16 diciembre 1930

El General Queipo de Llano y el comandante Franco intentaron simultáneamente un golpe en Cuatro Vientos

Fracasa en Jaca un intento de Golpe de Estado para proclamar la República por las armas de Fermín Galán y García Hernández, que son ejecutados

Hechos

Entre el 12 y el 16 de diciembre de 1930 se produjo un levantamiento militar en Jaca (Aragón) en el que un Comité Revolucionario liderado por D. Fermín Galán quiso proclamar la República por las armas.

Lecturas

En el plazo de cuatro días las fuerzas republicanas han dado muestras de que se hallan dispuestas a derrocar a la monarquía del Rey D. Alfonso XIII. Hace tiempo que los medios gubernamentales sospechaban que había una conspiración formada por ex monárquicos, republicanos y socialistas agrupados en el Comité Revolucionario Nacional, surgido del ‘Pacto de San Sebastián’, constituye un gobierno republicano encabezado por D. Niceto Alcalá Zamora (ex monárquico) que se dipone a tomar el poder. La sublevación lleva tiempo preparándose y en ella han participado elementos militares. Sin embargo, la precipitación y cierta desorganización han hecho fracasar por completo la revuelta / Golpe de Estado.

La dirección de la sublevación en Jaca correspondía al capital de Infantería Fermín Galán, que contaba con la colaboración de los capitanes Salvador Sediles, Luis Salinas, Ángel García Hernández y Miguel Gallo, y los oficiales de Artillería Mendoza, Marín y Manzanares, y la de los civiles Antonio Beltrán, Julián Borderas y Julián Biscos. Las relaciones entre Galán y el Comité Revolucionario no eran muy buenas, raíz de la falta de acuerdo sobre una fecha concreta para la sublevación 

EJECUCIÓN DE LOS GOLPISTAS, DETENCIÓN DE LOS LÍDERES REPUBLICANOS

pacto_san_sebastian El día 14 de diciembre de 1930 se celebró el consejo de guerra contra los sublevados. Los capitanes Fermín Galán y Ángel García son condenados a muerte y ejecutados a las cuatro de la tarde mientras que otros cuatro son condenados a cadena perpetua. Ese día son detenido 14 de los firmantes del Pacto de San Sebastián. En una operación dirigida por el General Mola fueron detenidos los líderes políticos socialistas y republicanos que habían firmado un pacto para forzar la renuncia del Rey Alfonso XIII y formar un gobierno de concentración entre republicanos y socialistas. El pacto, llamado ‘Pacto de San Sebastián’ fue firmado por los principales líderes republicanos liderados por D. Niceto Alcalá Zamora (Derecha Republiccana), D. Alejandro Lerroux (Partido Radical), D. Manuel Azaña (Acción Republicana) y D. Álvaro de Albornox (Radical-Socialista). Junto con los republicanos firmaron el pacto tres socialistas, Sres. Largo Caballero, Prieto y De los Ríos.

LA ‘CUARTELADA DE CUATRO VIENTOS’ DE QUEIPO DE LLANO Y FRANCO

queipo_llano_franco General Queipo de Llano y comandante Franco.

El día 15 se registra el levantamiento en Cuatro Vientos bajo la dirección del general Queipo de Llano y del comandante Ramón Franco Bahamonde. Pero están solos y un intento de bombardear el Palacio Real se ve frustrado por falta de espoletas para las bombas. La esperada ayuda socialista en Madrid, que debía consistir en una huelga general revolucionaria no llegará a producirse. Ante el fracaso Queipo de Llano y Ramón Franco, afines al republicanismo, se exiliarán en Portugal.

CONTEXTO Y VALORACIONES EN MEDIOS:

Que el general Primo de Rivera dimitiera dando paso a la “dictablanda” o que los republicanos liderados por el ex monárquico señor Alcalá Zamora firmaran el Pacto de San Sebastián para unir fuerzas con los socialistas para formar un hipotético futuro gobierno conjunto en caso de que lograran cargarse a la monarquía son anécdotas del año 1930 en comparación con los sucesos que ocurrieron en diciembre en distintos puntos. El más trágico fue el levantamiento comunista en Jaca (Huesca), donde los señores Galán y García Hernández, tras asesinar a cuatro compañeros, decidieron proclamar la República por su cuenta anunciando que pasarían por las armas al que no estuviera de acuerdo, pero con tan mala fortuna que fueron ellos los que acabaron ajusticiados por las tropas leales. A este incidente se unió una huelga revolucionaria en Zaragoza y que un grupo de militares republicanos, general Queipo de Llano y comandante Ramón Franco Bahamonte decidieron armara tabarra en Cuatro Vientos.

