11 diciembre 2004

Los rivales al sector oficia hubieran logrado superar a Llamazares de haberse presentado conjuntamente

8ª Asamblea de IU (2004) – Llamazares reelegido Coordinador General frente a las candidaturas de Enrique de Santiago y Sebastián Martín

Hechos

VOTACIÓN PARA EL CONSEJO POLÍTICO FEDERAL:

  • Lista de D. Gaspar Llamazares: 416 votos (54 puestos)
  • Lista de D. Enrique de Santiago: 320 votos (42 puestos)
  • Lista de D. Sebastián Martín:  104 votos (14 puestos)

Lecturas

El 11 de diciembre de 2004 se celebra la VIII Asamblea de Izquierda Unida en un momento de crisis interna de Izquierda Unida después de los malos resultados en las elecciones generales de marzo de 2004, tras la cuál ha habido una gran contestación interna que culpa al Sr. Llamazares de la bajada de votos.

El Sr. Llamazares es coordinador general de IU desde la VI Asamblea del año 2000, siendo reelegido en la VII Asamblea de 2003.

En la VIII Asamblea el Sr. Llamazares se presenta a reelección y frente a él se presentan dos candidatos: D. Enrique de Santiago Romero, del PCE, y D. Santiago Martín Recio. La división del voto anti-llamazarista en dos candidaturas diferentes, favoreció al Sr. Llamazares.

VOTACIÓN PARA EL CONSEJO POLÍTICO FEDERAL:

  • Lista de D. Gaspar Llamazares Trigo: 416 votos (54 puestos)
  • Lista de D. Enrique Santiago Romero: 320 votos (42 puestos)
  • Lista de D. Sebastián Martín Recio:  104 votos (14 puestos)

Con este resultado D. Gaspar Llamazares queda ratificado como coordinador general de Izquierda Unida. Con este resultado el Sr. Llamazares Trigo aún no queda ratificado como candidato de IU a la presidencia del Gobierno, para lo que deberá afrontar un proceso de primarias en noviembre de 2007.

EL PRINCIPAL CANDIDATO DEL PCE NO PRESENTÓ CANDIDATO:

Felipe_Alcaraz D. Felipe Alcáraz

El candidato más poderoso dentro del núcleo del PCE – el grupo mayoritario de IU – para ser Coordinador General de Izquierda Unida, Felipe Alcaraz, retiró su candidatura 48 horas antes de que comenzara la Asamblea para no dividir aún más la división existente entre los sectores opuestos a Gaspar Llamazares. Al contrario que en la Asamblea de 2003, el PCE no apoyara a IU.

La siguiente asamblea será la IX Asamblea de diciembre de 2008 en la que en IU se produce un nuevo cambio de liderazgo.

12 Diciembre 2004

Un grupo en revuelta permanente

Carlos Elordi Cue

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Tras años de expulsiones, abandonos y batallas entre sectores, IU no acaba de asentarse en un amplio consenso interno

«La gente está harta de pelearse siempre. Tenemos que mirar hacia afuera de una vez». Es la frase más repetida entre dirigentes y cuadros medios de IU. Pero llega la asamblea extraordinaria, en el peor momento electoral, con encuestas que la sitúan cerca del fin, y de nuevo la división es la norma. ¿Por qué?

Izquierda Unida es una organización que vive en el conflicto. Sus integrantes prefieren llamarlo «diversidad», pero al final reconocen que la vida interna puede llegar a ser un lastre. No hay una sola federación, o incluso asamblea de base, en la que no haya un grupo crítico. Nada grave, si no fuera porque ese grupo, seguramente, hará del enfrentamiento con el otro la base de su política.

«IU puede escribir sus últimas páginas si no deja de mirarse a sí misma en clave de confrontación y empieza a mirar hacia los ciudadanos», señala Rosa Aguilar, alcaldesa de Córdoba, que apoya a Gaspar Llamazares. Curiosamente, Aguilar, el cargo público de IU más valorado por los ciudadanos, no tiene apenas apoyos dentro de la federación. Sobre todo porque en IU hay mucha gente que no está interesada en el poder y en las instituciones. «Lo políticamente correcto nos es ajeno, sólo usamos las instituciones si es para avanzar», señala Julio Anguita, ex coordinador, sin cargo ya, pero aún influyente y ahora opuesto a la línea de Llamazares.

