24 enero 1990

"Yugoslavia funcionará con o sin la Liga de los Comunistas" manifestó el primer ministro en una declaración que sentencia el fin del partido que hasta ahora había copado todo el poder

Estalla la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, el partido único, por las diferencias étnicas entre los representantes de Eslovenia y Serbia

Hechos

El 23.01.1990 los delegados de Eslovenia abandonaron a mitad de una sesión de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia

24 Enero 1989

División irreconciliable de los comunistas yugoslavos

Hermann Tertsch

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La Liga de los Comunistas Yugoslavos (LCY), el partido del legendario mariscal Josip Broz Tito, que ha ostentado el poder desde que liberó al país de la ocupación nacionalsocialista alemana en 1943, se hundió en la madrugada de ayer en la división y el enfrentamiento irreconciliable entre los comunistas de las diversas repúblicas de este Estado plurinacional. El primer partido comunista del inundo en emanciparse de la ortodoxia de Moscú y luchar por una tercera vía de reformas socialistas ha quedado prácticamente roto tras la suspensión de su 14º congreso, en Belgrado, a causa de la abierta lucha entre los delegados de Serbia y Eslovenia.

Debido a la sistemática derrota de sus propuestas de reformas liberalizadoras, Eslovenia abandonó el congreso poco antes de la medianoche del lunes. Antes, el congreso había votado acabar con la supremacía del partido comunista, y de los 1.600 delegados, únicamente 27 lo hicieron en contra.El Comité Central de la Liga de Comunistas Eslovenos ratificó ayer la decisión de sus delegados de abandonar el congreso. El debate sobre el pluralismo político y la autonomía de las organizaciones del partido en las diferentes repúblicas, agudizado con los cambios radicales en países socialistas vecinos y con la llegada al poder en Serbia del nacionalista y centralista Loda Molocovich, llevó ayer a Yugoslavia a un final traumático del monopartidismo.

Eslovenia había solicitado la abolición de todos los artículos que persiguen la disidencia política, la liberación de los presos políticos y, ante todo, la creación de una «Liga de Ligas Comunistas», que daría mayor soberanía a los partidos en las diversas repúblicas. También solicitaba el fin del centralismo democrático y el pleno pluralismo político.

Rechazo de propuestas

Todas sus propuestas fueron derrotadas por la mayoría de la alianza conseguida por el presidente de la República de Serbia, Slobodan Milosevic, con los delegados afines de las dos provincias subordinadas a Serbia y las repúblicas de Montenegro, Macedonia y Bosnia-Herzegovina. Ciri Ribicic, jefe del partido esloveno, manifestó que, después de ser derrotadas todas las enmiendas de su delegación, la declaración propuesta no reunía las mínimas condiciones requeridas por los partidos reformistas de izquierda de otros países socialistas.

«La razón básica de abandonar el congreso ha sido que ninguna de nuestras propuestas ha sido aceptada. No nos sentimos tratados como iguales y queríamos dejarlo claro», manifestó Joze Smole, presidente de la Alianza Socialista de Eslovenia. Los delegados serbios acusaron a los eslovenos de acabar con la unidad del partido movidos por consideraciones electoralistas ante los comicios en esta República el 8 de abril próximo.

Los intentos de Serbia de proseguir con los debates del congreso quedaron frustrados en la madrugada de ayer con la amenaza de Croacia de secundar a los eslovenos de no admitirse que, con el abandono de una delegación, el congreso ya no tenía el carácter de «yugoslavo» y carecía de legitimidad para decidir en nombre de la LCY.

Después de tres días de intercambio de acusaciones y ataques entre las delegaciones de los comunistas de las diversas repúblicas, Eslovenia abandonó a última hora de la noche del domingo el Centro de Congresos Sava, en Belgrado, y provocó así, horas más tarde, la suspensión de este congreso.

