8 marzo 1932

EL LIBERAL rechaza suscribirlo y echa en cara a Ángel Herrera Oria (EL DEBATE) y a Luca de Tena (ABC) que ellos no se solidarizaban con los cierres de periódicos durante la Dictadura del General Primo de Rivera

Guerra de periódicos por la propuesta de crear una Liga Defensora de la Libertad de Prensa contra los abusos de la II República

Hechos

  • En marzo de 1932 se produjo un intercambio de artículos en los que participaron el director de EL DEBATE, D. Ángel Herrera, y los diarios EL SOCIALISTA, EL LIBERAL, ABC y LA ÉPOCA sobre la suspensión de este último durante el Gobierno del General Miguel Primo de Rivera.

Lecturas

La asociación ‘Liga Defensora de la Libertad de Prensa’ pretendía ser una asociación común de todos los periódicos para hacer frente a posibles medidas restrictivas del Gobierno de la II República a raíz de la Ley en Defensa de la República. Llegó a crearse un Comisión Ejecutiva de la citada Liga que presidía Mariano Marfil García (La Época)y estaba compuesta además por D. Juan Ignacio Luca de Tena Álvarez-Ossorio (ABC), D. Ángel Herrera Oria (El Debate), D. Salvador Cánovas Cervantes (La Tierra), D. Pedro Mourlane Michelena (El Sol), D. Manuel Fontdevila Cruixent (El Heraldo de Madrid) y D. Joaquín Aznar (La Libertad). Pero la Liga fracasará por la negativa a sumarse a ella del periódico El Liberal que dirigía D. Francisco Villanueva Oñate y el periódico El Socialista. Ambos consideraban que la ‘Liga’ podía ser instrumentalizada por los periódicos de derecha para combatir el nuevo régimen.

A raíz de la suspensión del diario El Debate de D. Ángel Herrera Oria por el Gobierno Azaña a principios de 1932, este trató que los periódicos se posicionaran a su favor y contra el Gobierno, logrando el inmediato apoyo de ABC. Pero El Liberal publicó un editorial considerando que tanto D. Ángel Herrera Oria como D. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres habían sido cómplices de la dictadura de D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja. El Liberal citaba el ejemplo de la suspensión de La Época durante la dictadura. Mencionando que entonces se propuso una huelga de toda la prensa en solidaridad con La Época y que Herrera Oria y Luca de Tena García de Torres se negaron. Ambos replican informando que fueron ellos quienes hicieron gestiones para que La Época volviera a salir como confirma también este periódico en su editorial. Además el ABC desliza el dato de que en tiempo de la monarquía el director de El Liberal, D. Francisco Villanueva Oñate, fue propuesto para asambleísta.

Tras la decisión del Gobierno Azaña de la II República de cerrar el diario EL DEBATE durante tiempo indefinido, varios periódicos defendieron crear una Liga de Defensa de la Libertad de Prensa frente al Gobierno republicano que ya durante 1931 cerró durante más de una semana los diarios ABC y EL DEBATE coincidiendo con la quema de conventos del 11 de mayo.

El diario EL LIBERAL que dirigía D. Francisco Villanueva, se negó a apoyar aquella liga y recordó que los diarios ABC y EL DEBATE – a su juicio – no se solidarizaron durante la dictadura del General Primo de Rivera cuando fue cerrado temporalmente el diario LA ÉPOCA, desatando una nueva polémica mediática.

LOS DIRECTOS DE PERIÓDICOS QUE FIRMARON EL PACTO DE LA LIGA

EL DEBATE (D. Ángel Herrera Oria), EL SOL (D. Manuel Aznar), ABC (D. Juan Ignacio Luca de Tena),  INFORMACIONES (D. Juan Pujol), LA ÉPOCA (D. Mariano Marfil), LA VOZ (D. Enrique Fajardo ‘Fabián Vidal’), LA LIBERTAD (D. Joaquín Aznar), HERALDO DE MADRID (D. Manuel Fontevila), LA NACIÓN (D. Manuel Delgado Barreto), LA TIERRA (D. Salvador Cánovas Cervantes), EL SIGLO FUTURO (D. Jaime Maestre), AHORA (D. Luis Montiel), EL IMPARCIAL (D. José García Mercadal), LA CORRESPONDENCIA MILTIAR (D. Emilio R. Tarduchy), DIARIO UNIVERSAL (D. Daniel López) y EJÉRCITO Y ARMADA (R. Ruiz Benitez de Luego).