El HERALDO DE ARAGÓN, el periódico más leído de aquella región no pudo publicarse debido a la huelga hasta el día 18, emitiendo un comunicado en el que se disculpaba a los lectores y aseguraba que lo compensaría haciendo ediciones más grandes los siguientes días y recordando que en Madrid también ocurren cosas similares. Su visión de los hechos es la siguiente:

Llegamos tarde para comentar los sucesos que surgieron en Jaca (…) tenemos que lamentar hondamente lo ocurrido, ya que ha dejado una huelga imborrable. (…) Hemos visto cuán fácilmente se han dejado sugestionar las masas obreras de nuestra ciudad por el señuelo de una huelga general. (HERALDO DE ARAGÓN, 18-12-1930)

El ABC no se limita a condenar a los golpistas ejecutados, quiere buscar al “cerebro” a los que lo han alentado, es decir, a los republicanos.

13-12-1930

Ni contra la dictadura hubiéramos aprobado nosotros la acción revolucionaria. Teníamos y tenemos fe en la causa del derecho, que al fin triunfa siempre de todas sus crisis y prevalece sobre todos los obstáculos. Sabíamos que aquel régimen , excediéndose en su cometido transitorio, falto va de títulos y de razón, sin el apoyo y sin el consentimiento del país, tenía que caer, como cayó. Con todo su poder, no pudo evitar que lo arruinaran la crítica y el descontento de la opinión. Una cuestión de plazo, dijimos muchas veces, no merecía el precio que costara precipitar el desenlace con el desorden y la discordia. Pero, después de todo, la nación estuvo sojuzgada seis años, excluida del derecho, privada de sus libertades, humillada en su dignidad; nos hubiéramos explicado entonces la impaciencia y el arrojo de los oprimidos. La Dictadura cayó sin tener que reñir ninguna batalla: se lo opusieron dos débiles tentativas, que dominó fácilmente. ¿Por dónde andaban en aquellos días los revolucionarios de ahora? Enfrente de la Dictadura, desde luego, aunque no todos, Y todos en su casa, esperando cómodamente su hora. Su hora era la caída de aquel régimen, la desaparición del peligro, la restauración de la legalidad, que suprimer iresgos y facilita preparaciones deselales. Ahora, cubriéndose en la conspiración con el pérfido empleo de la libertad, salen los despechos y las pasiones que ahogó la cobardía en los momentos más propios de la lucha.

Lo que no se hizo para derribar la Dictadura, para restablecer la legalidad, para devolverle a la nación su derecho y su régimen ¿para qué se hace? ¿Para traer la República, para reorganizar el Estado, para cambiar la Constitución? Todas estas apsiraciones tineen camino en la legalidad, que gana en amplitud y eficacia todo lo que le preste en respeto y lealtad. Comprendemos también que prescindiesen de los procedimientos legales los que pudieran hacer una revolución; pero no es una revolución lo que pretenden los revolucionarios, ni sueñen con su posibilidad, ni se engañan sobre sus medios, sino que van a sabiendas al desorden estéril, al escándalo, a la obstrucción de la política normalizadora, a vejar el crédito exterior de España, a hundir la moneda y los valores públicos, a sembrar la inquietud, a estimular los instintos de rebeldía, a producir el mayor malestar posible…

Sencillamente, a vengar su impotencia castigando con la privación de la paz al país que los repudia. Es lo menos innoble que se puede apreciar en disturbios como el de ayer. Infructuosos para la causa que invocan; suelen no serlo tanto para otros fines que en estas algaradas vergonzosas hallan servicio consciente o insconsciente.

Tenga declarado el Gobierno y en su nota de la madrugada reitera el propósito de proceder con rigor inexorable al castigo de la sedición. Muy necesaria es, absolutamente necesaria, la ejemplaridad que debe corregir de una vez el estado de cosas que inquieta al país, el ambiente de provocación y de audacia en que se agitan unos cuantos conspiradores aventureros. La flaqueza del Poder sería estrago mucho más grave que el de la sublevación, nominada desde el primer momento(ABC, 16-12-1930)

¿Conocen el bando dictado en Jaca el día 12 del actual y al pie del cual figura la firma del desventurado capitán don Fermín Galán, como delegado regional del Comité Revolucionario? Decía así “Hago saber: todo el que de palabra o por escrito se oponga a la implantación de la naciente República será pasado por las armas sin formación de causa”. Los apóstoles del liberalismo, que prometen una República muy respetuosa para todas las ideas, podrían darnos una disertación académica más o menos canora para justificar el fondo y la forma draconianos de ese bando, por el cual queda desenmascarado el verdadero sentido de tiranía y de dictadura de la sofocada revolución. (ABC, 17-12-1930)