En contra de esta línea, y gracias al pragmatismo de Llamazares y otros dirigentes regionales, IU ha alcanzado la mayor cota de poder de su historia. Hasta 1999, nunca había gobernado en una comunidad. Ahora apoya al PSOE en Asturias y Cataluña, y al PNV en el País Vasco. Estuvo a punto de gobernar Madrid, y perdió por poco Baleares. Tiene 163 alcaldías con mayoría absoluta, la mayor parte en pueblos pequeños, y gobierna en coalición en otros 123 municipios, donde viven más de seis millones y medio de personas. Entre ellos Barcelona, Sevilla, Bilbao, Gijón o Fuenlabrada, Leganés y Getafe.

No es poco para una organización relativamente pequeña, con 70.000 militantes declarados y muchos menos activos. 25.000 de ellos están en Andalucía, 15.000 en Madrid, 5.000 en Asturias y en Cataluña, y 4.000 en la Comunidad Valenciana.

Enrique Santiago, de 40 años, ex secretario general de Juventudes Comunistas y candidato opuesto a Llamazares, sostiene que el problema es que «hay demasiadas personas que llevan años peleándose entre ellas, se odian demasiado y hacen un tapón para los cuadros medios que tienen ganas». No se habla necesariamente de un relevo generacional, porque en esta organización se empieza de muy joven, y hay gente con 40 años, como él, que lleva 20 en la pelea.

Lo cierto es que, aunque la política hace extraños compañeros de cama, en la actual dirección ya se han peleado realmente todos con todos. Alcaraz, por ejemplo, estuvo hace semanas con Llamazares contra Francisco Frutos para hacerse con el control del PCE. El líder le nombró incluso portavoz político, y le garantizó un puesto en el Consejo de RTVE, cuando se renueve. A cambio, los críticos de Andalucía, que habían apoyado a Llamazares en 2000, le declararon la guerra. Lo mismo sucede en Madrid con Ángel Pérez. Y así en todos los grupos, hasta configurar un complejísimo mapa de enfrentamientos y amistades de última hora, que sólo conocen los dirigentes y marcan gran parte de las peleas.

A ello se unen cuestiones personales, porque IU es una organización que, en las federaciones, es casi familiar. Tanto es así que los dos líderes enfrentados de IU-Andalucía, Felipe Alcaraz y Concha Caballero, un día fueron pareja estable. Y en las discusiones para unificar la candidatura de Alcaraz y Santiago estos días, se encontraban en cada lado un padre y una hija: Willy y Amanda Meyer.

El propio Meyer, afín a Alcaraz, señala: No somos un partido, sino un movimiento con muchas ideologías. Pero no sabemos encontrar un consenso. Nuestra dirección ha sido como un parlamento, con Gobierno y oposición. Y el PCE ya tampoco está unido». Para ver esa desunión basta seguir un Consejo Político, que se reúne cada dos meses. Del centenar de personas presentes, piden la palabra por encima de 70. Nadie acepta que otro, ni siquiera de su mismo grupo, le represente en la tribuna. Y los insultos o reproches graves a compañeros son frecuentes.

Esto explica algunas peleas, aunque el debate, dicen los dirigentes del grupo de Llamazares, es de fondo. Como siempre, centrado en el pragmatismo y el pacto con el PSOE, la apertura hacia la sociedad o la «identidad de IU». Eberhard Grosske, hombre fuerte de Baleares, recuerda: «IU nace contra un PSOE prepotente, el de la OTAN, los GAL, la corrupción, las huelgas generales. Ha quedado una cultura antisocialista que en la organización es muy superior a la de la calle. Zapatero no es igual que los epígonos del socialismo. Si cambia, estaremos ahí para oponernos. Es la primera vez que el PSOE intenta gobernar con la izquierda. ¿Y precisamente ahora tenemos que mandarlo a buscar apoyos en CiU? Hemos de ser distintos del PSOE, pero mejores, no por extravagantes».