Rechazaron integrarse en la liga los periódicos EL LIBERAL (D. Francisco Villanueva), EL SOCIALISTA (D. Cayetando Redondo) y LUZ (D. Félix Lorenzo).

08 Marzo 1932

Una defensa desesperada

EL SOCIALISTA (Director: Cayetano Redondo)

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Un sentimiento de solidaridad fraternal es la suprema razón que por lo visto inclina a un periódico católico y monárquico, a exhumar con reiteración que nos tiene sin cuidado el tema de la suspensión de EL DEBATE, que es, en definitiva, el tema de la llamada libertad de Prensa en la República. Cada cual es muy dueño de hacer lo que le plazca y no hemos de ser nosotros ciertamente quienes lamentemos actitudes extrañas, sobre todo si quien las adopta se halla a tanta distancia de nosotros como ABC. Sólo nos interesa consignar que a EL DEBATE le han salido, en esta hora suya de infortunio malos abogados. La defensa que ABC viene haciendo del órgano de los jesuitas se torna por arte de birlinbirloque en ataque.

ABC, que también tiene sus minutos de malhumor, arremete so pretexto de defensa de EL DEBATE, contra la prensa liberal. Lamenta ABC que los periódicos liberales no se hayan declarado en huelga o que no hayan declarado el boicoteo a la República. En el fondo, no tiene otro origen el resentimiento de ABC. Se quisiera, a lo que parece que la prensa liberal hiciera el juego a los rotativos monárquicos de complacencias dictatoriales. Pero EL LIBERAL que se siente aludido, considera exageradas las pretensiones del ABC. Y le dice que ya hace bastante con lamentar la suspensión de EL DEBATE y unir su súplica a la de aquellos que piden la reaparición del diario cuya publicación ha interrumpido el Gobierno. Recuerda, además, EL LIBERAL, con razón, que cuando Primo de Rivera suspendió LA ÉPOCA y multó a su Empresa, se proyectaba la suspensión de todos los periódicos por solidaridad con el diario conservador. A ello se negó, antes que nadie, el director de EL DEBATE, quien dijo, poco más o menos, lo siguiente: “Yo creo interpretar lealmente la opinión de los lectores del periódico que dirijo no suspendiéndolo para expresar de esa manera la protesta por la suspensión de LA ÉPOCA, contra el Gobierno de la dictadura, que es para nosotros un Gobierno providencial, altamente beneficioso para España”. Tampoco se prestó la Empresa del ABC a formar parte de la Prensa protestante en aquel caso.

Como puede verse ni el ABC ni EL DEBATE tenían motivos para esperar una actitud de estrecha solidaridad, no ya de la Prensa liberal, sino simplemente de la Prensa, sin distinción de matices, puesto que LA ÉPOCA nada tiene de liberalismo. El ABC no lo entiende así, y llega a decir en pleno paroxismo que los periódicos que no hacen lo que el ABC quiere, sacrifican la dignidad colectiva vergonzosamente al servilismo ministerial o a sentimientos inconfesables.

Por lo demás, las explicaciones que le pide EL LIBERAL sobre unas líneas que publicó el sábado cerrando el editorial de referencia se nos antojan improcedentes. Nosotros sólo vemos en ellos el último grito de la impotencia. Por si EL LIBERAL no las ha entendido se las explicaremos sencillamente: que si el ABC pudiera se comería crudos a todos los periódicos.

09 Marzo 1932

La dignidad colectiva de la Prensa

EL LIBERAL (Director: Francisco Villanueva)

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Respondiendo – ‘¡si es que eso es responder! – a nuestro requerimiento sobre unas alusiones molestas, el ABC escribió ayer: “Como no podemos explicarnos la censurable actitud en que se han colocado algunos colegas con respecto a la situación de la Prensa, hemos indicado hipotéticamente los motivos a que puede obedecer: Servilismo ministerial, odio sectario, enemistades u otros sentimientos que no quieren declarar los que sacrifican el interés evidente y el derecho de la colectividad a estos motivos”.