¿Es esta República de circunspectos y devotos fieles que el señor Alcalá Zamora prometió en Valencia? Desde luego, el movimiento revolucionario no es, ni mucho menos, ajeno al señor Alcalá Zamora. (ABC, 17-12-1930)

Los ataques a los republicanos por ABC fueron contestados por EL LIBERAL:

No hay por que hacer la apología de las sublevaciones de Jaca y de Cuatro Vientos, porque nosotros lo que venimos reclamando es un cauce jurídico para la estructuración de un Estado europeo que ofrezca mejores garantías contra los fermentos revolucionarios sembrados en todo el mundo por la revolución rusa (…) Discrepamos de los colegas de la derecha en el procedimiento, en el fondo y en la forma. Para ellos es la represión el tratamiento específico contra la revolución. Para nosotros es la prevención plasmada en reformas políticas y sociales que cierran el paso a las tendencias revolucionarias. (…) ¿A qué debemos, pues, las soflamas contra determinadas personalidades republicanas? A la necesidad de prestar asistencia al Gobierno, no, porque al Gobierno se le asiste con nobleza y con desinterés, no con patrañas difamatorias. (EL LIBERAL, 18-12-1930)

Los artículos de opinión política de unos diarios comenzaban a ser contestados cada vez con más frecuencia.

17 Diciembre 1930

Al margen los hechos

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Para que se enteren los píos republicanos, a quienes el candor de su fe política lleva a a una credulidad de perfectos papanatas, subrayamos el siguiente suceso ocurrido anteayer en Gijón:

Una turba desenfrenada, después de varios desmanes en la calle, penetró en la Iglesia de los padres jesuitas, en donde entre vociferaciones, arrastró hasta el centro del templo los confesonarios, los bancos, las imágenes y objetos de culto, haciendo con todo ello un gran montón, al que prendieron fuego. La sacrílega hazaña fué interrumpida por la llegada de la fuerza pública, que dispersó a los autores de esta ejemplar manifestación de piedad republicana.

¿Es esa la República de circunspectos y devotos fieles, de arzobispos y de frailes que el Sr. Alcalá Zamora prometió en Valencia? Desde luego, el movimiento revolucionario reciente no es, ni mucho menos, ajeno al Sr. Alcalá Zamora. Y del reciente movimiento revolucionario es uno de los episodios característicos el que acabamos de registrar.

¿Conocen el bando dictado en Jaca el día 12 del actual y al pie del cual figura la firma del desventurado capitán D. Fermín Galán, como delegado regional del Comité revolucionario?

Decía así:

Hago saber: Todo el que de palabra o por escrito se oponga a la implantación de la naciente República será pasado por las armas sin formación de causa.

Los apóstoles del liberalismo, que prometen una República muy respetuosa para todas las ideas, podrían darnos una disertación académica más o menos canora para justificar el fondo y la forma draconianos de ese bando, por el cual queda desenmascarado el verdadero sentido de tiranía y de la dictadura de la sofocada revolución.

18 Diciembre 1930

Comentarios apasionados de la prensa de derechas

EL LIBERAL (Director: Francisco Villanueva)

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No encuentran dificultades para sus propagandas los periódicos de las derechas que comentan los sucesos de estos últimos días. No tienen iguales facilidades los de la izquierda. Y por falta de contraste pueden producirse lamentables extravíos en la opinión pública. Produciremos evitarlos, si tenemos la suerte de acertar con el tono y con la medida al establecer el contrapeso que reclama la balanza del juicio.

Desde luego, declaramos que no hay por qué hacer la apología de la sublevaciones de Jaca y de Cuatro Vientos, porque nosotros, partidarios entusiastas de la soberanía nacional, más que una revolución militar, lo que venimos reclamando es un cauce jurídico para la estructuración de un Estado europeo que ofrezca las mayores garantías contra los fermentos revolucionarios sembrados en todo el mundo por la revolución rusa; lo que pedimos uno y otro día, no sólo hablando y escribiendo, sino también gritando a voz en cuello, en que sabias y prudentes medidas de gobierno hagan refractaría nuestra sociedad al morbo comunista que amenaza la civilización occidental. Discrepamos de los colegas de la derecha en el procedimiento, en el fondo y en la forma. Para ellos en la represión el tratamiento específico contra la revolución. Para nosotros es la prevención plasmadas en reformas políticas y sociales que cierran el paso a las tendencias revolucionarias. Ellos declaran intangibles y proclaman inviolable el orden de cosas actual. Nosotros creemos que entregado ese orden de cosas a las disputas de los hombres, es suceptible de modificación, y proponemos su reforma. No es que estemos tan lejos como ellos del Soviet; es que estamos más lejos que ellos; no es que seamos más revolucionarios que esos colegas, es que son ellos precisamente los únicos revolucionarios, puesto que cerrando las válvulas, producen las altas presiones que determinan el estallido… Y luego ponen el grito en el cielo y, aprovechando las coyunturas, piden la cabeza de todo lo que huele a liberal.

