12 marzo 2001

Gabriel Albiac (EL MUNDO) y Félix de Azua (EL PAÍS) intervienen para apoyar a Saver

Guerra entre columnistas de EL PAÍS: Haro Tecglen vs Fernando Savater por sus alineamientos en las elecciones en Euskadi

Hechos

En marzo de 2001 se produjo una polémica entre columnistas de EL PAÍS D. Eduardo Haro Tecglen y D. Fernando Savater.

Lecturas

Las diferencias entre los columnistas  de EL PAÍS, D. Eduardo Haro Tecglen y D. Fernando Savater sobre como enfrentar el fenómeno del terrorismo de ETA ya se había hecho patente en 1993, cuando EL PAÍS trató de zanjar sus diferencias con un coloquio.

En las elecciones autonómicas de 2001 en Euskadi, D. Fernando Savater hizo campaña a favor de que ganaran los partidos políticos constitucionalistas, el PP y el PSE-EE, frente a las candidaturas nacionalistas o separatistas, PNV, EA y EH, esta última considerada el brazo político de ETA. En cambio D. Eduardo Haro Tecglen considera que sería un desastre para Euskadi un gobierno no nacionalista y defiende que los socialistas formen parte de ningún pacto con el PP, sino que busquen pactos con los nacionalistas vascos.

Esto causaría una controversia entre ambos, controversia en la que también participaría D. Félix de Azua en EL PAÍS y D. Gabriel Albiac en EL MUNDO.

airoa_zulaika Aiora Zulaika, concejal pro-terrorista (de EH-Batasuna) en Lasarte y payaso de profesión fue aludida en el artículo del Sr. Savater que inició la polémica.

Haro Tecglen y Savater seguirían enfrentándose. En abril de 2002 D. Fernando Savater hizo público que Haro Tecglen coincidiría en un acto contra Estados Unidos con el periodista investigado por supuesta vinculación a ETA, el Sr. Pepe Rei.

En 2004 ambos mantendrían otra fuerte polémica a cuento del Sr. Orwell.

25 Marzo 2001

IT

Fernando Savater

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Los pontífices a lo Haro Tecglen se indignan de que alguien les suponga complicidades o complacencias con ETA. No, hombre, ETA es una organización perversa pero eficaz y nunca admitiría como colaboradores a inútiles semejantes.

Cuando yo estaba estudiando en la jurásica Universidad Central del franquismo, uno de nuestos profesores -ya fallecido- invitó a su clase a don Luis Recasens Sitches, un sociólogo por entonces muy mayor que había hecho toda su carrera en el exilio mexicano (el recientemente nombrado embajador de México en España me comentaba el otro día que fue alumno suyo). No era precisamente don Luis un revolucionario, pero llegaba a nosotros nimbado por su prestigio de republicano y desterrado: de su charla no recuerdo piadosamente nada, salvo que calificó a Mussolini de ‘payaso trágico’, y esa denominación impresionó tanto ética como estéticamente a mi ingenua mocedad. Muchos años después leí la novela It, de Stephen King, en la que un duradero monstruo espectral adopta la apariencia de payaso nocivo para hostigar a los jóvenes protagonistas, y recordé caprichosamente a don Luis Recasens y su caracterización dramática del líder fascista. Ambos episodios me volvieron otra vez a la memoria ayer, al enterarme de que la representante de EH en el Ayuntamiento de Lasarte que se negó a condenar el obsceno asesinato de Froilán actúa en sus ratos libres como payaso ante públicos infantiles. De nuevo me impactó el contraste entre la bonhomía ingenua del abigarrado personaje dedicado noblemente a hacer reir y la vocación sanguinaria latente bajo chafarrinones de purpurina.

Pero es que también en el horror ya enquistado que padecemos los vascos y por extensión perversa otros muchos españoles no faltan rasgos propios de un circo aciago. Si no acumulásemos tantas víctimas, tanto espanto envilecedor, tanta tristeza por lo que ha pasado y tanta angustia por lo que se nos viene encima… sería para reírse. No me digan que no tienen gracia, por ejemplo, las reacciones que ha suscitado el informe sobre Euskadi del comisario Gil-Robles. Lo único que ha hecho es poner negro sobre blanco una pequeña parte de lo que todo el mundo que vive allí y no está en nómina del nacionalismo en fase terminal comenta cada día: probablemente también lo que le dice en privado Iñaki Anasagasti a su amatxo cuando se acuerdan del incidente aquel del autobús incendiado y suspira al verse paseando en coche blindado.