Anguita discrepa. «Si nos quedamos solos pero tenemos razón, ése es nuestro lugar. No coincidir con los demás partidos no significa estar solo. Desde el 96, ha crecido un complejo de inferioridad en IU. Tienen miedo al qué dirán. Nuestros dirigentes no pueden tener miedo a decir que son comunistas».

Félix Taberna, coordinador navarro, cree que la única forma de salir de esta dinámica «ombliguista» consiste en ganarle la asamblea al sector que se opone a esos cambios hacia el pragmatismo, y tirar para adelante. «Tiene que haber perdedores y vencedores. Yo prefiero esta división a la paz de los cementerios que había con Anguita, que votó la expulsión de la mitad de la organización (Nueva Izquierda e Iniciativa) con el 80% de apoyo». Precisamente cuando intentaba recomponer esos jirones que él también apoyó en su día, Llamazares se ha encontrado con el peor resultado electoral y una fuerte oposición a la que hoy tratará de vencer.

13 Diciembre 2004

Para el diván

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Gaspar Llamazares fue reelegido ayer con el apoyo de menos de la mitad de compromisarios como coordinador general de Izquierda Unida (IU) para los próximos dos años en una extraña y caótica asamblea extraordinaria de la organización, convocada precisamente para cuestionar el liderazgo del político asturiano tras los malos resultados en las pasadas elecciones generales y europeas. El desarrollo y la conclusión podrían ser motivo para charla y reflexión de muchos de sus dirigentes en el diván de un psicólogo.

En tres días se vivió un frenético baile de candidaturas que se hacían y deshacían: la oficialista de Llamazares, la crítica bicéfala del ex secretario de las Juventudes Comunistas, Enrique Santiago, y el ex diputado Felipe Alcaraz, impulsada por el líder del PCE, Francisco Frutos, así como una tercera, más rupturista y andalucista, de Sebastián Martín Recio, alcalde de Carmona. Todo fue cocinado entre bastidores y en ese clásico estilo de peleas internas y hasta familiares que caracterizan a la organización desde su fundación en 1986. Muchos de sus afiliados confiesan estar hartos de tanta revuelta, de tanto ombliguismo y de la incapacidad de mirar más allá.

Nadie ha salido ganador, y eso Llamazares lo debe saber. Aunque si hay que citar un perdedor, sería Frutos, volcado desde el principio en la defenestración de Llamazares. Pero éste no sale reforzado, pese a asegurarse el voto de los coordinadores regionales tras una enmienda muy discutible que forzó al final a la retirada de Santiago. Tiene en contra a casi la mitad de la organización, a la ortodoxia comunista y a los radicales que no quieren ni oír hablar de pactos con los socialistas. De ahí que se haya apresurado a comprometerse a hacer una política de oposición más influyente frente al PSOE y a impulsar una dirección más compartida y menos presidencialista.

Poco induce a pensar, a la luz de lo visto, que el encuentro haya servido para resolver la crisis de identidad que sufre la organización. Rosa Aguilar, la alcaldesa de Córdoba, que formaba parte de la lista del reelegido coordinador, ha descrito bien la situación al afirmar que IU se encuentra en un banquillo de lujo después de la victoria del PSOE en las pasadas elecciones generales. Presencia el partido, pero no está en la cancha. Cierto, tiene relativo poder mediante pactos en algunos Gobiernos autónomos (País Vasco, Cataluña y Asturias) y municipales, pero no posee gran peso político nacional, con sus apenas cinco diputados, pese a las buenas relaciones de Llamazares con el actual presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. No parece que tras este congreso extraordinario vaya a cambiar demasiado la situación, sobre todo porque IU continúa siendo la misma organización dividida y a veces nostálgica del pasado.