16 diciembre 1987

Dos de los principales capos mafiosos, 'Toto' Riina y Bernardo Provenzano permanecen prófugos de la justicia

Golpe a la Mafia italiana: el macroproceso fomentado por el juez Falcone condena a Cadena Perpetua a los principales capos

Hechos

  • El 16.12.1987 se hicieron públicas las sentencias del llamado ‘macroproceso’ a la Mafia. Entre los que fueron condenados a Cadena Perpetua se encontraban Michele Grego, Luciano Liggio, Nitto Santapaola, Salvatore Riina (prófugo) y Bernardo Provenzano (prófugo).

Lecturas

 PROTAGONISTAS DEL MACRO-PROCESO:

falcone_joven El juez Giovanni Falcone fue el instructor del ‘macro-proceso’ contra La Mafia. Especialmente gracias a las confesiones de Tommaso Buscetta, mafioso ‘arrepentido’ que había perdido a gran parte de su familia en la lucha interna entre las familias sicilianas.

pipo_Calo_busquetta El ex capo de la Mafia, Tommaso Buscetta, fue el ‘arrepentido’ que testificó en aquel proceso contra sus antiguos compañeros convirtiéndose en el protagonista del proceso. Buscetta (a la izquierda de la imagen) mantuvo un fuerte careo con Pipo Calo, al que le culpaba de la muerte de algunos de sus familiares.

liggio El que fuera considerado durante años máximo jefe de La Mafia siciliana, hasta que cedió el testigo a Toto Riina, acusó durante el juicio a Buscetta de haberle propuesto iun golpe de Estado contra Italia para intentar desacreditarle. Liggio fue condenado a Cadena Perpetua.

michele_grego Para la prensa española Michele Greco ‘el Papa’ era el principal acusado del macro-proceso. Fue célebre su intervención final en la que hizo un extraño llamamiento a favor de la paz para todos, incluyendo para todos los jueces que le estaban juzgando. Fue condenado a Cadena Perpetua.

CONDENADOS A CADENA PERPETUA ‘EN REBELDÍA’

Junto a Greco, Calo o Liggio fueron condenados a cadena perpetua el actual jefe de La Mafia, Toto Riina, y su lugarteniente Bernardo Provenzano, pero ninguno de los dos cumplirá esa condena al encontrarse ambos en paradero desconocido. Aunque se sabe que están en Italia, seguramente en Palermo, la fuerzas de policía del Estado italiano no han sido capaz de detenerlos.

17 Diciembre 1987

Gran golpe de la justicia italiana a la Mafia

Juan Arias

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Un tribunal de Palermo propinó ayer a la Mafia el mayor golpe que la justicia italiana haya infligido jamás a la organización delictiva. Al cabo de 36 días de deliberaciones en total aislamiento de sus miembros, un jurado compuesto por sicilianos, como la gran mayoría de los acusados, sentenciaba 18 condenas a cadena perpetua y 30 siglos de cárcel en su conjunto a 4,150 presuntos miembros de la Mafia.

La sentencia ha confirmado el famoso y tan discutido teorema Buscetta,es decir, la tesis del gran arrepentido y acusador de que existía una comisión o cúpula de responsables de los cientos de asesinatos cometidos en los últimos años por la Mafia. En consonancia, los integrantes de esa comisión plenaria han sido condenados a la pena de cadena perpetua, que es el máximo castigo previsto por la ley italiana.Entre sus componentes figuran nombres que han hecho tristemente célebres las crónicas de los años de fuego de la Mafia. Entre ellos, El Papa, es decir, Michele Greco, quien últimamente se había pasado al campo de la mística y mataba las horas en la cárcel leyendo la Biblia, Salvatore Riina, Bernardo Provenzano, Filippo Marchese, Nitto Santapaola -acusado de haber ordenado el asesinato del general de carabineros y gobernador de Palermo, Alberto Dalla Chiesa- Rosario Riccobono y Vincenzo Sinagra.

A los dos grandes arrepentidos, gracias a los cuales se pudo llevar a cabo el proceso, Tominaso Buscetta y Salvatore Contorno, los jueces les han castigado sólo a tres y seis años de cárcel, respectivamente. Buscetta había ido a declarar ante el tribunal desde EE UU, donde vive protegido tras la muerte de casi toda su familia, bajo las balas de la Mafia.

Los componentes del tribunal, el presidente Alfonso Giordano, el juez Pietro Grasso, y los seis jueces populares, cuatro mujeres y dos hombres, todos ellos gente sencilla de Palermo con indudable coraje, se presentaron ayer tarde en la famosa aula-bunker del proceso, abarrotada de público formado por periodistas, abogados y familiares de los acusados, a las seis y seis minutos de la tarde, con tres horas de retraso sobre lo anunciado. Ello ha hecho, pensar que hayan podido producirse divergencias entre los magistrados para alcanzar un veredicto.

Durante los 36 días en que los jueces han estado en capilla, han residido en unas habitaciones construidas en la misma aula-bunker, en absoluta incomunicación, sin televisión ni periódicos, y han servido, entre otras cosas, para que el juez Grasso se dejara crecer una gran barba negra con la que sorprendió ayer a su salida al público y a sus familiares, que lo habían visto entrar rasurado. Nada se ha sabido de la vida de los jueces en su retiro; tan sólo que el presidente Giordano luchaba contra la falta de actividad física haciendo yoga, y los demás, gimnasia sueca. Todos disponían de un ordenador con el que consultar un millón de páginas de documentos de un proceso que ha durado 21 meses y en el que han participado 200 abogados.

