17 diciembre 1931

El AHORA había asegura que ABC consideraba 'malnacidos' a todos los partidarios de la República

Enfrentamiento entre los periódicos ABC y AHORA: Luca de Tena recuerda el pasado monárquico de Luis Montiel

Hechos

El 17.12.1931 el periódico ABC publicó el editorial ‘BASTA POR AHORA’ dedicado al periódico AHORA.

Lecturas

Un artículo de D. Álvaro Alcalá Galiano en ABC es considerado por el periódico Ahora  de D. Luis Montiel Balanzat como un llamamiento a la Guerra Civil. En un editorial de réplica el director propietario de ABC D. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres recuerda el pasado monárquico de Montiel Balanzat. El Ahora en su dúplica asegura que todos los que escriben en ABC lo hacen siguiendo directrices de su empresa Prensa Española S. A. y lamenta que recurran habitualmente al insulto y la mentira.

UN ENFRENTAMIENTO POR UNA EXPRESIÓN

El diario republicano AHORA, dirigido por D. Luis Montiel, echó en cara al diario monárquico ABC, que dirigía D. Juan Ignacio Luca de Tena que hubiera publicado artículos calificando de malnacidos a todos los partidarios de la República y que tuviera a columnistas como el Sr. Alcalá Galiano. El Sr. Luca de Tena  respondió con el editorial ‘Basta por AHORA’, en el que recordaba el fracaso del Sr. Montiel en las elecciones legislativas de 1931 a las que concurrió como candidato republicano a pesar de su pasado vinculado al monárquico D. Juan de la Cierva.

 

13 Diciembre 1931

La Postura insostenible

Editorial (Director: Luis Montiel)

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Promulgada la Constitución y elegido el Jefe del Estado, podía creerse que aquellos adversarios del régimen que hasta este momento se habían mostrado irreductibles iban a modificar su actitud, que tantos daños ha producido, no sólo a la nación en general, sino a aquel sector mismo cuyas convicciones decían defender. No es así, por desgracia. Hay quien cree todavía que es labor patriótica seguir ahondando en la división de los españoles y negar el pan y la sal a los hombres que, con mayor o menor acierto, pero con indiscutible buena fe, han puesto mano a la improba y peligrosa tarea de reorganizar el Estado español después del derrumbamiento del régimen secular, hundido más por la propia e interna debilidad que por el ataque despiadado de sus enemigos. Ayer mismo, como si no quisiera dejar pasar la fecha señalada de la proclamación del nuevo Jefe del Estado sin la rúbrica de su irreductible actitud, uno de los órganos de opinión de ese sector adversario del régimen – nos referimos concretamente al ABC – publica un artículo firmado por uno de sus más caracterizados colaboradores, en cuyo artículo se reitera esta firme voluntad de encizañar y mantener latente la guerra civil, con palabras tales, que no creemos prudentes pasarlas en silencio. En reiteración de su propósito bélico, ABC llega a dolerse de que venerables prelados se inclinen hoy sumisos ante el Estado. ¿Qué quiere ABC? ¿Qué los prelados abandonando la verdadera naturaleza de su sagrada misión, se lancen a proclamar la guerra santa por pueblos y aldeas contra el régimen republicano? NO menos imperdonable que esta imputación a las altas dignidades de la Iglesia, que en todo momento han mantenido con energía, aunque con una patriótica prudencia, los derechos de su ministerio, es la que, llevado de su implacable animadversión, formula el articulista contra los aristócratas que no se han negado a vender sus palacios al Gobierno español para que en cualquiera de ellos instalase su residencia el Presidente del a República. ¿Es que se pretende que haya en España un sector nacional que ha de seguir, en una guerra viva, contra sus destinos? ¿Es que puede admitirse dentro de un Estado este suicida aislamiento de unos millares de personas que por el hecho de tener más fe en un régimen que en otro deben amputarse de la vida nacional? ¿Puede acaso el colega mismo realizar ese ideal de apartamiento? ¿Es que sus páginas monárquicas, fieramente monárquicas, no aparecen ayer mismo invadidas por docenas de fotografías consagradas al realce de las ceremonias republicanas y a difundir y popularizar retratos de los hombres que gobiernan España?

No es posible pedir en nombre de ninguna convicción, por legítima que sea, ese apartamiento suicida que el articulista parece reclamar de los prelados y de los aristócratas españoles. Pese a su intransigencia, ABC procura acomodar su vida a la realidad nacional y no se cree en el caso de ahorrar en sus páginas el lastre republicano de que quisieran ver limpios a todos los que, según su estrecho criterio, por haber servido lealmente a la Monarquía, deben contribuir a la asfixia del régimen republicano.

