5 noviembre 1999

Elecciones Ucrania 1999 – Leonid Kuchma reelegido presidente derrotando al comunista Petro Simonenko

Hechos

Leonid Kuchma ganó las elecciones presidenciales en Ucrania de 1999.

16 Noviembre 1999

Mal menor en Ucrania

Editorial (Director: Jesús Ceberio)

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LEONID KUCHMA no es querido en Ucrania. Desde que fuera elegido en 1994 en unas elecciones anticipadas ha presidido cinco años de declive económico y de corrupción en ascenso. Pero sus connacionales han preferido lo malo conocido a lo peor por conocer -Piotr Simonenko, su rival comunista- y le acaban de dar una segunda oportunidad para que repare las graves vías de agua del cuarto país más poblado de Europa. Kuchma ha ganado contundentemente, por casi veinte puntos, a Simonenko en unos comicios que hasta la indulgente OSCE, aliviada por el resultado, considera plagados de irregularidades, presiones y censuras, lejos de cualquier baremo aceptable en una democracia occidental.El voto de Ucrania ha sido más contra el regreso de un comunismo premuro, como el que predica el candidato derrotado, que a favor de Kuchma. Simonenko, partidario de reunificar Ucrania con Rusia y Bielorrusia, ha recibido la confianza mayoritaria de los ciudadanos de edad nostálgicos de tiempos mejores. En la reelección del presidente, sin embargo, ha resultado decisivo el voto de los jóvenes, pese a que, en su quinquenio presidencial, Kuchma, que ha prometido acelerar las reformas, ha sido incapaz de desmantelar la organización todavía soviética de la colectivizada agricultura e industria ucranias. El país produce la mitad de grano que en los días gloriosos y una tercera parte de sus 50 millones de habitantes vive en la pobreza. El hecho de que los ingresos de la gente hayan caído en dos tercios desde 1991 no es ajeno al resurgir de una izquierda inexistente en los comicios de 1994 y cuyos candidatos sumaron el 45% de los sufragios en la primera vuelta del 31 de octubre.

Para Kuchma ha llegado el momento de la verdad.Aun suponiéndole una voluntad reformista, que es mucho conceder, tiene enfrente un Parlamento unicameral dominado por la oposición. Y Kiev debe atender el año próximo el vencimiento de más de 3.000 millones de dólares de deuda externa. El Gobierno de Ucrania tendrá que pasar de las promesas a los hechos para conseguir el apoyo de las instituciones crediticias internacionales.

16 Octubre 2002

Ucrania se aleja de Europa

Pilar Bonet

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Con Leonid Kuchma como presidente, Ucrania, un país centroeuropeo de 49 millones de habitantes, está perdiendo las perspectivas de integrarse en Occidente. Mientras EE UU y la UE le vuelven la espalda, el líder ucranio se hunde en una crisis de la que Rusia intenta sacar partido brindándole una alternativa de asociación política y económica euroasiática.

La sensación de deterioro de la joven democracia ucrania es tal que, en una conversación con EL PAÍS en Kiev, Víctor Yúschenko, el candidato mejor situado para reemplazar a Kuchma a dos años vista de los comicios presidenciales, dice envidiar a Polonia, la República Checa o a los Estados bálticos. ‘Ucrania se ha alejado de Occidente y de sus socios estratégicos, que ya no nos entienden’, exclama el político, un moderado que fue jefe de Gobierno con Kuchma. Yúschenko se refiere a la corrupción, al opaco mecanismo de toma de decisiones, a la censura de las críticas y, sobre todo, a los aspectos morales del sistema.

Hasta ahora, Yúschenko se ha resistido a enfrentarse radicalmente a Kuchma, como sí hicieron los políticos opositores Iulia Timoshenko, liberal; Alexandr Moroz, socialista, y Piotr Simonenko, comunista. Ayer, el juez Yuri Vasilienko, del tribunal de Apelación de Kiev, hizo suyas esas denuncias y abrió un expediente criminal contra Kuchma por 11 delitos, entre ellos el asesinato de un periodista opositor, abuso de poder y robo.

Yúschenko, sin embargo, aún confía en consolidar una mayoría parlamentaria democrática que sea ‘capaz de funcionar, de ser centro de la vida política y de modelar los procesos económicos, una institución, en fin, para desmontar los métodos opacos en la formación de la política, la economía y las finanzas’.

Casi siete meses después de las elecciones parlamentarias del 31 de marzo, el estancamiento domina la Suprema Rada con sus 450 diputados. Los partidos afines al presidente aseguran tener 231 diputados y controlar el Legislativo. Sin embargo, la mayoría que proclama el jefe de la administración presidencial, Víctor Medvedchuk, no logra imponerse. A la falta de una correlación clara contribuyen los diputados veleta, dispuestos a sacar el máximo por su voto. Nuestra Ucrania (NU), el grupo de Yúschenko, tiene 110 diputados. Con los 61 comunistas, los 21 socialistas y los 20 de Timoshenko, la oposición cuenta con 212 legisladores.

Yúschenko es consciente de un problema ‘real’, que otros ignoran. ¿Hay que dar garantías de seguridad a Kuchma como hizo en Rusia Vladímir Putin para convertirse en el favorito en la sucesión a Borís Yeltsin? ‘Para NU, la estabilidad y los intereses del país son prioritarios, y todo lo demás debe estar subordinado a esas prioridades’, contesta el político. ‘Concentrándonos en el pasado podemos perder el futuro. Los pasos irreflexivos pueden hacernos retroceder cinco o seis años’, dice, abriendo puertas a los compromisos.

Consorcio precipitado

La oposición ha interpretado el acuerdo ruso-ucranio para formar un consorcio de transporte de gas a Occidente como una concesión de Kuchma a cambio del apoyo de Putin. Yúschenko considera que el consorcio es ‘precipitado’ en las inestables condiciones actuales, pero Moscú tiene prisa. Su embajador en Kiev, Víctor Chernomirdin, ex jefe del Gobierno y ex presidente del monopolio del gas ruso, llegó a afirmar en un acto público que Europa, a diferencia de Rusia, no espera a Ucrania. La UE lo confirma haciendo oídos sordos a los mensajes de Kuchma. En una reciente misiva, el presidente ha pedido a los líderes europeos que le digan directamente si su país podrá algún día integrarse en la UE. Los líderes guardan silencio y en Kiev, los proeuropeos se alarman al ver la profunda sima que se abre en su frontera occidental y al comprobar que los vecinos con los que se han codeado de igual a igual durante una década se disponen a ponerles barreras y exigirles visado.