Pero a la hora de calificar públicamente el informe, Iñaki habla de ‘panfleto antidemocrático’ y de ‘golpe sucio y bajo’. ¿Por qué? Uno: porque el comisario estuvo en la CAV sólo dos días y no visitó Navarra. ¡Como si para entender lo que sucede en la CAV fuera obligatorio pasar también por Navarra! ¡Como si convivir dos semanas o dos meses con los amenazados, con la impunidad de los violentos, con la propaganda deformadora y criminógena, quizá incluso como si esperar a ver un asesinato en directo fuese a mejorar la opinión del comisario sobre nuestra feliz Peneuvelandia! Si se llega a quedar más tiempo, Gil-Robles hubiera asistido a la detención de los asesinos de un ertzaina dos horas después de cometer su crimen, eficacia admirable que contrasta con otras muestras de indolencia más inexplicables y contribuye evidentemente a reforzar las críticas de ERNE. Los otros reproches de Anasagasti al documento europeo resultan aún más raros: le acusa de haber omitido las reservas sobre las críticas a la educación del escrito formuladas por el rector de la UPV después de que el informe se hiciera público y sobre todo que éste apareciera antes de la cita electoral de mayo. Claro, lo ideal sería informar de lo que pasa cuando ya se hubiera votado, para que la turbia realidad no pueda comprometer ni modificar la nitidez tenebrosa del programa electoral nacionalista. ¿Payasos? Gabi, Fofó y Miliki hacían reír con comentarios menos grotescos…

Tampoco deja de tener su triste gracia que a estas alturas haya que justificar una pancarta que dice ‘no’ tanto a ETA como a sus cómplices. ¿O es que acaso ETA no tiene cómplices, con mayor o menor grado de deliberación y responsabilidad penal? Que son cómplices los que señalan a sus vecinos y dan información a los verdugos para que los maten no puede dudarlo nadie cuerdo. Pero ¿acaso no hay complicidad alguna en quienes hablan de ‘conflicto político’ después de cada crimen, en quienes condenan aparatosamente la violencia pero comprenden obstinadamente a los violentos, en los que proclaman tener idénticos objetivos de radicalismo étnico que los terroristas, en quienes vienen sembrando desde hace décadas el odio y la mentira como fundamentos de la construcción nacional y luego califican de enemigos de dicha entelequia nacionalista a los que denuncian el odio y la mentira? Tengo en las manos una revista infantil, distribuida generosamente por todas las escuelas y pagada con subvenciones oficiales, en la que -junto a historietas de las hermanas Gilda o Mortadelo- se propone en la sección de entretenimientos la siguiente adivinanza: ‘No es español/a ni francés/a, está bajo el yugo de España o Francia, vive en Euskal Herria y sabe euskera’. Respuesta: vasco/a. ¿Carecen tales comeduras de coco de toda complicidad con la violencia? ¡No me hagan reír!

Pero sigamos carcajeándonos (rire jaune le llaman los franceses a esta hilaridad). Aquí llegan los invictos representantes del izquierdismo hispánico para sostener que el resultado de las elecciones no decidirá nada (después de haber dicho que no hay solución policial, tampoco el método político tiene su beneplácito), para afirmar que no habría mayor catástrofe que un Gobierno no nacionalista pese a que todas las catástrofes hasta ahora han ocurrido bajo el Gobierno nacionalista, para denostar el pacto por la libertad y contra el terrorismo -el mínimo común denominador de la democracia en el País Vasco- como algo sectario, tramposo e inhumano. Son los pontífices a lo Haro Tecglen, a los que todos los puentes se le han caído, menos mal, pero que no por eso dejan de pontificar. Y se indignan de que alguien les suponga complicidades o complacencias con ETA. No, hombre, no, pueden estar tranquilos. ETA es una organización perversa pero eficaz y nunca admitiría como colaboradores a inútiles semejantes, que no sirven ni para poner bombas ni para explicar racionalmente la realidad política.

