22 noviembre 1993

Herri Batasuna había amenazado reiteradamente a la policía autónoma vasca por ayudar a la justicia española desarticulando su red de extorsión

ETA asesina a Joseba Goikoetxea Asla, sargento mayor de la Ertzaintza y militante del PNV «señalado» en el diario EGIN

Hechos

  • El 22.11.1993 D. Joseba Goikoetxea Asla fue asesinado a tiros cuando estaba en su coche llevando a su hijo al colegio.

Lecturas

Goicoetxea_grafitis El Sr. Goicoetxea había sido acusado reiteradamente de ‘traidor’ al pueblo vasco por el entorno de ETA y Herri Batasuna.

ATUTXA CULPA AL DIARIO EGIN POR ‘CARROÑERO’

AtutxaPNV  La línea editorial mantenida desde hace dos años por el diario EGIN era claramente contraria a D. José Antonio Goikoetxea, al que desde EGIN le acusaban de torturas en el interrogatorios a Andoni Murelaga (en abril de 1990), y de las redadas en las que muriern los etarras Genaro García de Andoain y Juan María Ormazabal ‘Tturko’. Además de vincularle con espionajes telefónicos. Todo ello llevó a que, cuando fue asesinado por ETA, desde el PNV se responsabilizara directamente a EGIN. El consejero del Interior, D. Juan María Atutxa, dirigió unas palabras en las que señaló a los «estrategas de KAS», a HB , como «pantallas de la banda terrorista», y a los «carroñeros» de EGIN, quienes «venían lubricando desde hace tiempo los gatillos de ciertas pistolas». En líneas similares se expresaron D. José Antonio Ardanza (PNV), D. Iñaki Anasagasti (PNV) y D. Ramón Jáuregui (PSE-EE).

VIBRANTE ALEGATO DE ARZALLUS ANTIA CONTRA ETA

Lejos de la ambigüedad habitual del PNV contra ETA, D. Xabier Arzallus Antia, en el homenaje al asesinado Sr. Goicoetxea realizó un vibrante alegato contra el terrorismo. Recordó que el nacionalismo vasco en su origen era cristiano y lamentó que ETA sólo sepa utilizar el odio.

 

23 Noviembre 1993

Víctima marcada

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ES POSIBLE que los etarras que ordenaron matar al ertzaina Joseba Goikoetxea, y quienes casi lo han conseguido, hayan cometido un error político, tal vez el mayor de sus tristes vidas, pero no puede decirse que se hayan equivocado: acertaron en la elección de la víctima porque, efectivamente, el sargento mayor Goikoetxea Asla, activo nacionalista desde su adolescencia, por lo que fue detenido y encarcelado en tiempos de Franco, era, y no lo ocultaba, un enemigo de ETA. Como la mayoría de los vascos.El contencioso a que suelen aludir los comunicados de ETA no se plantea entre Euskadi y España, como quisieran, sino entre unos ciudadanos vascos y otros que también lo son. La sociedad vasca es plural, y sólo una minoría fanatizada considera que su ideal exculpa cualquier crimen. Durante años, ETA justificó los suyos argumentando que representaba a la mayoría nacionalista cuyas aspiraciones profundas no tenían cabida en el sistema. Pero entre esas aspiraciones figuraba en lugar prominente la existencia de una policía propia, y que a ésta se reconocieran competencias incluso en terrenos tan delicados como el de la lucha antiterrorista. En la medida en que la autonomía vasca es real, con un fuerte contenido político, la Ertzaintza se ha comprometido en esa lucha por la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos, amenazados por la mafia etarra. Frente a esa contradicción, ETA y sus paniaguados se dividieron el trabajo. Los terroristas han hecho lo único en que son duchos, disparar, pero sus admiradores les prepararon el terreno durante meses: tratando de amedrentar a los policías vascos mediante cartelería con amenazas de muerte a su responsable político, el consejero Atutxa, llamándoles cipayos, poniendo a Joseba Goikoetxea en el punto de mira de una insidiosa campaña en el diario Egin que anticipaba lo que ayer ocurrió en Bilbao, con un niño de tres años como testigo.

Un escritor con oriundez vizcaína, Rafael Sánchez Ferlosio, escribió hace años esta greguería terrible: «Lo llaman perro para anticiparle la figura con que un día podrán molerlo a palos». O coserlo a tiros.