¡Lo dijo Blas, punto redondo!. ¿Pero por qué se ha removido tanto la bilis al colega? ¿Qué le importa a él la buena o la mala ofrtuna de las explicaciones que damos de nuestra actitud?

Ya sabíamos que las que dimos al publicarse el manifiesto de la Liga para la defensa de la libertad de la Prensa no eran satisfactorias para ABC.

Y aunque lo lamentemos, la contrariedad que ello nos produce no tiene fuerza bastante para rectificar nuestra manera de pensar.

Lo que ignorábamos es que cuando el colega no quiere comprender la conducta ajena, le busca la explicación que mejor le cuadre para hacer suposiciones injuriosas, como si tuviera el deliberado propósito de perdonarnos la vida a los que no estamos amparados por ninguna ley de defensa. Y va  a ser preciso procurarnos alguna contra derrotas de esta naturaleza del liberalismo profesional.

La dignidad colectiva de la Prensa madrileña quedó peor parada con la suspensión de LA ÉPOCA en tiempos del a dictadura que con la de EL DEBATE bajo la República. ¡No hay ni término de comparación! La sanción impuesta al periódico católico está dando juego. Ayer no se presentó en el Congreso la proposición incidental en que se había pensado para reproducir el debate de días pasados por falta de firmas. Y a última hora tuvieron que ofrecer las suyas, como nosotros hubiéramos ofrecido las nuestras de ser diputados, D. Alejandro Lerroux y D. Miguel de Unamuno…. Esto da idea del ambiente que tiene el asunto. Pero EL DEBATE no está suspendido definitivamente. Un día u otro volverá a salir. Y entonces podremos alegar todos lo que por ello hicimos. Todos, menos ABC, que ha enfocado mal el asunto.

Si por la presión parlamentaria fuera levantada la suspensión a EL DEBATE, ¿qué se habría acreditado con ello, sino lo que no hubo manera de acreditar en el caso de LA ÉPOCA?

Ahora el Gobierno responde de lo que hace; entonces no respondía de nada.

En cambio, la sanción impuesta al decano de los periódicos madrileños se cumplió estrictamente, sin que hubiera más solidaridad que la estimada precisa para el cumplimiento de la sanción. Reapareció LA ÉPOCA, no porque a petición del resto de los periódicos le levantaran la suspensión, sino porque pagó la multa de 25.000 pesetas que condicionaba aquella… ¡Para esto sirvió con la dictadura la dignidad colectiva de la Prensa madrileña, sacrificada como nunca al servilismo dictatorial, al odio sectario y a los sentimientos inconfesables, precisamente por el ABC y por EL DEBATE, que son los que ahora se escandalizan de que no pertenezcamos a la Liga, los que hemos visto en ella el propósito de arrastrar a la Prensa a un acto colectivo contra el Gobierno de la República…

10 Marzo 1932

Carta de Ángel Herrera Oria

Ángel Herrera Oria

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Muy señor mío, como carezco en mi voluntad de medio para comunicarme con la opinión pública y en estos instantes, por causas ajenas a el suelto que con el título ‘Una defensa desesperada’ ha publicado el diario de su dirección fecha 8 del corriente, deslizan sobre algunos actos míos inexactitudes que me importa aclarar, le agradeceré la publicación de las presentes líneas.

Cuando el general Primo de Rivera impuso a LA ÉPOCA una suspensión y multa de 25.000 pesetas, me presté a cuanto fuera preciso llevar a cabo en beneficio del colega, salvo a convertir el movimiento de solidaridad en un acto político contra el Gobierno. Cierto es que me manifesté contrario al acuerdo de suspensión colectiva de los periódicos madrileños; pero las razones que expuse fueron estas: primera, que no me consideraba autorizado a  comprometerme a tal medida sin contar con el Consejo de Administración; segunda, que si el Consejo, del cual formaba yo entonces parte, deliberaba sobre el asunto, mi voto sería contrario a la suspensión por entender que el periódico es un servicio público y que no podíamos causar a los lectores ese perjuicio; tercera, porque la suspensión colectiva era un acto gravísimo de protesta contra el Poder público.

