30 diciembre 1973

El nuevo presidente - que formará Gobierno en enero de 1974 - reemplaza al asesinado Almirante Carrero Blanco

Franco nombra a Arias Navarro nuevo presidente del Gobierno franquista, descartando a Fernández Miranda y a Nieto Antúnez

Hechos

El 30 de diciembre de 1973 D. Carlos Arias Navarro tomó posesión como nuevo presidente del Gobierno de España.

Lecturas

Para la designación de nuevo presidente del Gobierno, en sustitución de D. Luis Carrero Blanco, asesinado en un atentado terrorista el pasado día 20 de diciembre de 1973.

El Consejo del Reino presidido por D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel propone una terna con tres aspirantes: D. Carlos Arias Navarro, D. José Solís Ruiz y D. José García Hernández, aunque es el primero de ellos el que cuenta con el respaldo de los 16 miembros del consejo.

El 29 de diciembre de 1973 D. Carlos Arias Navarro es designado nuevo presidente del Gobierno por el dictador D. Francisco Franco Bahamonde, en sustitución de D. Luis Carrero Blanco.

La composición de su primer gobierno no se conocerá hasta enero de 1974.

LOS DERROTADOS

NietoAntunez El Almirante Nieto Antúnez era visto como el heredero natural del Almirante Carrero Blanco y en círculos militares aparecía como la persona adecuada para reemplazar al asesinado presidente del Gobierno. Llegó a estar en el Palacio del Pardo, pero en el último momento el dictador le descartó como presidente del Gobierno.

TorcuatoFdezMiranda El falangista D. Torcuato Fernández Miranda había asumido la presidencia del Gobierno provisionalmente tras el asesinato del Almirante Carrero, por lo que tampoco era descartable la posibilidad de que el dictador le seleccionara a él para que se mantuviera en ese puesto. Finalmente descartó esa posibilidad, decisión que se atribuyó a la falta de apoyos que tenía D. Torcuato en ‘las familias’ de la derecha política, a pesar de su condición de joséantoniano.

UNANIMIDAD DEL CONSEJO DEL REINO APOYA A ARIAS NAVARRO COMO PRESIDENTE

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Los franquistas D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel, D. Miguel Primo de Rivera, D. Antonio María de Oriol, D. José Antonio Girón, D. Juan María Araluce y D. Joaquim Viola eran los principales miembros del Consejo del Reino en 1973.

El Consejo del Reino debía elaborar una ‘terna’  de tres candidatos a la Presidencia del Gobierno, de los cuales el Dictador escogería a uno. El Consejo del Reino estaba formado por los políticos franquistas D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel – que era el presidente – , D. José Antonio Girón de Velasco, D. Antonio María de Oriol y Urquijo, D. Miguel Primo de Rivera y Urquijo,  D.  D. Joaquín Viola, D. Juan María de Araluce, D. Manuel Hernández Sánchez, D. Miguel Ángel García Lomas, D. Íñigo de Oriol, D. Enrique de Lamata, D. Ängel González, D. Luis Álvarez Molina, D. Manuel Lora Tamayo, D. Carlos Fernández Vallespín y D. Valentín Silva Melero.

LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO PROPUESTOS POR LA TERNA

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El Consejo del Reino presentaba como candidatos a Presidente del Gobierno a D. Carlos Arias Navarro, a D. José Solís y a D. José García Hernández. Aunque fue el primero el que se llevó todos los votos del Consejo del Reino. El Dictador se decidió por el Sr. Arias.

31 Diciembre 1973

EL PRESIDENTE

Emilio Romero

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El jefe de Estado ha designado Presidente del Gobierno, como todos saben ya, a Carlos Arias Navarro, después del breve proceso que señala la Ley Orgánica del Estado, y en medio del interés y curiosidad de los españoles por este asunto. Aquellos políticos y comentaristas más próximos al conocimiento del Régimen y de sus personalidades habían circulado durante todos estos días una serie de nombres por estimarlos con autoridad, crédito y servicios para alcanzar tan elevada función. Una de las tentaciones más grandes del observador político es la de descubrir las razones que mueven a los jefes de los Estados para inclinarse por uno u otro político en el trance de confiar la gobernación del país. Todo esto parece explicado cuando el sistema político se constituye por los Partido, y protagoniza una situación la mayoría parlamentaria donde su titular alcanza el poder o la gobernación. Pero nuestro orden político representativo no se corresponde con el de la democracia liberal, no hay partidos, ni mayorías. El mecanismo consiste en que el más alto organismo representativo de la Nación, que es el Consejo del Reino, ofrece una terna de nombres al Jefe del Estado, quien elige uno entre ellos para ocupar la Presidencia del Gobierno. Las razones por las que el Jefe del Estado ha designado a Carlos Arias han sido rigurosas y reflexivas, como corresponde a las grandes decisiones de Franco, y los que estamos en la plazuela para interpretar los hechos políticos – con todos los riesgos y errores que ello comporta – no tenemos a nuestro alcance otra posibilidad que la de aventurarnos en el sentido de orientación que tengamos cada cual, y que suministra nuesro oficio.