23 Noviembre 1993

Guerra civil en el nacionalismo vasco

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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SE puede decir cualquier cosa del atentado cometido ayer por ETA en Bilbao, menos que fuera imprevisible. La organización terrorista y la Ertzaintza llevaban ya mucho tiempo dándose de golpes, y si el choque frontal no se admitía de cara al público, era tan sólo gracias a una cuidadosa labor interpretativa: ora se aducía que Díez Arcocha, jefe de la Ertzaintza asesinado en 1985, era «un militar español», ora que el delegado del Gobierno vasco para asuntos de Policía, Genaro García Andoain, o el agente Pacheco, o el agente Mentxaka, no habían sido «víctimas intencionadas» de ETA. Pero el hecho es que la Ertzaintza se ha ido implicando de modo cada vez más claro y contundente en la lucha contra ETA, respondiendo al deseo de Ajuria Enea de que la Policía Vasca se muestre como «policía integral» -algo que se ha acentuado en fondo y forma desde que Atutxa se hizo cargo de la consejería de Interior-, y que eso sólo podía desembocar, antes o después, en un enfrentamiento directo y sin tapujos entre la Policía autónoma y la organización terrorista. Que algo así no pudiera dejar de producirse antes o después no disminuye sin embargo la trascendencia del atentado sufrido por el sargento mayor de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea Asla. Con esta acción, más allá de los antecedentes mencionados, ETA cruza una frontera simbólica cuyo significado no puede escapársenos. Atutxa aludió ayer a la responsabilidad de quienes «lubrican los gatillos». Es cierto que Asla Goikoetxea ha sido insistentemente objeto de la atención del diario Egin, que ha señalado una y otra vez la responsabilidad probada del sargento en el caso de las escuchas ilegales a Carlos Garaikoetexea, su presunta implicación en un caso de torturas y su papel en las operaciones antiterroristas de la Ertzaintza. Pero ETA se ha jugado demasiado en este atentado como para interpretarlo como un castigo exclusivamente personal, o como un resultado de las informaciones de ese periódico. El mensaje de este atentado está claro: para los «fundamentalistas» de ETA, los ertzainas ya sólo son -así lo dicen en sus pintadas- simples «cipayos», esto es, soldados al servicio de la potencia ocupante y, en tanto que tales, merecedores del peor castigo. Un planteamiento que difícilmente podrían hacer suyo los dirigentes «históricos» de ETA, identificados con el nacionalismo de líderes como Azkoiti. La dirección actual de ETA, una vez más, no sólo llega mal: también tarde. Las dudas que pudo haber en su día sobre el papel de la Ertzaintza en la lucha contra el terrorismo están hoy superadas. Eso, hasta ellos deberían saberlo. El atentado de ayer viene a demostrar que, lejos de ir aproximándose a la realidad, prefieren darse de cabeza contra ella. Si todos los atentados son locura, este se hunde además en un abismo sin retorno: el del la guerra civil entre los nacionalistas vascos.

23 Noviembre 1993

¡Ya basta!

Xabier Salutregui

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Horas después de que el sargento mayor de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea Asla fuera víctima de una acción armada, el dirigente del PNV, Iñaki Anasagasti, el consejero del Interior del Gobierno de Lakua, Juan María Atutxa, el secretario general del PSOE en Vascongadas, Ramón Jáuregui y ls inevitables periodistas de turno cometían un nuevo atentado contra este periódico, en rabiosa vendetta.

Poco después de que el ertzaina cayera gravemente herido de dos disparos, las baterías del Pacto de Ajuria Enea volvieron a cañonear contra EGIN, contra la democracia, contra la libertad de prensa, contra la libertad de expresión y contra la inteligencia. Volvieron a disparar en defensa del silencio, de la omisión, del ocultamiento de la ponzoña y de la corrupción.

Ayer, y lo debemos dejar claro desde estas primeras líneas, hubo dos atentados. El primero, el de una acción armada encuadrada en la situación de violencia que se registra en Euskal Herría, que ayer escribía un nuevo capítulo al materializarse en el ataque contra Joseba Goikoetxea, hombre insignia y carismático agente anti-ETA de la Policía autonómica vasca. El segundo, el de la respuesta desabrida y fascistoide de quienes utilizan con total amoralidad el linchamiento sistemático de EGIN como método de envolver sus excrementos y su repugnante realidad que tan afanosamente pretende ocultar.

En este atentado, el que nos atañe directamente, el que denunciamos. El otro será pasto de otros medios de prensa que, cómo no, nos involucrarán con el hábil truco de reflejar las opiniones de los autores materiales del segundo atentado. Es decir, con el profuso mensaje de quienes han cometido la violenta acción contra EGIN.

Hemos escrito y descrito desde este periódico, como desde otros medios de prensa también, sobre las actuaciones irregulares e ilegales de Joseba Goikoetxea Asla. Algunas de las informaciones de este periódico, anecdóticas, fueron denunciadas por el ertzaina y, siempre, sus requerimientos judiciales acabaron demostrando la total inocencia de EGIN. Bien al contrario, las denuncias presentadas contra el agente autonómico condujeron a que éste fuera condenado y perdiera su puesto y empleo.

