30 agosto 1978

El militar será condenado a un mes de arresto por considerarse la carta una indisciplina

El Teniente Coronel Tejero sancionado por una carta en el diario EL IMPARCIAL dirigida al Rey: «Majestad, no más sangre»

Hechos

  • El 31 de agosto de 1978 el Teniente Coronel D. Antonio Tejero Molina publicó una carta dirigida al Rey en el periódico EL IMPARCIAL, denunciando la pasividad ante los asesinatos de Guardias Civiles por terroristas. Fue nuevamente publicada en septiembre.

Lecturas

——— Artículo íntegro

MAJESTAD, ¡NO MÁS SANGRE!

Teniente Coronel Antonio Tejero, EL IMPARCIAL, 31-8-1978

Soy un soldado criado en el culto de la disciplina y el honor, en el culto a la Patria, a su bandera y en el recuerdo de los que murieron en el cumplimiento de su deber. Ya, cuando el martirologio de los caídos frente al terrorismo va alcanzando cotas impresionantes, quiero escribir este artículo como glosa a esos muertos y como petición de pronto y radical remedio al, Capitán General de los soldados de España.

Porque han sido otra vez cuatro más, cuatro hombres de bien, cuatro soldados de la Ley y el Orden, los que han mordido el polvo, segadas sus vidas por balas asesinas, en el cumplimiento de su deber, sólo por el delito de pertenecer a esa raza de hombres rectos y disciplinados que hay hoy y habrá siempre para descanso de los ciudadanos de nuestra Patria.

Hay quienes dicen que estos hombres no saben por qué mueren y sí que lo saben. Su muerte no es una muerte estúpida ni inútil. Mueren porque en ello vviven unos ideales grabados en sus almas más fuertes que la vida misma. Hay quién dice que son asesinados para impedir la salida de un proyecto constitucional. A las purebas me remito: se ve claramente que esto es imposible y, si

Ellos creían, defendían y han muerto por una España unida. Han permanecido por ello largos años en regiones españolas donde ruge el separatismo, poniendo en riesgo sus vidas para que España fuese una sola nación llena de regiones; sin embargo, en, ese proyecto constitucional se habla de una nación de nacionalidades. ¡Qué palabra más peligrosa!

Estos hombres, cuando salían de sus cuarteles o de sus comisarías, siempre dirigían una postrera mi rada a la bandera que presidía sus vidas, única representante de nuestras glorias y sacrificios y futura mortaja para nuestros mártires. Sin embargo, en el proyecto de Constitución hay demasiadas banderas haciendo sombra a la Única, alguna de ellas creada expresa mente por y para el separatismo.

No. En este proyecto de Constitución no van incluidos algunos de los valores por los que creemos vale la pena arriesgar nuestras vidas. En él no están nuestros muertos. Los asesinos se equivocaron.

Entonces, ¿por qué mueren? Nosotros, sus hermanos, sus compañeros, los que hemos pasado lo que ellos, salvo la muerte, sabemos el porqué. Los matan porque esos hombres recios, beneméritos, que diariamente pisan, han pisado y pisarán fuerte y dignamente nuestra geografía, son España. Porque su paso firme huele a España. Su presencia sabe a España y sus enemigos, que siempre son los de la Patria, y sus dirigentes, los anti-España, quisieran convertir la soberbia matrona que es nuestra Patria en una meretriz de última fila. Pero no saben que los cuatro huecos que quedaron vacíos ayer hoy ya están ocupados por hombres iguales a los muertos.

Y aquí viene la súplica: «¡Majestad, que no mueran solos, que no se lleven al morir el amargor tremendo del desamparo y del desinterés, que no mueran con la convicción de que sus vidas ofrendadas en honor de unos principios que hoy casi no se usan van a constituir un palote más en la larga lista de los que les precedieron!

¡Señor: humildes y oscuros eran estos héroes, e igualmente serán los venideros, pero son vuestros soldados y necesitan protección. Necesitan algo que les dé razón de esta sinrazón. Por ello he dejado mi silencio en esta súplica. Pues si no fuera así, quizá nunca llegara a V. M., aunque sé que esta excusa no me valdrá de nada!

Necesitamos, señor, una buena y ágil ley antiterrorismo, con facilidades para los actuantes y castigo rápido y ejemplar para los asesinos. Campañas en los medios de difusión condenatorias del terrorismo y sus fines, enalteciendo a nuestras fuerzas, que buena inyección de moral recibirían con ello. Se necesita acabar con los apologistas de esta farsa sangrienta, aunque sean parlamentarios y se sienten entre los padres de la Patria. Quizá, de esta forma, habría menos mujeres enlutadas y menos hijos sollozantes. También se podría ir hacia la democracia con paso más firme y seguro, democracia de todos y para todos, en la que no haya más desplazados que los separatistas y asesinos; en la que los derechos humanos vayan, acompañados de sus respectivos deberes y que los derechos de cien asesinos no puedan poner en peligro los de treinta y cinco millones de españoles. No hay más que un camino: ¡acabar con ellos! Con ellos no estamos seguros, hay mucho miedo justificado en nuestro pueblo. Hoy puede ser uno cualquiera a quien asesinen, pero no está excluido de las listas ni aun Su Majestad. Todo depende de la víctima que se les señale. Hay que acabar con ellos, pero con directrices marcadas por los poderes de la nación, de la que somos hijos y queremos ser tratados como tales.

¡Señor: como soldado que soy, a V. M. va dirigida esta súplica, que ya le habrán presentado seguramente mis generales; pero no es malo tampoco que se conozca la de un soldado de a pie que vive, ha vivido y vivirá siempre en comunión con nuestros hombres, con nuestros muertos y con los ideales por los que fueron inmolados!

¡Señor: ellos, sé, sabían por qué morían, nosotros quizá también sepamos por qué hemos callado. Pero a mí, mi Dios, mi Patria, mi Bandera y mi honor me han obligado a hablar. No tengo otros compromisos y a ellos me remito!»

Coronel Tejero

El Análisis

NO ERA UN CORONEL CUALQUIERA...

JF Lamata

El coronel Tejero demostraba en aquella carta sus dos grandes peticiones: que se acabara con el terrorismo y con el separatismo. Que para él eran, prácticamente, la misma cosa. El militar advertía del riesgo de la división, abanderándose en los militares asesinados por ETA: «ellos han muerto por una España unida. Para que España fuese una sola nación llena de regiones; sin embargo, en, ese proyecto constitucional se habla de una nación de nacionalidades. ¡Qué palabra más peligrosa!», decía Tejero. El de lo que es España, de la nación de naciones, etc. era una discusión que ha seguido durante años, aunque si había un momento en el que tenía lógica debatir sobre el tema era en 1978, que era justo cuando se estaba discutiendo aquella denominación. Por lo que quizá, en vez de escandalizarse o sancionar al militar, hubiera sido interesante atender al argumento. Es cierto que Tejero no representaba, electoralmente, a nadie. Pero tampoco lo hacían los columnistas de prensa que, como D. Julián Marías, opinaban sobre el tema.

No obstante el tiempo demostraría que Tejero no era un militar cualquiera y que su legítima oposición al terrorismo sería compatibilizada después por una ilegítima actuación golpista. Por los hechos se les conocerá, y los hechos del coronel Tejero serían ‘La Operación Galaxia‘ y el Golpe del 23-F.

J. F. Lamata