14 enero 2000

El nuevo prelado de Donosti será Juan María Uriarte, considerado un nacionalista, al igual que Setién

El Vaticano releva al polémico Obispo de San Sebastián, José Mª Setién, acusado de ‘equidistante’ entre el terrorismo y sus víctimas

Hechos

  • El 27.02.2000 D. Juan María Uriarte tomó posesión como nuevo obispo de San Sebastián reemplazando a D. José María Setién, que pasó a ser obispo emérito de la misma ciudad.

Lecturas

El 13 de enero de 2000 El Vaticano aprueba sustituir al obispo de San Sebastián, D. José María Setién Alberro y reemplazarlo por D. Juan María Uriarte Goiricelaya.

El Sr. Setién ha sido ampliamente criticado por los no nacionalistas vascos, encabezados por el PP vasco y el PSE-EE y también por medios de comunicación, especialmente ABC, La Razón, El Mundo y los tertulianos de RNE y Onda Cero, para los cuáles D. José María Setién Alberro, debido a su afinidad con el nacionalismo vasco, era ambiguo frente al terrorismo de ETA e, incluso en ocasiones hacía discursos favorables hacia pro-etarras.

El nuevo obispo de San Sebastián, Sr. Uriarte Goiricelaya, ha sido un destacado colaborador del Sr. Setién, por lo que no se preveen grandes cambios en esa diócesis.

14 Enero 2000

Setién y Uriarte

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Setién ha sido un obispo muy polémico y es lógico que su renuncia sea considerada un hecho de trascendencia pública, y más específicamente política. Sus pronunciamientos en declaraciones, cartas pastorales, homilías, escritos varios, recopilados en unas Obras Completas cuyo primer tomo -aparecido en 1998- tiene más de mil páginas, han sido abiertamente políticos, aunque casi siempre presentados como consideraciones morales. Tales pronunciamientos han inspirado o legitimado iniciativas políticas concretas, casi siempre de orientación nacionalista. En ese sentido, nadie podrá negarle influencia social, ni representatividad. Pero también ha sido visto como ajeno o lejano por algunos de sus feligreses; singularmente, por quienes, por figurar entre las víctimas reales o potenciales de la radical injusticia terrorista, tenían más motivos para esperar la solidaridad y comprensión de su obispo.La renuncia de Setién es «una decisión estrictamente personal», según el interesado. Ha sido tomada «por el bien de la comunidad cristiana y a la vez del pueblo guipuzcoano», en una perspectiva que incluye también sus problemas de salud, aunque no los cita en primer lugar. Le faltaban tres años para alcanzar la edad canónica de jubilación, y no consta un agravamiento de sus dolencias que pudiera justificar la iniciativa. Se desconoce qué otros motivos pueden haber influido en su decisión, pero resulta del todo inusual que la renuncia de un obispo se resuelva en el plazo de un mes.

No es cierto que Setién fuera un obispo próximo al mundo de ETA. Su psicología, su formación intelectual, su estilo distante, tienen poco que ver con el de esos curas abertzales que han sido durante los últimos 30 años un poderoso factor de difusión del nacionalismo radical, especialmente en las zonas de tradición carlista. Sin embargo, su discurso político, que incluye ideas y lugares comunes nacionalistas presentados como evidencias éticas (la autodeterminación, el déficit democrático, el contencioso, la negociación política), ha contribuido a legitimar actitudes radicales con las que le habría costado identificarse personalmente.

Su sucesor será Juan María Uriarte, que fue obispo auxiliar de Bilbao antes de ser nombrado titular de la diócesis de Zamora. De convicciones también nacionalistas, su talante democrático y abierto le distancia, sin embargo, fuertemente de la ideología y estilo de su predecesor: éste actuó en la práctica conforme al consenso entre las fuerzas nacionalistas que acabó plasmándose en Lizarra, como si no existiera la otra mitad de la población. Es de esperar que Uriarte, que ha actuado como mediador entre el Gobierno y ETA, y que ha demostrado sensibilidad hacia las víctimas, independencia de criterio y valor moral en difíciles circunstancias, acierte a reconocer el radical pluralismo de la sociedad vasca, incluida la grey católica, como un rasgo consustancial de la Euskadi actual y no como una desgracia a superar.

14 Enero 2000

El relevo de Setién

LA RAZÓN (Director: Joaquín Vila)

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El Vaticano ha decidido, por fin, revelar a José María Setién de su Obispado en Guipúzcoa, en el que llevaba veinte años. Para la mayoría de los católicos vascos, han sido cuatro duros y largos lustros en los que han debido sufrir a un pastor que, de una forma a veces descarada y otras subliminal, decidió dividir a las ovejas de su grey en dos rebaños. Las simpatías de Setién hacia uno de ellos, el nacionalista (en todas sus dimensiones), fue tan descarada que llegó a ser ofensiva para muchos de sus feligreses, y para muchos ciudadanos españoles, abochornados por la toma de partido política del obispo donostiarra.

El propio Setién reconoce en su carta de despedida, que el motivo de su renuncia, aceptada con una facilidad inusual por la lenta maquinaria romana, era ‘la voluntad de asegurar el mayor bien para nuestra diócesis, desde una más amplia perspectiva de futuro’, desde una más amplia perspectiva de futuro’. Después, y sólo después, Setién aduce que ‘tiene también en cuenta el real deterioro de mi salud personal’. Sin duda, Setién ayuda, con su salida, al bien para su diócesis, que siempre mejorará con un obispo que esté inequívocamente del lado de las víctimas, y no de aliento a los verdugos. Confiemos que éste sea su sustituto, monseñor Uriarte, siempre que sea capaz de desembarazarse de la equidistancia en el trato entre asesinos y asesinados que tanto escandaliza a quienes siguen la Ley de Dios.