¿No haría también reír, si tuviésemos ganas de reírnos, el cacareado pánico a la posible y hasta inminente ‘fractura social’? De tan grande peligro, si hemos de creer al señor Trías de CiU, todos somos culpables: tanto la gente como Froilán, que charlaba paciente y civilizadamente con sus delatores, como quienes le delataron a la bestia y quizá como la bestia misma que le ejecutó. ¡Qué cosas! Ahora no hay fractura, sólo personas que no pueden moverse ni realizar campaña política sin escolta, gente en el corredor de la muerte, gente que no se atreve ni a decir a los encuestadores lo que va a votar… y otros que les miran, les compadecen, de labios para fuera (aunque critican su obstinación en no dialogar, es decir, en no ceder ante quienes les amenazan) y unos cuantos más que planean fríamente su eliminación. Fractura social de la buena no habrá, según ellos, hasta que al día siguiente de un atentado de ETA tengan más miedo de salir a la calle los que vitorean a los criminales que las demás posibles víctimas. ¡Qué gran desgracia sería! Ja, ja, ja.

Bernard Crick comienza su excelente En defensa de la política (ed. Tusquets) con estas palabras: ‘Uno de los grandes riesgos que corren los hombres libres es aburrirse de las verdades establecidas. El hastío les proporciona una excusa en los tiempos difíciles para evitar redefinir las cosas con inteligencia e imaginación, o para escudarse en la indiferencia académica o en la imparcialidad científica, en lugar de hacer fecundos los viejos tópicos’. Viejos tópicos como constitución, estatuto, ciudadanía frente a etnicismo. Sí, lo que faltan es políticos -eso que cualquier demócrata debe ser- y sobran payasos. Y payasadas.

Fernando Savater

26 Marzo 2001

SAVATERISMO

Eduardo Haro Tecglen

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Las gentes como Savater buscan un puente a la derecha y, si se cae, otro más a la derecha. El filósofo por antonomasia se ríe como un tonto

Cuando leí en el cartel de una manifestación contra ETA ‘y sus cómplices’, pensé inmediatamente en Savater, mientras él pensaba en mí. La caza de brujas destruye. Pensaba en él por su intemperancia, por su bravura patriótica, por su nacionalismo vasco, cómplices de la tragedia de dejar de pensar por miedo, por venganza, por vasquismo de otro polo. Él en mí en los términos denunciantes del cazador de brujas, que aprendió cuando era bruja. Con su ironía canallesca de hombre límite: ETA, dice, no me admitiría como colaborador, no quiere a ‘inútiles semejantes, que no sirven ni para poner bombas’. Soy alguien ‘a quien todos los puentes se le han caído’, dice esta Agustina de Aragón; es verdad, soy un perdedor y lo llevo bien. Pero no por eso, añade, ‘dejan de pontificar’. También cierto. Pontificar es hacer puentes: si uno se cae, trato de hacer otro.

Las gentes como Savater buscan un puente a la derecha y, si se cae, otro más a la derecha. El caso es llegar a una orilla, aunque no sea la deseada. ¡Los vascos buenos! Por huir de la ferocidad de ETA, por no parecer cómplices, corren hacia un extremo que siempre les exigirá mas. A Múgica le premian nombrándole Defensor del pueblo: para que sea el antipueblo. Dejó atrás su comunismo y su socialismo y ahora es un pilatos de la extrema derecha: extrema derecha es la Ley de Inmigración y quienes la ponen en marcha a toda ira, a toda furia. Los que dicen que no hay que caer en el sentimentalismo.

Me dicen los savateres que negociar es ceder, burdo pensamiento obligatorio de lo que un día fue estilo. Estilo tuvo de movida, de acracia, de pensamiento nuevo. Múgica se puede descubrir a lo largo de un camino largo, pero ver a Savater convertido en El Pequeño Tamborcillo sardo da pena. Cae, como todos los que ahora son sus maestros, hasta en la burda metaforuela de combinar la inhumana posición de una concejala de EH que no condena el crimen con su condición profesional de payasa. Llevan días los periódicos y los periodistas cómplices de dinamitar puentes riéndose de esa dualidad; más risa ayer, domingo, cuando los malos estilos se acentúan, y así el del filósofo por antonomasia, el que fue sobre todo escritor excelente, y se ríe como un tonto (escribe ‘Ja, ja, ja’) en este periódico. Donde se me caen puentes todos los días.