No es exacto que añadiera otra razón alguna, entre varios motivos, porque aquel no era el momento ni el lugar para ello.

En cambio ofrecí el concurso de EL DEBATE para cuando fuera trabajar eficazmente por la reaparición de LA ÉPOCA. Más aún. Se puede afirmar rotundamente que los periódicos que en aquella ocasión más trabajaron a favor del colega suspendido fueron ABC y EL DEBATE. El inolvidable D. Torcuato Luca de Tena y yo llevamos el peso de las gestiones. Las dos primeras reuniones de directores se celebraron en la casa de ABC. Como llegase hasta los reunidos la especie de que la Policía consideraba la reunión como clandestina, yo, en nombre de EL DEBATE ofrecí la casa de éste para la reunión próxima y allí se celebró.

Fui yo quien propuso que la multa de LA ÉPOCA se pagase entre todos. Fuimos los directores de ABC y de EL DEBATE quienes hicimos tres visitas a Primo de Rivera y en honor de la verdad, debo añadir que sobre su habitual manera cordial y caballerosa de recibir a la gente encontramos al general con ánimo dispuesto a facilitar las gestiones. Rápidamente depuso su primera actitud con respecto a LA ÉPOCA y nos manifestó que sólo deseaba salvar el principio de autoridad. Para probarlo rebajó a 12.500 pesetas o sea, a la mitad, la multa, y dijo que entregaría el dinero para fines benéficos en cuanto fuera abonado. Entonces se pagó y apareció LA ÉPOCA.

Como se ve, recibimos en aquella ocasión de Primo de Rivera consideraciones que no siempre hemos recibido, y en el movimiento de solidaridad periodística participaron y estuvieron a la cabeza ABC y EL DEBATE.

Tales son los puntos que me interesa aclarar.

Ángel Herrera Oria, 9 de marzo de 1939.

10 Marzo 1932

Con motivo de la suspensión de LA ÉPOCA

EL LIBERAL (Director: Francisco Villanueva)

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Queda complacido el Sr. Herrera, pero tenemos que contestar lo que dice:

Primero. Que no es EL SOCIALISTA el que atribuye a EL DEBATE actitud en el asunto de LA ÉPOCA porque EL SOCIALISTA no asistió aquellas reuniones. Es a EL LIBERAL a quien pretende rectificar el Sr. Herrera. ¿Pero en qué? Confiesa que se opuso a convertir el movimiento de solidaridad en un acto político contra el Gobierno de la dictadura negándose a la suspensión colectiva de los periódicos.

Y esto es lo que nosotros le hemos atribuido. Y en ello nos fundamos para afirmar que en aquella ocasión sufrió más que en esta la dignidad colectiva de la Prensa madrileña, y que no pueden hablar ahora de servilismo ministerial, de odio sectario, ni de cosas por el estilo los que rompieron aquella solidaridad contra la dictadura en defensa del decano de los periódicos madrileños.

Si no pertenecer a la Liga de defensa de la libertad de prensa que se les ha ocurrido fundar recientemente es un acto de servilismo ministerial. ¿No lo es mucho más oponerse a una protesta recia y fuerte por grave que fuera, contra la dictadura? Contra el Gobierno republicano se puede escribir, y se escribe en todos los periódicos y se puede hablar y se habla en el Parlamento y en la conferencia y en el mitin. Contra la dictadura lo único que se podía hacer es lo que no quiso que se hiciera EL DEBATE. Estamos, pues, conforme en esto.

Segunda. Que el ABC y EL DEBATE fueron los que más trabajaron por la reaparición de LA ÉPOCA. ¿Pero cómo lo lograron? Pagando la multa impuesta que fue reducida en la mitad… Tenemos 12.5000 pesetas más de dignidad colectiva.

Y en esto es en lo único que nos rectifica el Sr. Herrera. Se redujo a la mitad por los buenos oficios de EL DEBATE y ABC. ¡A cada uno lo suyo!