Este periódico no nació para ser domesticado por quienes embriagados de poder hasta llegar al delirumtremens antidemocrático, pretenden silenciar los dictámenes judiciales, tapar los desmanes de sus policías, amparar la tortura y escamotear a la opinión pública la pestilente corrupción que les enriquece, con las graves amenazas vertidas por el señor Atutxa, por el señor Anasagasti y por el señor Jáuregui.

Unas amenazas que, si bien nos llenan de temor, pues sabemos que se sostienen en sus armas y en su poderososo medios que les dan la impunidad, no nos amedrentarán a la hora de la denuncia y de la reivindicación.

Joseba Goikoetxea tiene una bigorafía repleta en la que se mezclan pecados derivados de sus virtudes como militante del PNV y hechos del más puro corte policial que pasan por la muerte y la tortura de militantes de ETA. Pecados, virtudes y hechos por los que se mostró públicamente ‘orgulloso’ y que como tales fueron reflejados en este periódico. Sus denuncias a EGIN fueron únicamente motivadas por haberle calificado con su mote de ‘Cabezón’, denuncias que perdió ante los tribunales. Hablar, pues, de una campaña organizada por este periódico contra su prensa en volver a incidir en la infamia. Que su nombre, su apellido y su alias salieran en letra impresa. Sólo corresponde a sus actuaciones como funcionario público y a sus iniciativas judiciales.

Este periódico se reafirma hoy en su voluntad de seguir combatiendo con la información, pese a quien pese, a cuantos individuos que, como Goikoetxea, menosprecien la libertad y utilicen los resortes del poder para envilecer la democracia.

Para combatir con letra impresa contra los gatillos, las pistolas, los fusiles y los cañones de los auténticos violentos.

EGIN se mantienen en su labor de lubricar todos los resortes de la verdad, en calentar a la opinión pública contra la iniquidad y en favor de la dignidad y las reivindicaciones populares sin caer en las campañas de lapidación como la que se pretende, una y otra vez, orquestar en nuestra contra, pues sí de campañas se trata, hay una evidente contra este diario, que se gesta en los despachos de Sabin Etxea, en algún ministerio en Madrid y  se debate en la Mesa de Ajuria Enea.

En el último año se ha agudizado y el cierre de EGIN se ha convertido en una obsesión desenfrenada. Para ello valen desde los métodos económicos de ahogo creciente e incumplimiento de ahogo creciente e incumplimiento de sentencias favorables a este diario, hasta la utilización sin escrúpulos por parte de medios del PNV de situaciones internas del periódico – desencadenadas como consecuencia del boicot institucional -. Y, cómo no, los intentos directos de criminalización y desprestigio, no sólo del medio, sino también de sus trabajadores.

En el año de su nueva andadura, EGIN ha logrado asentar un modelo de periódico que ha conectado con los lectores que, en número creciente se acercan a este diario. Eso no es casualidad. Aún a costa de ser señalado EGIN se esfuerza por ofrecer una información que abarque los datos de la realidad; sin sentirse atado por el peso del poder institucional. Con ello y con la apertura de sus páginas a opiniones del más diverso signo, este diario da una cotidiana mirada sobre el acontecer de Euskal Herria que, evidentemente, encrespa a quienes desean moldearlo a su antojo y ocultar aquellas miserias, corruptelas y cloacas que atraviesan la vida de partidos políticos e instituciones de este país.

Es de suponer que la constatación de una pujante realidad como este diario lleve a la histeria a quienes se niegan a ver en él un medio de comunicación comprometido, que cuenta con la libertad de información y expresión para cumplir con esa fundamental labor de cualquier medio, que es poner al alcance de la sociedad la noticia necesaria, para que ésta pueda opinar y entender lo que ocurre. Las reacciones viscerales y el empeño en que este diario deje de salir a la calle no reflejan sino el miedo a la libertad que atenaza a quienes dicen defenderla. Retrata a quienes, incapaces de dar con la verdadera solución al conflicto que vive este país, descargan con toda su furia su inutilidad política, su mediocridad profesional y su inmoralidad ideológica en quien únicamente argumenta con la información, mientras se desinfla su bravuconería frente a quienes son los únicos en devolverles a la dura realidad de este país. Un país, Euskal Herria, por el que este periódico, con letra, tinta y papel, luchará frente a lso asesinos del mensajero, para que consiga su libertad, alcance la justicia y llegue la paz.

¡Ya basta! Limpien sus bocas antes de vilipendiarnos señores políticos, señores periodistas y callen sus insultos. Basta Ya de amenazas y de acusaciones a EGIN, con cuyas páginas solo pretenden envolver sus miserias y trabajen, como nosotros lo hacemos, para construir la paz. Y no laven sus conciencias endosándonos muertes que en vida hacían el trabajo sucio que a ustedes les repugnaba.