15 Diciembre 1931

Modos de vivir que no dan de vivir

Editorial (Director: Juan Ignacio Luca de Tena

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La Prensa republicana se ha ensañado y lo ha hecho bien, con la gente desaprensiva, frigios y tránsfugas que ante el cambio del régimen acudieron al socorro del vencedor unas horas después de la victoria, y algunos paladeando todavía las migajas del último banquete monárquico. No se les da mejor trato desde fuera del régimen, y la coincidencia de republicanos y adversarios de la República en esto es natural; noble servicio a la moral política, interés común de los partidos y de los ciudadanos contra los desertores de todas las causas infieles a todas las ideas. Un colaborador de ABC, el Sr. Alcalá Galiano, con la libertad que tienen todos nuestros colaboradores para exponer sus opiniones, ha escrito aquí recientemente alguna humorada contra los que se ponen ‘al sol que más calienta’ que así se titulaba su artículo. Y no para combatir al régimen, como no lo combaten los periódicos republicanos con quienes ha coincidido en este asunto, sin poder mejorarles la filípica ni añadir ningún detalle nuevo, sino para condenar en tono dulce y divertido una plaga de la vida pública.

Del artículo saca pretexto el averiado periódico AHORA para despotricar contra nosotros, para denunciar en las páginas ‘fieramente monárquicas’ de ABC ‘propósitos bélicos’, planes terribles de ‘mantener latente la guerra civil’. Comprendido. No es que la frescura polar del diario monárquico hasta el 14 de abril padezca en las alusiones a los grotescos e infortunados volatines de los frigios. A nadie se le oculta el afán torpe y desesperado con que pretende, como en otras ocasiones, echar sobre ABC recelos y enojos vengativos, estímulos de odio y persecución que imagina útiles para remediar su irremediable fracaso; pero en este singular oficio que añade a sus ejecutorias y a su fama llegará siempre tarde, porque está bien demostrado que nuestros perseguidores, impacientes y acuciosos, no necesitan alguaciles ni sugestiones, y el público le hará sentir más cada día la repulsa que le ha mostrado

16 Diciembre 1931

En Defensa de Nuestra Tesis

Editorial (Director: Luis Montiel)

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Venimos sosteniendo que la táctica antipatriótica de sabotear la República es suicida para las derechas españolas, y que las campañas de sus órganos de opinión en tal sentido son catastróficas para las clases mismas que dicen defender. Señalábamos el otro día la inoportunidad de una de estas excitaciones a la lucha aparecida en lugar preferente de ABC, y para apoyar nuestra tesis, poníamos de relieve su improcedencia. ABC con su actitud polémica habitual, nos responde esgrimiendo el insulto y la mentira. El insulto chulapo de llamarnos frescos y la mentira obvia de considerarnos fracasados. Para atestiguar nuestro fracaso no hay más que tender la vita a los lectores de periódico que se ven en cualquier momento, en el café, el teatro o el tranvía. SI por cada lector de ABC no hubiese por lo menos, uno o varios lectores de AHORA, entonces sería cuando no habría mentido.

En cuando al fondo de la cuestión, ABC, con una probidad profesional de la que ya ha dado muestras suficientes en su larga y accidentada existencia, se limita a tirar por la borda a su colaborador. No tiene ningún empacho en ofrecernos su cabeza en bandeja de plata al decir que aquellos extemporáneos ataques a los aristócratas y los obispos por su condescendencia para con el régimen son sencillamente humoradas del colaborador de las que, por lo visto, no se hace solidario el periódico que las publica. Esta mentida liberal de opinión de sus colaboradores es un viejo arbitrio de ABC, que no vaciló nunca en su intento de convertir a los más ilustres escritores en Crispines de su pasada grandeza. En ABC no se ha publicado nunca ninguna opinión distinta de la empresa más que cuando a la empresa misma, por razones administrativas, convenía este doble juego. ¿Es que no quedó bastante patente la maniobra durante la guerra europea y durante la dictadura? Honrada norma, que acusa una acrisolada probidad profesional, ésta de convertir a los colaboradores en globos sonda, cuyas amarras se cortan en el momento oportuno.

Si, por una vez, quiere ABC discutir con honestidad y buena fe, nosotros estamos dispuestos a hacerlo. A ese otro terreno del insulto nos resistimos a dejarnos llevar. Si nuestra postura frente a la República le parece mal, diga francamente por qué y convénzanos de que, patrióticamente pensando, es posible adoptar otra. Creemos que nuestra actitud, sin ninguna concesión a la demagogia ambiente y sin que se derive de ella ningún provecho personal, es perfectamente legítima. ¿Por qué andar provocando torpemente para venir, al fin y a la postre, a tomar a regañadientes la actitud que nosotros adoptamos desde el primer momento? Para eso no valía la pena haber lanzado a una considerable masa de opinión por el camino del error.

