26 diciembre 2004

Su triunfo se considera una derrota para Rusia

Elecciones Ucrania 2004 – Amplia victoria de Víktor Yúshenko tras la repetición electoral forzada por ‘la revolución naranja’ contra el pro-rruso Víktor Yanukóvich

Hechos

El 26.12.2004 las elecciones presidenciales en Ucrania, repetidas, dieron el triunfo a Viktor Yushenko por el 56,7% de los votos frente al 39,5% de Viktor Yanukóvich.

04 Diciembre 2004

Avance en Ucrania

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La decisión del Tribunal Supremo de Ucrania de invalidar por fraudulenta la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que dieron la victoria al primer ministro prorruso, Víktor Yanukóvich, y ordenar su repetición este mismo mes pone un aparente punto y seguido a dos semanas de ebullición popular e institucional que han colocado al borde del caos a la antigua república soviética. El fallo del Supremo, esperado ansiosamente por ambos bandos, representa la victoria legal de las tesis del líder opositor prooccidental, Víktor Yúshenko. Y amén de denotar una saludable independencia de la más alta instancia judicial del país, parece la única opción razonable en estos momentos para zanjar la alarmante incertidumbre política y económica que se cierne sobre Ucrania.

Si el ganador moral es el liberal Yúshenko -confirmadas sus denuncias por los jueces y avaladas antes por el Parlamento, que desautorizó los resultados de la Comisión Electoral y votó en contra de la confianza en el Gobierno de la nación-, hay un claro perdedor, además del progresivamente aislado Yanukóvich. Se trata de su mentor y presidente saliente, Leonid Kuchma, que todavía ayer calificaba de farsa la posibilidad de repetir la segunda vuelta electoral. Kuchma -tras una década de corrupción y autoritarismo apoyado por el Kremlin- sugería el jueves, después de entrevistarse con Putin, la repetición total de los comicios presidenciales, incluso con nuevos candidatos, algo que tardaría varios meses en organizarse.

La crisis de Ucrania, lejano aún su desenlace, ha puesto ya de relieve algunos elementos significativos. El más alentador es la disposición mostrada hasta ahora por sus ciudadanos para ventilar pacíficamente sus discrepancias políticas, aun en medio de la efervescencia de Kiev. El más inquietante, la escalada de hostilidad de Moscú hacia la Unión Europea, denunciante desde el primer momento, junto con Estados Unidos, del masivo fraude electoral y mediadora después. El Parlamento ruso, controlado por Putin, atacó ayer con dureza sin precedentes el apoyo de la UE a la oposición ucrania. Y el propio Putin se despachó en India contra Washington en términos absolutamente inusuales, aunque sin mencionar a Ucrania.

Está por ver cómo se organiza, en un tejido político en carne viva, una segunda vuelta con suficientes garantías. El primer requisito es que ciudadanos e instituciones acepten de buen grado la decisión del Supremo, algo todavía en el aire después de que regiones prorrusas anunciaran hace días que promoverían la secesión en caso de que se repitiesen los comicios. En cualquier caso, lo que suceda en Ucrania va a repercutir en otros países de la antigua URSS y en la propia Rusia, progresivamente ahormada por el autoritarismo de su presidente. Un baño de democracia en Ucrania, cuya independencia nunca ha sido asumida, no puede dejar de tener consecuencias en Moscú. Es la misma idea de Rusia que el Kremlin sustenta cada vez con más ahínco, con sus inmutables zonas de clientelismo, la que ha sido puesta en cuestión por la revolución naranja en estas dos semanas decisivas.

24 Enero 2005

Ucrania elige campo

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El presidente de Ucrania ha dejado claro en su multitudinaria toma de posesión cuál será el rumbo futuro de su país, 14 años después de independizarse de la extinta URSS. Víktor Yúshenko ha manifestado ante cientos de miles de sus conciudadanos y una catarata de enviados extranjeros, entre ellos altos representantes de la UE y EE UU, que Ucrania pertenece inequívocamente a Europa y que su objetivo es integrar en ella a la antigua república soviética. En su discurso, de 20 minutos, ni una mención directa de Rusia.

El mensaje presidencial de Yúshenko, liquidados tres meses de crisis electoral y formidables intrigas tras las bambalinas, tendrá sin duda una atenta lectura en el Kremlin. El nuevo líder ucranio, en un gesto de consecuente realismo, viaja hoy a Moscú en el primero de sus desplazamientos exteriores. Vladímir Putin, que puso todo su peso detrás del candidato finalmente derrotado, Víktor Yanukóvich, ha pedido a Yúshenko que respete los sólidos lazos económicos y sociales entre Ucrania y Rusia. Es evidente que, desde el punto de vista del Kremlin, el fenómeno Yúshenko suscita grandes interrogantes sobre el futuro de una vasta región enfeudada históricamente a Moscú. El viaje inaugural del presidente ucranio, pues, va a poner a prueba su habilidad para superar el enorme desencuentro provocado por la grosera y fallida interferencia rusa en las elecciones de Ucrania.

Pero inmediatamente después Yúshenko se lanza a una gira en la que su anunciada vocación europeísta tocará todas las teclas posibles: visitará el Consejo de Europa, el Parlamento de Estrasburgo, asistirá al aniversario de Auschwitz y finalizará en el foro económico de Davos. La gira no puede ser más elocuente sobre las nuevas aspiraciones de Kiev. Sus prolegómenos han sido la rápida visita a Ucrania de Javier Solana para trasladar al presidente electo el decidido apoyo de la UE a su nueva Administración.

Con todas las expectativas suscitadas por la llegada de un liberal a la jefatura del Estado en Ucrania, Yúshenko deberá hilar muy fino. Su elección de bando es manifiesta. Pero, como él mismo señaló ayer, es el nuevo presidente de todos los ucranios, de las regiones centrales y occidentales que le votaron inequívocamente y de la rusohablante e industrial, clara partidaria de su rival Yanúkovich. La revolución naranja, segunda en un año en la antigua órbita soviética, tras la de Georgia, representa una gran esperanza democrática en una zona históricamente ayuna de ella. Pero el camino hacia Europa y la libertad es un formidable desafío reformista en el que la prudencia deberá ser la herramienta clave de Víktor Yúshenko.