Es el fenomeno a que estamos asistiendo. So pretesto de prestar asistencias al Gobierno, lo que hacen es pedir el exterminio de todo lo que les estorba. Y al efecto, dan a los sucesos de estos días proporciones que, a juicio nuestro, no tienen. Obedecen las sublevaciones de Jaca y Cuatro Vientos a un complot de republicanos, socialistas y comunistas, con más o menos numerosos elementos militares, según los periódicos a que queremos contestar. Y no advierten lo burdo de la trama, porque ni para unas elecciones. La podido hacerse al ‘frente único’ con esos elementos civiles, que pugnan entre sí, ahora más que nunca, por disputarse la hegemonia en la democracia española. No se pueden ni ver los socialistas y los comunistas. Y lo mismo ocurre a los republicanos con cada uno de esos partidos sociales.

¡Es precisamente ésta la dificultad insuperable que se ofrece a los que aspiran a un cambio de régimen de sentido conservador y de significación burguesa!

El mismo Gobierno ha señalado el carácter comunista de los incidentes registrados. Las mismas notas oficiosas han denunciado la propaganda comunista en los cuarteles. Las mismas medidas de gobierno fueron conducentes al aislamiento de ese fermento revolucionario. ¿A qué, pues, debemos atribuir las soflamas contra determinadas personalidades republicanas y socialistas?… A la necesidad de prestar asistentes al Gobierno, no, porque al Gobierno se le asiste con nobleza y con desinterés, no con patraña difamatoria, no con acusaciones calumniosas, no con injurias procaces contra quienes no pueden ni siquiera defenderse.

16 Diciembre 1930

Sobre los sucesos de Jaca

AHORA (Director: Luis Montiel)

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El Destino ha querido que AHORA vea la luz pública en un momento dramático de la vida española. No es esta la ocasión de hacer un análisis detenido de los sucesos de estos días, de sus causas y de su significación. Pero sí hemos de aprovechar esta nuestra primera comunicación con el público, para declarar de un modo claro y terminante nuestra enemiga contra toda la violencia. Cuando se comienza a abrir el cauce legal dentro del que pueden desarrollarse las luchas políticas o a la manera de los países civilizados, esta apelación a la fuerza es lamentable y dolorosa. Sólo cuando se hallan absolutamente cerrados todos los caminos legales es explicable recurrir a la fuerza. Pero en realidad, la violencia es siempre ineficaz. Cuando una masa arrolladora de opinión quiere de veras una transformación política, ésta sobreviene normalmente, mientras que nunca logrará una minoría turbulenta imponerse por la violencia al país. España necesita vivir normalmente para resolver sus problemas interiores y afirmar su prestigio ante el extranjero. Cuando nuestro crédito necesita que ofrezcamos al mundo el espectáculo de una gran nación serena y consciente, que sabe vivir civilmente, no puede tolerarse que una serie de movimientos irreflexivos creen un ambiente de violencia y encono que nos haga retroceder muchos años en nuestra historia. No se puede jugar con el crédito de un país, con su prosperidad económica, ni sembrar la alarma entre la población para no dejar detrás más que una estela de odios y malquerencias, junto con el dolor de las familias de las víctimas de todo género que causan estas perturbaciones.

15 Diciembre 1930

Frente a los sucesos últimos

LA ÉPOCA (Director: Alfredo Escobar, marqués de Valdeiglesias)

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Frente a los sucesos últimos conviene insistir en su apreciación.

No es el ideal republicano el que alienta a los rebeldes. ¿Cómo ha de serlo si proceden los agitadores con el engaño de hacer creer que el hecho republicano es un hecho irremediable? En Jaca hicieron creer que era allí solamente donde faltaba proclamar esa forma de Gobierno; en Madrid decían cosa análoga la proclamada de los aviadores sublevados.

No es la convicción sincera la que anima al os inductores. En las filas de estos se hallan burgueses bien avenidos con su burguesía, que practican lo contrario de lo que predican, y en los que es más fácil alumbrar un pozo de soberbia que de idealidad.

