24 mayo 1979

El partido de Trudeau fue el más votado, pero por el sistema electoral jugó a favor de la oposición

Elecciones Canadá 1979 – Pierre Trudeau (Partido Liberal) es desbancando del poder por Joe Clark (Partido Conservador)

Hechos

  • Partido Conservador – 136 escaños
  • Partido Liberal –  114 escaños

Lecturas

«Cualquier menos Trudeau»

«Anyone but Trudeau’ fue el principal slogan de la oposición conservadora en aquella campaña electoral contra el que había sido primer ministro durante 11 años, tras ganar las elecciones 1968, 1972 y 1974.

24 Mayo 1979

A la oposición después de once años en el poder

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Un liberal de 57 años ha regido desde hace más de una década los destinos de más de veintitrés millones de canadienses. Canadá es el segundo país en extensión del mundo, después de la URSS, y la estructura de su población explica buena parte de sus problemas políticos.Más del 60 % de esta población es anglófona, pero hay, un 27 % de francófonos, concentrados sobre todo en el estado de Québec, un 2,6 % de alemanoparlantes, un 2,5 % de italoparlantes y casi un 8 % que hablan una infinidad de lenguas. Es el precio a pagar por un país que construyó su desarrollo económico a base de la mano de obra emigrante. Pierre Trudeau dirige la Federación canadiense desde el año 1968 y es, por tanto, el primer ministro occidental que más años ha permanecido en el poder. Ahora acaba de perder su cuarto roundelectoral frente a los conservadores.

Idealista pragmático, Trudeau participa de las dos raíces de la cultura canadiense. Hijo de padre francófono y madre de ascendencia escocesa, nació en el seno de una, familia acomodada de Montreal en el estado francófono de Québec. Su biculturalismo personal le ayudó a comprender en buena parte el biculturalismo de su país.

Educado en un ambiente elitista, se diplomó en Derecho y en Ciencias Políticas y Económicas. Fue abogado francófono en Québec y anglófono en Ottawa, director de una revista progresista, profesor de universidad y viajero-aventurero por diversos países del mundo.

En 1965 ingresó en el Partido Liberal Federal de Lester Pearson y, un año más tarde, fundó el ala quebequesa del mismo. Pronto pasó a la capital, Ottawa, a defender sus tesis federalistas y la necesidad de convivencia de las dos comunidades en el seno del gran Canadá. Fue secretario parlamentario y poco más tarde ministro de Justicia.

En 1968 sucedió a Lester Pearson en la jefatura del Partido Liberal e impuso una forma dinámica de hacer política en las elecciones de dicho año. Apareciendo jovial y moderno, con un portentoso do minio del medio televisivo, ganó las elecciones y fue elegido primer ministro en medio de un clima de euforia.

«Trudeamanía»

Hizo discurrir la vida política canadiense por nuevos cauces. Era tal su popularidad en aquella época que los tratadistas empezaron a hablar de la «trudeaumanía». Su equipo inició numerosas reformas en casi todos los campos, pero los fines del líder, orgulloso y seguro de sí mismo, no fueron lo suficientemente comprendidos por el electorado. En las elecciones de 1972 salió elegido con escasa diferencia de votos y tuvo que pactar con los neodemócratas para poder gobernar. Y gobernó de firme, intentan do recuperar su antigua imagen En 1974 provocó unas elecciones anticipadas con el fin de consolidarse en el poder. Su campaña electoral se basó en virulentos ataques contra los conservadores y su líder, Robert Stanfield, así como en su dominio de las relaciones públicas y la imagen de su joven esposa, Margaret. La feliz pareja llegó a simbolizar el Canadá moderno y unitario que los liberales prometían. Una vez en el poder, y enfrentados a los graves problemas económicos, tuvieron que aplicar buena parte del programa económico conservador.

