Canalejas ‘que no se considera representado en el nuevo gobierno’ y lo que es más grave, lo que es gravísimo ‘que no puede seguir ostentado la jefatura del partido y se elimina de toda responsabilidad futura respecto a la marcha del mismo’.

Honradamente declaramos que la crisis que se ha producido es una de las más graves de la monarquía española.

El Partido Liberal ha perdido su jefe mediante una destitución del Poder real.

Como españoles, como liberales y como monárquicos deseamos que al nuevo gobierno acompañe la fortuna. Asistiremos, no ya con imparcialidad, sino con benevolencia a su obra. Pero no hemos de ocultar que nos parece ver en todo lo que ha ocurrido en las últimas veinticuatro horas un propósito firme  de abreviar la vida de los liberales en el Poder.