Eduardo Haro Tecglen

29 Marzo 2001

Contra Haro Tecglen

Alberto Reig Tapia

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A pesar de la diferencia de edad, a mí como a Haro Tecglen también se me van cayendo ya casi todos los puentes. Qué nudo se me hizo el lunes en las tripas leyendo su desmesurado Savaterismo.  (…) No hace mucho, ante la descalificación personal que sufrió Haro, salí en su defensa en esta misma sección diciendo que, ‘si no existiera, habría que inventarlo’. Creo que de Haro aprendimos, antes de saber casi nada de la República o de la guerra civil que contra el fascismo no caben medias tintas y no cabe sino la beligerancia. Llega un momento en la vida en que no hay equidistancias que valgan; hay que tomar partido hasta mancharse, pero, casualmente, Savater está hoy, por ‘manchado’, cada día más limpio y transparente, y Haro, con su exabrupto desmedido de gato al que pisan el rabo, ensucia una trayectoria (la suya) que ya nos va pareciendo cada vez menos ejemplar. (…) Será que yo también me voy hacia la ‘extrema derecha’ con él. Algo que nos pasa, al parecer, a muchos antifranquistas emocionales. Otros se mantienen inconmovibles en sus puestos, pues, si alguna vez parecieron ‘franquistas’, lo fueron apenas para sobrevivir. Hoy, para sobrevivir, no hay que ser beligerante contra el fascismo. Hablo de ETA, claro, el único fascismo realmente operativo en España. Hay quien tiende puentes y quien los vuela. Ya no hay nada que inventar…, apenas hay que dejar de leer a los pontífices cuando pierden autoridad moral

Alberto Reig Tapia

04 Abril 2001

DISPUTA

Félix de Azúa

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En la vida pública de Savater ha primado siempre el compromiso ético sobre la ideología política. Haro pertenece a una tradición colectivista y gregaria de honda raíz católica. Fue gregario en su etapa franquista, colectivista en su etapa roja, y comprensivo con los totalitarios en la actualidad. Si alguien actúa por sí mismo provoca la suspicacia de los colectivistas, los cuales le acusarán de españolismo o derechismo. Como Haro a Savater.

Sería una lástima que el cruce de guantazos entre Fernando Savater y Eduardo Haro quedara archivado como un conflicto entre ‘dos fuertes personalidades’, porque hay algo más. Son también dos modos opuestos de entender la responsabilidad cívica.

En la vida pública de Savater ha primado siempre el compromiso ético sobre la ideología política. Es un escritor más próximo a Camus que a Sartre. Si durante el franquismo no dudó en colaborar con los comunistas, ahora no duda en hacerlo con socialistas y populares vascos. El motivo no ha cambiado: defender las libertades individuales y luchar contra la muerte. Las opciones de Savater responden a situaciones concretas y elige a sus aliados según un criterio pragmático porque para él no hay ningún ente o esencia superior al individuo.

No es el caso de Haro, el cual pertenece a una tradición colectivista y gregaria de honda raíz católica. Fue gregario en su etapa franquista, colectivista en su etapa roja, y comprensivo con los totalitarios en la actualidad. Su convicción más profunda es que los individuos están al servicio de una razón superior, sea ésta la Nación, el Partido, el Pueblo o la Historia.

Durante años, individualistas y colectivistas se confundían en el conglomerado de la izquierda. Pero esa etapa pertenece al pasado. Los colectivistas, sean de añoranza comunista o de melancolía nacionalista, son ahora fuerzas conservadoras. Y el individualismo no tiene, en España, historia alguna. Nunca ha existido. Si alguien actúa por sí mismo, y no por disciplina, codicia u obediencia, provoca la suspicacia de los colectivistas, los cuales le acusarán de españolismo o derechismo. Como Haro a Savater y como los estalinistas a Camus.