Quien está al frente de la gobernación – el Presidente del Gobierno – debe ser una personalidad compendiadora, integradora, de todas las asistencia y opiniones que tiene el Régimen en el rumbo de los mandamientos de las Leyes Fundamentales. El Régimen, en cuanto a las personas, está constituido, aunque no legalmente, por ‘familias políticas’ que responden unas veces a sus raíces de fuerzas políticas anteriores al 18 de julio, o por nuevos agrupamientos nacidos en el propio dinamismo del sistema. A esto se ha querido llamar en proyectos legales, asociaciones o tendencias y nos manejamos habitualmente con el de ‘familias’. El anterior presidente, Carrero Blanco, llegó a manifestar que estaba con todas las familias en general y con ninguna en particular. Fue, por ello, una personalidad compendiadora.

En este caso Carlos Arias sobre su soporte universitario de hombre de DErecho, ha sido gobernador en tres provincias de muy diferente nómina de problemas, director general de Seguridad, Alcalde de Madrid y por último ministro de la Gobernación. Carlos Arias en una ocasión manifestó: ‘Si el político no es un hombre de realidades, es mejor que coja su sombrero y se vaya’.

La tercera circunstancia es poseer cierta popularidad en orden a la opinión pública de la nación a la gente. Parece que una imagen de gobernante de tan alto nivel necesita cierta oxigenación de la calle porque un Presidente no debe contar exclusivamente con la colaboración leal de su Gobierno y de las autoridades diversas de lo que llamamos Administración Pública, sino que debe abrir una expectación de interés por todo aquello que el país previamente le abona. Debe suscitar confianza. La popularidad de Carlos Arias hay que encontrarla por modo principal en su periodo de Alcalde de Madrid. Somos muchos los que hemos dicho en más de una ocasión que Carlos Arias había sido el mejor Alcalde de Madrid en todo lo que va de siglo, que es de lo que tenemos referencias próximas, directas en los últimos treinta años, y sabidas por el conocimiento que tiene nuestra generación del primer tercio de siglo. Carlos Arias se encontró con un Madrid a punto de estallar por dos fenómenos sociológicos inevitables: el éxodo de las poblaciones campesinas a las grandes ciudades, a las ciudades industriales – y Madrid era una de ellas – y por la aparición súbita de la motorización del tráfico, para cuyo suceso no estaba preparada nuestra estructura urbana. Carlos Arias, con las asistencia necesarias del Gobierno de la Nación, afrontó estos dos huracanes – y sus secuelas de sanidad, enseñanza, etc. – con un valor, un orden, una energía y una serenidad poco comunes. Todas estas cosas y las que cada político lleva en su destino personal, pienso que constituyen la semblanza del segundo Presidente del Gobierno de Franco.

Emilio Romero

30 Diciembre 1973

ARIAS, NUEVO PRESIDENTE

YA (Director: Aquilino Morcillo)

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En los plazos y de acuerdo con las normas de la Ley Orgánica, el Jefe del Estado ha nombrado presidente del Gobierno a don Carlos Arias Navarro.

Política es equilibrio, y por hombre equilibrado tenemos al señor Arias Navarro. Es de presumir que su llegada al poder sea caracterizada, atendiendo a la que ha mostrado en sus cargos anteriores; Pero sería parcelar su fisonomía prescindir de la eficacia en sus cargos anteriores; pero sería parcelar su fisonomía prescindir de la eficacia a que hemos empezado refiriéndonos y de otra característica muy importante, como es la de ser, por formación y profesionalmente, hombre de leyes. Pensamos que la consecuencia de todo eso debe llamarme equilibrio. Que consiste, por ejemplo, en ser energético, pero aplicando la energía no a todo y en cualquier momento, inconsiderablemente, sino cuándo, donde y cómo se debe aplicar, también es comprender que la energía por sí sola es ´nicamente la parte primera de la política y como si dijéramos la condición previa de aquello en que propiamente consiste la política, que no es mandar a secas, sino mandar para hacer posible algo.

En el caso de España ese ‘algo’ es evidentemente el desarrollo político, económico y social, tal como fue anunciado por el Jefe del Estado en su trascendental mensaje navideño de 1972, que, como hemos dicho reiteradamente, continúa vigente y no puede ser detenido por la voluntad de unos grupos terroristas. Desplegar la energía indispensable debe equivaler precisamente a rodear ese desarrollo de una férrea defensa que lo haga posible, sin caer en la trampa de fórmulas excepcionales que son innecesarias y significarían hacer el juego a quienes no pretenden con sus actos criminales, otra cosa. Son dos tareas que se complementan; porque sin el desarrollo, la energía para defenderlo de las agresiones que fuera carecería de justificación; y sin esta defensa el desarrollo no sería posible.