El campo económico ha sido el terreno donde la práctica ha batido a los liberales, que han sido acusados de excesivamente progresistas o de reaccionarios, desde ambos lados del espectro político. Los resultados económicos de la gestión de Trudeaurio pueden calificarse de buenos. El paro supera el 8 % de la población activa, la inflación Casi alcanza el 10 % y el dólar canadiense se encuentra en la cota más baja desde 1933. La dependencia económica de EEUU ha llegado a ser muy peligrosa para la soberanía canadiense. Los norteamericanos controlan el 97% de la industria automovilística del país, el 92 % de la aeronáutica, el 93 % de la informática y casi el 80 % de la industria química.

08 Junio 1979

Fin del liberalismo canadiense

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera Cortázar)

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LA ERA liberal -dieciséis años- ha terminado en Canadá. Joa Clark, conservador, ha llevado a sus ministros a juramento ante el gobernador -representante de la reina: una simple escenografía-, y comienza un Gobierno intrépido y difícil, apoyado sólo sobre 135 diputados en una Cámara -los Comunes- de 282; o sea, a siete escaños de distancia de la mayoría absoluta (142). Aunque se sumaran los seis diputados del Crédito Social -extrema derecha- no la alcanzaría. Tampoco llegaría a ella la izquierda, aun en el caso, no fácil, de que los 115 diputados liberales de Trudeau encontraran apoyo en los neodemócratas -veintiséis-, que prefieren mantener una política propia.Clark tendrá que ir gobernando precariamente, con la esperanza de disolver el Parlamento más adelante y convocar unas nuevas elecciones anticipadas en las que se refuerce su mayoría. Pero «ir gobernando» no es fácil en Canadá, donde hay problemas acuciantes, y sobre todo el del independentismo de Quebec, la provincia federal francófona, que a partir del resultado de las elecciones generales se siente más aislada de la Federación. Su primer ministro, Levésque, del Parti Quebecois -los «péquistes»-, ha propuesto ya un referéndum en el que la población decidiera una fórmula inicial para la independencia: la de «Estado asociado».

En principio, Joa Clark ha anunciado, al formar el nuevo Gobierno, que no va a convocar los Comunes hasta dentro de unos tres meses. Mientras, va a gobernar «como si tuviera la mayoría absoluta», según su propia frase. A partir del momento en que el Parlamento se reúna tendrá que enfrentarse con Trudeau, que se manifiesta lleno de entusiasmo para desempeñar su papel de jefe de la oposición.

Tiene brío -aunque en realidad no tenga diputados suficientes- para hacerlo. Porque en realidad lo que termina en Canadá no es tanto la era liberal como la «era Trudeau», que ha durado once años -los cinco anteriores, de Gobierno también liberal, estuvieron dirigidos por Lester Pearson-. Trudeau llegó al poder un abril de 1968 como un «joven kennedyano» -era la moda-, de génética enfática y charlatana -hijo de escocés y franco-canadiense-, sin desgastar casi por la política -sólo llevaba tres años de diputado y uno de ministro de Justicia- y dio carácter personal a la aburrida política. La llenó de anécdotas sentimentales, un punto eróticas, y de una brillantez de respuestas y de intervenciones.

La llenó también de burócratas, funcionarios y altos cargos de su partido y de su línea. Es una forma conocida de sostener el poder. Es también un drama nacional cuando cambia el Gobierno: durante estos tres meses sin Parlamento, pero con el Gobierno instalado ya, su sucesor, Clark, va a realizar una depuración a gran escala. Ya están cayendo los primeros ceses. Y ya se está instaurando un modo -un estilo- más severo de gobernar.

Aparte de las importantes modificaciones de la política interior y del problema de Quebec, la aparición de Clark tiene una importancia considerable en las reuniones europeas, donde, sobre todo a partir de la de Helsinki, se admite a Canadá y, en algunas de carácter económico, a Japón. Su primera aparición personal está prevista para la conferencia de los siete países de mayor potencia económica mundial, los días 28 y 29 de este mes en Tokio: Clark y Margaret Thatcher son los nuevos refuerzos conservadores en esta reunión, en sustitución de un laborista y un liberal. Y este es un ejemplo de cómo las elecciones nacionales influyen en el conjunto mundial y cómo la inclinación a la derecha (marcada también por Andreotti, que aparece como el vencedor de los comunistas en Italia) está modificando toda la textura de las grandes decisiones internacionales.