No tema ABC que nos dediquemos a delatar sus maniobras. Es la opinión pública unánime quien las delata, y bien lo prueba ese curiosos suelto aclaratorio de sus intenciones que ayer mismo se ve en la necesidad de publicar ante las interpretaciones que el pública da a sus dibujos. ¿No le dice bastante? Nuestra misión no es la de delatar. No hemos delatado nunca. Ni durante la Monarquía a los republicanos, ni durante la República a los monárquicos. No hemos querido nunca atizar el odio. Cuando desde las columnas de ABC se llamaba malnacidos a hombres que luchaban por derribar el régimen monárquico y se achuchaba contra ellos a la Guardia Civil, las nuestras, desde las que jamás se dirigió una injuria contra ningún luchador político, fuese cual fuese su ideología, estaban consagradas a lanzar excitaciones a la paz, y, respetuosas con el régimen, se dolían de la lucha fratricida que iban entablándose. Trabajar por la pacificación de los espíritus ha sido, desde el primer día, nuestra misión. Diga ABC cuál es la suya. ¿Trabajar por una restauración monárquica pase lo que pase y vengan al país las catástrofes que vinieren? ¿Hacerse republicano y colaborar en la obra patriótica de consolidar el régimen? El día que veamos al ABC a nuestro lado, ayudándonos en esta tarea y colaborando de buena fe en la reconstitución de la vida española, o el día en que nos convenza e que su actitud sirve para algo más que para provocar una catástrofe nacional, no serán esas pequeñas rencilla administrativas de empresa a empresa, en las que lo cifra todo, las que alteren nuestras convicciones ni las que nos dicten la actitud que debamos tomar.

17 Diciembre 1931

Basta por Ahora

Editorial (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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El periódico AHORA y su editor saben muy bien el concepto que merecen y la calificación que han obtenido por su probidad política y por la índole de sus procedimientos en la esfera profesional. Atestiguado lo tienen por comunicaciones directas del público y en incidentes personales, alguno bastante ruidoso, y, sobre todo, en la respuesta abrumadora que los electores dieron al Sr. Montiel cuando, poniéndose al servicio de la República, buscó patrióticamente el acta que hasta entonces había logrado bajo el patrocinio monárquico de don Juan de la Cierva. La candidatura en que se refugió el director de AHORA tuvo el triunfo… para todos los otros candidatos. De los 39.000 electores que la votaron 21.000 – nada más que 21.000 – tacharon cuidadosamente el nombre del Sr. Montiel.  Fue la consagración de su popularidad y de su patriótica actitud. Lo que nosotros decimos del éxito editorial y político de AHORA es una opinión, y como se, muy generalizada; pero de esta opinión dice AHORA que es ‘una mentira’. No nos ofende el vocablo ni para devolvérselo aprovecharemos la absoluta inexactitud en que incurrir al afirmar que ‘desde las columnas de ABC se llamó malnacidos a hombres que luchaban por derribar al régimen monárquico”. No puede probar lo que nos imputa ni aducir el texto correspondiente; más no pensamos que haya tenido el torpe designio de mentir para veinticuatro horas. Trátase de una ofuscación seguramente. La frase ‘malnacido’ le suena mucho al editor de AHORA y está vibrándole en la memoria desde que la leyó y la escuchó, pero no de ABC ni contra ningún luchador político.

El artículo del Sr. Alcalá Galiano contra los partidarios del sol que más calienta corrobora críticas y opiniones de ABC. No hemos desautorizado ese artículo, como dice desenfadadamente AHORA, ni siquiera tenemos por qué desautorizar a los colaboradores que discrepan de nuestro ideario. Ni es verdad que lo utilicemos para nuestras campañas, porque las más características, vigorosas y persistentes de ABC siempre las hace el periódico por su cuenta y buen ejemplo son las que nos han acarreado violencias y persecuciones que todavía no llenan el nobilísimo afán del periódico frigio. Pero tenemos que protestar contra la mala fe de los que con frecuencia pretenden establecer confusión entre las ideas de ABC y las de sus colaboradores.

No espere AHORA las discusiones a que nos invita. Saldremos al paso de sus intenciones alevosas cuando nos parezca, pero sin concederle beligerancia ni la estimación personal y profesional que se ha enajenado y que tampoco había de servirle para lo que quiere, porque ni con el reclamo de las polémicas hará mejor camino.

Y nada más de AHORA, por ahora.