No es el impulso para realizar un programa. Basta ver la heterogénea mezcla de inconfesables apetitos, desde la vanidad ilimitada hasta la inconsciencia criminal, para comprender que lo peor que podía ocurrirles a esos propios elementos era tener un éxito.

No es protesta contra sistemas de gobernación, pues mal se aviene la protesta de hoy, cuando se gobierna con la ley, y la mansedumbre de cerca de siete años frente a un poder dictatorial.

No es el amor a las libertades, porque el encono revolucionario se ha ido agrandado a medida que el Gobierno ha ido dando pasos más firmes y rápidos para que el disfrute de la libertad sea completo.

No son sentimientos noblemente exaltados, porque todo lo contrario es lo que se reveló en Jaén y lo que se ha frustrado en Madrid.

Pero entonces ¿Frente a qué estamos? Frente a un estado morboso que empezó siendo difuso y que torpemente se han encargado algunos de concentrar y delinear. No es hora de señalar responsabilidades, pero todos sabemos de personas que por satisfacer una pasión propia o halagar una pasión ajena, contradicen su propia significación, y debiendo ser muy conservadores-  y siéndolo en su interior – se disfrazan de bolchevizantes pensando en que los pueblos siempre son niños y las máscaras les cautivan.

No queremos concluir estas líneas sin tributar el elogio debido al Ejército español. Todas las esperanzas de los revolucionarios se han venido cifrando o en la captación o en la pasividad de los elementos armados. Y llegado el caso, se ha visto que la captación no era posible más que de un número insignificante  y con engaños, y el resto, el verdadero Ejército, fiel a su tradición y a sus juramentos, ha velado por el orden, lo ha restablecido y lo ha asegurado, sin reparar en sacrificios. La unidad moral y noble exaltación patriota de nuestro Ejército ha quedado confirmada una vez más.

España quiere vivir y quiere progresar. Bien lo demostraron ayer en Madrid aristocracia, burguesía, ejército y pueblo.

Desvanézcanse ya esos fantasmas, esos episodios, viñeta triste de la historia que queremos escribir, y sea España lo que quiere, lo que merece.

16 Diciembre 1930

Debe renacer la seguridad moral y la confianza espiritual

LA NACIÓN (Director: Manuel Delgado Barreto)

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Lo más lejos de nuestro ánimo en los momentos actuales es escribir ni una sola palabra que pueda mermar en lo más mínimo la autoridad del Gobierno.

Nos parece que lo tenemos demostrado. Y que nos asiste el derecho a que se nos crea. Lo mismo frente al triste episodio de Jaca que al de ayer asistimos al Gobierno resueltamente como era nuestra obligación, patriótica y ciudadana. Pero no excluimos el deseo de formular, dentro de las normas elementales, observaciones e iniciativas que pueden acaso ser útiles.

La enseñanza de los hechos es alentadora, porque el Gobierno sofocó la rebeldía y porque el tradicionalmente glorioso Ejército español mantiene siempre con alta serenidad la causa del orden. En 1923 comprendió que al lado del general Primo de Rivera estaba el bien de la Patria, y fue ostensible su conducta. Con idéntico espíritu ha sofocado las escaramuzas estériles posteriores. Y estos elogios, nunca más merecidos al patriotismo del Ejército español los recoge – y hay que consignarlo – la Prensa extranjera, y, muy especialmente, la de Londres y Norteamérica.

Desearíamos nosotros, sin embargo, que no llegase nunca la ocasión de reprimir. A caso le fuera factible al Poder público ahogar – antes de nacer – rebeldías dañosas. Una buena organización policiaca y una excelente información harían el milagro. Porque sabemos todos quienes son los que engendran y preparan estos chispazos. No se oculta a nadie donde están los propagandistas y los inductores. Y los días, los meses los años de paz que transcurrieron y pasaron no se turbaran porque el Gobierno no permitía a los agitadores movimientos ni actuaciones, encaminados a fines análogos.

En resumen: lo que pasó, ya pasó. Que los Tribunales actúen y las culpabilidades – no hay más remedio – se sancionen. Pero la pacificación de los espíritus que sea corolario de la tranquilidad material. Nuestro leal consejo, nuestra honrada indicación al Gobierno, es ésta: que restablezca la seguridad moral, la confianza espiritual del país: que desvanezca para el futuro todos los motivos de inquietud y que estimule afanes de trabajo y de progreso, que capten la atención de los españoles y vigoricen las energías nacionales encauzándolas por amplio y fecundo sendero. Todo eso se logra con previsión celosa y con actuación perseverante y bien orientada, de que en nuestra Historia hay ejemplos y no remotos.