Los acusados aguardaban ,que se conociera la sentencia, unos entre chanzas, otros con la secreta esperanza de que las amenazas veladas hubieran amedrentado a los jueces, y otros, finalmente, en la impasibilidad de quien está convencido de que quien dirá la última palabra, como siempre, será la Mafia. Más de un centenar de los 460 procesados, entre ellos la mitad de los condenados a cadena perpetua, han sido juzgados en ausencia.

08 Agosto 1988

Tentáculos de la Mafia

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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HA VUELTO a recrudecerse el problema de la lucha contra la Mafia, la forma de delincuencia organizada más dura con la que desde siempre ha tenido que vérselas Italia. Porque, además, el drama de la Cosa Nostra, sobre todo desde que se ha convertido en la empresa más formidable del país en el campo de la droga dura y en el reciclaje de dinero sucio, ha supuesto siempre una de las peores amenazas contra la democracia. En este momento se dice que ha vuelto a ganar la Mafia una de sus batallas más decisivas. Si ello fuera cierto, se trataría de algo muy grave que podría acabar teniendo consecuencias políticas muy serias, no sólo para el Gobierno de De Mita, sino para el futuro inmediato de ese país. Porque Italia, como había escrito el filósofo y conciencia crítica del país Norberto Bobbio, mientras no sea capaz de resolver el problema de la Mafia, «debería tener la bandera a media asta».Cuando la pasada Navidad, gracias sobre todo a la inteligencia y tesón del grupo de jueces del pool antiMafia encabezado por Giovanni Falcone, se pudo realizar el primer verdadero proceso contra esa organización a puerta abierta y sin vergonzosas interferencias políticas, llegando a la condena de más de 400 acusados, se pensó que aquello había sido la primera auténtica derrota de la Mafia en su larga historia. Pero la Mafia, a la que se llama la Piovra (el Pulpo) porque se dice de ella que tiene 1.000 tentáculos, en seguida ha levantado cabeza. Curiosamente, a partir de aquella aparente derrota ha recobrado fuerzas.

Ante el temor de que el grupo de los jueces anti-Mafia pudiera reforzarse y continuar en su trabajo, cada vez con mayor experiencia, empezó en seguida una sutil campaña contra ellos. Quienes la instigaron temían que, tras esa primera victoria de la justicia, los jueces pudieran abordar el segundo y más delicado proceso, ya en curso, contra los posibles responsables políticos del sangriento rosario de homicidios.

Ha sido el mismo alcalde de Palermo, el democristiano Leoluca Orlando, quien acaba de afirmar que la lucha contra la Mafia será estéril hasta que no tengan un rostro los verdaderos responsables, hasta hoy en la sombra. Pero es eso lo que, según todas las apariencias, se intenta evitar. Desde que hace seis meses, después del proceso, el Consejo Superior de la Magistratura, en vez de premiar al juez Falcone, nombrándole jefe de la sección judicial de Palermo, optó por Antonino Meli, un anciano sin ninguna experiencia en el asunto, se empezó a dudar de la voluntad de llegar al fondo del asunto. La Mafia entendió el mensaje e inició su reorganización con tranquilidad. Mientras tanto, Meli amplió el equipo de jueces anti-Mafia con personas sin ninguna experiencia en el tema, mientras que a algunos de los especialistas les encargaba asuntos que nada tenían que ver con la Mafia. Hasta que el fiscal jefe de Marsala, Paolo Borsellino, amigo de Falcone, denunció desde las páginas de un diario nacional lo que estaba ocurriendo en Palermo. La denuncia era tan grave y su personalidad tan indiscutible, que el presidente de la República, Francesco Cossiga, que es también magistrado, con un gesto muy aplaudido por la opinión pública, pidió explicaciones a los ministros de Justicia y de Interior, lo mismo que al Consejo Superior de la Magistratura, el órgano supremo de gobierno de los jueces.

Que el problema era real y urgente lo ha revelado lo ocurrido los días pasados, sobre todo con la dramática ruptura del Consejo de los Superjueces, incapaces de dar a Cossiga una respuesta unitaria, dividiéndose en dos grupos, de los cuales el mayoritario acabó dando la razón a Meli y desautorizando la estrategia de Falcone y de su grupo. Los altos magistrados han criticado al mismo tiempo la denuncia de Borsellino por haberla hecho a la Prensa. También los ministros de Justicia y de Interior han afirmado que nada pasa en Palermo.

Ahora Cossiga se halla ante una grave responsabilidad. El que había dado peso a las denuncias de Borsellino ahora se encuentra con un Consejo de la Magistratura y un Gobierno que condena aquellas declaraciones. El jefe del Estado ha decidido enviar la respuesta de los ministros y del Consejo Superior de la Magistratura al juicio del Parlamento. Desde una perspectiva formal es una decisión impecable. Pero sabiendo que la misma mayoría puesta de relieve en el Consejo podría repetirse en la Cámara, podría tratarse de un intento de dejar las cosas como están, ahora con la bendición del Parlamento. Y eso pese a que la opinión pública, a gritos, afirma que el problema de la Mafia es sólo un problema de voluntad política, una voluntad que cada día aparece, sin embargo, más dolorosamente lejana de querer resolverse, en el que no pocas fuerzas políticas tienen tantos intereses creados y están tan involucradas, al haberse servido de la Mafia para obtener éxitos electorales.