18 Diciembre 1931

La Postura insensata

Editorial (Director: Luis Montiel)

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Mintió ABC al hablar de nuestro fracaso. La simple consieración que hicimos del número de ejemplares de nuestro periódico y del suyo que se ven en cualquier sitio y en cualquier momento, bastó para que, sin replicarnos, se echase a mentir por otro lado. Resulta ahora que no es nuestro periódico lo que ha fracasado, sino la candidatura a diputado de su director. Y lo pintoresco es que este fracaso lo deduce ABC no de los diecisiete mil ochocientos votos que obtuvo el señor Montiel, sino de los veintiún mil que dejó de obtener. Es como di dijéramos que de los veintidós millones quinientos mil españoles que hay en España, veintidós millones cuatrocientos diez mil se niegan sistemáticamente a leer el ABC; de donde con igual lógica podíamos deducir que ABC es un periódico que repugna al país y afirmar, por tanto, que ABC casi no existe.

Queríamos salir al paso de una campaña que está ocasionando graves daños a la Patria. Con mensuradas palabras pretendimos que ABC, al ver patentizado el error de su conducta, rectificase, y, al cejar en su empeño de lanzar a las masas conservadoras por el camino de la rebeldía y la guerra civil, se ahorrase persecuciones y evitase peligros a la nación. Dividir y enconar a las gentes de España con el sueño delirante de una restauración sólo por mantener la postura de jaque de un señorito flamenco, nos parecía monstruoso. El verdadero patriotismo, el ejercicio noble y digno de la ciudadanía, exige algo más; exige, incluso, el sacrificio de las preferencias sentimentales de cada uno; hasta el renunciamiento a esas gallardías de colmado, que tanto ensalzan los compadres.

Pero ABC no quiere venir al terreno de la razón. Prefiere insultar, babear en las tablas y tirar cornadas. Tiene de las polémicas periodísticas el mismo concepto que el espectador hace de las corridas de toros o las riñas de gallos. ¿Qué hemos de hacerle? Nosotros quisiéramos ahorrar a nuestro público este envilecedor espectáculo y evitar la servidumbre de la letra de molde a estos pecados contra el espíritu. Desde este momento pasamos por dados ya y recibidos todos los insultos y todas las injurias. ABC nos ha dicho todo lo que se puede decir para agraviarnos; nosotros le hemos contestado con todas las feas palabras que pueden contribuir al rebajamiento de la dignidad humana. Hemos llegado a la agresión personal. Dese por muerto o denos por muertos, si lo prefiere. ¿Y qué? ¿Será ahora más razonable? ¿Será más patriota? ¿Merecerá bien del a Patria por ello?

Dice ABC terminantemente que no esperemos que acuda a la discusión a que le invitamos. Tiene un perfecto derecho. Como asimismo tácitamente nos lo otorga a nosotros para adjudicarle desde este momento el dictado de antipatriota. Es más; no queremos que quede oculto ningún repliegue de nuestro pensamiento. Hasta aquí tuvimos una consideración por ABC: la de que obraba de buena fe; la de que era un férvido sentimiento monárquico, respetable siempre, la que guiaba sus pasos. Hoy, ante esta obstinación en su perniciosa campaña que quiere proseguir con subterfugios, conservando una mudez que nada justifica, tenemos derecho a sospechar que hay en su conducta algo inconfesable; que su actitud responde a compromisos contraídos o a justificaciones que se cree en el caso de hacer con su conducta, sin que le sea posible explicar claramente al país por qué obra como lo hace. Es decir; que por alguna razón que a nosotros no se nos alcanza, está dispuesto a continuar con su tarea de ahondar la división entre los españoles contra toda razón y contra toda justicia, contra la prudencia y contra la Patria misma, monárquica o republicana. Si no es así, pruébelo. Millares y millares de monárquicos hay en España a quienes las leyes que ha dictado la República no amordazan ni atemorizan. Si llegase ABC a convencernos de que la ley de Defensa de la República o cualquiera otra ley impedía que alguien monárquico o republicano, dijese con toda claridad la intimidad de su pensamiento, nosotros seríamos los primeros en negar acatamiento a este régimen, aunque se lo hubiese dado a si misma España por votación unánime de la nación. ¿Qué recatada misión, que negro credo es ese de ABC que no se puede formular públicamente, mientras predican el suyo en la plaza pública desde los jaimistas hasta los comunistas y anarquistas, sin que haya ninguna ley de excepción que les fuerce a disimular u ocultar su pensamiento? No valen habilidades. Si la ley de Defensa de la República suspendiese la publicación de ABC porque hubiese hecho una exposición doctrinal de sus convicciones en una polémica con AHORA, nosotros nos comprometemos a suspender también por igual tiempo nuestra publicación, para que no parezca ventaja. Si esta misma ley le multa, nosotros pagamos la mitad. No valen subterfugios.

Dice ABC – porque le da la gana y como excusa para no discutir con nosotros – que nos niega beligerancia y estimación personal y profesional. Nosotros no nos negamos a discutir con él, a pesar de que tenemos verdadero derecho a negarle esa estimación por su falta de probidad profesional. ¿Quiere que le demostremos con su colección ante la vista por qué es incorrecto profesionalmente, prescindiendo ya de toda cuestión política?