Quienes opinamos en los diarios solemos caer en el exhibicionismo moral. Nos ponemos a la puerta del colegio con la gabardina abierta para dar en espectáculo nuestra grandeza de alma. Pero Savater se juega la vida por defender a sus vecinos. Mientras que Haro sólo se defiende a sí mismo por un sueldo. Yo también. Más nos vale mantener la gabardina cerrada. Corremos el riesgo de que se percaten del verdadero tamaño de nuestra alma.

Félix de Azua

05 Abril 2001

SOMBRA DEL PASADO

Gabriel Albiac

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Savater olvidó el primer mandato de la ley de Haro: que, en la cosa izquierdista, nadie es más que la momia.

Es dolorosa siempre la memoria. La de quien fue primero entusiasta fascista, iluminado estalinista luego, asalariado, al fin, del Randolph Hearst español y sus secuaces, debe resultar, lo reconozco, difícilmente soportable. Respeto la frustración autobiográfica de Haro Tecglen. La respetaría más si tuviera el mínimo buen gusto de no exhibirla.

Hace mucho que no lo leo. Cuando alguien me contó lo de su zapatiesta de niño -o demasiado viejo- enrabietado contra Fernando Savater, pensé que era una broma. O una exageración. Recogidos de la red los dos artículos, me sentí, primero, atónito. Una nimia -y tan benévola- ironía del filósofo desencadenaba veintitantas toscas líneas de insultos del cronista televisivo. Pensé, primero, que, en un hombre de su edad, tal decadencia -conceptual y estilística- daba pena.

Pero la edad nada dice. Viejo se puede ser con la absoluta dignidad de no haber renunciado jamás a principio alguno. Sin haber jamás negado inteligencia y decencia. Y viejo se puede ser mintiendo, inventando falsas autobiografías ejemplares, desbarrando, al final, contra aquellos que -a diferencia de él- cometieron el imperdonable delito de no haberse calado jamás la camisita azul del adorado José Antonio. Y en eso está la esencial diferencia entre viejo y senil.

Nada consigue borrar nunca del todo la propia memoria. Tal vez, si tiene suerte, pueda engañar a todo el mundo. No a sí mismo. La memoria emparedada retorna, enseña Freud, como síntoma. Psiquiátrico o moral. O ambos.

Hace sólo unos años, fue pontífice. Intocable. Dictaba, petulante, doctrina progresista a golpe de reverencia hacia el pagador de su nómina. Luego, pasó lo peor.

Lo peor. El acertijo apareció, creo, en un diario digital. Era un viejo artículo, cuyo autor se derretía entre la limpia espada de Franco y el angélico verbo de Primo de Rivera jr. Y una interpelación a los lectores: adivine usted quién escribió esto. La respuesta llegó, inmediata: el niño republicano, of course. El tal niño republicano no volvió a levantar cabeza. Y pontificó aún más alto. Porque nada hay más retórico que la mentira.

¿A qué precio puede un viejo fascista, un viejo estalinista, avergonzado de su triste historia, hacerse, más o menos, tolerable el condumio? Al de mostrar que todos los demás pobladores del universo son aún más fascistas o aún más mentirosos. ¿Por quién empezar? Por quien cometió la arrogancia que a él le fue negada: no resignarse a vivir de rodillas.

Savater olvidó el primer mandato de la ley de Haro: que, en la cosa izquierdista, nadie es más que la momia.

Gabriel Albiac

07 Abril 2001

LO QUE CREO DE MÍ

Eduardo Haro Tecglen

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Ionesco vio crecer cuernos de rinocerontes estúpidos en su entorno: a Félix de Azúa, para mi vista, le ha crecido ya el cuerno de tonto que antes embruteció a Savater. Y a tantos.