Pese a las intenciones de reanudarlo en el futuro, expresadas por delegados de las demás repúblicas, el 14º Congreso de la LCY tiene visos de haber sido el último. Surgido de una lucha heroica contra la ocupación alemana, se rompió por su incapacidad para superar los obstáculos con que se enfrenta este Estado plurinacional, aquejado por fiebres nacionalistas y graves divergencias de desarrollo e ideología.

25 Enero 1990

La ruptura eslovena

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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EL CONGRESO de la Liga de Comunistas de Yugoslavia (LCY) ha terminado en un auténtico galimatías, nada sorprendente, por otra parte, vistas las posiciones en conflicto. La delegación de Eslovenia abandonó el congreso, y otras delegaciones, como la croata, se negaron a seguir. En consecuencia, el congreso se suspendió, sin fecha para continuar, y en estos momentos nadie garantiza que pueda volver a reunirse.La salida de los eslovenos es un paso más en un proceso de ruptura que empezó hace años y que alcanzó uno de sus momentos culminantes cuando Serbia rompió las relaciones económicas con Eslovenia: una situación realmente singular entre dos repúblicas que forman parte de un mismo Estado. La raíz del choque está en el resurgir de un nacionalismo serbio encabezado por el líder populista Slobodan Milosevic, quien ha logrado gran popularidad entre los serbios, pero provoca, en cambio, recelos y oposición en las otras repúblicas. El atractivo de Milosevic parece, sin embargo, en baja, y el congreso de la LCY ha sido para él un fracaso, ya que no ha podido utilizarlo para disciplinar a los comunistas eslovenos.

Pero no está en juego sólo el nacionalismo. Eslovenia, la república más desarrollada de Yugoslavia, vive ya en unas condiciones de pluralismo político semejantes a las de otros países del Este. Serbia se resiste a aceptar ese camino. Tal era la polémica de fondo en el congreso: si avanzar de verdad hacia la democracia o hacerlo con todas las ataduras que supone la política retrocomunista de Milosevic en Belgrado. Con los votos, los serbios podían imponerse. Una solución intolerable para los comunistas eslovenos, que el próximo abril afrontarán unas elecciones generales en las que participarán varios partidos no comunistas. Para tener en ellas ciertas posibilidades de éxito necesitan presentarse como un partido independiente de todo lo que Milosevic representa. Por eso piden que la LCY desaparezca como tal y se transfonne en una liga de ligas, cada una con plena autonomía. Rechazada esa fórmula para mantener un lazo flexible, la ruptura era inevitable.

El resultado es la pérdida de prestigio y autoridad de la LCY, un partido que tal vez haya consumido ya su ciclo histórico: creada en el marco de la guerra contra Hitler, de la posguerra y de la lucha contra el estaUnismo -todo ello con la figura de Tito como aglutinante-, ahora no parece capaz de adaptarse a otra situación. Su futuro está en entredicho y dependerá no tanto de decisiones tomadas a nivel yugoslavo, sino de lo que ocurra en cada república en la nueva fase que se abre de elecciones libres, con pluralidad de partidos.

Por otro lado, y a pesar de un estado general de crisis y confusión, se perfila en el escenario yugoslavo un dato positivo: la reforma económica que se esfuerza por llevar a cabo, contra viento y marea, el primer ministro, Markovic. Sus resultados son aún incipientes, pero está bien orientada. Por primera vez, un jefe de Gobierno no se somete a los líos intemos de la LCY, lo que le llevó a tomar claras distancias ante el fracaso del congreso. «Yugoslavia funcionará», dijo, .con o sin la Liga de Comunistas».

Sin duda, la LCY dispone de palancas de poder, pero cada vez menos. Después de Rumanía, el recurso al Ejército para someter rebeldías como la eslovena se hace mucho más difícil. En cambio surgen en la sociedad yugoslava -muchas veces por encima de la legislación vigente- nuevos partidos y corrientes que muy pronto desempeñarán un papel político. ¿Significará ello un auge de los nacionalismos susceptible de llevar a la tumba la actual federación? Es demasiado pronto para contestar. En un plazo de meses habrán hablado las urnas y se perfilarán nuevos datos para otear el futuro.