Tercero. En el movimiento de solidaridad periodística estuvimos todos a la misma altura a la hora de cumplir la sanción impuesta a LA ÉPOCA; pero a la hora de protestar contra ella, que era lo más interesante para la dignidad colectiva, el ABC y EL DEBATE no sólo no estuvieron a la cabeza, sino que ni siquiera formaron en la cola puesto que se negaron a suspender sus periódicos.

¿Tenían razón?  ¿No la tenían?

No es esto lo que se discute ahora. Lo que decimos nosotros es que si ABC ha podido atribuir a servilismo ministerial que no figuren EL SOCIALISTA, LUZ y EL LIBERAL en la Liga para la defensa de la libertad de Prensa, con mayor razón puede atribuirse a servilismo dictatorial la falta de solidaridad de ese periódico y del ahora suspendido en la protesta contra la dictadura.

Nos parece que está bastante claro y sentiríamos tener que volver sobre este enojoso asunto.

10 Marzo 1932

La suspensión de LA ÉPOCA

LA ÉPOCA (Director: Alfredo Escobar, marqués de Valdeiglesias)

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Nos vemos aludidos por varios colegas con motivo del recuerdo que hacen de la suspensión de nuestro periódico en la época de la Dictadura. Hoy vemos ya una alusión directa en ABC y sería imperdonable que callásemos.

La sanción contra LA ÉPOCA fue notoriamente injusta. El artículo había sido censurado por el jefe de la Oficina de Censura, las galeradas se hallaban selladas oficialmente, y la suspensión la motivaba una ausencia de elogio para el presidente del Consejo. Escribimos a este inmediatamente, no para que se nos levantase la suspensión, sino para que no dijese, como decía en la nota oficiosa que dio al público que habíamos cometido un delito contra el Ejército, para nosotros siempre respetado y respetable como representación tangible y suprema de la Patria. La contestación fue desabrida. Nosotros no teníamos ya nada que hacer.

Los colegas se colocaron desde el primer momento en la situación de franca solidaridad con una sola y explicable omisión. Don Torcuato Luca de Tena y don Ángel Herrera tomaron la iniciativa de una reunión de directores de periódicos madrileños, y en la casa del ABC se celebraron dichas reuniones, no exentas al principio de molestias, pues se había dicho que serían estorbadas por la Policía.

La solidaridad de todos, y en todos los momentos, fue cordial y entusiasta, rivalizando su condenación de la sanción y en afecto para LA ÉPOCA. Aquellos días vivimos horas inolvidables de compañerismo.

En efecto: hubo una propuesta de suspensión de todos los periódicos para probar la solidaridad. El Sr. Herrera se mostró contrario a ella por las razones que hace hoy públicas en carta publicada por EL LIBERAL, pero, además, el Sr. Marfil, que asistía a aquella reunión en representación de LA ÉPOCA, se opuso a que se tomara tal acuerdo, por creer que eso implicaría una rebeldía contra el Poder público, rebeldía que sea el que sea el Poder constituido no entra en nuestro credo.

Como aparte de la suspensión había una sanción de multa de 25.000 pesetas, rebajada a 12.000 pesetas por el General Primo de Rivera, el Sr. Marfil se negó en nombre de LA ÉPOCA a satisfacer una sola peseta, aun cuando fuera en concepto de donativo a una institución de caridad, como ya se indicaba, porque el hacerlo sería reconocer la justicia de la sanción y LA ÉPOCA proclamaba lo contrario.

Torcuato Luca de Tena, con aquel admirable espíritu de compañerismo cordial y emotivo que siempre tuvo propuso entonces que la multa se pagase entre todos los periódicos menos LA ÉPOCA, naturalmente, y así se acordó sin vacilaciones. De la reunión en que se tomó el acuerdo marchó con su cheque al Gobierno civil el Sr. Luca de Tena, y de allí a poco se recibía en nuestra Redacción el recado telefónico del entonces gobernador civil, señor Semprún, para que reanudásemos nuestra publicación.

En las reuniones de compañeros no hubo reparos ni desmayos, se llegó a todo y si no se llegó a más fue porque nosotros no quisimos.

Al exhumar estos recuerdos renovamos nuestra gratitud y afecto a todos los queridos colegas.