En el frontis del Museo Antropológico, que hoy creo que es el Ministerio de Fomento, se leía ‘Conócete a ti mismo’: tenía morbo por la momia del gigante extremeño y los fetos de monstruitos: hoy está Álvarez Cascos. ¡Conócete a ti mismo! Era mi primera lección de filosofía. Pero no me conozco. Leo a Félix de Azúa (este periódico), que habla de un hombre ‘de tradición colectivista y gregaria de honda raíz católica. Fue gregario en su etapa franquista, colectivista en su etapa roja, y comprensivo con los totalitarios en la actualidad. Su convicción más profunda es que los individuos están al servicio de una razón superior, sea ésta la Nación, el Partido, el Pueblo o la Historia’. Me da asco ese individuo: y soy yo. Haro, ‘que sólo se defiende a sí mismo por un sueldo’. Paso por los espejos deformantes que Valle utilizó como metáfora de su esperpento. Soy un esperpento en los espejos de Azúa. Creo en él más que en mí: tengo junto a mi cama su Invención de Caín.

Entre no creer en Azúa o no creer en mí, lo lógico es no creer en mí. Pero ¿no lo sabría yo si fuese católico profundo o gregario ligero, o defensor de los totalitarios? ¿Puede que yo quiera que el individuo esté sometido a la nación, al partido o la historia? Me he debido leer mal. O he escrito mal mi negación al Estado, mi individualismo, mi sentido de la libertad, mi ateísmo. Y mis memorias. Lo que creo de mí no es demasiado bueno. No soy lo que hubiera querido. Soy más tonto por rusoniano, más escéptico por Voltaire, más metódico por Descartes, menos economista por Marx; en Francia aprendí mucho y me atacó por afrancesado: me avisó del peligro Manolo Aznar, el abuelo del presidente.

Cuando se ha conocido al abuelo del presidente y al de la Comunidad, y se ha enredado en los enciclopedistas, y en Bakunin y Kropotkin, y ha pasado infancia de guerra, cuando ha pasado también sus amenazas de muerte y sus riesgos de cárcel, cuando ha preferido un sueldo (no lo tengo) a algún cargo por no creer en él, es que es un pobre viejo desconcertado. Más, por el entorno. Ionesco vio crecer cuernos de rinocerontes estúpidos en su entorno: a Félix de Azúa, para mi vista, le ha crecido ya el cuerno de tonto que antes embruteció a Savater. Y a tantos.

Eduardo Haro Tecglen

08 Abril 2001

CORNUCOPIA

Fernando Savater

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Hablando del cuerno de tonto, del cuerno de bruto y de los uernos de estomagante narcisismo que se le desarrollan a algunos personajillos con los años, ¿Por qué no se va usted de una santa vez al cuerno, señor Haro Tecglen?

El Análisis

Comunista, fascista y ahora pro-terrorista

JF Lamata

A D. Eduardo Haro Tecglen, el único columnista diario de EL PAÍS ya sólo le faltaba que le acusaran de pro-etarra, pero es que el ambiente en torno a las autonómicas vascas del año 2001 estaba bastante tenso, entre otras cosas porque los asesinos de ETA habían acabado con las vidas de muchos concejales de PP y PSOE, ante una actitud cómplice de EH/Batasuna y una actitud algo ambigua del PNV, que era el que gobernaba en Euskadi.

En la izquierda había dos puntos de vista, los que creían que PP y PSOE, como los dos partidos víctimas del terrorismo, debían unirse en un frente común para derrocar al PNV y acabar con su ambigüedad hacia ETA/EH/Batasuna, que era la posición del Sr. Savater, y los que, por contra, pensaban que el pacto PP-PSOE sería entendido en Euskadi como una especie de ‘Frente Nacional anti-nacionalista vasco elaborado desde Madrid’, en esta posición estaba el Sr. Gabilondo. El Sr. Haro Tecglen también, aunque no se sabe si por el mismo motivo, puesto que nadie puede negar la animadversión hacia todo lo que oliera a derecha en las columnas del Sr. Haro.

Son dos puntos de vista, pero con riesgos diferentes. El Sr. Haro Tecglen se arriesgaba por defender su tesis a ser insultado por los Sres. Albiac, Azúa o el propio Sr. Savater, pero es que el Sr. Savater, con su postura, a lo que se arriesgaba era a que los asesinos de ETA le pegaran varios tiros. Un riesgo que venía aceptando desde que en 1988 dio abiertamente la cara en TVE contra el terrorismo.

J. F. lamata