10 Marzo 1932

Cuestiones de prensa

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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EL LIBERAL vuelve a decir que si ha negado su concurso a la Liga de la Prensa contra las suspensiones de periódicos es porque ve en ella el propósito de realizar un acto colectivo contra el Gobierno de la República. Y esto es lo que nosotros llamamos servilismo ministerial, porque ni existe tal propósito, ni lo han visto los periódicos republicanos adheridos, ni se ha solicitado de EL LIBERAL otra cosa que la defensa de lo que ha defendido siempre y ahora le parece incompatible, aunque no lo es, con su devoción por el Gobierno. Servilismo ministerial.

En desquite, afirma que fue servilismo dictatorial el comportamiento de ABC en el caso de LA ÉPOCA porque se opuso a la huelga que desde el primer momento, y adelantándose a toda reclamación y gestión propusieron los que entonces – unos consecuentes y otros de vuelta de la servidumbre dictatorial – sentían con más celo que ahora la libertad de Prensa. Aquí en la casa de ABC, se iniciaron y se mantuvieron las gestiones colectivas en defensa de LA ÉPOCA. Los directores de EL DEBATE y de ABC fueron los que cerca del general Primo de Rivera gestionaron y obtuvieron que se revocara rápidamente la suspensión del periódico decano y que para pago de una multa aceptase el Gobierno la fórmula decorosa por la que el colega suspendido se eximió, como quería, de someterse en modo alguno a una sanción que le parecía en todos términos injusta. El mejor testimonio de lo que fue en aquel caso la solidaridad de la Prensa y la de ABC es el que dé LA ÉPOCA.

La actitud de ABC durante la Dictadura consta en sus páginas desde el mismo día 14 de septiembre de 1923 y tuvo notoriedad y a veces resonancia que nos excusan de toda justificación. Recordamos que al os cuatro años de Dictadura cayó en EL LIBERAL una credencial de asambleísta; quizá sin previa consulta, puesto que al fin fue rehusada con tierna expresión de agradecimiento; pero seguramente el obsequio no significaba nada que la Dictadura tuviese que vengar en el colega grandes enojos ni malos tratos.

11 Marzo 1932

Cuestiones de prensa

EL LIBERAL (Director: Francisco Villanueva)

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Nos habíamos propuesto no volver sobre el asunto, pero nos obliga a ello la insistencia con que ABC mantiene su concepto sobre la palabra servilismo aplicada a los periódicos que no han querido dejarse arrollar por un movimiento envolvente de los de extrema derecha contra el Gobierno de la República.

Sólo nos resta replicar al piadoso recuerdo que hace ABC de que nos fue ofrecida por el dictador una credencial de asambleísta, sin previa consulta credencial que fue rechazada; ‘pero seguramente – añade – el obsequio no significaba que la dictadura tuviese que vengar en el colega grandes enojos ni malos tratos’.

Dice poco este recuerdo de la buena fe que pone el colega en sus polémicas con otros periódicos, porque si el dictador nos ofreció sin consultarnos una credencial asambleísta fue por indicación hecha al efecto ¿por quién? Dirán ustedes.

Lo supimos nosotros algunos años después. No habíamos podido explicarnos la fina atención del dictador hasta un día en que reunidos en el despacho de la dirección de ABC para adjudicar el premio Mariano de Cavia, el director fundador del entonces amable colega, D. Torcuato Luca de Tena, preguntó al director de EL LIBERAL.

  • ¿Usted, querido Villanueva, no sabrá todavía, a pesar del tiempo transcurrido por qué le nombró asambleísta Primo de Rivera?
  • No, señor, no lo sé. Y a esos compañeros – señalando a los otros directores allí reunidos – les interesa seguramente, tanto o más que a mí, porque, la verdad, nadie ha podido explicarme aquel nombramiento tan inesperado…

Y D. Torcuato, tan amable, tan fino, tan cariñoso siempre con esta casa, donde no se le olvidará nunca, descubrió la incógnita diciendo que Primo de Rivera le había pedido nombres de periodistas para la famosa Asamblea nacional y se había permitido darle el del director de EL LIBERAL, entre otros…

  • ¡Hombre, pues se lo agradezco a usted mucho! – replicó nuestro director con la misma ‘ternura’ que dice ABC pusimos al rechazar el nombramiento…

¡Y eso es todo! ¿Quiere deducir de ello ABC la más mínima adhesión de EL LIBERAL a la dictadura?

Pues piense lo que hace, porque a nosotros en efecto se nos ofreció un puesto en la Asamblea, sin que pudiéramos impedirlo y por indicación del director fundador de ABC: pero nosotros lo rechazamos alegando las razones que para ello teníamos.

En cambio, a los Sres. Luca de Tena se les ofreció el título de marqués y lo aceptaron.

Y si las adhesiones a un régimen se miden por los favores de que él se reciben, para poder apreciar si estas adhesiones son o no de las que fijan el concepto de ‘servilismo’, a nosotros ni con la Monarquía, ni con la República se nos puede juzgar de una manera tan arbitraria

Decíamos ayer que no pensábamos volver sobre este enojoso asunto. Lo mismo repetimos hoy. Rehuimos la polémica con los compañeros de la prensa. Queremos vivir en relaciones cordiales con todos ellos; pero no estamos propicios a tolerar hipótesis tan arbitrarias e injuriosas como las que hace ABC para explicarse nuestra actitud que no puede ser más transparente ni más clara en el enojoso asunto que discutimos…

12 Marzo 1932

Cuestiones de prensa

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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A EL LIBERAL debe interesarle mucho la versión, por la prolijidad con que la expone, e interesándole tanto debemos nosotros recogerla. Dice que la designación de su director por el general Primo de Rivera para un puesto en la Asamblea de la Dictadura fue indicada por el inolvidable fundador de ABC. Es cierto que, habiéndose negado a este a figurar en la Asamblea, combatida y recusada en ABC más duramente que en ningún otro periódico, el general Primo de Rivera quiso que le señalara nombres de periodistas y nuestro director le dio el del Sr. Villanueva, que declinó el obsequio a los pocos días en una carta de gratitud, que sólo calificaremos de cordial, ya que al colega no le ha gustado lo de la ternura. La mediación informativa que por obligada deferencia tuvo el director de ABC no desvirtúa la moraleja benévola en que tenían al dictador las campañas de EL LIBERAL, no tan fieras como se puede creer por los aspavientos que hace ahora contra el recuerdo de aquel régimen. Ha podido EL LIBERAL referir a alguna otra gestión que para él y a instancias de parte, realizó el primer marqués de Luca de Tena con el Gobierno de la Dictadura en cuestión de mucha más importancia que una credencial de asambleísta o una concesión honorífica otorgada por don Alfonso XIII un día de su santo, en premio a una vida que agonizaba como había transcurrido al servicio de España. Así se han practicado siempre en la Casa de ABC la solidaridad y el compañerismo, no sólo en interés de la colectividad, sino en casos individuales de periódicos o periodistas. Lo sabe o debía saberlo EL LIBERAL, y bien lo demuestran iniciativas numerosas y fundaciones a que va unido el nombre del fundador de ABC. Y así se explica el ardimiento con que invocamos los mismos deberes, aunque a favor de los demás; que nosotros tenemos la amarga experiencia de nuestras adversidades, y en alguna hemos visto ruindades, ingratitudes y alevosías que nos han enseñado a no contar en causas propias con los más obligados.

Ni lecciones de civismo y de liberalismo frente a la Dictadura – cuyo primer órgano en la Prensa tuvieron a su cargo algunos que hoy acompañan a EL LIBERAL en su actitud – y que tampoco fue más ni mejor batida por EL LIBERAL que por ABC – ; ni lecciones de solidaridad como la que a propósito del caso de LA ÉPOCA ha pretendido darnos el periódico republicano con inexactitudes rotundamente desmentidas y sin la autoridad del ejemplo. Advierta EL LIBERAL que no hemos tenido ningún empeño de que nos convenza ni de que rectifique su conducta, ni le hemos interpelado sobre la cuestión. Ha sido él quien ha planteado esta polémica pidiéndonos explicaciones de juicios que formulábamos para la opinión pública sobre actitudes inconsecuentes.